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15.11.07

y más matices de gris

, pero inócuos. Tranquilidad.



Nada que hacerle a los días si siguen empeñándose, reincidiendo en ese color.

Nada que hacerle si uno se despierta con ganas de huir del mundo, de darse la vuelta, de ser despedido al segundo día de trabajo por incomparecencia. De pensar ¡si yo nací para seguir durmiendo, por qué el mundo se empeña en hacerme esto!

Y "esto", a esas horas, era más eso que esto. Lo cercano era la almohada, la oscuridad, lo a gusto que estaba yo en esa cama de la que, imbécil perdido, tanto huyo.

Con cu ya au sen cia tan to me tor tu-ro.

ConcuyasausenciasyoTANTOmetorturo.

Pero nada. Fiat lux, levántate y anda, hazte un café (si alguien conoce la cita bíblica para eso; por favor, aquí). Siéntate un rato delante del ordenador, lee blogs, lee la prensa, tómate el café despacísimo, respira. Despierta. Si no pude hacerlo en la cama, como dios manda, por puro hastío de descansar, al menos vamos a hacerlo al ritmo que le toca.

Luego en el metro, nada que hacerle tampoco. Todo el viaje de pie, y todo el viaje con un cabezón inmenso e inconmensurable entre la chica guapa del vagón y mis ojos. Mis pobres, cansadísimos y legañosos ojos. Pero bueno. Habiendo literatura, .

Luego, un día mucho más tranquilo que ayer. Hoy nadie se ha pasado el día embudándome rutinas, conocimientos y conceptos. Hoy me han dejado más o menos solo con la pila de cosas que tengo que aprenderme y con el ordenador. Hola, datawarehouse, soy tu nuevo tocapelotas. Datawarehouse. Qué bonito apellido para in inglés victoriano. No, muy largo. Dataware. El hombre de la casa Dataware. Con mi chistera, mi levita negra, mi bastón y una pistola de dos tiros al cinto. Con una fortuna de expolio indio (de la India: Finca con tigres de bengala, maleza verdísima y perversa, criada amante de infinitamente bellos ojos negros) y cuerpo tallado por los dioses de oriente. Pero sobre todo con el terror verde brillante de los tigres en la noche, con el retumbar de sus gruñidos callando la jungla, descuartizando la noche, ensayo de los rastros de sangre que vendrán después, en las casas. Gritos de terror abortados a medias, charcos de sangre colgados de la pared. Trozos de gente, un fusil sobre la chimenea encendida, a pesar del calor. Una mirada resignada, vapuleada por un deber, por el deber, por un honor, por una necesidad de muerte repercutida en lo otro. Un fusil que ya no está sobre la chimenea. Un caballo ensillado, rumbo a su muerte (no era casualidad, la canción). Antorchas en la selva. Antorchas, disparos y gritos, y un relincho borboteante. Un último disparo, sin pájaros ya que queden por espantarse y por driblar estrellas manchadas de bruma. Y un cazador que podría no volver, o que podría volver a rastras, malherido, usando el fusil como muleta, pero que vuelve ovacionado por los grillos, mirando su reloj de bolsillo y pensando en desayunarse un te y en fumarse una pipa bien cebadita (y en follarse a la increíblemente bella ex-criada) mientras se atusa su bigote largo apenas rozado por, único resquicio al terror, una gota de sudor helada.

Lo que pasa, simplemente, es que sigo cansado.

No me extraña que esté cansado, después de eso.

Pero como decía: Nada preocupante.

Porque abunda el gris, pero es que hay películas que deben ser en blanco y negro. El rojo de la sangre no puede ser más rojo que en blanco y negro. El azul intenso de la chaqueta no puede ser más azul que en blanco y negro. Los ojos verdes del tigre, bueno, podemos dejarlos, en plan abrigo rojo en Lista de Schindler.

Porque abunda el gris, pero es un gris cálido y seco, un gris de gata de ojos verdes, un gris de nube, de penumbra después del añoradísimo sexo.

Es gris, pero de una puesta de sol sin vistas al cielo.

Y después, a la hora que le venga en gana, que para algo es su prerrogativa, vendrá la noche, y mi cama y yo la vamos a estar esperando.

A pesar del con cuyas ausencias yo TANTO, qué remedio.

19.10.07

otro viernes de tantos

Una de las poquísimas cosas que tengo escritas y terminadas, y diría que probablemente la más patética si ese cargo no tuviese tantos aspirantes, fue un librillo que, plagiando al simpático alienígena de Eduardo Mendoza que recorría Barcelona en busca de Gurb, escribimos un tocayo mío y yo en unas cuantas tardes de aburrimiento objeciondeconciencieril, años ha, y se llamaba Un Viernes de Tantos. La mejor idea del libro era que el protagonista vivía en perpetuo viernes; Pasaba el día, hacía el ganso, le ocurrían cosas extrañas (recuerdo un submarino aparcado en la Castellana, y poco más), y cuando se emborrachaba y lograba despertarse a un nuevo día era el día siguiente, también viernes, aunque no sé si lo terminamos cuando despertó y era sábado o jueves o la idea quedó descartada por fácil, que no creo, porque el libro, de por sí, era tirando por lo facilón y no nos complicábamos mucho la vida: Tras cada punto pensábamos cada uno una gansada, y poníamos la más gorda. Lo pasamos pipa).

Lo recuerdo de vez en cuando, normalmente los viernes, así que aprovecho para llamar a esta entrada como aquel engendro psicodélico.

El caso es que es viernes y me visto de nuevo mi traje de superheroe salvador para intentar hacerte el tedium vitae más soportable si por lo que sea te quedas encerrada en algún lugar sin posibilidad de escape pero con conexión a internet.

Y para este viernes, jo jo jo, JO JO JO, tengo algo realmente underground y realmente genial que entronca con uno de los vídeos de hace una semana y lo sublima: Korgoth de Barbaria, el episodio piloto de una serie que, se supone, iba a salir esta pasada primavera pero de la que no ha habido más noticias. Y es una pena, viendo lo visto, o sea, esto,

parte primera,

parte segunda,

y tercera y última,


Y por ahora eso es todo y da para una media hora, yo me voy que tengo cosillas que hacer. Este fin de semana, de todas formas, no huyo del mundanal ruido, así que ya daré la lata mañana y/o pasado.

11.10.07

5 x 5 = 20

Me ha dado hoy por las listas, y como a mí las películas me transmiten dogmas inamovibles tengo que imitar al inmenso John Cusack en High Fidelity y limitar las listas a 5 cosas en cada una, solo que yo en vez de hacer una lista con las 5 mejores primeras canciones de discos (coincidimos con el Smeels Like Teen Spirit el personaje de aquella peli y yo) o las cinco mejores canciones para un domingo lluvioso a mí me ha dado hoy, cosa rara existiendo la alternativa musical, por otras cosas.

La primera,

1. Cinco mujeres a las que no puedo mencionar pero con las que me acostaría sin pensármelo dos veces si se diese la oportunidad. Esta ha venido de pensar en lo que decía hace bien poco sobre las cosas que uno cuenta y las que no, las que se atreve a contar y las que no. Venía yo en el metro meditando al respecto y diciéndome que claro, que por ejemplo hay una serie de gente de la que no puedo hablar con toda la franqueza que podría y que a veces me gustaría porque son conocidas por algún miembro del tribunal del que tú, gentil lectora, formas parte. Y efectivamente me han salido cinco nombres sin absolutamente ningún esfuerzo. Esta lista, obviamente, no la voy a dar aquí, pero por probar que hay un bloc de notas abierto en este ordenador que la contiene y por jugar a niño-armado-con-caja-de-cerillas voy a decir dos tonterías de esta lista, la primera que entre unos nombres y otros contiene todas las vocales, y la segunda que no contiene la letra G.

Dicho lo cuál podemos pasar a la segunda lista,

2. Los capítulos (y sus respectivos contenidos) de una serie de posts que creo que voy a escribir el mes que viene sobre un tema que para una sentada iba a ser demasiada paliza para mí de escribir y, claro, para ti de leer. Y yo aunque no lo parezca mimo mucho a mi público. Chiquichiquichiqui. Naturalmente tampoco voy a decir nada por ahora de los ítems de esa lista, por no joderme a mí mismo la primicia. Pensaba dar una pista con una canción pero no la encuentro por Goear ni por Radioblogclub así que mala suerte. ¿Frustrante, el post, por ahora?

Pues va a peor, aunque ya empiecen a llegar datos, la tercera,

3. Cinco series que recomiendo ahora mismo.
3.1 Weeds, aunque sólo sea por cómo terminan cada capítulo con un temazo que le pega como anillo al dedo, y por ser la risa.
3.2 How I Met Your Mother, definitivamente obligatoria para toda esa gente incomprensible que habla maravillas de Friends y suficientemente recomendable aunque sólo sea por un personaje, Barney. El resto son brillantes, pero con dos temporadas digeridos, Barney es mi nuevo dios. Y encima en el capítulo 5 de la segunda temporada me pusieron a los Decemberists.
3.3 La que decía ayer, Samurai Champloo, definitivametne. Y que Perro no se me ponga nervioso porque la recomiende tanto, que al fin y al cabo nadie me hace caso y cuando haya pasado tiempo suficiente como para que este post y el anterior hayan sido debidamente leídos y procesados la cantidad de gente que lee esto y ha visto la serie sospecho que va a ser de dos personas. Contándonos Perro y yo, naturalmente.
3.4 House, aunque el primer capítulo de la cuarta temporada me dejó frío. Pero mantengo la fe. Y la actriz que hace de Cameron salía en los créditos, así que digo yo que volverá. Por la cuenta que les trae. Y bueno, si no ficharán a algún otro monumento con patas, algo bueno tiene que tener seguir las convenciones.
3.5 Y ahora diría que Lost, siguiendo al hilo de los monumentos con patas, pero digo Los Soprano, que también estoy empezando como quien dice a ver ahora, temporada y pico llevo. Eso sí, salen señoritas en topless, por matar mi morriña carnal respecto a Lost, mientras que en Lost no sale casi carne, en realidad. Lo que teniendo las actrices que tienen es una real faena.

Y en fin, uno con una lista un tanto psicodélica y que es consecuencia de mirar mucho youtube antes del café de media mañana,

4. Cinco sugerencias para quien no se vaya por ahí de puente y no tenga plan,
4.1 Primera sugerencia, o sugerencia número uno: Ves al encuentro de algún grupo religioso y habla con ellos sobre la fe, la religión, sus creencias y valores. Aprovecha para expandir horizontes, conocer otra forma de ver las cosas y, si se tercia, incluso para hacer algo de ejercicio físico y disfrazarte sin necesidad de que sean carnavales,



4.2 Segunda sugerencia, o sugerencia número dos: Líbrate de una vez de esos bichillos de caparazón negro coriáceo que han aparecido por el desagüe de la bañera,



4.3 Tercera sugerencia, o sugerencia número tres: Ponte algún DVD en versión original sin subtítulos, ¡con un par!, y así aprendes algo de inglés coloquial y algo sobre el afable carácter de los extranjeros. Si el dvd es estranjero, claro, si lo haces con uno español a parte de sentirte algo imbécil por ponerlo en versión original lo de ver el carácter local puede ser algo deprimente. Yo recomiendo una peli inglesa,



4.4 Cuarta sugerencia, o sugerencia número cuatro: Fúmate algo ilegal y piensa el guión de alguna secuela de alguna película. Escríbelo rápido y mándalo donde sea. Probablemente no llegue a ninguna parte pero siempre te quedará haber pensado algo mejor que las continuaciones de Matrix, la primera que en realidad es la segunda pero que va antes y en fin ya sabes de Star Wars o Terminator 3. Y como muestra el ejemplo de la grandiosa Terminator 4 sin duda pensada según este método,



4.5 Aprovecha para hacer un poquito de vida social, caray, que tampoco cuesta tanto. Dedica un rato a pasar a ver a los vecinos, habla con ellos, pregúntales si les molesta tu música, qué tal se encuentran, cómo les va la vida. Aprovecha para limar asperezas, confraterniza, sé simpático, y quien sabe, igual al final te terminan invitando a cenar,



Y la verdad es que la quinta lista a estas alturas ya se me ha olvidado. Has tenido suerte.

En fin, buen puente, vuelvo el domingo, cuídate y ya sabes, en los vicios la virtud está en el punto exacto, así que si te abstienes de alguno y vas al límite en otro la media la clavas.

18.9.07

¡los reyes son los padres!



Venía yo hoy a dármelas de pedante y hablar de César Vallejo, porque yo lo valgo, pero como de mayor quiero ser Ricardo Royo-Villanova, pues casi que voy a seguir con el bonito meme que se está montando consistente en cagarse en la familia real, a ver si nos meten a todos en la cárcel. Que no es que lo haya montado él, el mérito es de un egócrata, pero como yo soy un estrecho de miras y pierdo el tiempo o currando, en la oficina, o jugando al Need for Speed Underground 2 en casa (soy un yonqui. Pero mi Toyota Celica lo vale. Ya pondré pantallazos, ya) no he tenido constancia del hecho hasta que el señor RR-V se ha apuntado a esta rebelión insultante.

En fin. ¡Injuriemos! ¡Llenemos las cárceles de infames calumniadores! ¡Socavemos los principios de esta nuestra democracia, que reconoce que todos somos iguales pero aquel señor de allí es igual solo que mejor! Ah, qué musical me va a quedar este post,



Pero claro, me pongo a plantar aquí canciones y yo de injurias nada. Pero es que está el listón muy alto, y al fin y al cabo ¿qué puedo yo decir que no sea repetición? Aunque tampoco va a ser problema, ni siquiera puede decirse que los dibujantes de El Jueves (que hacen plantearse a Europa qué pasa con la censura en España) o Deia (que declararon ayer por hacer la coña sobre el asunto aquel del Rey, el oso ruso borracho y la cacería aquella) estén innovando: ¿Soy el único que, en mitad de una partidita de mus, se ha dado cuenta del mensaje antimonárquico y difamatorio que hay tras las figuras de los naipes de nuestra baraja? (aunque lo de "nuestra" es un decir, porque Heraclio Fournier, ¡difamadores, difamadores!, tiene las imágenes registradas) A ver, un rey de oros, porque nos va la pela. Otro de copas, porque la vida de la corte es la vida de la corte, y los otros dos, bastos y espadas, apología de la violencia.

En fin, es vergonzoso que por hacer un chiste gráfico fiscales y jueces estén logrando sus quince minutitos de fama, que con la excusa de la falta de respeto (¿qué era lo irrespetuoso de la portada de El Jueves? ¿Insinuar que los príncipes follan, cosa que sabemos cierta, o que no trabajan, cosa que también sabemos cierta?) y la asimetría de nuestra ley, todos iguales y luego ya si eso la Casa Real, se esté cometiendo tanto acto que, visto en frío y teniendo en cuenta los desafíos y las posibles ocupaciones a las que podrían hacer tanto jueces como fiscales, no puede definirse sino como una soberanísima (je je) gilipollez.

Hay gente que dice que al fin y al cabo no es culpa de la Casa Real. Tienen toda la razón del mundo: Dudo que sean tan cutres como para perder su tiempo en la búsqueda y persecución de quien se mofe de ellos (al menos yo, si tuviese sus recursos y su impunidad, tardaría poco en encontrar ocupaciones más entretenidas y satisfactorias). Pero lo que sí tienen en su mano, a poco que lo intenten, es la solución a este problema, que consiste en desvelar a los ojos de todos, jueces estrictos dispuestos a defender la estupidez frente al sentido común incluidos: Lo que tenía que hacer el Rey era, aprovechando algún acto suyo así de mucha audiencia (digamos la charla esa de Navidad que por lo visto hay gente que ve y todo), cagarse en su ilustre persona. Y luego que lo detengan, o que cambien la ley. Cualquiera de las dos soluciones sería divertida y útil, a su manera.

En fin. Por terminar por calumnias y por poner oootra canción (no hay dos sin tres), aquí queda esta de Mamá Ladilla, que no habla del Rey, pero a quien yo se la dedico, por compartir y tal:



Postdata: He tenido que cambiar la imagen del Rey de Copas por la de nuestro monarca. Pero bueno, así incluyo la foto original de este tema.

Y post-postdata: A quien le guste la Wii, que yo aborrezco, que visite este blog de Fresquito, que a su vez aborrece este blog pero no deja de darme la lata para que le haga publicidad. Somos unos aborrecedores natos.

6.8.07

rejected, de Don Hertzfeldt



Si le susurras a alguien por lo bajini "Don Hertzfeldt" lo más normal es que no pase nada. Que te miren y te pregunten que quién coño es ese o que qué has dicho o que vaya forma rara de estornudar tienes, por ejemplo. Sin embargo hay una serie de personas, de las que deberás huir, que ante tal nombre probablemente griten cosas como "MY SPOON IS TOO BIG!" (¡mi cuchara es demasiado grande!), "I AM A BANANA!" (¡soy un plátano!) o otras frases absurdas de la cuál, mi favorita, es una que sólo puede responderse entre dos personas, una de las cuales dice "I am a consumist whore!" y la otra apostilla "and how!"

Yo naturalmente no tenía ni idea de quién narices era el señor Hertzfeldt hasta que un día nos pasamos por casa de Sergio y la mujer esa con la que vive (sirva esto de represalia por todas las veces que ella ha dicho "MI casa"), porque a esa casa uno va a ser iluminado, mayormente, y a veces descubre quién es Richard Cheese (de quien naturalmente ya no recuerdas que hablamos tú y yo aquí) o se vuelve sabiendo de la existencia de The Hire, la serie de cortos de BMW de los que colgué uno no hace mucho al final de este post. O conoce a Don Hertzfeldt, vaya.

Y como lo que he escrito antes era un poco raro y nadie va a tener la paciencia ni la motivación para entender qué coño era eso (encima ni siquiera vale la pena) he pensado que puestos a poner idas de pinza vamos a expandir el frikipedantismo por el mundo.

En el año 2000 el señor Hertzfeld hizo este cortometraje que adorna y da sentido a este post, bajo el título Rejected (rechazado). En él, al son de Beethoven, se cuenta cómo el bueno de Don, dibujante retro total que en esta época nuestra de realidades virtuales se dedica a hacer dibujos esquemáticos con un boli y rodarlo con una cámara arcaica que ha ganado algunos premios y gozaba de cierto prestigio fue contratado por un canal televisivo, el Family Learning Channel, para hacer sus spots publicitarios, cuñas de entrada a publicidad y esas cosillas, y cómo se los rechazaron por razones que tú verás más o menos obvias cuando le des al play. Después, siguen los anuncios de la Johnson & Mills Corporation, una empresa de alimentación, que también fueron rechazados, y luego se cuenta como Don fue cayendo en la alineación a la que llevó tanto rechazo y tanta inmersión en el mundo corporativo, una espiral de decadencia que repercutió primero en la calidad de sus dibujos, que comenzó a realizar exclusivamente con la mano izquierda, y luego en la misma esencia de los mismos, que vieron como su universo se colapsaba, literalmente.

Un video que vale la pena ver, aunque sólo sea por ver cómo a alguien puede írsele tanto la pelota, y cómo se puede hacer un humor tan burro, tan absurdo y tan genial con un rotulador, montones de papel y una cámara.

Tal vez lo que más me impresiona a mí de los dibujos de este hombre es que pese a lo esquemático, pese a la absoluta falta de complicación del dibujo, consiguen parecer vivos. Les ocurren cosas surrealistas, gores, terribles, y aún así mantienen su humanidad. En ese sentido Hertzfeldt consigue ser el Kafka de la animación, un Kafka irreverente, cachondo y salvaje, un Kafka bastardo mezclado con una buena dosis de Monty Phyton. Las cosas raras que les pasan nos sorprendes, y la sorpresa las transforma en nuestras. Y si tienen que enfrentarse al apocalipsis, terminamos junto a ellos, corriendo, esquivando a duras penas las estrellas que se nos caen encima.

26.7.07

bajo la piel del mundo

Hoy venía para casa y bajo una valla publicitaria del metro, arañada y rasgada, se veía la materia prima de la realidad. Era marrón, del color del óxido y textura metálica a la vista. Más o menos del aspecto que tiene la carcasa metálica de esas vallas metálicas cuando ya llevan un tiempo sin que nadie las cambie. Incluso sin el más ni el menos: Era precisamente eso lo que yo estaba viendo.

Pero por un momento, al primer vistazo, cuando las primeras neuronas han lanzado sus ráfagas eléctricas a través de mi cráneo, la asociación no sólo no era obvia sino que ni siquiera existía. La valla no era real, y lo real ha sido la materia prima de la realidad, su forma estructural. Y sobre ella se apilaban las cosas que hacen parecer a los objetos lo que son, la pintura azul, el resto de inmenso papel pregonando viajes baratos a Londres, la papelera, la pared de suciedad racheada, la gente que caminaba, todo.

Pensamos y pensamos que pensamos lo que pensamos, pero los pensamientos fluyen, se transforman según los vamos pensando, descartando, corrigiendo. Vemos y pensamos que vemos lo que creemos estar viendo, y esos primeros pensamientos, salvajes, incoherentes y libres, se convierten, por un instante, en la realidad. Y así hay lobos en mi calle, hay gente que aparece de la nada (o que desaparece en ella, o que de pronto nunca han estado), vemos a alguien que está a quinientos kilómetros, observamos a una anciana atravesar una pared y de una ventana sale un brazo huérfano de resto del cuerpo. Realidad fugaz y moribunda, luego enfocamos los ojos, registramos todo, pasamos todo por el filtro que nos hace creer lo que vemos y todo eso se desvanece y queda este mundo que yo lleno de bostezos y con el que somos tan crédulos, simplemente porque ha pasado nuestros primeros algoritmos de detección de fantasías, errores y locuras. Así nos va. Llega algo que nos trastoca el lado salvaje, intuitivo, adivinatorio (un perfume de mujer, una canción, una película, un miedo, una droga) y la primera realidad consigue sobrevivir, engalanarse como cierta, y alucinamos, y nos confundimos, y creemos lo que no es.

Somos bombas de realidad ambulantes. Nadamos en la sopa de campos electromagnéticos y partículas subatómicas, y la transformamos en reinos de dragones y patrañas, de misterio y belleza. Siendo su consecuencia, somos transformadores de la realidad. Somos fantasía. Somos nosotros, y no alguna de nuestras alucionaciones; los dioses somos nosotros.

20.7.07

y 3 de 3: Les Luthiers

Y ya termino y dejo entretenimiento para quien tenga que sufrir el fin de semana en Madrid. En lo musical, una copia del cd que va a adornar el viaje de ida y vuelta al pueblo (o que lo adornaría si aquí mi pasajera favorita no fuese una fascista en lo musical), este que se llama km. 96.2. Y no, no es todo death metal, y sí, yo creo que es un disco estupendo para viajar en coche. Es raro. Es alegre. Y tiene canciones estupendas. Confía en mí que hace siglos se me daba bien grabar recopilaciones.

Y volviendo a los premios, esta mañana me he despertado leyendo que a Les Luthiers les han dado la Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica.

Y yo tenía que felicitarles al respecto. Y aprovechar la excusa para...



¡Feliz fin de semana!

18.7.07

el señor de los anillos, alternativo

Una de las cosas buenas de estar en parte poseído por el demonio del friquismo es que uno, a veces, puede partirse la caja con las cosas más absurdas; comentarios que al común de los mortales le sonarán como una simple frase absurda (y que por lo general, realmente, es absurda) a ti te parece lo más ingenioso de... o sea, no de la vida, porque no es comparable a, no sé, La Vida de Brian, al David contando chistes o a la noche que descubrí que ya no tenía vajilla, pero en fin, digamos lo más gracioso que has visto en un rato.

Esto se debe a que hay friquis inquietos con mucho tiempo libre y con imaginación que rinden tributo a sus obras maestras (o simplemente se ríen de ellas) de maneras la mar de originales. Hoy por ejemplo me han mandado el link a esta versión, digamos, cantada, del Señor de los Anillos:



Y a mí siempre que me llegan cosas me viene a la memoria lo más gracioso que he visto nunca respecto al Señor de los Anillos, que fueron unos simples gifs animados que en su día poblaron los rincones de los foros de fieles seguidores del mundo y que a día de hoy han caído mayormente en el olvido y a veces hay que currárselo para dar con ellos. Digo a veces porque ayer los encontré al primer googlazo, pero hoy le he echado un rato al asunto, en parte porque ando más espeso imagino que como consecuencia de haber conseguido, por fin, hacer lo que tenía que hacer en el curro: Después de dos semanas parado, pensando (y bueno, escuchando música, diciendo "no" a una tal Violeta, legendaria en la oficina, que pide imposibles, y bajando capítulos de Me llamo Earl, todo hay que decirlo), hoy por fin he tenido la idea que sabía, intuía que debía existir, y lo dicho, diez minutos, una vez que en mi cabeza ha nacido por fin este sublime pensamiento que pongo aquí porque para algo el blog es mío: Las cuentas de resultados, por odiosas que sean, mantienen entre sí una estructura ortogonal de forma que las cuenas del activo y del pasivo, por ejemplo, son perpendiculares, de tal modo que una alteración de una cuenta del activo no afecta en nada a ninguna cuenta del pasivo. En serio, ha sido formular ese pensamiento, demostrarlo y zas, asunto zanjado. A la mierda la economía, ¡estoy en el reino conocido de la geometría! Y vale, en estas dos semanas, sudando y apretando tecla, podría haber hecho el trabajo a lo bruto, pero ¿y lo bien que se siente uno después de su idea feliz? ¿De qué estaba yo hablando?

Ah sí, del Señor de los Anillos, versión gif animado.

Bien. En realidad sobran las palabras, así que dejo los links a las imágenes (no las pongo directamente porque son cíclicas y lo suyo es verlas según cargan para no pillar la historia a medias).

Todo comienza en el Concilio de Elrond, donde Boromir, protagonista estelar, absoluto y majara de estas historias, explica lo complicado que es entrar en Mortor, digo Mordor, y filosofa sobre cómo combatir a Saurón: Aquí.

Sigue el brainstorming en la casa de Elrond Smith, y Boromir tiene la idea definitiva: Ésta.

Pasa el tiempo, llega la hora del descanso. Y como en cualquier reunión de empresa, la gente aprovecha para tirar del teléfono.

Y por fin, a falta de nada mejor, Boromir se lleva el gato al agua: Así.

Hubo hasta algún friqui que, entendiendo la magnitud de la adaptación de Peter Jackson y el bello gesto que, para la gente que puede pedirse una semana de vacaciones, significa la existencia de las tres versiones extendidas de las películas, decidió que hacía falta una tercera versión más acorde con la vida moderna, una versión que uno pudiese ver en cuestión de segundos, y sacó la versión ultracorta.

En fin, estos y otros gifs animados están recopilados en ésta página. Y definitivamente alguien debería darle un premio y pagarle unas copas a quien se le ocurriese la idea de Boromir y la catapulta.

17.7.07

horario de verano



Trae tardes infinitas.

Inmersiones en historias, en personajes, en tramas.

Lenguaje no nativo. El dulce lenguaje no nativo.

El horizonte, invisible, remoto, aquí.

Los días pasan, sin prisa. Aprovechados en el desperdicio, desperdiciados en el aprovecha...

¿Miento?

El otro día surgió la cuestión. En torno a la mesa de la partida de mus recién terminada, con el eco de la risa, con esa estúpida alegría por la victoria insignificante (la palabra estúpida puede bailar en esa frase y ponerse donde tú quieras). Alguien reconoció una mentira. Alguien dijo todos mentimos. Yo me quedé pensando que no recordaba ninguna mentira dicha a nadie de allí, y me sentí bastante bobo.

Earl. Jack. Dexter.

Sarah. Sara. Sarah. Sara. Sherhah vs S, A, R, A. El lenguaje no nativo, juguete nuevo para los oídos, para la lengua.

¿Juguetes para la lengua? Mal tema para ir escribiendo al azar. A saber qué se lee luego.

Juguetes.

Pero claro, ¿qué se podía esperar? Yo me crié con el Tente, el Lego menos pero también, el Exin Castillos. Juegos de háztelo tú mismo. Quién iba a imaginar que la mayor parte de mi futura vida sexual se regiría precisamente por aquel lema.

Claro que quién iba a imaginar nada.

La casa blanca. Las clases de karate. La casa blanca en una calle llena de arbustos y jardines. Qué estúpidos son los sueños infantiles. Aunque supongo que tuvieron su vigencia, marcaron una dirección hacia la que ir. Una dirección que afortunadamente luego uno olvida, y da tumbos.

Y se descubre viviendo en Lucero. Escuchando Mogwai. Escuchando Kinski. Escuchando GY!BE. Explosions in the Sky. Do Make Say Think.

Esta tarde del horario de verano ha sido consagrada al post-rock por las dos más altas autoridades imaginables: La casualidad y la adicción. Es lo bueno de ser adicto a tantas músicas, que uno varía. Es lo malo de ser adicto a tantas músicas, que son inmensas las ganas de quitar esto para poner otra cosa que instantáneamente querría quitar para poner otra que duraría los tres segundos que tardaría el ratón en posarse sobre otra distinta que también querría oír. Por eso lo paso tan mal cuando tengo que hacer sitio y borrar discos, en el trabajo. Porque según el ratón hace surf sobre los pixels-letras quiero escucharlo todo. Bueno, casi todo.

Escuchar música a veces es un acto de autocontrol del que jamás me creí capaz. En él se me va todo el dominio que tengo sobre mi mismo. En esto y en dejar pasar el tiempo, cuando el tiempo se empeña en no pasar. Y pensaba que eso iba a ser un problema con el horario intensivo, con el horario de verano, con tanta tarde eterna esperando con su eternidad de horas libres, con el sol recorriendo tanto camino. Pero se están portando bien. Claro que ¿cuánto llevamos, una semana y dos días? No lo sé. Es más, no tengo ni la más remota idea. Debe ser más porque estamos a quince. Más o menos. Y me parece menos porque me fui de vacaciones. ¿Ves? Todo encaja.

Y eso está bien.

Está bien que las cosas encajen.

Está bien pensar, además, que el que a veces las cosas no encajen encaja, en sí mismo.

Culpad a Cortázar.

Los matemáticos no deberíamos leer a Cortázar.

El mundo sería menos raro.

No el mundo, ¿qué es ese egocentrismo? Nuestro mundo. Bueno; mi mundo. Pero te regalo la mitad, ¿para qué quiero yo todo un mundo vacío?

Mi mundo o nuestro mundo, es igual.

Más aburrido.

¿Sabes?, menos mal que leí a Cortázar.

Y es la hora de la cena. De la cena y de empezar a ver esa serie sobre un médico forense que en sus ratos libres es psicópata.

A veces no se sabe de dónde se sacan las tramas ya.

Ni por qué me llama tanto la atención.

Ah, sí, lo sé: Porque es una forma de matar el tiempo.

Porque las tardes eternas, desiertas, desamparadas y desnudas frente a mi pereza hambrienta caen sin remisión. Mi pereza grande y terrorífica, esgrimiendo con fiereza sus armas, inmenso cuchillo y tenedor titánico. Con una servilleta de cuadros (rojos y blancos) de babero grande como Júpiter.

Las series así matan el tiempo mientras espero a que baje aquello de lo que en el blog del que hablaba ayer se dice esto, "un grupo de policías de Baltimore intenta desbaratar una red de tráfico de drogas común y corriente. Nada del otro mundo. El obstáculo, en este caso, es que los testigos no hablan, los acusados no se desmoronan, los policías tienen familia y problemas para llegar a la escena del delito a tiempo, los jueces están más interesados en sus carreras que en la Justicia, balística no funciona siempre bien, la burocracia es agotadora, los micrófonos escondidos acoplan, los sargentos se emborrachan, el café está frío y los malos, muchas veces, son más nobles y mejores que los buenos".

Se profetiza, en definitiva, que me va a gustar la serie.

Las tardes así matan el tiempo porque son la espera de días por venir. Porque de niño soñaba con una casa blanca y, creo, un BMW, o tal vez eso lo metiese después, y hoy, cuando debería haber aprendido la lección, sigo esperando y soñando como un niño en nochebuena. Solo que nunca se me han dado bien las fechas (suerte que tenga un calendario a 15 centímetros de estas palabras, hoy). O como un niño que ha aprendido la lección de que a veces las cosas llegan, por sorpresa, y no son como se esperaban, y a veces eso es genial.

O porque hay un adulto por aquí dentro, al que ninguno de los niños que son yo escucha, que aún así no pierde la fe y pasa el rato repitiendo que la lección es que no hay lección que aprender, que las monedas a veces caen de cara o de cruz, que a veces el destino le produce a uno una brecha en la cabeza de certera pedrada vengativa, y a veces uno se despierta de pronto despistadísimo y resulta que es navidad... y la lección, en realidad, es que la cadena de "...y a veces" es infinita y uno nunca sabe cuál va a tocarle después.

Lo cuál es muchísimo mejor que la caja de bombones del imbécil de Forrest Gump.

Y se ha terminado la canción, y es hora de cenar, y Dexter espera para presentarse, y luego hay que leer, y dormir, y soñar, sobre todo soñar, y luego despertar, y ver que pasa, con los ojos bien abiertos (y la Nikon preparada y en guardia).

14.7.07

lo sorprendente

A día de hoy extrañarse es tarea complicada. Vemos muy lejos y nos enteramos de muchas cosas, y el liston está muy alto, basta mirar las noticias, ahora que hablo de listones, para que uno se lleve cada día su ración de cosas extrañísimas, por ejemplo hoy el periódico habla de un empleado de una empresa de tarimas que pidió un lote de maderas y recibió uno de cocaína "por error", o de un congresista americano, republicano e integrista con todos los extras, que ha sido detenido porque intentó pagar a un policía de paisano para que le hiciese una mamada, o más cerquita del ya ex-alcalde de Mijas que se subió el sueldo a 126.000 euros al año porque decía que así se evitan corruptibilidades.

Eso curte, y nos complica el sorprendernos. Y aún así, y aún así, hay gente que no para de resultar sorprendente, gente a la que suelo llamar odiosa en pleno arranque de celos, envidia y agradecimiento por las historias fascinantes que cuentan, gente que habla de su vida y uno se siente, por contraste, como debe sentirse el libro de memorias de Ana Rosa Quintana al lado de la narración de la vida de, no sé, Aureliano Buendía, o el inevitable Bolaño, o algún legendario pirata de los mares del sur (es un suponer, tampoco me he leído ni leeré la vida y milagros de A. R. Q., que igual resulta ser interesantísima, a saber). Gente a la que uno no sabe ya ni como mirar sin que se le fundan los ojos de pura fascinación. Gente que hace que uno se despierte inhumanamente pronto una mañana de sábado preguntándose cómo al final de la noche pudo irse a dormir pensando que al fin y al cabo, conociendo lo que se conoce de un par de miembros de la familia, no resulta tan raro que el hermano de una persona así esté de vacaciones en casa de un tal Javier Bardem.

En fin. Me voy al campo, a seguir con mi vida en blanco y negro, con mi vida de mentirijillas de envidioso (que en realidad quiere decir admirador, evidentemente) total y absoluto, a tirarme en un risco y ver estrellarse el sol contra Extremadura, y a planear venganzas narrativas como hacer por fin ese viaje soñado a yanquilandia, alquilar un Cadillac colorao y hacer la ruta 66 atracando de camino algún que otro banco, bebiendo café al por mayor y tirando el coche al mar en cuanto llegue a San Francisco, o cruzar Siberia en un tacataca haciendo bailar los osos al ritmo de unas castañuelas, o ir nadando hasta, no sé, la Tierra del Fuego, o ir a Japón a acabar con todas las reservas mundiales de sake. Ya pensaré algo, ya pensaré algo, y mi venganza probablemente terrible no será, pero con algo de suerte dará para que nos echemos unas risas. O en su defecto que le de un ataque de hipo a alguien.

Ea, hasta mañana o pasado, pásalo bien.

15.6.07

el triste triunfo de la antropología

Antes de nada, ¡que nadie se asuste!, no, no voy a cometer la torpeza y/o la herejía de hablar de, voy a escribir más para que no chirríe la rima, probando, probando, un dos tres un dos tres sigo antropología. No, no. A lo que me refiero es a que por fin he visto una película que confieso, yo pecador, tenía un cierto interés por ver, y pues eso, que ya la he visto. Es Apocalypto. Joder, para una noche que intento tener cuidado para que no me salgan rimas, y se me echan encima.

A lo que iba: Sí, he visto Apocalypto, y sigo sin entender por qué se llama así. ¿¡Por qué una película sobre gente que corretea sacrificando personas a base de anticiparse a los cirujanos modernos unos cuantos siglos y/o intentando volver a casa a la hora de la cena antes de que la mujer se ponga nerviosa, y que pasa en selvas americanas, tiene como nombre una palabra de raíz griega, αποκαλύπτω!?

Obviamente, porque a Mel Gibson le pareció que quedaba chulo, es de suponer.

Lo que nos lleva a que ya desde el principio era fácil asumir que efectivamente la antropología saldría triunfal tras el visionado de la película, en general porque los antropólogos la han puesto a caer de un burro (que será soltado en la jungla y empalado por una primorosa y oportuna trampa cazajabalíes, faltaría más), y en particular porque nuestra antropóloga particular, a quien odiamos con saña, TAMBIÉN la puso a parir antes, incluso, de verla, lo cuál en su caso es inevitable y sencillísimo ya que no piensa verla. Y ya sabes lo que me jode darle la razón a nuestra antropóloga particular.

El caso es que como se puede leer por las respuestas de su blog, yo tenía una cierta curiosidad por la película y por principios defiendo siempre la autonomía de cualquier artista a saltarse a la torera las normas que le de la gana, históricas, coherentes o no, con tal de llevar su invención a buen puerto, o al puerto al que consiga hacerla llegar antes de que naufrage, o al puerto al que consiga llegar en una balsa de escombros después del naufragio: Lo que proceda. Pues bien, anoche yo, como dormir es de cobardes, me dije "pos me la voy a poner a ver si veo unas cuantas toñas y unas cuantas vísceras", y en fin: Termino pensando que Mel Gibson tiene un problema. Bueno, varios. Para empezar, Mel Gibson tiene una película tipo, en la cuál a un ejemplar chaval/mozo/padre de familia/venerable señor (o lo que le toque como actor según la edad que tenga al hacer la peli) le empiezan a inflar los cojones hasta que por fin el chaval/mozo/... salta, se lía a bofetadas, a tiros, a cuchilladas, a mordiscos o a lo que sea, rescata o venga a la familia, y ala, todos contentos, a traer muchos niños al mundo. Además, como en el 50% de sus películas los malos son los ingleses. ¿Qué nos quiere decir Gibson? En fin, que vuelvo al tema, porque por mucho que haya gente a la que le gusten las curvas de mis historias estas creo que tienen poco firme. El problema es que esa película tipo ya está un pelín vista, así que Mel lleva un tiempo haciéndolas como a escondidas: No las protagoniza él, y las rueda en idiomas que no conoce ni dios, como si quisiera fingir que no son suyas, pero luego las distribuye a bombo y platillo tras su sonrisa de vendedor con éxito y destello brillante en el canino, ¡plinc!, como si en un momento de sinceridad no reprimida tuviese que confesarnos que sí, en efecto es él el que está detrás de ese proyectito de nada que podría ser, perfectamente, una producción extranjera de autor (si le quitamos el 90% del presupuesto y de la sangre), si no fuese la rueda de molino de hacer pasta que al final, como siempre, es.

Pero no es eso, para mí, lo peor de la película. Ni que clamen contra ella los antropólogos, que en eso deberían aprender de los astrónomos, que no han dicho ni mu a pesar de que la película presente un eclipse a velocidad ultrarrápida y una luna llena a la noche siguiente (cuando la luna llena siempre ocurre, por razones tan obvias que es insultante explicarlas, a los 14 días de un eclipse de sol). Para mí lo peor ha sido que mientras la veía, sentía que estaba viendo la esencia robada de otra película. No siempre la misma, porque el señor Gibson, para no ser cantoso, no pone a Garra Jaguar, el protagonista, a luchar en un pozo con gente del mundo de la farándula (es su santa esposa la que termina en una especie de pozo-piso de menos de 30 metros cuadrados), ni luego se escapa para descubir la tumba de un rey, robar una espada, conocer a un ladrón, asaltar un templo y tirarse a una rubia peleona, pero por lo demás el principio de la peli es puro Conan, quitando indios y selva y poniendo bárbaros y montañas. Que vale, que el crío está más crecido, de hecho ya va camino del segundo hijo, y que vale, que en la aldea, en vez de tener compulsión por la herrería, se dedican a hacerle mobbing al tonto del pueblo para darle una excusa a Gibson para darnos a entender, graciosillo él, que figúrate, hasta los indios practicaban el sexo oral (los muy jodíos, si es que), y que en vez de decapitar a mamá degüellan a papá, pero vamos, que la idea es la misma. Si hasta al terminar con el clásico arrasamiento atan al chaval... y no lo atan a una rueda a moler cosas por miedo a las demandas, pero molinos se ven, molinos se ven.

Luego la película va recorriendo más tramas robadas. Después entra en el tema del hombre humilde del campo que va a la ciudad, y le pasan cosas rarísimas. Desde el producto patrio del cine de paletos de los años sesenta a Lost in Translation o Código 46, la peli va por ahí. Claro, poniéndole una niña que nadie sabe de dónde sale y que tiene lepra y/o es profeta, así porque sí, o teniendo la cortesía de hacer desfilar al prota y a sus coleguitas del pueblo por el tunel por el que los llevan sus captores mirando los murales, donde gente muy emperifollada le hace cosas muy expeditivas con objetos muy afilados a gente que va pintada de azul, y ellos que se miran y ¡qué coincidencia, si nos han pintado de azul! Luego la película pasa a ser una película de persecuciones, solo que por la jungla, claro. No se ve ninguno de los mil sitios extraños por los que los capturados fueron arrastrados a la horrenda urbe (ah, cuánto daño le está haciendo la ecología al cine), se entiende que porque cuando los llevaron era mucho más soso llevarlos por el camino recto de la jungla que perderse aquel pedazo de río y el barranco y las minas y demás periferia de la gran urbe. Y para cuando llega la persecución yo me descubro mirando el reloj, viendo que ya ha pasado 1 hora y 23 minutos de película, y que al final la cosa no es para tanto. Salen como una docena de señores con piercings raros y tatuajes tribales detrás del muchacho pintado de azul, y van cayendo porque cuando se corre por la jungla es muchísimo más peligroso ir sin pintura azul, visto lo visto. Te muerden serpientes, te matan pumas, o tu jefe te hace un masaje cardiaco a base de pedernal porque es alérgico al uso conjunto de las palabras "dar", "un" y "rodeo".

Y poco más tiene la película. Se resuelve por casualidad, por esas cosas que tienen los indios de colocar miles de millones de trampas anti-jabalí por la jungla (deben ser molestísimos los pobres bichos, si no no me lo explico, ni cómo nadie ha hecho campaña contra esas cosas, que son como las minas antipersona pero con pinchos) y por un redoble final que da a entender que en cierto momento a Gibson y a su coguionista se les ocurrió que se les hacía tarde y que plantando unos europeos en la sopa aquello estaba listo para servirse. Hora y media de paciente espera, para ver medio minuto de carrerones por mitad del bosque (duelen los pies de verlo. ¿Y ahí no hay raíces, o qué?) que al final terminan sin ningún sentido. Y mientras, diversos planos que nos llevan a la mujer, atrapada en una fosa por una idea feliz de su intrépido marido, y sobre la que Gibson proyecta mensajes de euforia para el feminismo: La buena mujer queda a cargo de una casa pequeña pero coqueta, ese fondo de pozo, sorprendentemente plano, de unos 4 metros cuadrados, en los que consigue recoger agua, curarle al voluntarioso y estúpido hijo una herida dándole puntos a base de hacerle putadas a insectos, y hasta matando un mono para comer cuando Gibson o su compinche se acordaron de que habían dejado a la mujer y al crío sin nada que comer y deciden tirarle uno para que lo muela a estacazos (y así es como el cine se venga de la ecología). El ama de casa definitiva, que aprovecha la avería producto de la rotura de agua del piso de arriba en una excusa para tener, por qué no, un parto de estos modernos así en piscina y demás. Supongo que el cordón umbilical lo arrancaría a mordiscos, o tal vez mediante el uso de algún otro util insecto sobre el que las imágenes no nos dicen nada.

Pero por fin, cuando todo deja de tener sentido, llega el marido para poner orden y preguntar que hay de cena. Entonces, en mitad del cambio de paradigma, ella le dice ¿bueno, y qué hacemos?, obviamente sorprendida por el estúpido giro de la historia pero también emocionada ante el futuro incierto. Y él, que para algo es el hombre, el cazador, el que ha dado cerita a los malos (o bueno, a los dos malos que no se han ventilado las serpientes, los pumas, las trampas, los saltos por cataratas y las trampas antijabalí, o aquellos que directamente decidieron pasar de todo y montar un chiringuito para turistas en la playa), él, decíamos, voz de Gibson en todo esto pese a su juventud, su pelo aún largo y sus pies abrasados de correr, le dice que ni hablar. Que al bosque, a reinstaurar el emporio familiar de la charcutería del jabalí, que para algo los guionistas de la película votan al Partido Republicano.

11.6.07

la frontera de las 4


Hay una frontera que está situada a las cuatro de la mañana, en mi huso horario, en mi vida. Coindice, por la hora a la que me levanto, con la frontera de las cuatro horas de sueño. Cruzarla es viajar a otro mundo y da igual que sea este mismo. Cruzarla supone pasar el día siguiente con jet lag, sorprendido por todo; por la luz, la misma luz de todos los días, por las caras de la gente, la misma gente de todos los días, por el tacto del viento, el mismo de siempre, por los giros y deslices de las mismas nubes de cualquier otro día.

Yo anoche crucé esa frontera. No es buena idea cruzarla, nunca es buena idea cruzarla, pero a veces no queda otro remedio; cruzarla tiene algo de suicida, y a veces, simplemente, es más necesario sentir en la cara ese viento imposible del salto al vacío que estar del todo despierto y completamente vivo al día siguiente, porque la sensación indescriptible de velocidad inmóvil del reloj al galope es algo hipnótico y hermoso. Cruzarla una noche de domingo acarrea también algo de condena; es una frontera que naturalmente cruzo sin pasaporte ni equipaje dos veces cada fin de semana, pero cuando al día siguiente te vas a levantar como pronto al mediodía (y si la gente tiene piedad y se sabe la lección y no te llama por teléfono, a las cuatro o las cinco o las seis de la tarde) aquello tiene más de safari para turista del primer mundo que de invasión desamparada. Cruzarla una noche de domingo implica una semana de tinieblas y bostezos, de no entender más de tres palabras seguidas, de sentir que el pensamiento se despega de las raspas de realidad que normalmente forman su dieta para comenzar a devorarse a sí mismo. La vida se vuelve un falso dormir, y la realidad, un sueño que suele usar las paletas de la pesadilla.

Crucé esa frontera porque tiene su morbo, básicamente. Por temerario. Por que no había respuestas convincentes al ¿por qué no? Por llevarle la contraria a los bostezos gordos y lustrosos que criaba en manadas desde las cuatro de la tarde. Crucé esa frontera porque anoche tuvimos en casa una conferencia de alto el fuego para la pequeña guerra civil de siempre, que terminó con el método ejemplar de la negociación en esos casos: Cada bando ejecutó mediante un tiro de gracia en la nuca a cada preso del bando contrario que encerraba en sus calabozos, y fin de todo problema. Crucé esa frontera porque me estaba terminando un libro y no quería dejarlo con 50 páginas, ni con 30, ni con 15, ni con 3. Porque era de noche y yo era feliz de que fuera de noche, de pasear a la terraza a mirar las estrellas valientes y tuberculosas que se atreven a brillar en los patios de Madrid. Crucé la frontera porque soy un valiente y un imbécil. Crucé porque estaba escuchando música y no me apetecía dormir.

Y desde el otro lado hago mis planes, valientes e imbéciles también. Esta tarde me iré a por libros, y aprovechando que estoy de este lado de la frontera te mandaré una postal ridícula con el sello mas raro que encuentre. Y luego me iré a casa, fregaré, recogeré, me daré una ducha, cenaré, veré una película, leeré. Y luego dormiré, supongo, y daré media vuelta y volveré aquí.

7.6.07

la lógica fuera de tiesto

Se me van hilvanando los temas, últimamente.

De nuevo por las respuestas del post anterior he terminado recordando una tarde de somnolencia universitaria en la que un profesor, en uno de los momentos filosofales a los que era francamente propenso, nos dijo que nos cuidásemos de las hipótesis falsas, pues partiendo de una hipótesis falsa era posible demostrar cualquier cosa.

No sé si esa afirmación lógica tan salvaje y tan burra es cierta. Sé, por ejemplo, que Bertrand Russell (que en sus 98 años encontró tiempo para ser matemático, filósofo, pacifista, premio Nobel de literatura, moralista y ateo con el curioso privilegio de ser citado por un montón de creyentes) afirmó en una ocasión a unos amigos que si le dejaban aceptar como cierto que 1 + 1 = 1 entonces podría demostrar cualquier cosa. Uno de sus amigos le dijo que probase entonces que era el Papa de Roma, y Russell le dijo "yo soy una persona, y el Papa también es una persona; juntos, somos 1 + 1 personas, o sea, una persona, luego tenemos que ser la misma".

Así que yo me he puesto a pensar en otros ejemplos de proposiciones que partiendo de un principio falso (y de todos los principios ciertos que uno quiera) lleguen a cierta conclusión absurda. En general si consigues llegar a probar a partir de la hipótesis falsa que 1 + 1 = 1 entonces ya es fácil demostrar creo que cualquier cosa (si alguien tiene algún reto al respecto que lo sugiera y nos ponemos a ello); eso sería, digamos, la aproximación "russelliana" al problema. Así fue la primera que hice. Consistía en esto:

Demostración de que si yo fuese una mujer, entonces George Bush estaría muerto:

Si yo soy una mujer, entonces como yo soy un hombre, mi número total de géneros es dos.
Como cada persona sólo pertenece a un género, eso significa que 1 = 1 + 1.
Pero si 1 + 1 = 1 entonces George Bush y Fernando el Católico, que son dos personas, son en total una sola persona.
Como Fernando el Católico está muerto, si él y George Bush son una misma persona entonces Bush, como Fernando el Católico, está muerto.

No me ha convencido demasiado, así que lo he intentado de otra forma, sin russellianismos, pero sólo he llegado a probar la no existencia de cosas (o de una persona):

Demostración de que si yo fuese única y exclusivamente mujer, entonces Jose María Aznar no existiría:

Si mi género fuese únicamente el femenino, entonces entraría en los baños de mujeres.
Como llevo toda la vida entrando en los mismos baños y nadie se ha escandalizado nunca, entonces siempre he entrado en los baños apropiados a mi género (*).
Como he pasado toda la vida entrando en los baños apropiados a mi género y, repito argumento, nadie se ha escandalizado nunca, entonces el resto de gente que entra en los baños en los que yo entro tendrían mi mismo género.
Aunque no les conozco personalmente, infiero que la pareja de progenitores de Aznar deben ser gente de fuertes convicciones morales, lo que considero me permite afirmar que siempre entrarán en el cuarto de baño apropiado a su género.
Como ni yo ni nadie de los que entra a los baños apropiados a mi género ha parido nunca un hijo, entonces nadie del género femenino ha parido a ningún niño.
Eso es extensible a generaciones anteriores, entonces el progenitor de género femenino de nuestro Rebelde, Profeta Patrio y Adalid de la Democracia Preventiva, José María Aznar, jamás lo parió.
Y como que yo sepa Josemari no es adoptado, entonces no existe, porque sólo las personas de género femenino tienen hijos, y hace falta haber sido parido para existir.

Yo me lo estoy pasando pipa intentando probar más cosas por el estilo. La última que se me ha ocurrido es probar, considerando que los cerdos volasen, que los pisos serían gratis, y en ello estoy.

Esto nos enseña algo sobre el poder de la lógica: La maquinaria lógica corta y se mueve con igual precisión y empuje al margen de que los postulados de los que parta sean ciertos o no. En lógica, que un argumento sea falso no quiere decir que no sea correcto, eso es cosa de los axiomas y las hipótesis de partida. Todo esto nos dice que si en un debate queremos hacer trampas sin tirar de falacias lógicas, puede que nos baste con colar una hipótesis falsa sin que el adversario se de cuenta, y luego desarrollarla y tirar el hilo para llevarnos el gato al agua.

Ahí queda, por si alguien quiere ser malo. Si alguien se aburre, que pruebe el juego. Invéntate algo falso, e intenta demostrar algo también falso. Hace los viajes en metro y las mañanas de oficina más entretenidas, lo digo con conocimiento de causa.



(*) : Salvo en un par de ocasiones cuando los baños en cuestión estaban cerrados/rotos/ocupados por adictos a diversas sustancias, en las que reinó la comprensión y nadie me dijo nada, o en las que andaba yo tan mal que no me di cuenta si alguien decidió reprochar algo. Casos puntuales, de cualquier manera.

12.5.07

llévame a alguna parte, azar


Recapitula, recapacita, retrocede.
Gesticula, gesta, geriatriza.
Grita. Resucita. Vente.

Azucena. Cartabón.
Anatolia. Carbón.

¿Por qué hay tanta gente? Más que margaritas cráneos, más que asfalto zapatillas.
¿Por qué tal diferencia de precios? Alguien debe estar repatiendo garrafón. Bebemos: Alguien debe estar repartiendo garrafón.

Y mientras las estrellas surcan el cielo. Nadie las mira. Nadie puede verlas. Un helicóptero sestea en el viento, intentando suplirlas. Se agradece el intento, se agracede.

Magnolia. Panoplia. Za, na, ho, ria.
Pimiento. Zadmiento. As, pa, vien, to.

Y mientras los autobuses bautizan el sábado en la calle. Y mientras bostezo, boca de metro, enlazador con Renfe, glotón inmisericorde, camarera aplaudiendo enfervorecida. Y mientras suena un grupo que no conozco, en teoría. Suenan voces en la calle, o la gente madruga, o hemos de superarnos en el golferío. Pero es una tarea tan agotadora, tan poco recompensada, tan imposible, el superarse... en el fondo es imposible alcanzar la excelencia, siempre hay gente que se acuesta a las siete, a las ocho, a las diez (yo mismo, alguna vez), a la hora del café. Siempre hay alguien que te adelanta en el buscaminas, si no eres Isabel. Siempre hay alguien que ríe más, que sonríe más, que brilla más. Siempre hay alguien que domina cualquier cosa.

Sin ir más lejos, yo: los artes de perder el tiempo, la inmovilidad en el desplazamiento.

Cosa. Barbosa. Zarzaparrosa.

Alevosa.

Cremosa.

Nada nada nada, mucho mejor alevosa, dónde va a parar. Alevosa.

Hermosa, alevosa.

Hermosa zarrapastrosa alevosa.

Hubo un tiempo, más o menos cuando escuché mi canción número un millón, hace tanto, yo aún pensaba en ser músico (luego fue escritor, luego fue sex simbol y aquello duró poco, luego otra vez escritor, ahora yo corazón Nikon), escuchaba la música y me abstraía, y pensaba en otra música, una música que salía de mí. No había gran cosa de la que tirar, simplemente un ritmo de batería, unas guitarras plomizas haciendo llover piedras y una voz, gritando una y otra vez "sale el sol, y el sol se pone, y sale el sol, y el sol se pone". El sol es una estrella, el sol también surca los cielos.

Pero eso no ocurre aquí, ni ocurre ahora. No giran las estrellas: no sale el sol, ni se pone, a pesar de mi mantra musical que nunca puedo dejar de imaginar. Estoy atrapado por una noche de viernes a sábado. Estoy atrapado pensando en palabras, pensando en unas y otras, jugando a un juego del que no sé las reglas, asociándolas sin preguntarme el motivo, sin buscarlo, simplemente dejándolas caer.

Inclemencia. Impaciencia. Apariencia. Paz, raíz, paciencia.

Palabra borrada: País.

Tendencia política: Anarquís. Tamariz.

Mi día de la semana favorito es siempre mañana. Mi canción favorita es siempre la siguiente a la siguiente. Mi plato favorito son todos menos tres. Mis desayuno favorito, empanadillas. Mi reino, la música. Mi diagnóstgico, ciclotímico, y definitivamente sinestésico. Mi barrio, hipoalergénico (árboles contados, vigilados. Acordonados. Castrados. Amaestrados). Mi sonrísa, hipócrita. Mi bautísmo, estafa. La bebida del segundo bar definitivamente garrafa.

La china comunista. La ensalada mixta. Caperucita. Abubilla. Espina. Rima. A.

Y paseo de vuelta a casa, y pienso cosas así. Miro a los lados, desfilan los callejones, pintadas absurdas, coches abandonados y/o mal aparcados. El cielo, cuando vengo, aún es negro, y las luces son naranjas, y la noche dice adiós, va rincón por rincón, dando la mano a las sombras que guardarán su recuerdo cuando llegue su archienemigo abrasador. Paseo una y otra vez por la misma calle, siempre en el mismo instante, siempre igual, atrapado entre dos corcheas. El tiempo se detiene. ¿Tienes prisa? Pues ahí tienes, el semáforo cerrado (acantilado), tinglado (vascongado), el puente (levadizo) levantado [plomizo], sesgado [rojizo], mentolado. ¿Tienes sueño? Pues ahí la tienes, rompe la cama {torpe}, clama {borde}, rana {clavicorde}... humana inmsiericorde:

Piérdete conmigo, ¿por qué no?, ¿qué es la razón? Agárrate fuerte y confía en mí, olvida el tiempo y haz click aquí.

9.5.07

la música en estado sólido

No, no vengo ahora a hablar de otro grupo de música (aunque sí que conozco a grupos que hacen una música que podríamos llamar sólida). Vengo a contar lo que me ha pasado hoy mientras venía en el metro, escuchando un grupo que conocí hace tiempo, en el 2003 o así, y que me encantaron entonces, pero a los que no he seguido luego con mucha atención.

Pero no voy a hablar de ellos, haya paz; voy a hablar de lo que me ha pasado con una canción suya. Y no me refiero a que me haya pasado algo a mí relacionado con el mundo mientras sonaba esa canción, no, me refiero a lo que me ha pasado con la canción en sí. La canción y yo, únicos protagonistas de la historia, y yo sólo como narrador, como espectador. El caso es que venía como vengo siempre, escuchando música, tan feliz de la vida, poniendo el grupo ese porque sí, porque hacía mucho que no lo escuchaba y porque aún le busco de vez en cuando lo que me encantó en el 2003, algo debía quedar, en alguna parte (a veces escuchar música es rebuscar polvo de oro en un río de California en el sigo XIX). Y de pronto la música se ha tranquilizado mucho, salvo por un teclado de corte muy ¿tecno? y algo industrial, y de fondo sonaba un piano precioso, pero estaba cercado por el teclado tecno, desagradable y repetitivo. Y entonces he visto a la primera melodía atrapada por la segunda, y como poco a poco se unían las guitarras eléctricas, el bajo y la batería, abatiendo todo un caudal de graves sobre la pobre y danzarina melodía de piano, y entonces esta ha transmutado, ha desaparecido y se ha convertido en una cadena de notas de guitarra que escapaban al compás de hormigón armado que hasta ese mismo instante ayudaba a espesar. Y no era la metáfora de nada; de alguna forma, mi imaginación ha visto música. No me preguntes cómo es, porque no sabría describirlo, porque suelo puedo decir que era como ver nubes veloces de luz, pero no eran luz, porque claro, eran sonido, y no tenían color, claro, pero era como si de todas formas lo tuviesen.

De camino ha casa me he puesto esa canción siete veces. Nunca hago eso. Nunca lo hago porque mi regla no escrita es que los discos se escuchan del tirón, que para algo los graban así. Y si te pierdes un momento especialmente bueno pues mala suerte, haber estado atento. Porque si las cosas no tienen normas, no son juegos, y sin juegos la vida no es vida. Pero hoy me he saltado esa norma. Me he saltado esa norma porque sabía que incluso después, sabiendo mirarlas así, vería solidificarse y bailar para mi más canciones, esta, esta noche, era única, y sólo esta noche podría escucharlas estas siete veces. Porque a veces el juego es saltarse las normas.

17.4.07

la corbata y el objetivo chino


Y la pregunta de hoy es ¿conseguirá por fin cierto personaje al que no voy a insultar porque hay gente de la oficina leyéndonos que yo me ponga corbata, al menos cuando tenemos que ir "a cliente"? (qué fashion, cómo se le llena la boca y cómo se da aires omitiendo unas cuantas palabras)

Y la respuesta, me temo, es que sí.

Vaya día, a pesar de la tormenta, de los truenos retumbando al lado mismo de la oficina (va a ser Javeh mosqueado por el post de anoche). A las diez de la mañana mi orden de prioridades cambió totalmente y dejé de preocuparme solo por no quedarme dormido para adecuar mi postura en la mesa de reuniones para que no se notase que, como tantos otros días, un pequeño despiste matutino había hecho que se me olvidase cerrar la cremallera de los pantalones. Ventajas de llevar la camisa por fuera (y sin corbata; soy un deshecho social, definitivamente), uno puede hacer eso de forma casi habitual sin que nadie se de ni cuenta. Pero cuando uno está así espanzurrado en una silla al lado de la jefa del departamento de cosas de máquinas con lucecitas de la empresa-cliente, pues igual no queda muy bien y hasta podría parecer que uno intenta ser demasiado simpático con ella. Así que me retorcí en el asiento para que los faldones de mi camisa me cubriesen y pensé "bueno, en cuanto paremos voy al baño, y la subo". Pero dado lo dicharachera que es la gente (a eludir insultos otra vez) el ansiado descanso no ha llegado hasta las tres horas y media de reunión, cuando mi cabeza latía con la presión del centro del sol. Y todo para aguantar divagaciones y circunloquios, debates interesantísimos sobre el devengo y el devenir y los flujos económicos (qué vergüenza de palabra y que asco da esa última palabra por culpa de cierto economista que yo me sé) y los brindis al sol y las meadas al viento.

Me entran ganas de matar cuando escucho chirriar cierto bolígrafo, y cierta persona siempre sostiene ese bolígrafo. Por lo visto le encanta hacerlo chirriar, cosa que he descubierto que aborrece gran cantidad de gente, viendo cómo las miradas se desperezaban súbitamente para clavarse con terror en el dichoso boli cuando de pronto hacía ñic ñic ñic otra maldita vez. Uno se pone a pensar en robos, en lanzamientos al río, en engrasarlo con 3 en 1 o con sangre fresca de yugular.

Lo mejor es que en ese trance absurdo que sólo soportaba pensando que hoy me han pagado por aburrirme he recordado lo que soñé anoche, y era un sueño entretenido en el que pensar, que ahora ya me cuesta cierto esfuerzo recordar, como si se hubiese pegado a alguna parte, como si recuperarlo implicase mucho raspar y mucho cuidado para que no se rompa por los bordes, igualito que las pegatinas con los precios de la Fnac o de la Casa del Libro. No recuerdo cuál de las dos, pero hay unas que odio, y otras que siempre quito bien. A ver, voy a probar con un experimento así de urgencia, no nos vayamos a quedar con la duda...

Vale, ya: Experimento no concluyente, he quitado una pegatina de la Fnac y ha salido bien, pero la cubierta del libro, pese a ser rústica, es de estas medio plastificadas y parece facilitar el despegatinado. Seguiré probando. ¿Por dónde iba?

Ah, sí: Mi sueño de anoche. Soñé que me ponía corbata... no, no, ni de coña. Soñé algo también rarísimo pero de otro género. Soñé que estaba con la gente del pueblo, con mis amigos y con esa gente que aprecio y que no son tan cercanos pero da igual, y también con ese montón de gente que así de pronto está empezando a caerme como el culo por razones que no voy a contar aquí y no tan obvias como casi cualquier par de ojos lectores podrían pensar (no te confíes nunca. A críptico no me ga... bueno, me gana mucha gente, pero yo también tengo mi talento criptográfico). Estábamos una noche de fiesta y yo me tenía que ir pronto porque al día siguiente, incoherencias del sueño y del cansancio a granel, tenía que ir a un examen de matemáticas (lo peor es que medio me apetecía) e ir al pueblo. Pero no podía llegar al examen porque mis padres entraban en casa y se ponían a darme conversación, aunque al final me sonaba el teléfono (móvil), lo cogía y era Elena que me decía que ya que iba para allá había un chino recorriendo la carretera de Cardiel a Bayuela que yo tenía que cargarme con el caza Tornado que iba a usar para mi viaje. Yo, nada sorprendido por haber cambiado mi Toyota por un caza a reacción, le preguntaba si esta vez que era una cosa así como muy retirada del mundanal ruido podría utilizar bombas de esas que sirven para arrasar pistas de despegue y autopistas, y ella me decia que a discrección. Y andaba yo tan contento cuando sonaba el teléfono (fijo) y ella me decía "¿lo ves?, son los chinos, ya te han localizado, son increíbles".

Y luego he dejado de soñar.

Dice cierto jefe mío que llevar corbata es una cuestión de compañerismo; el resto de mis alegres camaradas oficinistas se las ponen cuando van a ver a sus alegres clientes. No sé yo, hay uno que se la pone, sospecho, hasta para ducharse (además no me parece muy coherente esa lógica que al fin y al cabo es la que usan los lemmings y los fans de la ablación genital femenina. ¡Si todo el mundo lo hace, compañero, adelante tú también! En fin). Él mismo, me ha contado, se la pone a pesar de lo que sufren sus maltrechas cervicales. Yo no sé qué influencia puede tener una corbata en unas cervicales, pero tal devoción por la corbata, tal implicación con esos valores que asumen que un trabajador es un paria social y un indigente si no lleva corbata aún a costa de la propia salud día sí día también haya quedado con clientes o no me parece tan particularmente admirable que cuando luego un compañero o compañera (es para no dar pistas: Ya te he dicho que nos leen) me ha preguntado que qué me ha dicho cuando me ha ido a adoctrinar al despacho yo sólo he podido responder "me ha estado explicando lo estúpido que es", para risa de mi compañero y frustración mía que, de verdad, y reconozco que por puro miedo, no quería insultar a nadie en este mensaje.

Palabra de niño bueno.

palabra de dios


...¡te alabamos, oh Señor!

Aleluya hermanos, por fin cumplo con mi palabra y escribo mi tema sobre religión.

De todos los creyentes es sabido que Dios hizo el mundo sin manual de instrucciones y que durante un tiempo fue escogiendo profetas o elegidos o se dedicaba simplemente a aparecerse y repartir instrucciones en el momento o a enmendar entuertos mediante genocidios más o menos selectivos, pero después de un tiempo, con eso de que el ser humano fue proliferando, a pesar de las contramedidas adoptadas de cuando en cuando (un diluvio por aquí, una lluvia de fuego por allá) tuvo que recurrir a los funcionarios, y dictar los diez mandamientos, primero, y luego dejar una crónica escrita, la Biblia, que aún hoy los curas en misa terminan de citar con las palabras que dan nombre a estas líneas.

Y de todos es sabido que hay creyentes, a día de hoy, que consideran la Biblia no ya como la verdad absoluta, sino, junto con las homilías que les adoctrinan en cuestiones varias como el odio a los homosexuales o la necesidad de votar a tal o cual partido, la única verdad. Por lo tanto yo siempre he sentido una cierta curiosidad por la Biblia, que no he matado a base de batir páginas porque no tengo ninguna a mano y porque soy un vago redomado, y habiendo leído algo de las increíbles enumeraciones genealógicas de gentes varias no es que llame precisamente a alguien con un déficit de atención tan considerable como el mío (que ya sólo Martin Amis tiene la certeza de atraparme, y eso porque habla de tetas y culos cada tantas páginas, más que nada). Pero como en este mundo hay tanto buen samaritano, unos tales Guillermo López y Andrés Boix se han dedicado, en La Página Definitiva (sic) a contar los hechos que cuenta ese libro esencial de forma literal para tanta gente, en un lenguaje ameno y acotado por las conclusiones que se les iban ocurriendo y que, sospecho, no son precisamente diferentes de las que yo saco a la luz de los hechos que cuentan.

Sus resúmenes se mueven a caballo entre la narración de los hechos tal cuál vienen en El Libro y el comentario de texto; Con espíritu moderno y dinámico pasan por encima de esas largas listas de nombres, señalan esos parentescos que pasan del primer lazo sanguíneo al segundo de un capítulo a otro y se despiden de esos pueblos que se van formando y cuya importancia queda señalada para no aparecer ni una sola vez en el resto de la trama. Hay que disculparles, al fin y al cabo hoy día, con tanto cine, tanto libro y tanto telefilme nos hemos convertido en unos sibaritas del hilo argumental, en unos tocapelotas de la coherencia. Pero haciéndoLe justicia, ¿no es mucho pedir para el Creador que además de habérselo currado tanto con el mundo en sí (al César lo que es del César, el Tío era un crack en física, biología, química, geología, astronomía, botánica, zoología y demás) luego sea encima un Charlie Kaufman?

Pero ateniéndonos a los hechos es imposible no sorprenderse con ellos de cómo han cambiado los tiempos desde el pre-cristianismo; Yo me he quedado sorprendidísimo con esa querencia de Dios por la endogamia compulsiva (ahí estaban los hijos de Adán y Eva sin más que una mujer en el mundo que llevarse al catre, y ahí estaba Noe con su familia en el arca), y por esa simpatía con la que contemplaba a sus elegidos cuando estos hacían cosas como estafar a la familia, robar, conquistar y expoliar todo lo posible y, costumbre recurrente, fingir que la propia mujer es simplemente una hermana para que pueda meterse en el catre del faraón de turno.

En fin, no puedo hacer justicia, con mi despreciable prosa atea, al Libro de Libros, así que me limito a copiar y pegar de la obra de este gentil par de divulgadores uno de mis pasajes favoritos, el capítulo XXXV, que narra el principio de las aventuras de José, hijo de Jacob, pájaro de cuidado, padre de los judíos y descendiente del alegre Abraham:



Comenzamos aquí el relato de la exitosa vida de otro de los Elegidos por el Señor. El Elegido en cuestión, José, venía nuevamente de la misma gloriosa estirpe de Abraham y era hijo de Jacob (o Israel, o como Ustedes quieran; el escritor utiliza ambos indistintamente, demostrando que incluso los escribas se tomaban las resoluciones del Señor a cachondeo), así que no es de extrañar que bien pronto sus muchas virtudes le generaron la envidia de los demás, particularmente sus hermanos. ¿Se dan cuenta de que en la Biblia siempre queda todo en casa? ¡Siempre crecen y se multiplican como las estrellas del Firmamento los mismos! ¡La Tierra Prometida parece Sicilia!

A lo que íbamos; como no podía ser menos, José era el preferido de Jacob, pues lo había engendrado, según la Biblia, “en la ancianidad”, demostrando que era todo un machote y, por tanto, verdaderamente Elegido por el Señor. Para exhibir sus preferencias por José, Jacob, en un alarde de generosidad impropio de su talante comercial, le regaló a su hijo José una suntuosa túnica “con mangas”. En contrapartida, José se encargaba de espiar a sus hermanos, contándole a su padre todas las malas acciones que aquéllos cometían (no consta si Jacob reaccionaba indignado ante las fechorías de sus hijos o se enorgullecía de ellos).

Por si esto no fuera suficiente para generar la envidia de sus hermanos, resulta que a José le daba por tener sueños muy a menudo (ya podría, alguien con una túnica con mangas puede permitirse soñar), y además no tenía ningún problema en relatar a sus hermanos el argumento detallado de lo que había soñado:

- En una ocasión, José les contó a sus hermanos el siguiente sueño: “Miren, les dijo, el sueño que he tenido. [7] Estábamos nosotros atando gavillas en medio del campo, cuando sucedió que mi gavilla se levantaba y permanecía derecha. Entonces las gavillas de ustedes la rodearon y se postraron ante la mía.” La malignidad de sus hermanos hizo que interpretaran que José quería decirles que se postrarían ante él, cuando en realidad José simplemente había tenido un inocente sueño erótico, en la línea incestuosa de la Biblia, que un psicoanalista más avezado habría leído de esta guisa: “José sublima el deseo de acostarse con su padre, pues es un poco floripondio, en las masculinas figuras de sus hermanos, cuya función en el sueño es el de adorar su Falo (el de José, no cada hermano el suyo propio)”.

- Pero eso no fue todo. Poco después, en una comida familiar, José volvía a las andadas, ante el escándalo de hermanos y figura paterna: “Tuve otro sueño; esta vez el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.” Teniendo en cuenta la analogía que habitualmente hacía el Señor entre las estrellas y el acto sexual como paso previo a la proliferación de aquéllas, no es aventurado pensar que José nuevamente se refería a la adopción de una postura auténticamente dominante en sus relaciones afectivas con la familia, pero curiosamente sus hermanos, de nuevo, le interpretaron mal, asumiendo que José simplemente quería hacer constar su superioridad haciendo que sus hermanos se inclinaran ante él en un sentido general, no en el sexual al que, Ustedes lo saben perfectamente ya, se dirige siempre la Biblia.

De cualquier forma, los hermanos de José, ante tales humillaciones, adoptaron la única decisión posible en unos tiempos duros como aquellos: asesinarlo. Pero cuando José se acercaba inocentemente hacia el lugar donde estaban sus hermanos, Rubén, uno de los susodichos, les convenció de que se limitaran a lanzarlo a un pozo, sin matarlo. En realidad, Rubén quería rescatar después a José, pues tenía la secreta ambición de conseguir otra túnica con mangas de su padre. Así que los hermanos cogieron a José (según la Biblia, “lo tomaron”; interprétenlo como quieran), lo arrojaron a un pozo seco y (me estremezco sólo de pensarlo) ¡Le quitaron la túnica con mangas!.

Pero poco después Judá sugirió que, ya puestos, podrían vender a José como esclavo, aprovechando que en ese momento pasaban unos medianitas por allí (no tenemos ni idea de quiénes eran los medianitas en cuestión, pero debían tener algún parentesco con los turcos o los portugueses, dado que se dedicaban a este tipo de labores); así, con el dinero recolectado, tal vez pudieran ellos comprarse una túnica en condiciones.

Y así lo hicieron: cambiaron a su hermano José por veinte monedas de plata, mancharon la túnica con mangas con sangre (qué falta de sentido estético) y volvieron a casa de Jacob, a quien le contaron que su hermano había sido devorado por una fiera. Nos podemos imaginar las escenas de dolor desgarrado de Jacob ante la horripilante visión: ¡Una túnica con mangas nuevecita, echada a perder!

José acabó siendo vendido a un funcionario de Faraón (egipcio, claro) llamado Putifar, que en egipcio antiguo quiere decir “Aquel cuya mujer es más puta que las gallinas”. Como vemos, la Biblia se pone cada vez más caliente; pero antes de relatarles las aventuras de José en el Putiferio (la Casa de Putifar) el Libro nos cuenta un relato que tampoco es manco: “La Historia de Onán”.



Para que luego digan que la religión es un coñazo.

Más (de hecho, la palabra de Dios completa) en el link de ahí arriba.

28.3.07

todo es mentira

Cada vez estoy más convencido de que dentro de unos siglos los historiadores de la filosofía, cuando lleguen a estos tiempos nuestros, tendrán que salirse de la autovía habitual del pensamiento profundo para recorrer un millón de caminos de cabras que pasan por los lugares más insospechados, que debería pasar por lugares como las letras de mil canciones ("abran bien los ojos tuertos, que ha llegado un perdedor" y cosas por el estilo. No, no pienso citar nada de Sabina, por quién me tomas), o los alrededores de los campos de fútbol. O lo que es lo mismo, que no es cierto pero como es peor nos vale igual, las páginas de la prensa deportiva. Ayer citaban al seleccionador nacional (qué nombre tan artificial) diciendo esto:

"Todo es mentira".

Se asume que se refería a sus supuestas broncas con jugadores, esos alegres partidos de voleibol con la pelota de la culpa y la red de la... la red de la... bueno, la metáfora se termina aquí. Pero las palabras del graciosamente llamado Sabio de Hortaleza, con esa grandilocuencia exagerada a la que el fútbol es tan dado con sus quince partidos del siglo al año y demás son las que son (o tal vez no, porque en más de una ocasión un titular así luego corresponde a un resumen un tanto dramático e impactante de una frase más larga que tal vez incluso sea un párrafo o dos o tres o cuatro), y como tal tienen un significado que es el que es, fuese el que el seleccionador nacional (es que cuando lo digo pienso en un tipo que selecciona países, digo naciones; imagínatelo, "Andorra... no... Francia... pse, venga... Holanda sí... Alemania sí... España, bfff...") quiso darle. Es igual que si yo quiero decir "esta tarde he quedado con Elena, aunque hay una diferencia de criterios sobre para qué, porque ella piensa que vamos a comprar un libro de cocina y yo que vamos a tomarnos un café" pero en vez de eso las palabras que salen de mi boca son "me cago en la madre de ________" siendo ________ el nombre de alguien conocido. Pues claro, se creará confusión, pero mis palabras, aun pretendiendo yo haber tenido otro significado en mente, adoptarían en cuanto fuesen transmitidas al mundo su significado propio que podría ser objeto de debate, causar reacciones, e te ce coma e te ce punto

En ese sentido, esas palabras, pese a ser solo tres, que es un número que a mí me parece bonito porque
a) es primo y
b) es impar, como probaba el resultado de aquel teorema chorra que encabezaba cierta lista de perogrulladas con las que matamos muchas clases coñazo en la facultad, que decía que sólo existe un número primo par (lo bonito del asunto es que tenía su rigurosa y estúpida demostración. Una amiga añadió un corolario que decía que ese núemero en concreto es el 2. Su número favorito era el 4, qué lamentable)

...por lo cuál, decía, a pesar de ser sólo tres palabras, que por bonito número que sea el tres (¿mis números favoritos? Oh, bueno. Primos altos, que no tengan nada que ver con los primos de Mersene ni nada por el estilo. 17, 53, 137, 217645177, etc), vienen cargadas de significado.

Todo es mentira.

En serio, son tres palabras, todo 1, es 2, mentira 3. Sólo tres, pero dan, por ejemplo, para resumir Matrix, de los hermanos Wachoswski. O al menos la primera película; quizá hiciesen falta seis palabras para definir la segunda y la tercera ("esto va empeorando" y "vaya basura, joder" respectivamente).

Esto se me está yendo de las manos, en realidad yo quería escribir de otra cosa, en serio.

Todo es mentira. Voy a convertirlo en un mantra, un rato, a ver qué pasa. Todo es mentira. Todo es mentira. Conste que no copio y pego, tecleo cada maldita letra (un mantra no puede uno grabarlo en un mp3 y ponerlo en modo repeat). Todo es mentira. Sí, ¿no notas esa tensión, como si fuese a desencadenarse algo? Todo es mentira. Algo que evidentemente iba a importar poco si todo fuese mentira. Todo es mentira. Claro que puestos a ponernos en ese plan, todo es mentira, si uno repite cualquier cosa el tiempo suficiente termina por desencadenarse, todo es mentira, algo, ¿verdad?

Todo es mentira.

Vale. Nada. Como mantra es un fraude.

Pues a descuartizarlo. Me he cansado del juguete, hora de ampliar el juego; si el osito de peluche ya aburre es hora de probar a jugar, a la vez, con el osito de peluche y las cerillas. Un paso atrás, guantazo a la capa, chillido de metal saliendo de su funda y a acuchillarlo a base de lógica;

Hipótesis: Todo es mentira.

Contraejemplo: Rajoy es un bastardo.

Y la hipótesis cae muerta al suelo atravesada de lado a lado.

En fin. En serio, quería hablar de otra cosa. Quería contar algo un poco más serio, más filosófico. Pero hace falta ventilar algo el blog, pasarle la aspiradora, dar la vuelta a los cojines después de pegarles un par de hostias con hache bien dadas (¿por qué somos tan crueles con los cojines?). Así que otro día. Por hoy, hagamos el tonto un rato.

25.3.07

la cara en el espejo

(Por motivos que desconozco pero intuyo deprimentes, como todo a esta hora, goear.com no me deja poner aquí una ventanita con la canción de este momento. Pero puedes escucharla haciendo click aquí)



Llego a casa y en el espejo me espera una cara incongruentemente sobria. Destrozada por el alcohol, el cansancio, esto que definitivamente no es astenia a no ser que exista una versión perenne y eterna, el sueño y la desesperación. Una cara a la que le ha resbalado el alcohol, una cara cuerda a la que no le gusta lo que se encuentra cuando encuentra un espejo cualquiera, una cara que no quiere encontrarse, que intenta evitarse pero que de todas formas a veces se obliga a hacerse comparecer ante si misma. La cara de un imbécil consciente de su imbecilidad que bebe, deprimido, aún sabiendo que el alcohol es un depresivo.

Estoy hastiado de Madrid. Hastiado de que tantos bares cierren tan pronto y tanta gente se acueste tan tarde, hastiado de que terminemos todos en los mismos sitios, saturando los mismos metros cuadrados. Hastiado de tener que pegarme y que me peguen para pedir otra copa (rezando sin fe para que sea la que derribe la autoconsciencia, rezando sin fe para que sea la que me tumbe). Hastiado de recibir empujones, pisotones, zarandeos e incluso un puñetazo accidental en un pómulo sólo por querer ir al baño. Si no fuese porque esos de ahí son mis amigos, a los que quiero tanto y que inexplicablemente me quieren tanto a mí, si no fuese porque esos otros son los amigos de mis amigos, a los que veo tan tristemente poco, a los que echo de menos en cuanto se van, pensando en lo poco que he hablado con ellos distraído por mi astenia que no es astenia, por mi empanamiento innato, por mi cruzada autodestructiva que me resbala para desconcierto de espejos y odio retinal, si no fuese por todo eso, renegaría de bares, de locales, de aglomeraciones, de masa social... y moriría de aburrimiento.

El viernes fue diferente. El viernes estaba aún más cansado, y no había plan. Así que montamos, un amigo y yo, uno que no por ser de circunstancias era menos deseable: Vinimos a casa, a intentar diezmar en lo posible el armario-bar (es que no es un mueble, es un armario), a intentar devolver a un estado razonable a esta casa de locos en la que, inexplicablemente, cada vez queda más alcohol. Y mientras, cenar comida rápida y ver películas. Y vimos The Hire de BMW Films, esa orgía de Clive Owen, BMWs y directores de lujo, repitiendo el capítulo Star, con ese glorioso Guy Ritchie demostrando en ocho minutos que aún le queda ese don que yo ya temía quemado, demostrando que su mujer, Madonna, es genial interpretando la versión más odiosa de lo que podría ser ella misma. Y vimos El secdleto de la tlompeta, y aún nos dura la risa recordando a la pareja de Telefónica. Y vimos 1941, y aún nos duele el estómago (aparte de por la inútil tortura de hoy, estas mil copas que han fallado en blanco en pleno) recordando a los temibles guerreros ninja disfrazados de arbolitos de navidad y a John Belushi persiguiendo y derribando inexistentes Zeros japoneses sobre los cielos de Los Ángeles.

Dormí bien, dormí mucho, a pesar de meterme en un debate político con otro vociferante neofascista que pretendía estar dando argumentos (o un bonito y riguroso catálogo de falacias lógicas, según se mire) justo antes de irme a dormir (definitivamente fue una mala idea. Aunque hay que repetirla, porque alguien tiene que llevarles la contraria, porque alguien tiene que defender la cordura). Me desperté escamado, desconfiado, cauto. Temeroso de presagios que se formulaban en la ausencia misma de los presagios, en el buen tiempo, en el sol azulísimo, en la perfecta nube que adornaba el cielo sobre mi ventana. Pasé mucho tiempo en la terraza, que me relaja, con su vista de edificios euclídeamente obedientes, con su muestrario de amarillos, naranjas y blancos que tan bien encuadran la fractura rectilínea y poligonal del cielo. Y se cumplen ahora, uno por uno, aldabonazos que firman un fracaso que ni siquiera comprendo, que no alcanzo a entender. El enemigo ya no tiene nombre, el enemigo vuelvo a ser yo. O tal vez sólo esté cansado, pienso, haciendo acopio de toda mi cobardía. Tal vez sólo necesite quejarme, llorar mis pisotones, mis cardenales, mis heridas de guerra del bar abarrotado, el dolor egoísta y absurdo de otra noche de cama tan vacía.

Voy a concentrarme en eso, a aferrarme a esa explicación tan fácil. Ayuda saber que es la cierta, que no soy nada original. Ayuda saber que cuarenta segundos después de darle al botón de enviar (mas lo que tarde en mi cruzada política, tiempo indeterminado, inexistente, imprescindible) estaré inconsciente, soñando sin soñar sueños comatosos, olvidados, inadmisibles. Ayuda saber que mañana me despertaré, leeré esto y menearé la cabeza, que luego iré al baño y mi reflejo me dirá, condescendiente y piadoso, que tenía razón, y que simplemente estaba cansado. Y sabré con absoluta certeza que tengo razón, tan bien como sabré también con absoluta certeza que no la tengo.

16.3.07

Madrid de noche


Empieza temprano este viernes: Avisa el móvil a las 4:30 de la madrugada, hora a la que jamás me he levantado. Yo salto de la cama, sorprendentemente audaz, sintiéndome muy despierto y muy despejado. Pero una fracción de segundo después ambas sensaciones se desperezan, se yerguen sobre la cama en plan tsunami psicológico, y se abaten sobre mí, cataplaf: Ah, pues no, estoy muerto de sueño.

Pues bueno. Hoy es por una buena causa, porque un favor es una buena causa.

Correteo por la casa, rápidamente. Una carrera al baño, vago recogiendo lo que me pueda hacer falta (no son tantas cosas), salgo y confirmo que mi mayor terror nocturno, esta vez como tantas otras (no todas, ojo), era infundado: Nadie me ha bloqueado el coche aparcando en doble fila. Así que monto, arranco, doy las luces, suspiro y busco un buen CD para el paseo. Gana Eluveitie de calle. Lo pongo y me lanzo por las calles del barrio, absolutamente desiertas, salvo por un conductor confuso y onírico que vagaba de carril en carril. Me salto semáforos a cien kilómetros por hora, esquivo un par de taxis noctámbulos, medito que probablemente valga la pena madrugar, algún otro día, por el simple hecho de coger el coche y recorrer Madrid a estas horas; la ciudad está desnuda, entregada. Puede uno surcar su piel a cualquier velocidad, acariciarla en cada curva, saborear cada destello de cada farola. Terminan las meditaciones cuando aparco en doble fila, llega mi pasajera y, como siempre, me cambia el disco.

Pues bueno. Es mi pasajera, es su derecho elegir la música.

Además tampoco pone nada que no vaya a gustarme.

Nos zambullimos en la M-30. El Need for Speed, una mierda al lado de aquello. Subidas, bajadas, giros imposibles, focos deslumbrantes, oscuridades infinitas. Finalmente salimos de La Zanja, entramos en lo que puede llamarse una carretera, empiezan los carteles, empiezan los nervios estúpidos, porque es estúpido tenerlos porque los carteles están hechos para nosotros los estúpidos, para que no nos perdamos demasiado, para darnos segundas y terceras oportunidades. Somos muy felices cada vez que un cartel va acompañado de la silueta esquemática de un avión, los enfilamos, confirmamos que hay más gente torpe ahí fuera. Incluso gente más torpe que nosotros. Y también que por lo visto a esas horas, aparte del aeropuerto, hay pocos sitios donde ir.

Llegamos, nos creamos la duda artificial sobre el camino a la Terminal 1, porque si no la cosa parecería demasiado sencilla. Aparcamos en prohibido, buscamos la fila que toca y la compañera de viaje de mi pasajera, lo encontramos todo demasiado fácilmente. Yo decido callar esa intuición mía sobre la fatalidad en los viajes con el tema de los aeropuertos, no ha habido viaje en el que no me haya tocado pasar un susto y correr por pasillos acristalados. Igual esta vez no pasa, igual el gafe soy yo. Así que cierro la boca, me callo mi miedo tonto y las miro muertas de envidia. Se van a Londres, las muy capullas. A ver el Big Ben y a patearse la ciudad (herejes sin saberlo, sin escuchar mientras tanto Godspeed You! Black Emperor).

Facturan toneladas de peso en libros y ropa (es un viaje de tres días, al fin y al cabo), me acompañan de vuelta al coche, se despiden, vuelvo a casa. Por otro camino, tentando a mi suerte de explorador. No me pierdo. La ciudad está más despierta, pero no mucho más. Me da tiempo a recorrer de nuevo algunas calles desiertas, a ver tras el cuentarrevoluciones el comportamiento de una bestia feliz y veloz. Y llego al barrio, y encuentro un sitio exactamente al lado del que tenía antes de partir. Vuelvo a casa, subo las escaleras, enciendo el ordenador, escribo esto.

Y aún me da tiempo a echarme una siesta, y a morirme de envidia un rato más. Aunque esto último, como todo lo ruin de mi persona a lo que logro aplicar el tratamiento (lo que trasluce, bueno, es que uno sólo tiene dos manos y no se da abasto con tanto), lo ocultaré, fingiré no sentirlo, intentaré que no se me note en la cara cuando las recuerdo muertas de risa y les deseo un buen vuelo y que se lo pasen muy bien. ¡Qué hijas de puta! (ups, se me escapó).
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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.