15.11.07

y más matices de gris

, pero inócuos. Tranquilidad.



Nada que hacerle a los días si siguen empeñándose, reincidiendo en ese color.

Nada que hacerle si uno se despierta con ganas de huir del mundo, de darse la vuelta, de ser despedido al segundo día de trabajo por incomparecencia. De pensar ¡si yo nací para seguir durmiendo, por qué el mundo se empeña en hacerme esto!

Y "esto", a esas horas, era más eso que esto. Lo cercano era la almohada, la oscuridad, lo a gusto que estaba yo en esa cama de la que, imbécil perdido, tanto huyo.

Con cu ya au sen cia tan to me tor tu-ro.

ConcuyasausenciasyoTANTOmetorturo.

Pero nada. Fiat lux, levántate y anda, hazte un café (si alguien conoce la cita bíblica para eso; por favor, aquí). Siéntate un rato delante del ordenador, lee blogs, lee la prensa, tómate el café despacísimo, respira. Despierta. Si no pude hacerlo en la cama, como dios manda, por puro hastío de descansar, al menos vamos a hacerlo al ritmo que le toca.

Luego en el metro, nada que hacerle tampoco. Todo el viaje de pie, y todo el viaje con un cabezón inmenso e inconmensurable entre la chica guapa del vagón y mis ojos. Mis pobres, cansadísimos y legañosos ojos. Pero bueno. Habiendo literatura, .

Luego, un día mucho más tranquilo que ayer. Hoy nadie se ha pasado el día embudándome rutinas, conocimientos y conceptos. Hoy me han dejado más o menos solo con la pila de cosas que tengo que aprenderme y con el ordenador. Hola, datawarehouse, soy tu nuevo tocapelotas. Datawarehouse. Qué bonito apellido para in inglés victoriano. No, muy largo. Dataware. El hombre de la casa Dataware. Con mi chistera, mi levita negra, mi bastón y una pistola de dos tiros al cinto. Con una fortuna de expolio indio (de la India: Finca con tigres de bengala, maleza verdísima y perversa, criada amante de infinitamente bellos ojos negros) y cuerpo tallado por los dioses de oriente. Pero sobre todo con el terror verde brillante de los tigres en la noche, con el retumbar de sus gruñidos callando la jungla, descuartizando la noche, ensayo de los rastros de sangre que vendrán después, en las casas. Gritos de terror abortados a medias, charcos de sangre colgados de la pared. Trozos de gente, un fusil sobre la chimenea encendida, a pesar del calor. Una mirada resignada, vapuleada por un deber, por el deber, por un honor, por una necesidad de muerte repercutida en lo otro. Un fusil que ya no está sobre la chimenea. Un caballo ensillado, rumbo a su muerte (no era casualidad, la canción). Antorchas en la selva. Antorchas, disparos y gritos, y un relincho borboteante. Un último disparo, sin pájaros ya que queden por espantarse y por driblar estrellas manchadas de bruma. Y un cazador que podría no volver, o que podría volver a rastras, malherido, usando el fusil como muleta, pero que vuelve ovacionado por los grillos, mirando su reloj de bolsillo y pensando en desayunarse un te y en fumarse una pipa bien cebadita (y en follarse a la increíblemente bella ex-criada) mientras se atusa su bigote largo apenas rozado por, único resquicio al terror, una gota de sudor helada.

Lo que pasa, simplemente, es que sigo cansado.

No me extraña que esté cansado, después de eso.

Pero como decía: Nada preocupante.

Porque abunda el gris, pero es que hay películas que deben ser en blanco y negro. El rojo de la sangre no puede ser más rojo que en blanco y negro. El azul intenso de la chaqueta no puede ser más azul que en blanco y negro. Los ojos verdes del tigre, bueno, podemos dejarlos, en plan abrigo rojo en Lista de Schindler.

Porque abunda el gris, pero es un gris cálido y seco, un gris de gata de ojos verdes, un gris de nube, de penumbra después del añoradísimo sexo.

Es gris, pero de una puesta de sol sin vistas al cielo.

Y después, a la hora que le venga en gana, que para algo es su prerrogativa, vendrá la noche, y mi cama y yo la vamos a estar esperando.

A pesar del con cuyas ausencias yo TANTO, qué remedio.

0 réplicas:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.