30.11.09

la exposición de caracol

Este fin de semana he ganado mi cabezota pulso con el Dios de la Lluvia.

–Llueve –le decía yo, desde hace meses.

–En cuanto laves el coche –decía él.

–Que lluevas, coño.

–Ya conoces el rito –hacía gestos de pasar del tema con las manos–: sólo lloverá cuando acabes de lavar el coche.

Pero soy un vago de cuidado me he mantenido en mis trece pese a que el pobre Caracol temía por la grúa o por servirle de cobijo a algún yonqui que pasase por allí, de puro abandonado que parecía.

–Venga tronco, échame un agüita –me pedía el coche–, un mangerazo na más. Que estoy lleno de roña, que los niños me pintan pequeños penes en la mierda de las ventanas.

–Que no, que el plasta este de la lluvia va a terminar cediendo –le decía yo.

–Un poquito de gasolina, entonces, por lo menos.

–Bueno, vale.

Y respecto a la lluvia tuve razón, el sábado por la noche. Llovió.

Fue tanta mi alegría victoriosa que me despertó la lluvia. Y yo pensé “¡yuhu, coche limpio!” y me dormí otra vez.

Este fin de semana Caracol y yo nos hemos dado a todo tipo de comportamientos raros. Por ejemplo, organizamos una exposición de arte contemporáneo en Talavera de la Reina. Allí Caracol expuso la obra de la que más orgulloso está: Collage de matrícula.

El técnico de la ITV que formaba el público miro la matrícula con los ojos entrecerrados, para apreciar su calidad artística, y luego nos dijo que lo consideraría sólo una falta leve, y que al coche no le vendría mal un lavado.

–Ya lloverá –le dije yo. A caracol le concedieron una medalla en la exposición (que dice que ha pasado la ITV y que hasta dentro de un par de años no le toca otra) y nos fuimos.

Luego nos paramos a hacerle una foto a un moral. Lo habíamos visto a la ida, y habíamos acordado los dos que mejor a la vuelta, después de la exposición. Ya se sabe, los nervios del estreno. El caso es que a la vuelta casi se nos pasa, porque el moral está justo al final de una recta bastante hermosa. Lo vimos de pronto, a la vuelta, y Caracol, zas, saltó de la carretera y se aparcó donde no fuese a estorbar las fotos.

Luego, mirando cómo salieron las fotos, vi otra, en cuya mitad se ven las huellas de Caracol saliéndose de la carretera como un salvaje.

Viendo su reciente faceta artística, sospecho que está intentando firmarme las fotos, para denunciarme, algún día, por la autoría.

Me parece una razón lo suficientemente buena como para tenerlo castigado sin lavar durante otro par de años, hasta su siguiente exposición.

27.11.09

ensayo conyugal

ensayo.
(Del lat. exagĭum, peso).
1. m. Acción y efecto de ensayar.
2. m. Escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito.
3. m. Género literario al que pertenece este tipo de escrito.
4. m. Operación por la cual se averigua el metal o metales que contiene la mena, y la proporción en que cada uno está con el peso de ella.
5. m. Análisis de la moneda para descubrir su ley.
~ general.
1. m. Representación completa de una obra dramática o musical antes de presentarla al público.
conyugal.
(Del lat. coniugālis).
1. adj. Perteneciente o relativo a los cónyuges.
(copiado, y tachado al gusto, de la RAE)



Se miran a los ojos y descubren las chiribitas del amor. Con las manos entrelazadas lo proclaman y bailan a la luz de las bombillas halógenas. Deciden casarse y lo hacen. Luna de miel en Australia; canguros, koalas, gente vestida de exploradora, desiertos y el Índico, azul mar de cuento, latiendo alrededor plagado de tiburones.

Después, la vida juntos. Los días de monotonía feliz les traen primero la prosperidad y luego el ascenso social. Las noches de pasión les traen la sonrisa cómplice primero y luego la descendencia: dos bellas muñequitas a las que llaman como a sus abuelas más queridas. El calendario le abanica con la promesa de la felicidad eterna.

Pero llega la crisis, y el desempleo de él, y el amante de ella. Y llegan las riñas con las crías, el dinero de la universidad de las niñas invertido en putas y cocaína. Llega el alcoholismo de vino de cartón y la televisión vespertina, el abandono y el reproche, el hastío y la caída, lenta primero y vertiginosa después. Y al final, tan solo la resignación, la espera de la colisión final, del descubrimiento del remoto suelo que termine su precipicio cuando revienten chocando contra él.

Sus conversaciones ahora son tormentas, y las niñas, cuando no están huidas de casa, se encierran en sus iPods y menean la cabeza, viendo venir lo que viene.

Finalmente llega el momento en el que las palabras acumuladas hacen que una, no peor ni más alta que otras ya dichas hasta la saciedad, enciende la chispa. Él levanta la mano y golpea. Ella corre a la cocina en busca del cuchillo del jamón. Él hacia la caja de herramientas, a por el destornillador más largo.

La sangre invoca a la profesora: ¡Niños, ya está bien! ¡Todos los días lo mismo!

Y cada cual se va por su lado con la cabeza vuelta, los dientes apretados, el escozor en los raspones y fuego en los ojos, rumbo al castigo y a las clases de la tarde.

Mañana, como todos los días, repetirán el ensayo a la hora del recreo. Y dentro de veinte años, terminados los ensayos, se mirarán a los ojos, y descubrirán las chiribitas del amor.

24.11.09

e-publicidad

¿Invierta en oro? ¿Pero qué dice esta gente?

¿Cuántos triángulos hay en esa figura? Y dice que el 82,4% de la gente falla al responder, hum. Pues si es contar, a ver, 16 de tamaño 1 mas 6 de tamaño 2 mas 3 de tamaño 3 mas uno de 4, pues 26. ¿Que por qué no me interesa? Por engañoso, seguro que la gente se hace un lío contando los de tamaño 2 y 3. Me quedo pensando cuánta gente ha tenido que responder para que exactamente el 82,4% haya fallado, y cómo se actualizará la imagen del banner en función de quién acierta o quien falla. Para mí que se lo han sacado de la manga, ejem.

¿¡Segurlatino 900!? Oigan, que trabajo en una secta satánica, por favor. De verdad, esto no me interesa.

¿Que si vendo un barco? No, lo siento, no voy a reducir mi flota por ahora. No me intersa por, hum, irrelevante.

¿Hotel Kafka? Caramba. Con todo el dolor de mi corazón, repetitivo, porque tengo dos links de anuncios suyos, a la vez, en la pantalla. Pero no lo quito. Que Rafael Reig trabaja ahí.

¿Calendario solidario Baas Galgo para salvarle la vida a un galgo? Oigan, están las perreras llenas de perros que no son galgos, ¿saben? Ofensivo, este.

¿Segurlatino otra vez? Ah, no, calla: ahora el anuncio es para que me haga fan de ellos. ¿En serio hay fans de compañías aseguradoras? No me intersa, lo siento, por repetitivo.

¿Estudia derecho online? Si hombre. Si algo bueno tiene que tener la carrera de derecho debe ser la facultad, con las pellas y los minis de cerveza, y voy yo a estudiar eso y encima online, y a saber con quién.

¿500 tarjetas de visita? Pero si yo sólo visito a gente que ya me conoce, para qué las quiero.

¿Que si me gustan las mujeres calientes? Señores de Facebook, por favor, que pone en mi perfil que estoy en una relación, un poquito de modales, leñe. Y encima, para decir que podría estarles echando un vistazo en 3 minutos. Y en 5 segundos si quisiera, que esto es internet.

¿Que si quiero ganar dinero? No, verán, yo quiero ser pobre, por eso de la bohemia y tal, lo siento.

Y pleno: ya tengo los tres banners publicitarios del Facebook con 3 publicidades del Hotel Kafka, y ya tengo claro cuál es mu juego favorito de Facebook: decirle todo el rato que no me interesa su publicidad.

Que fascinantes tiempos vivimos.

23.11.09

críticas de cine, bis: el gerrero americano

Si algo hay que agradecerle a los sesenta tardíos fue la eclosión que produjo la euforia del momento, tan deprimente o graciosa después, según se mire, y su alarde de fantasía.

Los setenta también tienen sus cosas que agradecer, pero como tienen en pleno medio tres acontecimientos épicos (Bohemian Rhapsody de Queen, la muerte de Franco y, bueno, que yo nací), me falla el contexto para buscar más.

Y lo mejor de los ochenta fue, sin duda, el cine de acción.

Critico mientras ponen en La Sexta El Guerrero Americano, que se llamaba American Ninja, pero que no se tradujo como "El Ninja Americano" en España porque en 1985 nadie sabía por aquí, entonces, qué coño eran esos japos en pijamas negros dando brincos por todas partes. La Sexta, por cierto, es un canal cojonudo para ver películas: te dejan ver un minuto y luego te dan diez para que, por ejemplo, te des una ducha, si te apetece, como ha sido mi caso.

Pero volvamos a los ochenta y a su fantasía desbordada. Si yo pudiese elegir una época en la que estar y un oficio que tener creo que ya he confesado que me gustaría ser inquisidor en el medievo, pero mi segundo voto sería ser guionista de Hollywood en los ochenta. Esa época en la que se podía llamar a la puerta de un productor y decir ¡vamos a hacer una peli de un ninja americano! ¡Será cutre, pero coño, sale un ninja! ¡Americano!

Y la peli, con un par, la hacían, y recaudaba 10 millones de dólares en Estados Unidos, cifra que a día de hoy equivale, con la inflación y tal, a unos trescientos mil trillones de euros (hago la cuenta a ojo).

En fin, la peli es épica como todas las películas de aquellos que tuvimos la infancia por aquel entonces, y verla a día de hoy, ya vuelto un maldito snob y un tiquismiquis, es un placer irreprimible. Qué diálogos, qué trama, qué giros de guión, cómo la tía puede ser Tan Tonta (pronúnciense muy alto, esas dos tes).

Todo eso, ahora, serían cosas malas. Pero en los ochenta se inventó el mal cine de acción (antes no, porque todo eran westerns, género que como prueba la programación vespertina de las televisiones autonómicas ya había logrado con éxito alcanzar una cota de mal cine que parecía ya invencible hasta que llegó Clint Eastwood con Sin Perdón, y haciendo una obra maestra de Buen Cine digamos que hizo tabla rasa. Tengo grandísimas esperanzas puestas en el western de los años 20 del siglo XXI, probablente caspa en 3D, va a ser la caña). Y se suponía que ese paréntesis tenía que ser más corto. Pero a fin de cuentas qué más da, si ahora en la tele hay ninjas con pijamas rojos trepando una tapia y otros con pijamas armarillos dando volteretas por un prado, y otros azules... la puta génesis de los teletubbies.

En fin, no es de extrañar que esta película fuera un exitazo en su momento. Lo único que la apartó de la perfección absoluta fue no contar en sus filas con Chuck Norris. Pero de Chuck no digo nada, porque tengo también pendiente una crítica de Delta Force que va a ser una herejía absoluta.

Ah, los ochenta, donde los malos llevaban siempre bigote y siempre había un negro bueno que empezaba siendo un vacilón y que luego, tras una paliza de reminiscencias kuklusklasianas por parte del prota, que se ganaba así su respeto, participaban siempre en una subtrama de colegueo protogay con el protagonista caucásico de turno.

En fin los ochenta; serían perfectos si no fuese por las buenas pelis de acción de la década (que tantos palos inmerecidos se llevaron por culpa, sospecho, de pelis como esta), de las que voy a tener que hablar otro día.

¿¡Qué cojones hace el protagonista con un cubo en la cabeza!?

Ah, los guionistas de los ochenta.

20.11.09

la friquez de la muchacha


Todos somos friquis de lo nuestro y hay friqueces que se despiertan a edades tempranas. Hace tres minutos, nos cuenta la Muchacha:

-...un profesor que tuve en sexto que me enseñó a hacer comentarios de texto, no os riais, es que a mí siempre me llamaba la atención eso de los comentarios de texto, era lo que yo siempre quería hacer. Y aquel profesor me lo explicó. Todos los niños de la clase le tiraban chicles y demás, pero yo lo escuchaba así, con cara de atención. Y un día le dio un infarto, y se murió. Y de un día para otro dejó de venir...

-Es lo que tiene morirse -la interrumpe Jaimito (le había puesto otro nick pero casi me pega al mencionarlo)-, que ya, volver, volver...

Risas.

Ella se indigna un poco, porque no hay maldad alrededor de esta mesa, y nos cuenta que aquel profesor la había enseñado el Mío Cid, y que cuando se murió le escribió una carta. Una despedida, algo así. Y la carta llegó al claustro de profesores por caminos misteriosos (no sé por qué pienso yo ahora en suegras de facto o algo así), y ella terminó en la ciudad del profesor, Burgos, leyendo la carta en el funeral. Y precisamente Burgos, la tumba del Cid, la del profesor.

-Oye, David, ¿qué estás contando? -me pregunta en este mismo instante ella, ya sí con cara de estar algo mosca (teclear no es muy disimulado que se diga).

-Tus lágrimas por el Mío Cid, qué va a estar contando -responde el tipo al que seguiremos llamando Jaimito por respeto a mis rótulas.

Nos cuenta que ese texto tiene que tenerlo por ahí, que lo buscará a ver. Ojalá lo encuentre.

Y luego me hacen leer esto en voz alta. Y cambiarle el nombre a Jaimito. O sea, del otro a este. Jaimito. Con lo gracioso que era el otro nombre.

19.11.09

epistolando en la secta

Como nuestros líderes son unos flamantes tecnócratas, en la secta disponemos de agua corriente, papel higiénico y correo electrónico. Sólo lo usamos para actividades productivas y necesarias, como por ejemplo, hablar de la cena de navidad. En relación a ese tema se han enviado tres correos hoy, que corto y pego aquí debajo. Se propone al lector detectar cuál es el mío.

Correo #1:

Hola a todos!!!

Hemos pensado hacer una cena de Navidad. Como el mes de diciembre, entre compromisos y vacaciones, es complicado, hemos decidido fijarla para el viernes 15 de enero. Así tenemos tiempo suficiente para planificarnos y reservar un sitio.

Hay un Excel (muy mono él) que se llama Cena_2010.xlsx (...) para los que queráis apuntaros. Sobre el lugar, os iremos informando más adelante.

Os esperamos!!!!

Correo #2:

Perdonad que no haya contestado antes, pero hoy precisamente me he acordado que tenía pendiente el asunto y no quería dejarlo pasar más.

Y digo yo que, podríamos aprovechar y de paso celebrar el solsticio de verano, así que ¿no sería más normal una cena de navidad en Navidad en lugar de en primavera?

Bueno, bromillas a parte, se podría intentar algún día, aunque no fuera viernes o sábado que es verdad que suelen estar más solicitados, para hacerla. Por ejemplo, el 22 (si nos toca la lote la hacemos en el Ritz) o el mismo día 23 que seguramente aquí no se trabajará por la tarde. Más días posibles, el 17, 29 o 30 (estos últimos aunque haya gente de vacaciones, si están por aquí, tendrían posibilidad de apuntarse). Por otro lado, el no ser un viernes o sábado, también resulta más fácil encontrar sitio.

Creo que la cena de Navidad es la cena de Navidad. Guardar las tradiciones, aunque suene a caduco, también tiene su encanto y no está tan mal. Hacer la cena el 15 de enero, sería hacer una cena por hacerla, como la podríamos hacer el 30 de abril o el día que pensemos porque daría un poco igual. Además, no sé vosotros, pero normalmente, después de las fiestas uno acaba un poquito saturado y cansado de tanta comida y tanto sarao. Por ello, tenemos otro motivo más para hacerla antes.

En fin, no quiero alargarme, es mi opinión y mi propuesta. No sé qué dirá el resto de gente.

Correo #3:

No discutáis, no discutáis: como para cualquier cena que se de en el año N existe una navidad del año N+1 (en rigor, el 25 de diciembre del año N+1) y otra del N-1 (en rigor, el 12 de diciembre del N-1), cualquier cena es una cena [pre-navidad](N+1) y [post-navidad](N-1).

La distinción que hace el correo anterior del entorno [Navidad] me parece arbitrario; sugiriendo el 17, como día más temprano, parece indicar que se considera la Navidad la Bola Calendarística Abierta, digamos, de centro el día 25 de diciembre y radio 9 días. ¿Por qué 9 días? ¿Por qué no 8, 80 o 15.426? ¿De dónde sale ese nueve, qué pretende, qué insinúa, qué significa? ¿Acaso que si alguien cumple años ese día debería invitar a la cena?

Así que en lo que a definiciones se refiere yo, para no complicarme la vida con todas esas preguntas desatadas por la arbitrariedad, y ardoroso defensor de la exactitud en cualquier caso y situación (no hay nada que odie más en la vida que el Gato de Schrödinger) me niego a llamar navideña a ninguna cena que no suceda el día 25. Podría parecer algo muy restrictivo, pero si la cena de Nochevieja se retrasa unas cuantas horas, ya contaría, según mi criterio.

En cualquier caso es todavía pronto para que mis poderes adivinatorios funcionen bien; desde que recibí el correo he destripado ya dos docenas de pollos y sus entrañas no me aclaran nada del porvenir, así que no sé si mi novia y yo acudiremos o no, todavía. Según se acerque la fecha, el futuro se muestre menos brumoso y los pollos tiendan a ser más explícitos en lo que profetizan, os diré más que lo que puedo decir ahora, que es que a mí me haría ilusión ir, si los hados se muestran propensos, a cualquier cena pre-navidad o post-navidad.

Además el 15 de enero parece un buen día; así celebramos el 2596 aniversario del comienzo del sitio de Jerusalén por Nabucodonosor II.

A la treceava persona que acierte, gracias a un convenio firmado con ciertos simpáticos somalíes, le regalaré un pesquero gallego de bandera surcoreana.

18.11.09

crítica de cine: la peli esa del mando a distancia

Es hora de rendirse: Me hago un blog, vale. Seré uno más de los millones de insignificantes personajes que van por ahí contando las memeces de su vida diaria y las tonterías que se les pasan por la cabeza (rectificando verbos: las memeces de nuestra vida diaria, las tonterías que se nos pasan por la cabeza). Total, si me gusta escribir y perder el tiempo un rato es casi inevitable. Pero había argumentos para no hacerme un blog, entendedme. Buscad un blog al azar...

Nah, era broma. Pensaba copiar la primera entrada, en serio, porque me parecía una cosa lo suficientemente estúpida para hacerlo, pero eso fue ayer, y hoy es hoy. Y para diferenciar el paso de los días que no son jueves, que se diferencian solos, hay que condenarlos al giro repentino. Así que hoy voy a hacer una crítica cinematográfica.

Hace poco, o quizá no tan poco, depende de cómo definamos poco, en fin, hace un tiempo que mejor no definiré vi una película absurda en la que un tipo, uno de esos famosetes yanquis que, no sé, deben ser los Buenafuentes o Grandes Wyomings de allí (¿Los Goodfountain, Big Albacete, quizá?), que por lo visto pueden hacer cualquier gilipollez y llenar los cines con su careto, lo que al menos en la primera mitad del asunto, la de la gilipollez, era absolutamente riguroso.

En la película un tipo que por lo visto era muy cachondo y muy majete encontraba a un viejo loco, mitad Dios y mitad el profesor de Regreso al Futuro, que le daba un mando a distancia con el que el prota podía manejar el tiempo a su antojo. ¿De dónde sale el viejo, de dónde sale el mando, por qué nunca se le gasta la pila? Tamañas preguntas requerirían una pensada tan ingente que los guionistas decidieron ignorarlas y dedicarse a escenas absurdas como que va el tipo con el coche y ralentiza el tiempo para ver balancearse los grandes pechos de una mujer footingante, o para paralizarlo y poder, así, abofetear a su jefe en mitad de una reunión o, en el colmo del delirio guionístico, soltarle un cuesco en los morros.

Me preguntaba yo cómo puede moverse con el universo detenido, el prota, sin alcanzar una masa infinita y cosas por el estilo. Pero pensar eso es iniciar de nuevo la peligrosa senda del tener que pensar, así que me abstuve, por ejemplo, de preguntarme por qué narices el protagonista no aprovechaba para convertirse en el ladrón de bancos perfecto, o en un jugador de póquer inbatible, o en el campeón mundial de los 400 metros lisos que, para más recochineo, ni siquiera necesita entrenar. O coño, ¡en un puto superheroe! Pero no: el protagonista de la película se limita a hacer el gilipollas y a comportarse como un idiota hasta que en su lecho de muerte comprende que ha sido un gilipollas y un idiota, y entonces se redime un poquito en una emotiva escena final, con la familia alrededor y él muriéndose de viejo en un charco.

Palma, y lo único bueno que podría haber tenido la peli, que el tío haya sido un imbécil toda su vida y palme, es mentira; aparece de nuevo el tipo que es mitad Dios mitad inventor loco, y le dice que no, que era coña, que ahora ya si eso venga, desde el principio. Y él sonríe y toda su familia está ahí y se asume que todos van a vivir ahora en serio tremendamente felices.

Vi la peli porque no sabía dónde estaba el mando y estaba yo a lo mío, procesando fotos (es decir, que la vi mientras la barrita de progresos del software completaba su tarea, y el resto del tiempo la oí, mayormente). Es decir, que no malgasté mi vida, porque estaba haciendo otra cosa, en realidad, e igual podría haber tenido la tele apagada. Pero la tuve encendida, y fue cojonudo. Porque mientras apagaba el ordenador y buscaba el mando de la tele pensé que por el careto del tipo ese un montón de gente habría malgastado dos malditas horas de vida viendo esa basura en un cine, mientras que yo no, me escapé, no perdí nada. Y como una visión ante mí se aparecieron los caretos de la gente que, atrapada en salas a oscuras, se retorcían en sus asientos sintiendo que esas dos horas de su vida jamás les serían devueltas y que ojalá hubiesen visto esa peli en casa, sin hacerla más caso del que merece, o sea, ni puto, y me sentí muy bien. En parte, porque había realizado un acto de justicia. Y sobre todo, en parte, porque atrás en el tiempo y lejos en el espacio hubo gente que, sin atreverse a huir de la sala del cine, sin creer lo horrible que era lo que y en fin, que me envidiaban y lamento inconexión pero teléfono y de pronto Muchacha aparece y nos tenemos que ir de cañas así que por hoy basta.

La semana que viene, criticaré para la posteridad, que los dioses paganos me perdonen, Delta Force, de Chuck.

Vayan agarrándose las partes débiles y concertando la fecha de mi funeral.

Coda: y lo peor es que encima recuerdo bien el nombre del miserable actor. Y por tanto, con tres clicks de ratón, el de la peli. No la cito porque ni lo merece. Pero ahí está el link. ¡Mierda, ya la cité!

17.11.09

la profecía (¿)azteca(?)

Dice Roland Emmerich (no sé si le he cambiado de sitio la ele; una parte de mi mismo ansía que así fuera) en su última película de destrozos que el mundo acabará en el 2012 como preconizaron los Aztecas.

Que coste que yo no he visto la peli, eh; en mi defensa debo decir que hablo de oídas, de lo que me ha contado Que Sí esta mañana, mientras él fumaba y yo le miraba pensando que si no me sacase la cabeza y mil horas de gimnasio podría romperle el cuello y quitarle el cigarro –en fin–. Y dice el señor Emerich que eso es porque el sol, en su infinita voluptuosidad, iba a ponerse de pronto a emitir neutrinos, toma ya, que iban a freir el núcleo de la tierra cual paquete de palomitas en microondas, alaaa, y todo a hacer puñetas y a componer bellas escenas de cosas rompiéndose.

Ergo: los aztecas, según Emmerich, eran unos tipos que se vestían con trozos de plantas, sí, pero que pese a sus ropajes vegetales eran unos expertos en física subatómica.

Es una tremenda gilipollez, naturalmente, pero en defensa de Emmerich (a cuánta gente defiendo yo hoy, caramba) hay que decir que al menos él no trata de vender la suya como profecía, sino como blockbuster, a diferencia de todos esos personajes que serían graciosos si no fuese por lo patético, que pululan por la internet tomándose en serio esto del fin del mundo divisado por los aztecas, ya en su día. Claro.

Pues no señores, no, lo diré en mayúsculas, NO; lo que sucedió con los aztecas fue que tenían un calendario que, al igual que el nuestro, cerraba por alguna parte (por ejemplo, nuestros años se acaban el 31 de diciembre), solo que en su caso el cierre sucedía muy lejos. Probablemente, piensan entonces los bienpensantes, de exisitir aztecas (ahora que caigo; ¿no eran los mayas? Creo que he dicho mayas todo el tiempo en lugar de aztecas. O sea; al revés), ejem, como decía, mayas, lo único que harían en el 2012 sería resetear el calendario y agarrarse una buena cogorza y montar una fiesta parda (o muy, muy roja si, en serio, fuesen los aztecas, y no los mayas).

Pues tampoco, lo diré en mayúsculas, TAMPOCO: los aztecasmayasvallisoletanos… sioux, apelando a su intuición, desatada tras siglos de riqueza cultural, contemplación celeste y consumo de cocaína, hicieron coincidir su cambio de, digamos, hoja del calendario con un acontecimiento efectivamente apocalíptico que intuyeron sin demasiado esfuerzo, como decía pensando, puestos de coca, “qué será, será”.

¿Y qué sería eso? ¿Qué no sería? ¿Qué hago, lo cuento tal cual o le doy emoción? ¿En serio? ¿No prefieres que juegue al nada por aquí, nada por…? ¿¡Qué!?

Vale.

Predijeron los mayas, o quizá los aztecas o la Guardia Civil (no lo recuerdo muy bien): la muerte de los blogs.

Que no es tal, claro, porque en fin, los mayas, bla bla. Aztecas, quizá.

Lo que pasa es que se acabarán los temas, y nadie, en toda la blogosfera, sabrá de qué hablar, a partir de cierto momento de dentro de tres años.

Yo, como soy un adelantado a mi tiempo, como siempre, me quedé ayer sin nada más que decir.

Así que nada; mañana, encañonado a través del espaciotiempo psicotrópico por el dedo índice de un maya (o quizá de un, hum, ¿cuál era la forma no ofensiva de decir esquimales?, bueno, uno de esos) que me contemplará hasta arriba de drogas, a través del espaciotiempo y de las drogas, repetiré mi primer post.

Avisados estáis, y no soy yo, que conste; son los esquimales. O los japoneses. Ah, qué lío.

 

 

Coda: tengo otro pensamiento pero es todavía más estúpido que los que ya te ha tocado soportar; veo en imdb que había escrito bien el nombre de Ronald, toma ya, que pensaba que se iba a librar, ja ja, y que el prota, John Cusack, interpreta a un tal Jackson Curtis. O sea, iniciales: J.C. interpreta a J.C. Y pienso yo, excepto pelis en las que salga gente haciendo de sí misma, ¿cuántas películas habrá en las que se de esta coincidencia? ¿Habra forma razonable de mirarlo? ¿Cuánto tardaría la secretaria lesbokarateca de Flash Forward en averiguarlo con su mega-base de datos gubernamental, cuatro segundos?

14.11.09

perkele!

Perkele, ravintola y suomi son las tres palabras que, sin pensar más (aurinko, kuu, por ejemplo, porque uno se pone, se pone, y salir salen), me sé en finlandés, y ayer tuve la oportunidad de gritarla lo más fuerte que puede.

Era la pausa pre-bises del concierto de Finntroll y ya nos dolían las piernas, de los brincos, y las manos, de las palmas. Hacía siglos que yo no estaba así no ya antes de los bises, sino después del concierto.

Y Finntroll es un grupo genial se mire por donde se mire, que va a hacer que yo recuerde este año, el 2009, en lo musical, como el año en que por primera vez vi a Dream Theater y a Finntroll.

Y en fin, yo dejo el link a una canción suya, porque estas cosas hay que dejarlas, aunque, advierto: lo que hacen, en parte, podríiiaaa llamarse black metal...



...aunque cualquier purista del black metal dirá que ni de coña.

Pero precisamente ahí reside parte de la gracia de Finntroll; que de coña, cualquier cosa, porque si Finntroll son algo, son una coña escandalosa y melenuda.

Por afán de completitud y por poner un ejemplo de la coña citada, la otra mitad de su estilo sería la humppa, que es una especie de polka acelerada típica de Finlandia.

Y eso son Finntroll, un grupo finlandés que canta en sueco, toca un estilo musical que es mezcla de polka y black metal, y hablan de la gloria de la raza troll y de sus visicitudes a la hora de relacionarse con la Horda Cristiana, que dicen ellos. Entendiendo relacionarse como, como dijo ayer el cantante, cosas como comer carne humana.

Si tuviese que hacer una lista de los conciertos más divertidos en los que he estado supongo que tendría que incluir a Les Luthiers, que aunque no sean exactamente concierto tocan y, definitivamente, son divertidos, a The Strait Jackets, y en el primer escalón del podio a Finntroll. Porque son una de mis bandas favoritas, porque no tienen reparos en pintarrajearse y hacer el idiota para rodar un videoclip, y por esa capacidad que no deja de ser fabulosa de llenar la Sala Caracol de Madrid de madrileños que corean canciones en sueco y no paran de bailar y dar saltos durante todo el concierto porque no se puede. Porque la música tiene su raíz de black metal, sí, y eso es, digamos, poco bailable, sí. Pero qué se le va a hacer si la humppa es simplemente irresistible.

13.11.09

la devaluación del cielo

¿Y qué coño hago yo ahora, me pongo otra vez a hablar de la Conferencia Episcopal y sus cosillas?

¡Uuuh, no votes a favor de la ley del aborto, uuuh, que te excomulgo!

Pues eso, que yo sepa, es delito. ¿Cómo se llama, prevaricación, cohecho, alguna de esas cosas que se oyen tanto ahora alrededor del apellido Camps, el que teme amanecer muerto en una zanja probablemente sucia, horreur por el traje? En fin, que sí, claro, yo aquí sin tener ni puñetera idea de cómo apostatar, ¿y los políticos tienen así de fácil ser excomulgados? Que ya, ya sé que no es lo mismo, pero eh, es más de lo que tengo yo, y eso que me hincho a mencionar el nombre de Dios en vano y a mirar a las mujeres de los vecinos, por ejemplo anoche me crucé con Teresa, la vecina de debajo del Palacete, y claro que la miré, no te jode, si le parece al redactor bíblico me comporto como un autista.

Es que ya me siento muy plasta hablando de estas cosas, la verdad.

Pero claro, que más plastas son ellos.

Y francamente, sospecho que algo se me escapa. Que yo sepa, cuando se discutió esa cosa del libre albedrío frente a la todopoderosidad de Dios, se concluyó, para disculpar a Dios por ejemplo de las hazañas de los asesinos, que Dios nos daba libre albedrío para que fuéramos libres de actuar bien o mal (entendiendo “bien” y “mal” desde el paradigma cristiano), y así cada cual se ganara por sus própios méritos o faltas el cielo o el infierno. ¿Entonces qué gracia tiene que se intente prohibir lo que resta puntos? Es como si la Conferencia Episcocal se pusiese a manifestarse por la existencia del 0 en las ruletas de los casinos, es una forma la mar de extraña de adulterar la salvación. Porque si lo que pretenden es la salvación masiva, o que todos nos portemos “bien”, ¿tendrá el mismo mérito que alguien no aborte porque opina que una nuez es un roble que quien no lo haga porque sea ilegal y no quiera ir a la cárcel?

En fin. Propone Vero una lista de peticiones suyas para la Iglesia Católica, pese a que ya le he dicho yo que la forma de pedirle cosas a la Iglesia no es esa (el canal designado, un tanto rocambolesco, será, supongo, rezar, y que ya Dios se ocupe de la mensajería, hablando con Ratzinger, por ejemplo), como por ejemplo que la registren como hereje oficial y como tal aparezca en las listas de gente que maneja la Iglesia, y que se arrejunten los herejes. Yo no, porque no me considero hereje, porque siendo ateo supongo que infiel y blasfemo serían términos más adecuado, pero de todas formas, como es gratis, propongo también una serie de medidas al respecto:

1.       Entrar en una Iglesia y escupir en la pila del agua bendita.

2.       Entrar en un confesionario y confesar. A la hora de escuchar la respuesta del cura, evaluarla y si no nos convence, expresarlo y anunciar la renuncia al club.

3.       Quemar una biblia. No puede ser comprada; no queremos que ningún mercader gane pasta con la religión, no sea que luego el pobre vaya al infierno.

4.       Predicar con el ejemplo e ignorar a esa gente que, a fin de cuentas, no tiene la culpa de decir tonterías, pues como ya conté hace siglos partiendo de una hipótesis falsa se puede llegar a decir toda clase de estupideces.

Personalmente me atendré a la 4ª porque me da pereza ir a una Iglesia y porque no tengo ninguna biblia. Pero si alguien hace alguna de las tres primeras, que sepa que desde aquí tiene mi blasfemo aplauso.

12.11.09

¿barcelona? una mieeerda al lado de madrid

Más o menos esa frase resume el sentir de la expedición a Barna del fin de semana pasado, de la que todavía me estoy reponiendo, como pudo escuchar, gracias a los gritos, todo catalán que pasase a menos de cuarenta metros de nostros.

Yo no estaba del todo de acuerdo, porque en fin, el barrio gótico mola, aunque la gente no vaya con cadenas y de cuero, y el de Gracia, y los bares tienen la curiosa costumbre de estar bien, no atestados, ser bonitos y encima poner música estupenda, a veces rozando la genialidad y hundiéndonos en la miseria a quienes vamos por la vida pensando que debemos ser los únicos a este lado del Atlántico que escuchan a Rodrigo y Gabriela. Las grúas de la Sagrada Familia son ya algo que forma parte del imaginario colectivo, así como el Parque Güell, con sus flamantes y espectaculares remolinos de polvo y sus marabuntas de gente que parecían ocultar algo.

Como digo, no estaba del todo de acuerdo. Pese a esa desconcertante manía de llamar a todos los sitios por sus nombres, tan raros ellos, pese al tormento que le supone eso a la pobre gente que va por la vida desorientada y con tendencia a perderse todo el rato, y ojo, no lo digo porque yo sea uno de esos, es que soy solidario con un colectivo del que formo parte, eh. Pese a que, como apuntó cierta persona, tengan el metro mal, con los números y los colores cambiados, con la confusión que eso genera en quienes ya tenemos la decente costumbre de que la línea 1 sea azul, la 2 roja, la 3 amarilla, etcétera.

Nótese que “estaba” es pasado. Mi opinión cambió cuando cenamos el sábado en un lugar donde los camareros usaban flamante tecnología para apuntar los pedidos. Flamantísima, pero si el camarero es un lerdo que omite dos platos de lo que le hemos pedido hay que indignarse en solidaridad con toda esa gente que va por la vida con hambre y que cuando pide comida lo hace con la ilusión de que se la traigan. Y de nuevo, ojo, no lo digo porque yo sea uno de esos, es que soy solidario con un colectivo del que formo parte, eh.

Y me puse de muy mala hostia.

Me alegró un poco, provisionalmente, un bar cuyo techo era un escenario en el que sucedía, boca abajo, un concierto de reagge, boca abajo, y con todo detalle, desde las rastas del cantante hasta la botellita de agua del batería o la toalla del bajista, o las chuletas de los músicos con el setlist.

Mirábamos al techo y pensábamos “uau, eso sí que es un techo”. Pero era un suelo, en realidad, solo que boca abajo. Lo que nos convertía a nosotros, ubicados en el suelo, en su techo. Y claro, nos preocupamos un poco, ¿seremos el techo ornamentado de un concierto de reagge, donde un grupo de gente toma copas en un bar boca abajo?

Pero el cabreo seguía ahí latente, y encima me dio un hipo que la hermana de nuestro anfitrión, que es un polaco caluroso, inmenso y simpático (no nuestro anfitrión, ojo: su hermana es el polaco. La gente, por lo visto, transmuta géneros, formas y nacionalidades, de vez en cuando, por allí. Supongo que será la influencia francesa), tomó como producto del alcohol. Que no que no, oiga, señor polaco, que simplemente era hipo, un hipo vulgar, sin otra razón que el hambre inenarrable que me atenazaba las entrañas.

Pero al día siguiente Jaimito me llevó con una amiga suya a comer a un lugar estupendo, donde los camareros y cocineros, brasileños, se descojonaban de la políglota amiga de Jaimito porque esta se empeñaba en hablarles imitando el portugués de Portugal (confesó después que con los portugueses hace lo contrario, se pone brasileira). Riquísima comida allí por 10 pavos el menú. Y Jaimito tuvo la cortesía de dejarse la mitad de su plato de pato, o pato de plato, y apartarse e insinuar que sería un crimen dejarlo a medias. Dos segundos tardé en comérmelo, yo creo que hasta dejé un mordisco grabado en la mesa.

Pero en fin, al margen de los cabreos culinarios y de la confusión de las líneas del metro Barcelona me ha gustado más esta vez. Por lo menos la he visto.

Así que ahora me siento un poco mal, porque la he hecho una cantidad considerable de fotos, en las que sale tan fea y tan sucia como saco siempre a Madrid.

Así que que me perdonen los barceloneses y que me perdone Barcelona. Qué culpa tengo yo, si mi estilo es la mugre.

6.11.09

vámonos a barcelona

Barcelona es un sitio que a priori me encanta, porque empieza por las mismas tres letras que uno de mis lugares favoritos: el bar. Adoro los bares. Me encantan los bares. Sobre todo si son baratos y no te ponen garrafón y la camarería es simpática y ponen tapas y la música o está bajita o no es atroz, y tienen futbolín y papel en el baño de los tíos (no es que suela requerirlo, pero tranquiliza saber que está ahí) y muchas mujeres guapas para que Jaimito no se ponga a maldecirnos por llevarle a bares sin chavalas.

Y en cuatro horitas y pico, me voy a Barcelona, a esto, concretamente.

Voy a eso, a ver el derby madrileño con perspectiva, a hacer fotos y a cobrarme la deuda histórica que Barcelona tiene conmigo. Ah, cómo, ¿qué Barcelona tiene una deuda histórica conmigo? ¿No lo sabías? Pues cómo ibas a saberlo, si no está consignado en ningún rincón de este ancho y sobre todo profundo bloj. Remediemos eso.

Mi primer recuerdo de Barcelona es el del fondo borroso de esta foto (dale dale, sin miedo, que es una foto simpática) que me tomaron mis padres cuando yo tenía no recuerdo cuantos años, pero debían ser pocos, por la ausencia de barba o perilla. Fui tan pequeño que lo único que se me quedó en la cabeza fue que aquello era más o menos como Leganés, solo que molestamente distinto.

El segundo, más o menos tangencial, es cómo ignoré los juegos olímpicos que allí sucedieron. Justo acababa de comprarme mi primera casette de Iron Maiden, y me pasé todas las olimpiadas concentradísimo con ella.

Y el primero y medio serían Freddy Mercury chillando “Barselonaaa” con la cantante aquella gorda y simpática.

Luego pasé por allí una noche, volviendo de aquel festival en Alemania. Para ponernos en situación, el festival había durado días, la última noche no habíamos dormido, y llevaba 48 horas en aquel autobús infernal. Y al llegar a Barcelona me quedé sin sitio en el último autobús que salía un día a Madrid, y tuve que comprar billete en el primero de la mañana siguiente. Y era agosto, hacía un calor pegajoso infernal y no encontré ni hostal ni cuarto libre por ninguna parte. Me di a la desesperación, y luego me puse muy estoico y muy contento, consigné mi por aquel entonces ya apestoso equipaje en una taquilla y me dediqué a vagar por las calles. Fue muy cinematográfico durante el tiempo que esos sitios favoritos míos, los bares, estuvieron abiertos, y mientras conseguí no perderme mucho, lo que pasó como el 2% del tiempo, porque que me pierdo todo el rato sí que lo he contado ya infinitas veces.

Encontré, claro, la catedral esa que parece hecha con pegotes de barro (y que conste que eso no es peyorativo: a mí me encanta el barro), porque era grandota y sobresalía y se veía de lejos, delante de la cual vi amanecer, y deambulé por ahí, fui perseguido un rato por un tipo que no sé qué pretendería, porque le di esquinazo, y confirmé que quienes dicen que las putas son grandes habladoras o las pagan o mienten como bellacos. Intenté también llegar al puerto, pero entendí que era imposible si pretendía saber volver a la estación.

Terminé en la puerta de la estación de autobús, repasando para no dormirme las tablas de multiplicar del 11 al 20 (en plan, 15 x 14 = 210, 15 x 15 = 225, 15 x 16 = 240, etc). Y al final casi ligué y todo, con una chavala muy maja que se llamaba Remi. No cuajó por absurdeces, pensé entonces, y porque no era la Muchacha, pienso ahora.

Cuando llegué a Madrid una amiga se apiadó de mí y fue a buscarme. Desastrado, después de cuatro noches sin dormir, con la pinta de náufrago que coge uno después de un festival largo sin cuchillas de afeitar en el que encima hace más sol que en Almería, me vio la cara y me dijo que no me había visto mejor en toda mi vida.

Fue una de las noches más surrealistas y más estupendas de mi vida hasta aquel entonces, aquella.

Pero de todas formas Barcelona me sigue debiendo una visita turística y un pase fotográfico.

Ea, hasta el lunes.

5.11.09

estadistiquismo

Se me acumulan los temas: desde esta mañana cuando al abrir el 20 Minutos me he encontrado una mención estadística digna de aplauso hasta el correo que me ha reenviado un buen amigo sobre una buena iniciativa en mi opinión mal expresada (odio los imperativos), todo lo que pasaba ante mis somnolientos ojazos era un tema para, eh, um (la hora de la verdad, ¿cómo llamo a esto?), una epístola, toma ya. Epístolas, pienso llamarle a esto de los posts. Poststs. Postststs. Vale, ya paro. Tstststs. Vaaale.

Leo la RAE y epístola se queda, por la 4ª entrada: “Composición poética en que el autor se dirige o finge dirigirse a una persona real o imaginaria, y cuyo fin suele ser moralizar, instruir o satirizar”

Pues eso. Yo finjo, me dirijo a entes imaginarios y reales, y moralizo, instruyo y satirizo, de sátiro, y poético, sin duda, soy, oh campos de Castilla, mustios collados, etcétera.

A lo que iba: ante la acumulación de temas mencionaré el primero y el último, el que ha dado al traste con todos los demás, y me dejo los otros para otros días de mayor lucided. Mental. No me refiero a que haya menos nubes, necesariamente.

Así que: esta mañana el 20 Minutos incluía un bello reportaje sobre redes sociales. Hablaba de Feisbú, de Twitter, de Tuenti y de la suya propia, Nettby, de la que siempre hacen una publicidad absurda y que ¡qué cosas pasan!, es la que sale mejor parada de su peculiar comparativa.

El caso es que hablando de las edades de sus usuarios, de una de ellas dicen: “La media de edad de sus usuarios se sitúa en 24 años, pero  la mitad de los registrados en los últimos 45 días se sitúan por encima de esa media”.

Yo lo leí en el metro y tuve que parpadear y releer varias veces, así: parpadeo, relectura, parpadeo, relectura, parpadeo, relectura, etcétera.

¡Y es brillante!

A primera vista parece que la autora del reportaje ha dicho una soberana estupidez, pues si la mitad tienen más de la media, la otra mitad, evidentemente, tienen menos, y las medias es lo que tienen, que andan por el medio, así que el parrafito parece una tontería como un piano de cola. Para el profano, al menos. De hecho he hecho de hecho un estudio de campo consultando a las ochocientas veintitrés personas que compartían conmigo dos metros cuadrados de vagón de, valga la redundancia, metro, y todos ellos así lo han visto salvo una oportuna licenciada en Estadística (que vienen a ser unas matemáticas de segunda división, sin glamour ni espectáculo), que me ha visto venir (para no verme, si estaba al lado) y me ha dicho “veo por dónde vas, pero lo que está haciendo ese párrafo es diferenciar, implícitamente, entre la media geométrica y la mediana de una distribución.

Después de pedir permiso a doce personas para que me hiciesen hueco para operar la he dedicado un aplauso y la he regalado un sugus rancio que alguien llevaba pegado a sus posaderas. Porque en efecto el párrafo en sí no es una tontería, sólo algo nada llamativo y bastante probable, pero no incorrecto. A no ser, claro, que la redactora no sepa qué es una media ni una moda, ni tenga ni idea de estadística, y haya metido la pata hasta el fondo a la hora de enmascarar un publirreportaje sobre la maldita Nettby de las narices.

Y el otro caso, el que ha puesto fin a la sucesión de cosas epistolables (ya le he cogido el gusto a esto, que tiene la ventaja adicional de no haber sido propuesta, creo, y por lo tanto no requiere que recuerde qué variantes se propusieron, tarea siempre peligrosa, porque siempre que intento recordar alguien termino cantando Hunting Humans de los Misfits o algo por el estilo): he iniciado la crispación del derby (cuando sea superpoderoso, también la tomaré con esa palabra) madrileño, escupiéndole esta mañana a Que No, atlético de pro. En mitad de la espalda, zzzup. Creo que es la primera vez que escupo a un atlético, por cierto. Y diría que ha sido sin querer, pero viendo la gracia que me ha hecho sospecho que eso es una mentira que cuenta mi parte cobardica a mi resto de yo, que decide no creerse la excusa. En plena espalda, plaf.

Y ha sido divertido.

Y con el rigor estadístico, lo consigno. Epistolado queda.

4.11.09

una planta menos

Bien visto no sé cómo demonios se las han ingeniado las plantas para sobrevivir hasta hoy. Quiero decir, desde un punto de vista evolutivo un ser que no tiene patas para correr o ir a buscar comida o apartarse del fuego, ni sentidos para ver cómo va la vida alrededor, no parece muy bien dotada.

Si estuviésemos al principio de la vida y estuviesen saliendo las plantas yo, francamente, no apostaría un duro por ellas.

Claro que entonces no había duros. Había doblones, piezas de a ocho, sextercios y esas cosas.

En fin: la semana pasada terminó trágicamente.

O con tragedia. Trágicamente terminó para mi pobre aloe barbadensis, vulgo aloe vera, que ya sé que no hace falta ponerlo porque aquí lo sabemos todo sin mirar la Wikipedia ni nada, pero bueno, a lo que iba. Que no fue precisamente el mejor día de la vida de mi plantita. Porque yo, que parezco tan ogro y doy tanto miedo y escribo sistemáticamente cuentos donde necesariamente tienen que morir niños de disparos en el cráneo (es mi época, oye. ¿No tuvo Picasso la suya azul? Pues yo tengo la de los tiros en las cabezas de niños), tenía una plantita, que me hacía sentirme un poco más humano. Un poco más “vaya mierda de ser vivo que eres tú, cosa verde”, que sube mucho la autoestima.

La verdad es que con el transcurso de los (dos) años, mi aloe se ganó mi respeto. Demostró una notable capacidad para sobrevivir a oscuras y sin agua, la jodida plantita. Y bueno, fue el único ser vivo que me hacía compañía en aquellos tiempos en los que yo vivía pared con pared con una bruja piruja. Y luego demostró un considerable buen gusto al ajustar su balance de blancos y volverse verdísima cuando Juanito se vino a vivir con moi y la sacamos a la luz. Tenía sus cosillas, como eso de crecer de manera cubista, ¿pero quién no las tiene? Jamás protestó por nada, a diferencia mía, por ejemplo, que me paso la vida quejándome por todo. En ese sentido, ayudaba a equilibrar la balanca, a tirar de la media de la cordura del universo fuera de la zona roja. Poco, pero con entusiasmo y de manera irreprochable, porque no se le puede exigir gran cosa a una plantita de mierda.

Y el domingo volví a casa y me encontré ahí la tragedia vegetal delante de los morros: la maceta estaba vacía, en su estante. Y metro y pico por debajo, espanzurrada en el suelo, estaba mi aloe vera. Se había suicidado. A mí se me escapó una lagrimita y todo mientras la recogía, acariciaba por última vez sus desagradables y deformes hojas y la tiraba al cubo de la basura.

2.11.09

diez personas muertas que me caen bien

No sé por qué analgésica razón acabo de tener un momento de epifanía y he decidido que voy a escribir, aquí en el blog, para alegría tuya oh mortal, un texto sagrado para la nueva era (que no sé cuál es, aliñar al gusto). Pero resulta que esa epifanía la tuve otro día y sigo dándole vueltas, y como aún no parece haber acabado de centrifugarse, he dado al botón de siguiene epifanía, que tengo debajo de la oreja derecha. Y me ha salido: inventarme una memez, o sea, un meme, y me ha dado este título, o sea, el que titula este post.

Post, post, post: ¿no le podemos poner a esto un nombre en español? ¿Posto? ¿Posta? ¿Aposta? ¿Apostó? En fin. ¡Vamos allá!

1. Carl Sagan: porque de pequeñito vi Cosmos, y luego mi tio se lo compró y yo me lo leí. Y leí aquella cita que es una de las dos que recuerdo ("me he convertido en muerte, en el destructor de mundos"), y vi también la primera demostración matemática rigurosa de mi vida y aplaudí como quien ve hacer magia (en el apéndice, la de la irracionalidad de la raíz de dos). Luego, además, le robé el libro a mi tío, y ahora lo tengo yo escondido en algún lugar debajo de mi cama.

2. Mi abuelo, por su filosofía vital, que no practico porque no me sale pero que considero cojonuda: en un mundo en el que la mayoría de la gente se queja por tonterías, el aguantó la enfermedad que lo llevó a la tumba respondiendo siempre "mejor" a la pregunta de todo el mundo de "¿cómo estás?". Hasta que fue tan flagrantemente falso que rectificó y paso a decir "igual".

3. El Migue, el ex-cantante (porque, en fin, muerto no se puede cantar) de Los Delinqüentes. El Aire de la calle me parece, aun adoleciendo de su patente defecto (de no ser death metal), una canción desgarradorísima.

3. Sir Isaac Newton, porque representa, para mí, el paradigma del sujeto a colocar en un altar. Un maldito genio, del que no se puede separar su aura de rastrero, gruñón, mal perdedor, barriobajero y cruel. O sea, un ser humano.

4. Cliff Burton, por fundar a los difuntos Metallica (no confundir con el grupo actual), y por cosas como esta:



Que ya se le podía haber caído el autobús encima a Lars Ulrich, en vez de a él, en fin.

5. A Ernest Shackleton, por ser el mejor explorador fracasado de la historia. Y por el texto de su "oferta de empleo" para reclutar gente para su viaje infernal. Era algo como (cito de memoria, uuuh, peligro) "se busca gente para misión heroica, mal pagada y con pocas posibilidades de sobrevivir".

6. A Kafka, pese a que diese pie al libro "Kafka en la orilla", décadas después, por ser un escritor sublime y morir sin haber publicado una maldita palabra. Creo que no hace falta explicar más. Sólo con pensar que nos ahorró el martirio de las entrevistas a escritores sería para pensarse la canonización.

7. A Ernst Lubitsch, por tener sus atributos tan grandes y peludos como para hacer la que quizá sea la mejor comedia de la historia riéndose de los nazis y hacerla cuando, encima, parecía que los nazis iban a ganar la guerra.

8. A Heráclito de Efeso, por aquello del panta rhei (y a la mierda la constante y helada estática del platonismo, ala) y por aquella anécdota, probablemente falsa pero igualmente graciosa, que contaba Luciano de Crescendo: la ciudad sitiada, los nobles ignorándolo y viviendo como siempre, a cuerpo de rey, hasta que ven que van a quedarse sin víveres y se reunen en consejo en la plaza para ver qué hacen. Y ahí están, que si llamamos y que nos traigan unas pizzas, que si nos rendimos, y va Heráclito y se planta entre todos ellos, se come dos albóndigas, sin decir ni mu, y se va. Es que me encantan las albóndigas, ¿nunca lo he contado?

9. A Petri Walli, cantante y guitarrista de Kingston Wall. Hacía una música tan alegre y tan vital que tuvo que tirarse por un puente de Helsinki, por compensar.

10. A H. P. Lovecraft, por inventar unos bichos tan, tan malos y tan, tan poderosos y tan, tan feos que han causado, a su vez, genialidades como el Unspeakable Vault of Doom, o los cuentos de Neil Gaiman de acólitos tomándose pintas en el bar del pueblo, o esta cosa, hija también, supongo y a su manera, del número 4 de esta lista (Vanbrugh, ¡esta no la escuches, que me puedes mandar un escuadrón de la muerte, por hereje!):



Y ya está. Si se te ocurren un par de personajes que no estén en esta lista, podemos convertir esto en un(a) meme(z) en regla.
Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.