30.11.09

la exposición de caracol

Este fin de semana he ganado mi cabezota pulso con el Dios de la Lluvia.

–Llueve –le decía yo, desde hace meses.

–En cuanto laves el coche –decía él.

–Que lluevas, coño.

–Ya conoces el rito –hacía gestos de pasar del tema con las manos–: sólo lloverá cuando acabes de lavar el coche.

Pero soy un vago de cuidado me he mantenido en mis trece pese a que el pobre Caracol temía por la grúa o por servirle de cobijo a algún yonqui que pasase por allí, de puro abandonado que parecía.

–Venga tronco, échame un agüita –me pedía el coche–, un mangerazo na más. Que estoy lleno de roña, que los niños me pintan pequeños penes en la mierda de las ventanas.

–Que no, que el plasta este de la lluvia va a terminar cediendo –le decía yo.

–Un poquito de gasolina, entonces, por lo menos.

–Bueno, vale.

Y respecto a la lluvia tuve razón, el sábado por la noche. Llovió.

Fue tanta mi alegría victoriosa que me despertó la lluvia. Y yo pensé “¡yuhu, coche limpio!” y me dormí otra vez.

Este fin de semana Caracol y yo nos hemos dado a todo tipo de comportamientos raros. Por ejemplo, organizamos una exposición de arte contemporáneo en Talavera de la Reina. Allí Caracol expuso la obra de la que más orgulloso está: Collage de matrícula.

El técnico de la ITV que formaba el público miro la matrícula con los ojos entrecerrados, para apreciar su calidad artística, y luego nos dijo que lo consideraría sólo una falta leve, y que al coche no le vendría mal un lavado.

–Ya lloverá –le dije yo. A caracol le concedieron una medalla en la exposición (que dice que ha pasado la ITV y que hasta dentro de un par de años no le toca otra) y nos fuimos.

Luego nos paramos a hacerle una foto a un moral. Lo habíamos visto a la ida, y habíamos acordado los dos que mejor a la vuelta, después de la exposición. Ya se sabe, los nervios del estreno. El caso es que a la vuelta casi se nos pasa, porque el moral está justo al final de una recta bastante hermosa. Lo vimos de pronto, a la vuelta, y Caracol, zas, saltó de la carretera y se aparcó donde no fuese a estorbar las fotos.

Luego, mirando cómo salieron las fotos, vi otra, en cuya mitad se ven las huellas de Caracol saliéndose de la carretera como un salvaje.

Viendo su reciente faceta artística, sospecho que está intentando firmarme las fotos, para denunciarme, algún día, por la autoría.

Me parece una razón lo suficientemente buena como para tenerlo castigado sin lavar durante otro par de años, hasta su siguiente exposición.

1 comentario:

  1. ¿Y no te parece que sobran los dos coches que salen en las fotos?

    Me ha gustado mucho la de la Muchacha, Javi y demás, junto a una fuente.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.