Uno no puede negar su bestia interior, ni reconducirla. Puede fingir, puede disimular, puede taparse los oĆdos y gritar LALALA mientras ese bichejo infecto que llevamos dentro murmura sus consignas y sus deseos, su voz rebotando por los recovecos del subconsciente.
AĆŗn asĆ, podemos intentar ser mejores. Tener la esperanza de que nuestros comportamientos aberrantes sean cosa de costumbre y no de naturaleza esencial, y encomendarnos a la suerte rezĆ”ndole a los dioses en los que creamos (oh, Monstruo de Espagueti Volador, ayĆŗdame a ser mejor).
Pero cuando eso falla sĆ³lo queda resignarse y aceptar que uno es lo que es. Yo soy lo que soy. Yo soy asĆ.
Hoy estĆ”bamos comiendo tan felices los sectarios, descojonĆ”ndonos por la expulsiĆ³n a posteriori de Hamilton del Gran Premio de Australia, comentando el partido de la selecciĆ³n de ayer (los que pudieron verlo, en fin). Y luego ya la conversaciĆ³n ha caĆdo en los terrenos de lo aleatorio y lo casual, como pasa siempre.
Y se hablaba de vacaciones. ¿Te vas en semana santa?... bla bla bla… Pues yo una vez… bli bli bli… Pero como son tan pocos dĆas y me voy lejos… blo blo blo… Hasta que un compaƱero dice:
–Yo antes, cuando mi hijo era pequeƱo, aprovechaba para irme de noche. AsĆ se dormĆa, se le hacĆa el camino mĆ”s corto y no daba la lata.
–Buf –bufa Que No–. Los viajes en coche… nosotros un aƱo nos fuimos a Suiza.
–¿Y dĆ³nde hacĆais noche, por el camino?
Que No le mira, sonriendo, recordando viejas torturas, y explica:
–Que va. En la carretera.
–De Cormac McCarthy –he dicho entonces yo, justo antes de taparme la boca, sentir el terror brotĆ”ndome por dentro y escuchar, muy dentro y tan cerca, la risa maligna de mis demonios interiores.
La Bestia no se ha ido. Tan sĆ³lo, por lo visto, esperaba otro escritor.
(La culpa, por echƔrsela a alguien y no tener que comƩrmela yo con patatas, de Guille, por hablar de Ʃl y despertarme al Bicho)
Bueno, hombre, sustituir a Carmen Laforet por Cormac McCarthy tampoco estĆ” tan mal. Si yo fuera la Laforet me sentirĆa satisfecha.
ResponderEliminar(Y, bien examinado, todo tiene explicaciĆ³n. Le echas sagazmente la culpa a ese link que pones, en cuyas dos primeras lĆneas cualquiera puede leer, y tĆŗ lo habrĆ”s hecho, que "Cormac McCarthy dedica demasiadas pĆ”ginas a no contar nada..."
TĆŗ dirĆ”s lo que quieras, pero ahora, para mandar esto, voy a tener que escribir "caullhe".
AsĆ que ahĆ es donde yace el virus, hmmm.
ResponderEliminarConfirmado el foco del contagio sĆ³lo queda avisar a sanidad para que prohiba el acceso a ese blog si no es con guantes y mascarilla.
O mejor, a la agente Olivia Dunham, hmmm.