De las absurdas fantasĂas del acerbo comĂșn hay una que en mis tiempos me hizo pensar bastante (porque como bien sabes me gusta mucho perder el tiempo pensando en tonterĂas): la de atravesar el espejo, cosa literaria como pocas. Yo miraba el espejo y veĂa el mundo del revĂ©s, izquierda a la derecha y derecha a la izquierda, y pensaba ¿y si se cambiasen los lados, y yo estuviese de aquel?
A priori no serĂa mucho problema. Al principio me pegarĂa unos cuantos trastazos cuando por ejemplo fuese a levantarme por las mañanas del lado de la cama que daba a la pared, o cuando camino del baño en vez de girar hacia la puerta lo hiciese hacia aquel muro con un grabado de gente haciendo carbĂłn que habĂa ahĂ, frente a la puerta del baño. CogerĂa la cuchara y el cuchillo al revĂ©s que todo el mundo, teclear en un ordenador serĂa un jaleo, y leer una tarea algo mĂĄs lenta (aunque no demasiado. Si a fin de cuentas aprendĂ en tres patadas a leer los periĂłdicos al revĂ©s, en el metro, de pie, frente a alguien que lo leĂa normalmente, no serĂa tan novedoso, simplemente la simetrĂa dejarĂa de ser puntual para ser respecto a un eje). A fin de cuentas, pensaba yo, lo mĂĄs raro serĂa que me volverĂa zurdo de manos (y diestro de piernas, al contrario que ahora), y si surgĂa alguna complicaciĂłn grave, como tendencias suicidas a la hora de coger el coche (cuando pensaba esto era muy joven para conducir, pero ya me anticipaba yo audaz al futuro) siempre podrĂa mudarme a Inglaterra y no embestir a los coches en sentido contrario.
Hoy cuando me he levantado y he empuñado de nuevo la corbata he recordado todo aquello cuando, de nuevo, me ha surgido la duda de cĂłmo narices solĂa hacer yo el nudo de la corbata, porque de nuevo he sufrido mi momento de desacomodo, de olvido de la rutina, de procedimiento supuestamente automĂĄtico atascado. Y de pronto he caĂdo: me estaba poniendo la corbata al revĂ©s. Siempre me la pongo dejando colgar la parte grandota, que quedarĂĄ visible, del lado izquierdo, y ayer y hoy al primer intento lo he hecho de manera simĂ©trica, haciĂ©ndolo del lado derecho. Un cambio tan sutil y tan absurdo bastĂł ayer para que me hiciese un pequeño lĂo, mĂĄs conceptual que otra cosa. AsĂ que he rectificado y he sentido cĂłmo los dedos recuperaban de pronto su memoria ritual y flop, flap, alehop, voilĂ , dejaban la corbata puesta y funcionando sin pantalla de error, como todos los dĂas excepto ayer. He sonreĂdo pensando ah simetrĂa, te cacĂ©, y me he venido al trabajo sospechando que a partir de mañana voy a empezar, por quĂ© no, a hacerme la corbata como ayer, del otro lado, por si algĂșn dĂa cruzo algĂșn espejo y, de manera absurda (porque quĂ© mĂĄs darĂĄ) me da por hacerme la corbata como siempre, es decir, del revĂ©s.
¿Pero sigues sin tener ganas de decir "de Carmen Laforet" cada vez que oyes "nada"? Porque si es asĂ has tenido una ganancia no justificada que me hace dudar seriamente de la Justicia.
ResponderEliminar(En la que hasta ahora tenĂa una fe inquebrantable.)
Ah, no, las ganas siguen indemnes, descomunales, feroces. Pero yo resisto. Aunque de vez en cuando comience, refrĂĄnico, a murmurar "quien nada..." y luego me rĂa histĂ©rico por lo bajini, ji ji ji.
ResponderEliminar¡No a los quebrantos!