HAY que andarse con ojo. Como ando en conversaciones con los magnates del porno madrileƱo para ver si me dan su puesto de taquillero en una sala perdida (para poder criar con la Muchacha un gato y una mata de geranios. Que sĆ, que sĆ que lo contĆ©, leƱe), vengo yo a la secta satĆ”nica con algo de mal cuerpo, sintiĆ©ndome, en el fondo, un pequeƱo traidor. Ah, las empresas, quĆ© jodĆas son, como consiguen meternos dentro esos sentimientos, como nos involucran y nos crean lealtades mientras nos pagan lo menos que pueden y nos explotan todo lo que alcanzan (que en mi caso, no me puedo quejar, nunca ha sido mucho, pero en fin).
Para paliar los efectos que en mĆ producen las miradas quisquillosas de mis cosectarios (que no son quisquillosas, claro, porque no sospechan, cosa que naturalmente no le importa un bledo a mi paranoia) he tomado medidas, y asĆ, a pesar de la punta de
AsĆ que todas las maƱanas me planto aquĆ con la gabardina, las gafas, el bigotazo y demĆ”s, y cuando la recepcionista satĆ”nica me saluda diciendo:
–Buenos dĆaaas, Daviiid
Yo le respondo, impostando la voz:
–Me confunde usted con otrrro, frƤulein.
Vale que me mira muy raro, pero esa extraƱeza patente, o tal vez ese “a Ć©ste se le ha terminado de ir del todo el seso” mezclan mal con la quisquisillez miradĆstica y la diluyen. AsĆ que ande yo caliente (claro, con la gabardina cualquiera) etcĆ©tera etcĆ©tera con el refrĆ”n.
Lo Ćŗnico malo es que cuando de camino atravieso algĆŗn parque (que en teorĆa no serĆa necesario, pues ni de casa al metro ni del metro aquĆ hay parques, pero ya lo he dicho mil veces y con esta mil una, Yo Siempre Me Pierdo, y a veces aparecen parques bajo mis pies, ¡quĆ© le voy yo a hacer!) las adolescentes, creyĆ©ndome un exhibicionista, corren hacia mĆ, me hacen corro, gritan “¡queremos carne! ¡queremos carne!” y emiten ruidos guarretes. Pero bien compensa ese sufrimiento diario el salir de casa cada dĆa dejando a la Muchacha en casa, con un cafĆ© en la mesilla, riĆ©ndose de mi aspecto a mandĆbula batiente.
David, majete, que las novelas de espĆas no son justificaciĆ³n. Que parece usted un agente secreto espaƱol (agentes que segĆŗn noticia leĆda no me acuerdo dĆ³nde se caracterizaban por no saber idiomas y leer el marca).
ResponderEliminarEn fin, que fĆjese usted mĆ”s en el tipo James Bond, que vale, que es un macarra y un capullo (sobre todo desde que Daniel Craig ha inyectado esteroides en el pobre 007) pero tiene mĆ”s glamour.
Y que no se sienta usted un traidor con la secta, que seguro que se lo han ganado.
Ćnimo.
Y suerte.
X.
ciertamente, amigo david, HAY que andarse con ojo...
ResponderEliminarXavie, yo de espaƱol nada, y ademƔs yo soy de As, no de Marca, me confunde usted con otro, lo cuƔl prueba que voy por el buen camino.
ResponderEliminarY por decir eso de James Bond te darƩ la tabarra para que veamos la peli el mes que viene, ala.
Y bienvenido a casa y espero que olvides pronto las vacaciones y se te quite el moreno ya mismo, ala.
Martin, que alguien me fustigue, para que el ay estĆ© justificado. ¡En quĆ© estarĆa yo pensando!
No sƩ si se habrƔ dado cuenta, pero el lƔpiz que hay sobre su mesa soy yo.
ResponderEliminarPor lo visto Los Servicios no estƔn muy seguros de su lealtad.
Pues no sĆ© por quĆ© dice eso, seƱor LĆ”piz: yo paso muchĆsimo tiempo en los servicios, como la Muchacha le podrĆ” corroborar. Cada vez que me ve coger un libro e ir silbando hacia el baƱo se despide de mĆ como si me fuese a currar al extranjero.
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