Es 15 de septiembre. Hoy es el día grande de las fiestas de mi pueblo, y mientras yo estoy aquí, en la ciudad, supuestamente trabajando (y más o menos, trabajando, también sin el supuestamente). Pensarlo resulta un tanto extraño, porque yo, por estas fechas, suelo estar siempre allí. A estas horas estaría por el primer o segundo sueño. Me levantaría a eso de las 3 y media de la tarde, con el tiempo justo para comer, bostezar un par de veces, tomarme un café e irme a tomar cervezas, o una primera copita, o participar en una barbacoa, o algo. Y luego la cena, la música, la risa, la anécdota de la noche, y a dormir por la mañana. La sensación que siento al recordar algo que he hecho tantas veces y que ahora mismo sería lo más natural es un poco una sensación de desadherencia, de despego. Un poco como un post-it arrancado.
Pero todo esto por lo visto le vuelve a uno más propenso a la filosofía que a la melancolía. Aunque esta filosofía también muestra hoy una querencia natural por la gama media del gris, porque cuando ve una oportunidad para la alegría también refunfuña: esta mañana, en el metro, he visto una bonita melena prendida de la cabeza de una mujer (una bonita cabellera, el tipo de pelo que uno querría ver en un anuncio de champú, en lugar de todas esas masas capilares ondeantes que fulguran embebidas de química y de Photoshop), y apenas me ha dado tiempo a pensar “¡oh, qué boni...!” cuando la vocecita interior que todo lo protesta ha saltado diciendo “recuerda siempre que el pelo, como la capa superficial de la piel, son células muertas, y que la belleza, muchas veces, resulta así una forma refinada de necrofilia”.
Así que he adoptado un gesto un tanto patibulario, me he dado un instante a la contemplación necrófila de lo bello, y luego me he puesto a leer las tribulaciones de Nick Hornby como fan impenitente del Arsenal.
Pues a mí me gustaría que explicases porque un personaje tan tranquilino como tú, escucha death metal... no sé por qué digo esto que nada tiene que ver con nada...
ResponderEliminarNo sé. Voy a pensar... hmmm hmm hm
Pero a lo mejor así, te dejan grabar un cd con 350 cancioncillas para el próximo Madrid-Pueblo y no miras a nadie con aire de desesperación en las últimas curvas, cuando de pronto, aparece enclavadito bajo la tarde cayendo, tal y donde lo dejaste, con sus pequeñas callecitas, el lugar ese del que no te importa irte, porque sabes que siempre puedes regresar
es una suerte
yo no sé a dónde regresaría
supongo que a alguien más bien
¡casa!
anda, si el día grande de tu pueblo y el mío coinciden...
ResponderEliminarviva méxico!!!!
lalalalaaa
¡El día del grito!
ResponderEliminarLaralí, laló...
Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplnado
cómo se pasa la vida
como se viene la muerte
tan callando
aunque la muerte en una hermosa melena está requetebién, ¿no?
Tranquilo rey, solo te perdiste a un cura diciendo que los niños crecen en tres dimensiones para concluir que seguimos dejando que los jubilados vivan, lo que desató una inmensa risa de Mª Angeles (del tipo Wilson pero en mujer)que rompio el respetuoso silencio del personal... ya sabes, de esas anécdotas que cuentas que echábamos de menos contarte al son de la vieja molienda.
ResponderEliminarPero alguien tenía que volver a levantar el país ;D
;*
Ya ni te acordarás pero hace 3 ó 4 siglos me grabaste un CD ¿vale? tardaste tannnto en dármelo y yo tannnto en oírlo que cuando te pregunté que quienes eran no tenías ni repajolera idea... y por fin, este sábado (no preguntes cómo ni porqué) lo he descubierto:
ResponderEliminar"El gitano, la trompeta y la cabra"
Mae mía. jujuju
PD: al hilo del post te diré que me gusta mucho la palabra refunfuña y la palabra impenitente ;P
Aroa, felicita a México de mi parte. Y no me atribuyas mucho sentimiento patrio: yo, puestos a volver, también prefiero volver hacia alguien y no hacia algo. Las personas dan para más que los sitios. Sobre todo esa personita, ji.
ResponderEliminarNán, hay muertes y luego hay muertes, sí. Y te imaginaré cantando a voz en grito.
Vero, mira, casi mejor no haberlo visto, lo que me faltaba para hacer más difícil soportar las creencias de los demás, un cura gilipollas.
Y levantar un país... quita, quita. Con lo que debe pesar.
Pip, ya no me acordaré, pero aún me acordaba :P
Y son dos palabras estupendas, sí. ¡Y fueron mías, por un instante!