13.3.08

7.948.800 segundos más tarde

Como nuestros cerebros son, entre otras cosas, mecanismos que miden el paso del tiempo al ser conscientes de él, algo dentro de nosotros siente a veces el impulso irrefrenable de ponerle marquitas a ese fluir imparable, e ir acotando plazos. Y por eso nos gusta celebrar bodas de oro, bodas de plata, cumpleaños y aniversarios. Aunque si uno lo piensa bien sea un tanto absurdo celebrar que, digamos, el planeta que pisa ha dado una vuelta completa más en torno al sol desde que nació. Es estupendo que alguien quiera regalos, tarta, velitas y felicitaciones, pero ¿qué tiene de particular completar un giro, si el planeta ni siquiera ha vuelto a su posición de hace un año, porque el sol va lanzado como un loco en su trayectoria por la galaxia?

Pero nos da igual, nosotros quitamos páginas de los calendarios. Contamos años y meses como quien mira un cuentakilómetros, olvidando las más de las veces que hay meses y meses, que no es lo mismo un mayo con sus 31 días que un septiembre con sus 30, y que estos a su vez son distintos al febrero de este año, de 29 días, que a su vez no se parece a tantos otros febreros de 28 días. Pero hey, si decimos que han pasado tantos meses, han pasado tantos meses más o menos, y no pensamos mucho en ello.

Y cuando esto nos pone nerviosos empezamos a tirar de los años, que se suponen más robustos, aunque los bisiestos anden ahí tocando las narices: Un año es un año y duran lo que duran, nos consolamos, mientras contamos los días que faltan para un cumpleaños o un día del padre: Vale, vale, o es bisiesto, o no lo es, y más o menos sabemos reconocerlos, sabiendo que los años que son múltiplos de 4 son bisiestos excepto cuando son divisibles por 100, en cuyo caso no son bisiestos a no ser que, como pasó en el 2000, sí sean múltiplos de 1000, pero como esto pasa muy de cuando en cuando (cada 100 años como poco) podemos despreocuparnos.

¿O no?

Pregúntale a un astrónomo (o a la Wikipedia). Está clarísimo una vez uno especifica si está considerando años sidéreos, años tropicales, años anomalísticos, años galácticos, años platónicos, años de eclipse. O no tan claro, pero al menos, con tanta distinción, uno debería pensar que eso que llamamos “año” tiene cierta tibieza por sí mismo. Cómo no la van a tener, si al fin y al cabo se cuentan en días (¿siderales? ¿solares medios?).

Pero nos da igual, nos gusta celebrar, nos gusta celebrar nuestras victorias triviales contra el tiempo, y sobre  todo, y este al menos suele ser mi caso, nos gusta recordar algo que pasó y rendirle un homenaje. Que el motivo sea algo tan vacuo como que hayan pasado N periodos de tiempo es, al fin, lo de menos.

Y por eso, por gruñón que sea uno, se pone tan contento cuando queda con la Muchacha para cenar porque se cumplen 7.948.800 segundos desde el momento en el que nos conocimos. En corto, tres meses ya. Un cuartito de año. Una estación. Un tiempo asombrosamente corto para cambiarle a uno la vida, que ha pasado increíblemente deprisa.

Y precisamente por celebrar los casi ocho millones de segundos pasados y lo que se avista en el futuro, ayer fuimos a cenar al primer sitio al que fuimos a cenar, hace tanta vida y tan poco tiempo. Como era miércoles Madrid estaba tranquilo. Sonaban tangos, para inmensa alegría de la Muchacha. El cocinero, un tipo genial que en salvapantallas del ordenador de las reservas aparece entre sartenes llameantes con cara de loco, no paraba de pasarse por nuestra mesa y decir “¿qué, todo horrible, no? Un asco, ¿verdad?” Nos zampamos unas setas (en honor a algo que no debo contar), un trozo del cadáver del pato lucas, la obligatoria pasta rellena de pera y dos montañas con nombres y sabores de postres. Y entre copa de vino y copa de vino nos asignamos dos nombres nuevos que-tampoco-debo-contar, planificamos delitos, planeamos fugas, propusimos vacaciones, y fue una noche estupenda.

Pero desde ya aviso que yo el 5 de abril quiero otro homenaje, porque se cumplirán 10.000.000 segundos.

4 comentarios:

  1. pasta rellena de pera....santo dios...a eso me dispongo yo esta noche que ya lo hecho de menos!
    Y yo me quedo con el camarero, aunque el cocinero sea más salao... pero es que el camarero....santo dios!
    Enhorabuena pues ;*
    (es verdad, cuanto pastel, cuanto pastel XD)

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  2. cocinero..!!
    dónde va a parar amiga ... le decía yo a uno con el que una vez fui a ese restaurante donde ponen pera elaborada en saquitos ... que me pedía uno tamaño pequeño, tipo gnomo, para ponerlo sentadito encima de la campana de la cocina, es un tipo adorabilísimo.

    Qué cosas.
    Y cómo pasa el tiempo.

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  3. Que va nena!!
    Fíjate bien en el camarero que a pesar de su pinta de modernillo malote de la muerte conserva cierto morbo! :D
    que gran restaurante en cualquier caso (para un sitio que descrubro y os gusta :P)!

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.