19.2.07

ráfagas


En el apartado de noticias; hace un tiempo que renuncié, definitivamente, a las mayúsculas en los títulos de este blog, salvo para nombres propios, que no sé si habrá alguno. Ídem con el fotoblog. Me gustan las minúsculas. No tengo problemas con poner mayúsculas al principio de las frases, pero cuando van unas pocas palabras solas, me gustan las minúsculas. Las mayúsculas me dan la impresión de desequilibrar el texto, de inclinarlo hacia babor.

En el apartado del estádo de ánimo; supongo que pasa en todas las cabezas, pero como sólo conozco la mía no me atrevo a generalizar. Pienso a varios niveles. Está lo que pienso aposta, que ocupa varias capas, ese flujo de datos, de información, de sensaciones y de lógica que fluye empujada por la voluntad o producida por el medio inmediato exigiendo atención. Ejemplos: Tengo que apuntar lo del consumo del gas, tengo que recordar hacer sitio en el disco duro, tengo que apartarme para que no me atropelle esa furgoneta, mira qué chica más guapa, etc. Luego están los otros niveles, los que van revolviendo y recociendo cosas y de vez en cuando sacan un cucharón de producto refinado no siempre al gusto de la consciencia. Esas capas están muy atareadas, y se entretienen, ahora, repasando estos últimos hechos, presentándome visiones apocalípticas que me encantaría poder ahorrarme. La curiosidad se infiltra con un martillo prestado a la lógica y produce deducciones, tal cosa debió ser así, tuvo que hacer esto para, probablemente entre tal y tal pasase aquello. Es como cuando estás en casa de alguien que está viendo una película que no quieres ver, y tú te entretienes leyendo o pensando en cualquier cosa o haciendo lo que sea y aún así a veces tu atención se empapa en la película. No es una película nada agradable.

En el apartado de terapias; al salir del trabajo llovía, hecho simpático número uno. Se agradecen los gestos celestiales de tristeza, y más aún si son gestos que siempre me han sentado como una medicina, un limpiador, el agua bendita de los cristianos encerrada en cada gota de agua. Yo no tenía ninguna prisa por llegar a casa, así que el metro también me ha hecho un favor averiándose. Haz un transbordo, haz otro, corretea, trepa escaleras, coge un autobús y contempla como se satura, como en cada parada se forman motines entre los pasajeros que pretenden bajar y los que, hacinados en las marquesinas, aspiran a tomar un sitio al asalto. Y entre parada y parada correr como locos mientras las capas manejables de la mente se entretienen pensando en el peso de tanta humanidad y en lo que eso debe suponer para los reflejos a la hora de acelerar y sobre todo de frenar sobre asfalto mojado el maltrecho autobús. Como había montado en la primera parada, mientras leía, otra forma de terapia, y confiaba al azar la selección de canciones del iPod. Porque el azar es el amo y es bueno querer a quien se te impone quieras o no. Así que me ha premiado con The Decemberists, Sólstafir, Primordial, Neutral Milk Hotel, Lúnasa, Nevermore, Oceansize, Muse, The Shins, Moonsorrow, The Old Dead Tree e Isis, que recuerde a bote pronto.

En el apartado de la pura lucha por la supervivencia; la cosa pinta fatal. Tengo que mandar dos cartas y ya no tengo ni que darme a la impotencia motriz para no enviarlas, es que directamente las he olvidado en casa. Así que mañana tocará mantener una lucha tipo "tengo que hacerlo" / "no puedo" / "por qué no puedo" / "no lo sé, pero es imposible" / "no es imposible, es levantarse, moverse y decir cuatro gilipolleces" / "qué titánico todo" / "muévete" / "no puedo" y a partir de ahí repetir las dos últimas cosas. Si alguien tiene un látigo que me mande un currículum, necesito que alguien me motive. Como puestos a recibir azotes la cosa puede ser peor o mejor, adjuntar foto, y se valorará apariencia personal, simpatía y carácter mordaz.

En el apartado fotográfico; la semana va a ser siniestra. Ganas de hacer fotos = 0. Así que igual una tarde me voy al cine a ver la de Clint Eastwood, que el cine siempre anima. Y una reflexión de hoy, a la vista de una escena increíblemente hermosa, con gotas de luz azules y amarillas salpicando una marquesina y una muchacha guapa encuadrada en la ventana de un autobús; lo peor de la fotografía es ver una escena preciosa y saber que, por encuadre, por luz y por falta de reflejos va a ser imposible sacarle una foto. Y entonces llega el placer egoísta de aceptar la escena como algo exclusivo para disfrute privado. No consuela mucho, porque al fin y al cabo fotografiar es intentar acaparar ese tipo de cosas, pero al menos alguien ha visto esa escena.

En el apartado literario; sudo sangre intentando recordar el gran fallo que Elena me dijo tener la noche del viernes. Pero el cansancio me comía la memoria y no consigo recordar nada excepto la impresión de que no deja de ser bonito que alguien siga esperando que yo, algún día, intente escribir algo, e intente ayudarme a que llegado ese día me ahorre alguno de los errores de ahora.

En el apartado físico; mi cuerpo ha desarrollado un nuevo método para recomendarme que duerma más, los dolores de espalda. A ver si esta noche consigo hacerle caso sin que la parte sombría de mi cabeza me monte su película y sin que la parte apática se empeñe en decir que sin nadie que blanda un látigo va a ser demasiado difícil.

7 comentarios:

  1. un látigo??? jajjajaa te parece poco látigo el dolor de espalda?? como me dice ami mi madre: tanto no te dolerá cuando no te acuestas :P

    ResponderEliminar
  2. Si no es por el dolor. Ten en cuenta que yo soy todo un hombretón castellano y por lo tanto considero de muy mal gusto hacerle caso al dolor, así que lo ignoro sistemáticamente sin problemas debido a mi inmensa, aunque ya un tanto decadente, condición física.

    Por eso es mejor el látigo. No por el dolor en sí, sino porque los látigos, cuando sus puntas rompen la barrera del sonido, hacen ese restallido tan clásico pero tan curioso que uno asocia con los circos y las pelis de Indiana Jones, y motiva para moverse.

    ResponderEliminar
  3. Cómo me suena eso de /"muévete"/"no puedo"/ y si encima es cuestión de enviar cartas... ni te cuento. Pero yo paso de látigos, prefiero alguien que de vez en cuando me diga: "ánimo hamor" ^^

    ResponderEliminar
  4. Obviamente yo vi En busca del Arca Perdida con más pasión que tú v_v

    Esto también explicaría por qué las mozas que me gustan suelen darse un aire a Marion Ravenwood, hmmm.

    ResponderEliminar
  5. yo coincido con pipilota en lo poco motivador del látigo en mi caso. y parece una epidemia o una mutación genética lo de las cartas. yo sólo envío cosas si hay que apretar botones (eso incluye sms y mail, creo) pero lo de los sellos... pufff q pereza!!

    ResponderEliminar
  6. Como diría mi prima la Telnorso: ¡Vaya vomitona!

    Un verdadero placer seguirte, de verdad. Tus ráfagas y mis ráfagas quizás no tengan mucho en común, pero, igualmente, me siento reflejada. Eso sí, después de leer el apartado de Terapias, voy a tener que plantearme, muy seriamente, lo mal que me tomo yo el tema metro. Sí, sí, sí .... lo tuyo parece mucho más sano, de verdad de la buena.

    Insisto, un placer.

    ResponderEliminar
  7. ¿Sano? No sé yo. Me pongo malísimo en cuanto llega la primavera y cunden los escotes.

    Pero es un dolor dulce.

    Respecto a las ráfagas, me alegro de que no tengan mucho que ver. Esas eran bastante chunguillas ellas.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.