21.2.07

ese grito

Si nos ponemos a preguntar por los gritos legendarios de la historia del cine (soy un ignorante, no esperarías que fuese a ponerme a hablar de pintura ¿verdad?) saldrían unos cuantos; yo por ejemplo diría el del Mayor Kong según cabalga los cielos de Kodlosk a lomos de una bomba nuclear en caída libre, ese de Marion Crane en la ducha de su habitación del Hostal Bates, y el alarido reivindicatorio de alarma antiaérea de Tarzán. Tal vez tú pensases en otros, cada cuál es cada cuál. Pero de lo que estoy casi seguro es de que nadie que conozco aludiría a un tal Wilhelm.

Ya sabíamos que los editores de sonido de las películas las arreglan para que las cosas suenen como deben sonar; por eso los disparos en una película son distintos de película a película aunque la pistola sea la misma (y ya que estamos, una confesión friqui; la pistola que mejor suena, para mí, es el revolver de Indiana Jones, seguido más o menos cerca por el del sargento Jack Cates), por eso las cosas de las películas suenan así de bien, que luego sale uno del cine y se avergüenza del ruido del motor de los coches, del zumbar de los teléfonos (a día de hoy aún más, con esto de los mp3), del rugir del viento y, bueno, de todo. Y resulta que hay una serie de sonidos que van circulando de un lado para otro, de unos archivos a otros, y se sacan copias y se utilizan y se reutilizan en un lado y en otro. Por eso los látigos suenan siempre como suenan, los derrapes son cosas características, los cristales se rompen sonando de formas parecidas y casi todos los westerns de cierto intervalo temporal comparten el cincuenta por ciento de la banda sonora que forman los tiros, los zumbidos de las balas perdidas, los estallidos metálicos cuando tropiezan con alguna roca y el ruidito del viento, siempre necesario, con la consiguiente bola de brezo o lo que coño fuese aquello para dar ese tinte de desolación que tan cachondos ponía a los directores de fotografía, miembros todos de la misma secta.

Por enlazar temas con temas, bien podríamos llamar a estos efectos de sonido memes, y definir su fuerza como la capacidad para aparecer en diversas películas. Entonces, el grito de Wilhelm sería el puto amo, que desde que apareció en 1951 ha sido utilizado hasta la fecha en, atención que se dice pronto, más de ciento cincuenta películas, por no hablar de series de televisión y videojuegos.

La primera, la que lo vio nacer, fue Tambores Lejanos, de Raoul Walsh. En una escena el capitán Quincy Wyatt (Gary Cooper) vadea los pantanos de Florida con un grupito de
soldados, a la caza del indio, cuando un cocodrilo ve pasar a uno de los soldados, piensa que un tentempié entre horas no le quitará el hambre para la cena y zas, se come al militar. Grabaron la escena, y luego fueron a meterle el sonido en el estudio de grabación. Esas cosas funcionan así, alguien se planta delante del micrófono, los técnicos le dicen "venga, un cocodrilo te pega un bocado y gritas, dale", y el hombre grita y su grito queda grabado. Así que llegó un tal Sheb Wooley, a ganarse unos duros extra, y de una sentada grabó seis alaridos, y decidieron usar la quinta versión para el soldado del cocodrilo pero, ya puestos y como el dolor es el dolor, la reutilizaron, junto con la cuarta y la sexta, para amenizar las caídas de unos cuantos indios disparados que salían antes en la peli. Terminaron de rodar esta, y la grabación quedó en los archivos de la Warner Bros. Así que cuando los técnicos de sonido iban buscando a un tipo gritar de dolor, se pasaban por el archivo y a veces utilizaban ese. Comenzó a utilizarse tanto que por ejemplo en 1954, en Ha nacido una estrella, de George Cukor, aparece no sólo como efecto de sonido de la película en sí, sino como efecto de segundo grado, mientras en una escena de la película sale un cine en el que se está proyectando otra película donde suena ese grito (La carga de los jinetes indios).

Pero un grito es un grito y nadie se dio cuenta de la proliferación del mismo hasta que llegaron los dichosos años setenta y apareció esa nueva clase social que desde entonces bendice la tierra; un friqui, de nombre Ben Burtt, que tenía algo que ver con el cine, como estudiante o como futuro ingeniero de sonido, no lo tengo muy claro. El caso es que después de ir al cine a ver montones de películas el chico, que tenía buen oído, se dio cuenta de que un mismo grito aparecía por todas partes. Y cuando tiempo más tarde lo contrataron para una película que se llamaba Star Wars, el chico se paseó por los archivos de varios estudios de cine, con su lista de ruiditos que tenían que usar, buscando algo que pegase para cada uno. Y topó con el original de Tambores lejanos, al que bautizó como Wilhelm, porque ese era el nombre del personaje que lo profería en La carga de los jinetes indios. El muchacho convirtió ese grito en su fetiche, y comenzó a utilizarlo por todas partes; a lo largo y ancho de todo Star Wars, en la saga de Indiana Jones, en Willow... primero sus amigos y compañeros y luego los amigos y compañeros de estos le cogieron el gusto a la broma. A día de hoy ilustres friquis como Tarantino (que se enteró de la historia durante la mezcla de Reservoir Dogs, imagino que por su director de sonido, e hizo para el trabajo para ir a ver Tambores lejanos) o Peter Jackson (que se enteró de igual forma durante Las Dos Torres y decidió incluir el grito en esa película y en El Retorno del Rey) lo han incorporado a su arsenal de recursos a incluir en cualquier película (inevitablemente sale en King Kong, y apostaría mi vida a que saldrá en las siguientes películas de los dos).

La lista de películas que lo utilizan es larga de narices, y tiene títulos que todos hemos visto; todos hemos escuchado ese grito, que forma ya parte de nuestro legado cultural, aunque no lo sepamos, que se perpetúa de ingeniero de sonido a ingeniero de sonido según lo van descubriendo. Y los nuevos lo abrazan con fe y pasión, y se dedican a colocarlo por todas partes. Aunque los viejos puedan terminar hasta las narices, o renegar de él, o lo que pasase por la cabeza de Ben Burtt cuando terminó su trabajo en la última película de Star Wars y, fichando por Pixar, anunció formalmente que no piensa volver a utilizar ese grito nunca más. Qué pena, ¿verdad?, después de una relación tan larga. ¿Existe el desamor con un sonido? ¿Puede uno desenamorarse de un grito grabado hace más de 50 años?

edit: Dice Pip que no cae en cuál puede ser, error imperdonable por mi parte no especificarlo, con lo fácil que es; el grito en cuestión es este.

6 comentarios:

  1. Me has dejado talmente intrigada con ese grito tan famoso... no caigo yo en cual puede ser, pero te voy a enseñar el grito de La Bestia Yuccaflats.. ¡¡¡ es mi grito más favorito!!!
    No sé si alguna vez me desenamoraré de él, pero a mí lleva dándome alegrias desde hace 4 años ya, humm cómo pasa el tiempo

    http://www.badmovies.org/multimedia/movies6/yuccaflats1.mpg

    Escuche, escuche usted :D

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  2. ¡Qué despiste, si no puse el link al grito en cuestión!

    Ya está, al final del post. Ala, escucha y reconoce.

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  3. ^^ Gracias, peroooo .. ese gritito me resulta anodino comparado con el de mi maravillousa Bestia :P

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  4. Pero el de tu maravillosa bestia no aparece en ciento ochenta películas. Yo no he dicho que el grito me parezca un buen o mal grito, ni importa, lo maravilloso es que está por todas partes.

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  5. Qué sí, qué es verdad. Ya sabes que a partir de ahora no pararé hasta encontrar "ese grito"
    Otra cosa que no he dicho y de la que tú tienes culpa es la de imaginarme al menganito autor del grito de Yuccaflast en un estudio º·º

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  6. ¿Se ha puesto todo el mundo de acuerdo o qué? Joder, ésta debe ser como la 5ª o la 6ª mención al grito Wilhem que he visto durante este último mes en blogs y/o foros (y eso que sólo leo 5 o 6 blogs y/o foros).

    Como no todo va a ser criticar, haré algo provechoso y elevaré el nivel de originalidad de esta entrada con un dato que (alomojó) no ha sido publicado en ningún otro sitio (durante el último mes):

    Islandia tiene el parlamento activo más antiguo del mundo, el Alþingi, creado en el año 930

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.