11.2.07

ciervos, corzos y... uh, hienas


Tengo que destrozarle el título a aquella canción legendaria de La Polla Records para hacer en de esta entrada, pero bueno.

Antes de ir al tema de hoy, una nota sobre el fin de semana: Ha sido un fracaso total. La idea era secuestrar a J, alias muchas cosas, para obligarle a que reabriese su blog mediante torturas diversas que hubiésemos improvisado alegremente, pero como el muy capullo es un solete luego no dan ganas de torturarle (a no ser que provocarle una intoxicación etílica, hacerle pasar algo de hambre y ver la peli que mencionaré en un par de líneas cuente) y no hay nada que hacer por las malas. Y otra nota, qué graciosos me parecen los acentos del sur, que si malagueños y que si murcianos, y qué grande es el cine epañol y qué joyitas tiene aquí el amigo Perro (nos hizo ver Supersonic Man, na más y na menos, película merecedora de un gloriosísimo 2'5 sobre 10 en imdb).

A lo que iba, a la divulgación a tu enriquecimiento mental, que para algo me pagan tus padres. Bueno, como ya he mencionado en alguna ocasión que otra, yo me enorgullezco de ser uno de los pocos hintelectuales hespañoles que huye de los documentales como de la peste, no porque no me interesen los usos y costumbres del ciervo aragonés, el corzo avulense o el, uh, jilguero astur, sino porque suelo preferir emplear mi tiempo en cosas más placenteras y agradables como leer y releer libros, masturbarme pensando en que Shakira me rompe la pelvis a polvos, tomar cafés con amigas que fingen fatal no ser estupendas o escuchar música mientras miro al techo e intento adivinar el tempo de grupos musicales de esos que se empeñan en ocultarlo detrás de ritmos que suponen todo un reto desde el punto de vista matemático del asunto. Pero en fin, mea culpa, hace unos días vi uno, yo pecador, y trataba sobre los usos y costumbres de las hienas, o de una hiena, o de un grupo de, digamos, cuatro hienas.

Antes de nada, aclaremos. Las hienas, al igual que mis queridos cuervos, tienen muy mala prensa, como por otra parte suele ser habitual en animales carroñeros (como si el homo sapiens no hubiese sobrevivido en sus primeros tiempos precisamente como carroñero, y como si lo de comer carne muerta no fuese lo que al fin y al cabo terminamos haciendo, por mucho que en vez de plantearnos un menú a base de cebra destripada hace tres días nos demos a los filetes envueltos en plástiquillos del Carrefour), y en fin, un montón de connotaciones negativas; si comparas a alguien con una hiena suele ser o porque se ríe de forma divertida/desquiciante o porque es más pequeño que tú, poco dado a liarse a bofetas, poco fino de oído, o se encuentra lejos. Pero resulta que hay hienas que van por la vida muy decentemente y, después de ver aquel documental creo poder decir que viviendo con sus principios y con sus historias de una forma que yo, si fuese hiena, imitaría como modelo a seguir. Hay hienas majas, vaya.

Y hay otras que no lo son tanto.

El documental estaba protagonizado por una hiena de cada tipo, y se centraba en la vida y actos de la hiena del segundo tipo, a la que llamaré Flint, no sé por qué, mientras que a la primera la voy a llamar Bea, tampoco sé por qué, y venía a ser una especie de culebrón versión National Geographic. Resulta que las hienas son filosóficamente monógamas aunque algunas de ellas, como nos pasa a los humanos, sabían distinguir de forma muy práctica entre la filosofía y el día a día. Ahora que lo pienso tal vez no fuesen hienas (no vi el principio y no hacía mucho caso a la voz en off, la verdad: Parecían hienas, en cualquier caso)... bueno, sigo. El caso es que Flint estaba felizmente emparejado con una hiena (o el bicho peludo que fuese) muy maja y lustrosa (a la que bautizo como Impi), pero como la sabana africana o lo que fuese aquello debe ser un lugar un poco aburrido si uno no dispone de un rifle con mira telescópica, un jeep y un gorro de explorador, un día conoció a Bea, la hiena filósofa, al borde de un charco marroncísimo al que fue a beber, y desde entonces comenzó a frecuentar la charca para tontear un rato con la buena de Bea. Imposible saber qué se decían con ese lenguaje que es una mezcla de gañidos, ladridos raros y expresión corporal que usan las hienas (o lo que sean), pero vamos, que uno se hacía una idea. Viendo el esquema mental de Bea, diría cosas como que si Imp no me hace caso, que si yo tengo otras inquietudes, que si bla bla bla. Vamos, preparando el camino por si se daba la ocasión de dibujarle unos bonitos cuernos a Impi y pasar un rato divertido, aunque luego siempre terminaba volviendo con la pobre Impi, que no se olía nada de nada a pesar del fino olfato que deben tener esos bichos. Total, que fue pasando el tiempo y Flint comenzó a darle la lata a Bea en otro sentido. Iban por ahí de caza (o sea, a buscar cuerpos putrefactos que aún pudiesen mordisquearse), y en fin, como si fuesen coleguitas de mini-manada, mucha confianza mutua y tal, hasta que Flint se volvía como cada puesta de sol al risco donde solía esperarlo Impi.

Total, que así iban las cosas, una historia predecible y convencional, hasta que apareció Bluf en escena. Bluf era otra hiena hembra, que hacía su vida con Urtu, otra hiena macho. Y un poco de olisqueo y un poco de revolotear uno alrededor del otro, y Flint y Bluf comenzaron un romance que aunque por el clima en el que se desenvolvía merece el calificativo de tórrido (ese sol tenía pinta de calentar lo suyo) lo desmerece totalmente por lo capullo que a esas alturas comenzó a parecer el imbécil del Flint. Porque seguía yendo a la charca de la buena de Bea, que no se olía con qué elemento compartía el agua, barro o lo que fuese aquello, a pesar de que este la utilizaba salvajemente para matar el rato cuando no estaba por ahí de vacaciones con Impi (y me imagino a un par de hienas yendo a la playa, bañándose al solete, pidiendo daikiris en la terraza de un hotel) y Bluf no estaba por ahí perdida con Urtu (y me los imagino, no sé, recorriendo ciudades europeas, admirando arquitecturas decimonónicas y dando paseos en barcos turísticos por canales fluviales. Aunque esto no salía en el documental, pero qué asco daría la vida si uno no pudiese tomarse licencias literarias en su propio blog). A pesar de ello, la tal Bea pareció cogerle un cierto cariño a Flint.

Bluf tenía pinta de ser algo estúpida, visto lo visto, pues parecía estar pensando muy seriamente en la forma de abandonar a Urdu y liarse con un pieza como Flint, y para ello recurrió otra vez a una estrategia la mar de humana; tirar de victimismo. Se daba mordisquitos, se revolcaba por el suelo antes de encontrarse con Flint, y luego adoptaba esa actitud que los humanos hemos copiado otros cánidos (si es que las hienas, o lo que coño fuese eso, son cánidos) y sublimado, o sea, se presentaba como la perra apaleada. Huidiza, frágil, buscando despertar el paternalismo de Flint, que al fin y al cabo lo único que parecía querer era seguir tirándosela. Pero claro, una cosa es el rollito fiestas, aquí te pillo aquí te mato y todos tan contentos, y otra el chantaje emocional, y el documental comenzó a vagar por esos clichés culturales, si aquí mi agente me deja usar la palabra "culturales" sin sacarme los ojos (¡ten piedad!). Total, que Flint se convirtió en una hiena atribulada. Su relación con Impi hacía aguas, aunque claro, le daba ciertas comodidades a las que el bicho no parecía querer renunciar, que la estabilidad siempre está bien tenerla en casa, y Bluf se empeñaba en reclamarle protagonismo actuando de una forma que incluso a pesar del desconocimiento de los patrones de comportamiento que sufro yo viendo las cosas desde un sofá frente a un televisor parecían bastante patéticas y rastreras. Y mientras ahí estaba la buena de Bea, la comparsa de chaca, a quien Bluf iba a buscar siempre que tenía un rato.

Y ¿qué pasó? Pues que Flint pasó un tiempo sin verle la pelambrera a Bluf, que andaba por ahí de reconciliación o lo que fuese con su legítimo, y por lo tanto frecuentando bastante a Bea, y luego esa reconciliación de Bluf terminó, volvió a liarse con Flint, y este abandonó un tiempo a la charca y a Bea.

Y un día volvió, buscando contar sus peripecias, buscando el público de sus azañas, buscando seguir teniendo a Bea en la recámara por si le encontraba un lugar en su tinglado sentimental de esposa y amante, ¿y qué hizo Bea? Pues topamos otra vez con el batacazo inter-especies, para mí es imposible saber qué significan exactamente los actos de las hienas, así que tengo que asumir que igual es otra cosa que no entendí, pero aquello tuvo toda la pinta de ser algo así como que Bea le dijo a Flint que se fuese a tomar por el culo y que ella no estaba ahí para aguantarle las monsergas a nadie. Y yo, en mi sofá, me puse a aplaudir.

Pero luego pasó algo más. Bea se fue de la charca, y en vez de sentirse orgullosa, que es como yo creo que debería estar, iba caminando despacito, con las orejas gachas y mirando alrededor, como buscando algo, como sintiéndose perdida.

Me dieron ganas de ser hiena y de estar ahí.

Me dieron ganas de poder hablar con ella, y de decirle "eh, si yo fuese una hiena de verdad, yo querría que alguien como tú criase a mis cachorrillos". De decirle que no tenga miedo, que encontrará a una de esas hienas que, como ella misma, contradicen todo lo peyorativo que tiene su nombre, una hiena que, como ella, merezca la pena.

Me dieron ganas de abrazar a aquella hiena, y de dedicarle esta canción,

6 comentarios:

  1. Aunque no lo creas a veces dejo que la gente utilice la palabra "cultura" y todos sus familiares sin ponerme histérica (que no es lo que haces tu con el lenguaje "tipo matemático", te recuerdo :P)
    Lo de que has puesto haches de más lo entiendo pero ¿y las de menos? ¿lo haces por costumbre?
    ¿quieres ser hiena? porque después de cierto juego hasta donde yo habia oido creo que querias ser...ups, no lo recuerdo :S...pero hiena no me suena eh?

    ResponderEliminar
  2. Ups, ¿qué hache de menos? :S

    Y lo del lenguaje matemático es distinto. Quien lo use pretende ser riguroso, así que se le puede dar una paliza rigurosa si lo hace mal. Con la cultura, en cambio, como es una cuestión de vaguedades y de definiciones nada rigurosas, hay carta blanca :)

    Y era hipopótamo, lo que según el test de Rebe yo quería ser. Pero una hiena como esa le hace a uno replantearse esas cosas, de verdad, tendrías que haberla visto.

    ResponderEliminar
  3. me parto con el culebrón hienil y las vacaciones en ciudades europeas y todo este post tan delirante...

    y eso de que es distinto el lenguaje matemático y lo "curturá" me suena a la ley del embudo... a lo mejor decir que miró es cubista es tan inexacto como llamar teoría a lo que sólo es una hipótesis... Desde la vaguedad cultural te lo comento...

    ResponderEliminar
  4. Gracias por lo de delirante ^_^

    En fin, fascinantes las hienas, sí.

    Mujer, no me hagas mucho caso cuando doy la lata con la cultura. Nunca que lo hago soy estrictamente sincero al respecto, y suelo ponerme cafre para sacar de quicio aquí a mi agente, que es antropóloga de pro.

    Y de paso tocarla las narices como venganza por esas discusiones a gritos que hemos tenido al respecto del tema de la cultura, para pasmo de algún que otro taxista.

    ResponderEliminar
  5. Qué bien me lo he pasado leyendo este post, deberías ver más documentales y contárnoslos aluego.
    Ya he leído que sueles tener mejores cosas que hacer, pero por pedir :"/

    Al principio iba a decir que no me gustan las hienas desde que vi "Los dioses deben estar locos" pero ahora ya, no sé que pensar.

    ResponderEliminar
  6. Pa la próxima vez, sos hago un pase con la de Mazinger, que me dio cosica ponerosla tan de seguido.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.