29.12.06

Le Tissier, o cómo amar el fútbol

Ya, ya sé que entre la gente que lee esto el fútbol es algo bastante poco popular, porque es un deporte de masas atocinadas y borreguiles, porque mueve y malgasta montañas de dinero que bien podrían servir para algo útil, porque en el orden actual de las cosas es la nueva religión de la masa, porque ha dejado de ser un juego para ser un negocio.

A pesar de ello espero que siguas leyendo esto. Aunque hable de fútbol. Porque no voy a hablar de futbolistas de sueldos multimillonarios, ni de equipos que tienen presupuestos mayores que el de bastantes países, ni de los nuevos iconos del santoral moderno, sino de uno de esos futbolistas tan raros y tan desconocidos que en su propia naturaleza eran tan esencialmente distintos de lo que el futbol moderno promueve, patrocina y deifica que terminan siendo sangrantes desconocidos, pese a ser de esa clase de gente que redime este deporte y lo devuelve a lo que era en su origen (un juego, arte, espectáculo) sin renunciar por ello a esas virtudes que tenía en su origen (en los patios de los colegios, en los callejones, en los descampados, en los pasillos del instituto).

Esta mañana hablábamos de goles un amigo de bonito nombre y yo, a propósito de una votación que está haciendo el diario 20minutos sobre los mejores goles de este año, y como una cosa lleva a la otra mi amigo me ha pasado un par de videos, uno del archiconocido Ibrahimovic, y otro de un absoluto desconocido llamado Matt Le Tissier, a quien puedes ver ahí debajo haciendo click en el play de la ventanita de YouTube. Y yo, prendado de los goles y de la sutileza de ese jugador, no he podido dejar de preguntarme cómo alguien así puede ser un absoluto desconocido en este mundo que eleva a los altares a un jugador por hacer una sola de las jugadas que por lo visto hacía Matt. Y como la ignorancia es muy mala, me he puesto a raspármela a golpe de ratón.

Haciendo clicks se entera uno de que nació en octubre de 1968 en Guernsey, una isla al norte de Normandía que pertenece a Inglaterra, y que desde pequeño, como todos los chavales, le dio por jugar al fútbol, solo que lo hacía tan bien que nadie en la isla le estaba a la altura. Dice la leyenda que solía (o sea, que lo hacía ¡habitualmente!) meter goles cuando sacaba los corners, por ejemplo, y no cuesta nada imaginar la cara de terror que debía sentir uno cuando ese chaval con cara, definitivamente, de trabajador inglés, cogía la pelota y se iba al corner. Hizo una prueba para el Oxford United, que lo rechazó porque consideró que estaba demasiado gordo para jugar con ellos, y fichó por el Southampton en 1985, donde jugó toda su carrera deportiva, hasta el 2002. Allí se cambiaron el apellido de Le Tissien a Le God ("El Dios"), por su clase con la pelota y por su lealtad para con el equipo, que le llevó a rechazar las ofertas y las montañas de dinero que le ofrecieron los todopoderosos Milan y Chelsea, esos equipos que nos tienen acostumbrados (tenían, en el caso del Milan, que agoniza desde el asunto de la corrupción) a convertirse en muestrarios de megaestrellas financiados por multimillonarios caprichosos de esos que no tienen mucho problema en ir amontonando dinero con tal de traerse a quien se les antoje.

Jugó, entre unas competiciones y otras, un total de 540 partidos, en los que aun siendo centrocampista metió 209 goles, incluyendo 49 penaltis de los 50 que tiró (sólo un portero experto en penaltis, Mark Crossley, tuvo el honor de pararle uno cuando jugaba con el Nottingham Forest). En la temporada 93/94 metió 30 goles, una cifra suficiente para consagrar a un delantero centro. Sus críticos siempre le echaron en cara que era un jugador de lujo en un equipo humilde, que huía de desafíos mayores, de probarse entre la élite. Él tenía bastante con salvar del descenso año tras año a su equipo, poniéndose las pilas al final de temporada, y ser fiel a una afición que lo adoraba. Le ofrecieron los mejores escaparates, jugar la Copa de Europa, ser un icono mundial, y parece increíble que dijese que se quedaba en la que se había convertido en su casa. Parece increíble hasta que uno mira la foto de quien fue un genio con la pelota, se fija en esa cara tan absolutamente desconocida y la compara con los rostros de las megaestrellas con las que nos bombardean día tras día las secciones de deporte de periódicos y telediarios (ponle al lado de Beckham, ponle al lado de Ronaldinho, ponle al lado de Henry), y uno comprende que en un mundo de ávaros y vendidos Le Tissier fue, a su manera, tal vez el más ambicioso de todos ellos, un hombre que lo que quería era jugar al fútol (aquello y un lío con una corista le costó su matrimonio) y no perder el tiempo con todo lo demás, y que precisamente eso hizo.

Fuera de Inglaterra es un perfecto desconocido (no ayudó gran cosa que jugase sólo 8 partidos con su selección, porque Terry Venables se negaba a llevarle, a lo que él protestó diciendo que si hubiese sido francés o italiano su selección se habría llevado muchas más alegrías). Pero se intuye que a Le Tissier aquello le importa bien poco; prácticamente nadie lo conoce, de acuerdo, pero la gente del Southampton nunca le olvidará, y al fin y al cabo aquel era su equipo, su gente, su afición, y quién puede querer más que el amor de los tuyos.

5 comentarios:

  1. Pues oye, qué si que estoy tontícola hoy... también me emociono con la vida de este hombre. Hay que joerse.

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  2. ¡¡Pero este tío es Dios!!. Se meree un reportaje en toda regla en algún programa de la tele

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  3. Lo de dios, totalmente de acuerdo, yo lo veía pensando en Ronaldinho, en Zidane, en Ronaldo y hasta en Maradona y entre eso y la cara de tío humilde que tiene (leo en otro blog que podría protagonizar una película de Ken Loach y tiene pinta de ello, qué gran acierto de comentario)...

    Leyendo más me he enterado de por qué iba tan poco a la selección. Como los genios de esa clase el tío era bastante reticente a entrenarse y a andar corriendo para atrás en los partidos, y además era ese jugador al que no puedes meter en el esquema, al que tienes que dejar suelto para que sorprenda y se invente historias, y como en el fútbol inglés, y en su selección, se le da prioridad al equipo ante el jugador, eso le dejaba fuera de los convocados. En Francia 98 estuvo a punto de ir, estaba entre los 30 preseleccionados, pero al final se quedó sin billete. Lástima.

    Y qué genial internet y el YouTube, que deja descubrir joyas como este tío.

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  4. Yo lo siento, pero formo parte de las masas atocinadas y borreguiles y me gusta el futbol, además siento un cariño especial por equipos como el Bilbao y el Atlético de Madrid, esos que van de "perdedores" a priori, que son grandes sufridores y que han tenido algunos genios apegados a sus colores... Me han encantado algunos goles de este hombre, una maravilla, me has alegrado el día David (también me gusta el Real Madrid a veces,.. *_^, es verdad de la buena, no para hacerte la pelota)Googlearé un rato a ver que encuentro sobre él. Chao.

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  5. Yo ya lo conocía. Allá por los noventa vi un video suyo en el difunto Día después: creo que todavía lo tendré grabado por ahí en una vieja cinta. Lo puso Robinson, claro, que lo conocía bastante bien. Y si ahora te deja alucinado, te puedes imaginar mi cara en aquellos años, cuando no había tanto brasileño de dibujos animados por esos céspedes y las jugadas del extranjero se veían de Pascuas a Ramos.
    Siempre me pregunté por qué leches no se oía de él en las competiciones europeas, internacionales o en las agendas de los grandes equipos. Es una duda que no me llevo a la tumba, mira.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.