14.12.06

48 horas después

Dos días ya sin ver a mi vecinita hacen que, por puro aburrimiento, me haya puesto a darle vueltas al tema. Ponerse a darle vueltas tal vez no sea la expresión, porque implica el comienzo de una actividad voluntaria y consciente y ha sido más bien que el cerebro, que va cogiendo temas sobre los que pensar en plan compulsivo y sin preguntar a nadie, ha saltado sobre todo este asunto con un cuchillo de carnicero en una mano y una lupa detectivesca en la otra.

Y me ha nacido dentro esta pregunta que se me viene repitiendo desde que era pequeño como el punto de esta i, exagerando un poco, gracias al cielo; ¿por qué? ¿Por qué estas taquicardias por una mujer de la que no sé nada? Como no sé nada de ella, no puede ser por ella. Como yo soy la única persona implicada en la historia (y para que te hagas una idea de lo que es ser yo, no es nada fácil afirmar eso, porque según lo digo esa voz de siempre dice ¿yo soy la única persona de la historia? Pero por simplificar asumamos el sí como hipótesis de partida), eso significa que todo esto es por mí. No es porque tenga ganas de hacer el amor, eso lo tengo bastante claro (hasta la vocecita escéptica calla, de claro que lo tengo); no es por ganas de estar con nadie, porque como decía hace demasiado poco tiempo estoy yo tan feliz y contento. Es, naturalmente, por el juego en sí, por andar liberando águilas como cualquier argentino que se precie que haya emigrado a Londres y necesite matar la monotonía y el agobio del clima montando conspiraciones en el Museo Británico (ya, ya sé que si no te has leído 62/Modelo para armar no sabes a qué me refiero pero quien sabe, igual a alguien le da curiosidad y se lee ese libro. Está muy bien, lo prometo). Por deporte. Por reto. Por desafío. Por hacer una de esas cosas que, mezcladas con la parte de la rutina, forman esto que es la vida.

La vecina, por ahora, es un complemento circunstancial, un personaje secundario, una cara sin nombre, casi sin voz, y sin nada detrás excepto las muchas vidas, todas equivocadas, que yo ya he llegado a imaginarla detrás. Igual que la vecina podría haber sido otra mujer con la que suelo coincidir en el metro y que vive en la calle anterior a la mía, o alguien encontrado en una calle al azar, o en una tienda de libros o en un autobús. Si me dan taquicardias es porque siento la emoción del juego, pero el juego en sí consiste, en realidad, en asaltar a una desconocida, proponerla un café y probar ese método que, así a priori, parece una forma fabulosa de romper el aislamiento que nos impone esta sociedad nuestra y Conocer Gente. Método estupendo no porque vaya a salir bien, que es algo sinceramente improbable, sino porque igual que se pueden disparar esas preguntas a la vecina se le pueden disparar a la mujer del metro, a todas y cada una de las desconocidas que me cruzo por la calle, a cualquier mujer que coincida junto a mí en una para de autobús. Muchísimas posibilidades x pocas probabilidades = bastante garantía de éxito.

Supongo que habrá quien se pregunte por qué me pongo a pensar en todo esto cuando en principio puede poner en peligro todo el juego. Yo me lo he preguntado, de hecho. Y me he respondido que conviene conocerse por la misma razón por la que conviene conocer a nuestro coche; porque en el coche es donde viajas y saber cómo funciona y cómo se comporta y como reacciona te puede ayudar a vivir más y mejor, porque conociéndonos podemos vivir mejor y se evitan autoengaños para los que, la verdad, no estoy, porque no puede ser que vaya uno por la vida montando intifadas contra los herejes que atribuyen a artistas célebres versiones apócrifas robadas a artistas mediocres (para mí y por la misma naturaleza de Milli Vanilli, los traidores de la música, a la que yo quiero tanto) de canciones famosas para luego ir tendiéndome trampas a mí mismo para pensar que estoy enamorado de una desconocida a la que sí, tengo muchísima curiosidad por conocer, pero a quien probablemente haya elegido de entre todo el universo por la razón, a todas luces insuficiente, de su cara bonita (porque que la muchacha es mi tipo también es innegable).

Y esto lo cambia todo. Fuera, espíritus románticos. Dentro, razón. No estoy enamorado. Cuando pienso en ella por las noches no lo hago con el corazón supurando pus sentimental, sino por la simple curiosidad, por conocer la realidad detrás de mis fantasías, por ampliar el mundo. Lo digo y pienso que habrá quien piense que pues vaya, que añore el romanticismo y que pinte todo esto con ese color blanco, aséptico y muerto con el que se suele pintar a la lógica, obviando la curiosidad, que al fin y al cabo es el motor de todo lo que somos a día de hoy, y algo que forma parte de nuestra esencia hasta tal punto que, quienes la pierden, pierden con ella la vida, aunque ni ellos ni nadie poco atento se de cuenta hasta que se les para también el corazón, que al fin y al cabo no deja de ser simple músculo estúpido y sobrevalorado.

8 comentarios:

  1. Qué bien, te estás poniendo tan plasta con tu vecina como yo con mi dependienta.

    Me sumo a tu apuesta por el juego, por el asalto, la táctica, la estrategia... Por hacer las cosas que se supone que la gente no hace porque ¿qué clase de tarado va a asaltar a su amada al trabajo con un regalo y luego se marcha corriendo? ¿A qué desviado se le ocurre invitar a salir, sin más ni más, por ahí a la chica que siempre está detrás de un mostrador? ¿Por qué raciona cada gesto de cariño, cada sonrisa, cada broma pesada y cada piropo emocional y acto seguido se deja llevar por una cascada de confesiones, abrazos, besos y "me gustas física y mentalmente"?

    Como dije una vez: BIBA EL HAMOR.

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  2. Ufffffffff dirás lo que dirás, pero esto tiene toda la pinta de un enamoramiento. O una atracción muy muy fuerte. Enhorabuena estas muy vivo. :-))
    El corazón es un órgano vital, para nada estúpido ni sobre valorado ;), al menos el mío que es muy lindo y con sonido de un tictac muy nítido :-)).

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  3. Siento desilusionar a los románticos de corazón, pero las taquicardias y eso se dan por puritita química, creo que son las feromonas, es un comportamiento animal:
    "Las feromonas son sustancias químicas producidas por las glándulas sexuales de algunos animales para atraer al individuo del otro sexo,específicamente producidas por las hembras de muchas especies de animales, incluyendo a los seres humanos."

    En un principio la vecinita desprendió un "aroma" que despertó al macho que hay en David y después vino la fantasía el adorno y lo que queramos poner a la historia, incluso es posible que se conozcan, se amen y vivan felices y que a mí me den con la puerta en las narices....

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  4. :: Lentejas, más que el olfato, que yo tengo averiado y siempre hace click, fue la vista.

    En cualquier caso no entiendo cómo puede ser una desilusión comprender el reloj del mecanismo. Cuando era pequeño no empecé a amar en serio los relojes hasta que abrí uno y vi cómo funcionaba por dentro, ¿sólo me ha pasado eso a mí o qué?

    Y tranquila que la única persona a la que yo he dado con la puerta en las narices fue mi vecino de abajo aquella divertida noche.

    :: Little Juan, totalmente de acuerdo en la reivindicación de esa actitud. Sí señor. Pero una puntualización, no es mi amada, porque no la conozco (lo siento por la rima) de nada. ¿Podría serlo? Claro, por qué no. Pero por ahora es sólo un misterio. ¿Cómo que 'sólo' un misterio? Es un Misterio. Y eso está muy bien.

    :: Yo, es decir, yo-tú, gracias por leer mis palabras, ignorarlas totalmente y asumir la premisa base, sin lógica ni argumentos, de que estoy enamorado. Claro, de una cara vista de pasada tres veces. Pues no. Considérate, no conociéndome, todo lo autorizada (o autorizado, ¿cómo era?) para ignorar mis palabras y asumir que tus prejuicios son la verdad única y absoluta. Que no, coño, que no, que yo me conozco, y necesito algo más, y mucho más, para enamorarme. Y el corazón es estúpido como lo son el estómago, el hígado y el páncreas, cosas que necesitamos para vivir pero que no piensan. El cerebro es el que, no siempre, se salva de la estupidez. Pero eso ya lo discutimos, ejem.

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  5. No, vaya, si lo de 'amada' era más relativo a mí que a tí, pero quién sabe, quién...

    Se piensa con propiedad, cuando se piensa con la polla.

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  6. Pos vale tú te lo pierdes.
    Yo entiendo que algunos síntomas del enamoramiento son: Turbación al ver a la personas en cuestión, confusión, inquietud, angustia, emoción, deseos,taquicardias,... Ya sé que es necesario un contacto para un conocimiento y así enamorase además de la belleza física de la belleza interior.
    Que tú dices que no estas enamorado pues bien te creo, por qué no.

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  7. (¡En serio, no sabes lo que me confunde que te llames así! Voy a contestarte y pienso cosas como "vamos a ver, yo, no yo no, tú, tú yo, ¡aaah!", ja ja ja)

    No es que yo me lo pierda. Eso está ahí. Pero cuando el origen es una simple atracción física lo que no puedo hacer es darle mayor importancia que la que tiene y asumir que puedo sentir lo mismo por cualquier otra persona por la que a priori sienta esa atracción física. Ejemplo, una muchacha ayer en un autobús. Era endiabladamente bonita. Y con eso, ojo, no quiero decir que fuese guapísima, no: Era Bonita. Y a mí esas cosas es que me aturden. Pero no sólo con una cara.

    Tal vez tengas razón y sea enamoramiento. Es más, puede serlo, todo es cosa de cómo se defina el enamoramiento y según tu definición sí que lo es. Pero entonces no es que yo me lo pierda, es que se me viene encima bastante a menudo.

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  8. Siento confundirte, a partir de ahora entraré como mariposa.

    Creo que el lógico que nos atraigan las cosas bonitas. A demás, tú tienes mucha sensibilidad para captar imágenes bonitas, lo digo por tus fotos, y las sueles inmortalizar para que quede su belleza plasmada. Siendo así de sensible, veo lógico que cada vez que veas a una chica bonita, tú cuerpo, tú mente se paralicen o tengas taquicardias...

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.