1.4.06

Narrativa masturbatoria

Bueno, hoy yo pretendía haber ido al cine, a ver una película de samurais (katanas centelleando, filosofía zen, chorros de sangre y esas miradas fijas como clavos), pero un asedio de bostezos y cansancio generalizado me han impedido salir de casa. Así que la noche ha empezado algo mustia, viendo una película espantosa, la segunda parte de esa en la que unos que no la palmaban en un accidente aereo se iban luego muriendo ordenadamente de las formas más enrevesadas. La segunda es igual, una especie de rifa de accidentes mortales bien regados de casquería y cristales rotos. Sangre mucha, pero no era lo que yo buscaba. Pero cuando ha terminado me he venido arriba, me he venido arriba, así que he declarado el estado de fiesta, he colocado cerca la botella de ron y los hielos, y he puesto Kill Bill. Que en estos momentos (tan terriblemente subjetivos, aunque la subjetividad, a veces, puede acertar, por qué no) me parece la mejor película del mundo. En ese decaempate que siempre llamo mis diez películas favoritas, Brasil, Amelie, Big Fish, El Bueno el Feo y el Malo, Sin Perdón, Master And Commander, Piratas del Caribe, Underground, Delicatessen, Trainspotting, Ciudad de Dios, El Club de la Lucha... vaya, aún no he terminado y ya me salen más de diez... Eso debe ser que me hago viejo.

Ahora estoy intentando recordar las mil llamitas de historias que se me han prendido en la cabeza mientras veía la peli, pero con el placer masoquista de la intuición del olvido, del saber que esas llamas, probablemente, han ardido sólo para mí; narrativa masturbatoria; ¿seré el primero en definirla así? ¿Habré inventado un género?

Así que ahora, mientras intento recordar escucho música, Pi LT y ahora The Old Dead Tree, mientras dejo que el reloj se escurra de mis últimos minutos de consciencia para el día de hoy. Y mañana será otro día, y tal vez, quien sabe, consiga no perfeccionar la felicidad hasta este nivel, de tal calidad que algunos fragmentos de la misma se comprimen hasta volverse posos de tristeza, nevando sobre esta cosa de fuego que soy yo esta noche.

A ver si poniéndome un recordatorio aquí consigo recordar las dos llamitas, ya brasas, que sobreviven todavía en mi recuerdo: Una la del amante que escapa de la cama recién rendida para volver de vuelta con un yogur y una cucharilla, y la otra la historia absurda sobre las momias de Egipto, que aterrorizaron a todos los habitantes del país y a cualquiera que se pasase por allí hasta bien entrado el siglo X, cuando el remoto drakkar de Errif el Rojo llegó y aquellos paganos vikingos se dedicaron a cortarlas en rodajitas finas como lonchas de mortadela.

Ya, ya lo sé.

Y ¿sabes?, se está a gusto aquí. Espera, de pronto acaba de darme por pensar en la muerte. En que algún día me moriré, y la idea ha venido con la misma nitidez con que vino en mitad de aquella actuación de Les Luthiers, cuando sentí lástima por el recuerdo de esa risa que no me sobreviviría (tonto de mí, como si no fuese a ser olvidada incluso conmigo en vida), y sentí una imposibilidad conceptual al respecto. La pena de la pérdida, que por lógica es media vida. Pero mirándolo al calor de las historias de vida corta que se me acaban de morir por dentro es hermoso. La vida es esa historia que cada uno se cuenta a sí mismo, si tiene suerte con la ayuda de otros (a veces, si no tiene suerte, también con la ayuda de otros 'otros'). E igual que esas pequeñas historias han sido mi placer privado, perverso y exquisito, lo mismo es la vida.

Y así, aunque la nevada arrecie sobre el fuego, el fuego arderá siempre, hasta que se apague, y yo satisfecho con él.

¿Y ahora qué, una vez resuelto ese conflicto metafísico? ¿A qué viene planteármelo esta noche, a estas horas? Pues es fácil encontrarle ventajas. Habiendo resuelto esto gano una perspectiva, una forma de mirar y de entender. Una forma de mantener el fuego a pesar de la climatología. Una forma de enamorarse también de la lluvia, del viento y de la nieve. Y ahora el tiempo dedicado a meditar al respecto lo puedo invertir en, por ejemplo, dormir. Buenas noches.

6 comentarios:

  1. Primero de todo, pedirte perdón por entrar así en tu casa, ya he estado otras veces por aqui pero nunca me había atrevido a decirte nada, me parecía que esto es como el que deja la ventana de su casa abierta y los de fuera pueden curiosear pero te da reparo que te descubran curioseando. Hoy me he lanzado porque precisamente yo también anoche pensé en la muerte, vamos en que un día moriré, cuando me pasa esto me pongo demasiado triste no logro verle ninguna ventaja y deseo que más allá no halla nada porque así acabará todo pero si encima hay algo más...
    Adios y perdona por la intromisión y gracias por todo lo que escribes, seguiré curioseando si no te importa

    ResponderEliminar
  2. ¡Reparo porque la gente curiosee! ¡Para nada, para nada! Es más, es un halago.

    Pero yo cuando pienso en la muerte no me pongo triste, ¿eh?

    Ventajas tiene una, yo creo que inmensa: Si no muriésemos, no habríamos vivido.

    ResponderEliminar
  3. Tú no te pones triste porque eres el Japi, obviamente.

    En cuanto al tema en cuestión, pues yo lo de la muerte lo veo... lo veo muy abstracto, y mira que es una de las cosas más nítidas que existen. O estás vivo, o estás muerto. El término medio muerto de hecho diría que es una licencia literaria que sin fundamento, porque... cuándo está uno medio muerto? Y medio vivo? cuando está cerca de la muerte? cuando ha llegado al ecuador de su vida? Un sinsentido, digo yo.

    A veces he visto la muerte como una liberación, y no cuando he estado triste precisamente. La he visto como el fin de un libro, que no tiene porqué ser malo, puede ser bueno, puede dar por concluida una bonita historia que de alargarse podría dejar de serlo. Otras veces he pensado "no me gustaría morir ahora, que le estoy pillando el truco a esto de la vida". Una tontería como otra cualquiera, porque lo que uno quiere pocas veces tiene importancia en los grandes planes que la vida tiene para ti, y otra porque uno nunca termina de pillarle el tranquillo a la vida, aunque piense que sí.

    En definitiva, veo la muerte como algo no necesariamente triste o malo, pero que sí que puede llegar en mal momento y joderte un poco, especialmente si eres consciente de que está frente a ti y viene a llevársete. Definitivamente veo como un problema mayor las muertes ajenas. Bueno, las muertes ajenas, de seres queridos, más bien.

    Hermana muerte querida, que decía aquel.

    ResponderEliminar
  4. Fresquito dijo: O estás vivo, o estás muerto. El término medio muerto de hecho diría que es una licencia literaria que sin fundamento, porque... cuándo está uno medio muerto? Y medio vivo?
    Por lo visto, alguien necesita echarle un vistazo al artículo de la Wikipedia sobre el gato de Schrödinger...

    ResponderEliminar
  5. ves... has ido y disfrutado del teatro, una representación de Les Luthiers nada menos.
    ¿como sabes que la del dia anterior o la del dia siguiente no fué mejor que la que vos viste?
    ¿o esa duda te hizo disfrutar menos de ellos?

    Y para terminar con la ronda de preguntas:
    ¿que es la 1ª foto? no me lo digas no me lo digas... Una Vidriera de La Almudena con efecto de velocidada ¿a que no? :P

    ResponderEliminar
  6. Bueno, no es que sea una duda, es la certeza de que es muy improbable ver su mejor y su peor representación. En cualquier caso con eso puedo vivir, como me he dado cuenta, algo sorprendido, cuando me pregunto por qué no tengo ese problema con la música en vivo. Y ahora que lo dices con Les Luthiers tampoco, porque aunque actúen básicamente ellos no van de otra cosa, como los actores: Van de Les Luthiers. Igual que los músicos tampoco hacen una actuación, aunque a veces se llame así.

    El problema me viene cuando hay alguien tratando de convencerme de que es otra persona, pero yo sé que lo intentó el día anterior con otros, y que mañana lo hará con otros, y que mientras se irá a su casa, se duchará, dormirá, irá a comprar el pan, verdura y media docena de huevos, se cortará las uñas... y después de ser él mismo volverá a intentar el mismo truco.

    La foto es de la caldera de mi casa, vista por una ventana que distorsiona mucho, en tres fotos montadas y algo distorsionadas, pero muy malamente. No estaba yo para mucho retoque.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.