Córdoba, Veracruz
Si tomamos (había escrito "cogemos", pero en fin, ese verbo, aquí) un paquete de un kilo de azucar y separamos un grano podemos asumir que todos los granos del paquete son la gente que cuando les decíamos que nos pasaríamos por Córdoba contestaban ¡pero si es horrible!, o ¿y para qué?, o algo similar.
El granito suelto sería entonces la Muchacha diciendo ¡sí, sí, Córdoba, yuhu!
Como ella es la organizadora del viaje, ganó ella, y bien que me alegro.
El viaje desde el DF fueron cuatro horitas de autobús. Suena un tanto tremendo para un españolito de a pie como tu humilde servidor, pero para las distancias inmensas de este lado del océano viene a ser como darse un paseíto a, qué sé yo, Toledo, por ejemplo. Al final se pasó rapidísimo. No paramos en Puebla, lo que hizo que la Muchacha se pusiera a gruñir y a refunfuñar que debían haber parado allí, que en ese sitio ella siempre se compraba un paquetito de platanitos fritos, y que sin los platanitos fritos el viaje no era lo mismo, nada era lo mismo, nada tenía sentido, volvámonos a España.
Le duró el enfurruñamiento hasta que terminamos de trepar las últimas montañas y apareció a nuestro costado un barranco y al fondo un valle verdísimo, rodeado de montañas inmensas. Ahí ya se puso a brincar en el asiento y a dar grititos de alegría, mientras yo sacaba como loco fotos que tendré que borrar, porque las mataban los reflejos del cristal, en fin, alguna sobrevivirá, supongo.
Y bajó al valle el autobús, dando rodeos por las faldas de las montañas, y cuando por fin nos acercábamos a Córdoba el conductor dio un volantazo y tras él un paseo turístico por Orizaba. Más gruñidos de la Muchacha. Y por fin salió de ese pueblo y nos dejó en Córdoba.
Fuimos a un hotel, dejamos el equipaje, y nos fuimos al bar de Chucho, a tomar cervezas y, esto debería callármelo por vergonzoso, los primeros tequilas que me he tomado desde que estoy aquí. Bueno, ya nos tomamos aquel del avión, pero ese no fue mi primer tequila en México, claro, sino mi primer tequila sobre el Atlántico. En cualquier caso el desagravio de la espera duró poco. En la terraza del bar de Chucho (terraza literal, en un primer piso con vistas al valle, a las nubes que lamían las montañas) nos tomamos media botella de tequila y parte de una de licor de tequila acompañados por el Chucho, la Rana y Oswaldo. Tres mosqueteros, tres personajes más que conozco del panteón mitológico mexicano que con sus historias la Muchacha ha formado en mi cabeza. Terminamos en la Divina, en otra terraza de otro primer piso, limando las pocas asperezas que todavía nos separaban de la borrachera plena, hablando de todo (de todo, hasta de la alineación del Madrid de este año, qué cosas), brindando por cualquier cosa, comprometiéndonos a hacer un día una tortilla de patata.
Luego nos fuimos a dormir, el hotelito estaba exactamente al lado de la Divina, lo que fue de agradecer.
Ahora la Muchacha tiene que enseñarme todos los lugares míticos de la ciudad, como por ejemplo la casa en la que vivía, o la azotea desde la que se cayó Laura La Que Se Cayó (todo el mundo aquí, logicamente, la llama así). Pero hoy por lo visto no podrá ser. Según parece Oswaldo y el Chucho nos van a secuestrar para llevarnos a Oaxaca. Id juntando dinero para pagar nuestro rescate. Por el mío probablemente nadie en su sano juicio pida más de 20 pesos, pero por el de la Muchacha la cosa puede salir cara.
En cualquier caso lo pasaremos bien, y ala, a hacer más y más fotos todavía.
oooooooooooooooh!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarComo me gusta... y que malita que es la envidia.
ResponderEliminarBesos
E
Hala va con hache. Que conste. :-P
ResponderEliminarY sí, envidia. Mucha.
X.
Siento la envidia ocasionada; solo puedo cruzar los dedos y esperar que sea del tipo alegre, y no del "mira ese cretino la potra que tiene", ja ja.
ResponderEliminarHala es con hache, si, pero es que yo soy así con algunas haches, que no concibo que existan, no las leo bonitas. Y al revés, porque me parece atroz que hermita en realidad no lleve ha.
oswaldo es sin el pequeño David:
ResponderEliminarel church
la rana
y Oswaldo
igual que Pepin (no el Pepin) pero sí el Chapu,
a mi lo que mas me gustaba de llegar a Córdoba eran los valles, el verde, el pico de Orizaba, que maravilla...y luego llegar a la estacion del Ado, cantar la canción del Tri (sigo esperando mi camión en la terminal del ADO) y sentir que llegábamos a casa
por cierto, de qué color está nuestra casa???
ha recuperado ese rojo-naranja de nuestra época o sigue cursi-salmón como cuando nos fuimos...
qué extraño me parece todo...
un beso
María
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ResponderEliminarPor si alguien vuelve a leer esto, los comentarios suprimidos lo han sido a petición de los representantes de las personas difamadas, que por lo visto pretenden meterle un puro al cretino que vino aquí insultando ni siquiera sé a quién.
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