22.7.09

el infierno sobre ruedas (horizontales)

Ya hablé yo un día de las tres formas que hay de llegar a la Secta, aunque, la verdad, mentí un poquito por omisión respecto a la tercera, que era la convencional y aburrida de coger el metro y plantarse a la puerta y coger el ascensor hasta la planta 666, digo 5 (qué le vamos a hacer: no hay edificios de 666 plantas en Madrid, y si los hubiera sería un coñazo subir. Aunque ¡qué vistas tendrían Canita y su hermana pequeña, Lumita!).

Mentí por omisión porque me faltaba un detalle importante: entre la puerta y el ascensor cutre que sólo sube 5 plantas (aunque los sótanos, ¡ah los sótanos!, sótanos tenemos a patadas. Lo que bien pensado es bastante más propio. Y aunque tampoco tengamos 666 sótanos, que me da menos pena porque ahí en el subsuelo ni Canita ni Lumita iban a tener mucho que ver) hay dos obstáculos.

De uno de ellos no me apetece hablar ahora, porque yo soy así, ¡caprichoso!, ¡voluble!, ¡camarera, otro Santa Teresa con Coca-Cola! El otro es, tiembla, una puerta giratoria, con toda su cohorte de motor y engranajes y cadenas y poleas.

La puerta giratoria es probablemente uno de los tres inventos satánicos más crueles y retorcidos, junto con el vagón de Metro de la línea 6 y Telemadrid. Tiene su cosa buena, como por ejemplo que al estar formada mayormente por paneles de cristal le deja a uno ver de un solo vistazo mareante y frenético la calle reflejada a sus espaldas de lado a lado, según entra al edificio, cosa sumamente útil si uno quiere vigilar por si aparece alguien con una regadera llena de agua bendita, como es mi caso, o pasa alguna zagala de lindas piernas o un Ford Mustang GT. Hay que estar siempre vigilante.

El caso es que la puerta también es entretenida por cómo se comporta la gente cuando la afronta. Porque la idea de la puerta es infinitamente cruel. Va alguien caminando tan pancho por la acera, y cuando la acomete tiene que andar mirando, calculando el momento de entrada, calculando el paso que debe dar durante el giro de la misma, y saliendo del otro lado. Es complicada la readaptación que requiere, el sometimiento a la reducción de libertad móvil que impone. Ah, la de veces que al cruzarla yo camino del café y el vegetal del desayuno he estado a punto de ser decapitado o mutilado por entrar pensando en mis tonterías.

En cualquier caso todo el riesgo personal lo compensa el inmenso placer de estar acodado junto a la entrada mirando cómo la gente se juega el tipo y hace el bobo. Por ejemplo, en cada, digamos, gajo de la puerta caben bien a gusto tres personas, pero si viene un grupo de gente de fuera lo normal es que se tiren un ratito mientras entran de uno en uno, y si vamos un grupo de sectarios lo normal es que nos intentemos meter veinte a la vez. En esos casos el motor que mueve la puerta se suele indignar, y hay que mover la puerta a pulso, como una versión realista y mundana de la Wheel of Pain de Conan, vamos. Y por lo general hay gente que no comprende que, cuando funciona, es el motor el que dicta el ritmo, y cuando la cruzan la empujan, como si así fuesen a lograr algo que no sea agobiar más aún al pobre motor, a las ruedecitas horizontales de las que se ayuda. Yo cuando veo eso me indigno. Y más aún si cuando apoyan la mano lo hacen en vez de contra el cerco exterior contra el cristal en sí. Y es entonces cuando, no puedo evitarlo, me sale de dentro siempre el grito que suele sorprender mucho a la gente, “¡quita las zarpas de ahí, hombre, que estás llenando el cristal de dedazos!”

No lo puedo evitar, me sale del alma. Y cuando me sale pienso en limpieza de cristales, y en lo orgullosa que estaría la Muchacha de este hábito de limpieza mío, si lo pudiera ver. Y pensando en ella me meto en la puerta y por lo general voy y planto distraído los dedos en el cristal, y subo de vuelta a la oficina coloradísimo, sintiéndome brutalmente culpable.

2 comentarios:

  1. Esas puertas giratorias son cosa del demonio jaaaa o te estampas o te tardas mas en pasar, quien las invento???? por que no son practicas en lo absoluto...
    Me encanto tu blog y bueno el titulo me transporto a mi cama esta mañana de sueño...

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  2. No renuncio con esto a otro comentario. Quedas advertido.

    Pero: ¿lo has intentado alguna vez con una muleta?

    ¿O has visto a un viejecito empujado por la hoja de atrás?

    Sería estupendo poder entrar y salir en la misma vuelta y decir "ya he estado en la oficina". En la Universidad no las ponen porque es lo que haría la mayoría.
    -Hijo, ¿fuiste a la Facultad?
    -Claro padre (es de esos hijos que nunca mienten).
    -¿Fue interesante?
    -Se me hizo corto.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.