19.6.09

jamás seré Javier Marías

Y jamás lo seré porque soy rotundamente zen. Zen hasta sospechar que me corre horchata por las venas. Pero no, recuerdo, de cuando era pequeñito, que cuando me daba un tortazo me salía sangre, no horchata. Por cierto, de cuando era pequeño tengo una especie de recuerdo-reminiscencia que era una paranoia, y que recordé ayer o anteayer en un andén del metro (que es donde uno mira el relojito que dice que faltan 2 minutos para que llegue el metro y se dedica a la introspección y la filosofía hardcore). A lo que iba: soy zen y jamás seré Javier Marías. Ya lo sé porque es algo de lo que obtengo pruebas todo el rato, pero lo olvido, porque lo olvido siempre todo, y así voy siempre redescubriendo. Me digo “¡coño, qué zen soy!”, y luego, al ratito “bueno, esto ya lo había pensado yo antes”, y al ratito “antes y antes y antes, cantidad de veces”. Es lo que tengo. Soy lo que soy, y aquello de lo que era y olvidé que de vez en cuando recuerdo. Soy un principio de incertidumbre con patas, gracias al nebuloso y difuminado alcance de esta memoria mía que siempre funciona en modo regadera.

El último redescubrimiento de mi no-javier-mariez lo tuve ayer, cuando fui a coger el coche (o sea, a Caracol), cosa que no acostumbro a hacer mucho. Así que fui al siniestro callejón donde, curiosamente, recordaba haberlo aparcado (el “curiosamente” es porque, claro, cuando me funciona la memoria pues yo voy y me sorprendo). Y allí estaba, bastante polvoriento y con el techo hundido, porque por lo visto a alguna cuadrilla de zagales juguetones les habrá dado por encaramarse al techo a dar brincos y ver, desde la altura, más lejos (o sea, más callejón de mierda). Ah, la chavalada nihinista, destructiva. Yo vi aquello y me cagué sin pasión en la puta madre que parió a quienes fueran, por rutina, y abrí el coche y empujé desde dentro el techo hacia arriba. Sono “plonk” y, más o menos, recuperó aquello su posición, mas un curioso dibujo que, de propina, ha dejado el agua sucia de las últimas tormentas al hacer charquito y luego evaporarse y dejarme ahí una costrilla de barrillo y roña sedimentados.

Y conduje, pensando que si fuese Javier Marías escribiría una columna en mi suplemento dominical gruñendo sobre la pérdida de los valores y el bla ble bli que supondría vomitarle al mundo, procesado por la túrmix literaria, ese me cago en su puta madre. Pero como me sale sin gas no me entran ganas, y en lugar de eso, si tuviese que rellenar una página de suplemento dominical lo haría sobre la introspectiva sima por la que caigo rodando en los andenes de metro.

Y como soy un ególatra de espanto, pues me gusta eso. Y el mal rollo de sentirme blandito y horchatado me lo quito pensando que bueno, sí que se me eriza el pelo y me asoman los colmillos cuando escucho cosas como eso que me dijo alguien ayer de “pero la Iglesia, a fin de cuentas, ¿qué tiene de malo?” Y me quedo muy contento, y este fin de semana me voy a una despedida de soltero, es decir, a encerrarme con veinte tíos a ver porno y beber como un náufrago recién recatado. ¿Alguien sabe dónde tengo mi bañador? Maldita memoria regadera. Si fuera Javier Marías, también escribiría cagándome en ella.

9 comentarios:

  1. Ummmmmmmmmm, bueno, bueno, bien por no enfadarte después de lo que te hicieron en el coche. Total, es peor cabrearse, el daño ya está hecho y lso que lo hicieron no se van a enterar de tu enfado.

    Seguro el bañador lo tengas donde lo guardaras la última vez. Posblemente en uno de los cajones de tu armario :-)

    ¿SAbes? Para la memoria es bueno comer pescado, y una infusión con los rabitos de cerezas. Que vayan recolectando todos tus amigos y familia esos rabitos ;-), tu memoria mejorará. Ahora estamso en plena temporada de este rico fruto.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Pero, a fin de cuentas ¿qué tiene de malo, la Iglesia?

    ResponderEliminar
  3. Anónimo: probablemente si se hubieran enterado, se habrían sentido mejor. Es más, probablemente darían por hecho que el dueño del coche, a quien supongo que no tienen el placer de conocer, se cabrearía.

    Y mi bañador está localizado a 30 km de mi armario más cercano.

    Y yo creo que la culpa de mi desmemoria no es de la falta de potasio, sino de mi soberbia capacidad de despiste y distracción, a la que, aunque cueste, no estoy dispuesto a renunciar. O quizá lo esté, y se me haya olvidado, a saber.

    Vanbrugh: ¡Grrr! ¡Roarj! ¡Gñrrtff!

    ResponderEliminar
  4. Hum.

    Pues yo me declaro poco zen. Poquísimo. ¿Eso me acerca a las posiciones de Javier Marías?

    ResponderEliminar
  5. Vale, me has convencido. En el fondo no pensamos tan distinto...

    ResponderEliminar
  6. 5 días viendo porno...

    Uau.

    En compañía.

    Quéestrés.

    ResponderEliminar
  7. Microalgo, declárate lo que quieras, pero eres gaditano y eso es tremendamente zen. Tu DNI te delata. Qué lata.

    Para acercarte a Javier Marías, en cualquier caso, debes duplicar tu edad y cagarte en todos los blogs del mundo.

    Vanbrugh, retírote el gruñido, pues, profiriéndolo al revés: rrrg.
    Lara, cinco cinco lo que se dice cinco no, mujer, fue el finde, y tampoco a jornada completa, que si el fútbol, la Fórmula 1 y la peli aquella que pusieron sobre un puente en áfrica y un par de leones glotones. Y salvo un par de detallitos que ni merecen comentario, la compañía fue estupenda.

    ResponderEliminar
  8. Esto .... ¿Y tendría algo de mal ser Javier Marías?

    Glugsssssssss, ¡lo que he dicho!

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.