11.4.09

forajidos de leyenda

Me despierta Emilio, el hermano de Juanito, a las doce de la mañana. ¿Ya habéis vuelto?, le pregunto, y me responde que sí, que están en el aeropuerto de vuelta del viajecillo que se han marcado por Nueva York y México y no sé cuántos sitios más que nunca he intentado recordar, para no morirme de envidia. ¿Y qué tal?, le pregunto de nuevo, y me responde que bueno, bien, excepto en los aeropuertos. Pregunto de nuevo, claro, y me dice que como Juanito tiene un apellido bastante común y un nombre muy popular resulta que por lo visto hay una cantidad considerable de narcotraficantes, terroristas, delincuentes y sicarios llamados exactamente como él, así que cada abordaje a un avión significaba policías inmensos por todas partes, gente mirándole con lupa el pasaporte, y detalles por el estilo.

Caramba, pienso, y recuerdo que son las doce, que yo intento dormir mi clásica resaca de los viernes santos y le digo que ya me contarán, que si no le importa debería dormir al menos un par de horas más. Me dice que de acuerdo, cuelga, y yo me veo intentando dormir sin éxito, incapaz de apartar de mi cabeza las imágenes de mis amigos, forajidos de leyenda, delante de policías inmensos que se enfundan guantes de latex que dicen "now please sir, turn around, put your pants down and open your legs".

Después me he despertado, he comido, me he cortado el pelo y me he enterado de que también se ha muerto Corín Tellado, que por lo visto tenía más de 4000 libros publicados. Haciendo divisiones de libros entre años he vuelto a Madrid, desde donde ahora escribo, mientras la Muchacha me obliga a escuchar canciones de Mari Trini, otra difunta, y aún así yo escribo sin que tanta muerte y tanta necrológica reciente me deprima ni me haga pensar en correlaciones entre defunciones célebres e ingesta de torrijas.



(Dice la Muchacha, para quien le de al play de eso -cosa que yo, desde luego, no recomiendo-: "por favor, tengan paciencia hasta el estribillo, en el que deben levantarse de donde estén, levantar los brazos al cielo y clamar POOOR... QUEEE... A MIIIiIIí")

4 comentarios:

  1. ¿Ves? Lo que yo digo siempre: la experiencia de cada uno es una experiencia límite. No veo la diferencia entre policías inmensos y grandes fuentes de torrijas.

    ResponderEliminar
  2. He apretado el "play", he escuchado la canción con el recogimiento que requiere y, al llegar al pasaje indicado, he seguido las prescripciones litúrgicas, brazos en alto, todo. Dos veces, creo recordar, de hecho. Todo por ver si la Muchacha me perdona mi descortés e inoportuna distinción entre narrativa y periodismo. Nunca más, lo prometo.

    ...Una estreellaaen eljar díiiiin..!

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.