5.1.09

mi proclama de año nuevo

Parece que uno necesita despedir y empezar el año soltando discursos y lanzando promesas y análisis y proclamas y declaraciones de intenciones, no tengo muy claro por qué. Quizá sea cosa del Rey y de su soporífero y anticuado discurso navideño. Y digo yo ¿no podrían poner sólo un anuncio donde saliese nuestro amado monarca bailando ante un fondo epiléptico y colorista mientras su voz u otra en off nos dice, sobre un fondo musical machacón y cansino, que si queremos escuchar el discurso del Rey mandemos “JUANCAR” al 5115 o algo así? Incluso los fieles lectores del ABC podrían ponérselo de melodía del teléfono y la Casa Real tendría otra fuente de ingresos más, que nunca viene mal cuando el viento nos trae el tufillo de la crisis esta. En fin.

El caso es que yo, que siempre le tuve mucho afecto a La Polla Records, quiero, como cantaba el Evaristo, ser Rey, aunque sea sólo en esto, y aquí estoy con mi discurso. Pero ah no, pérfido lector montal, no esperes de mí promesas ni análisis trescientossesentayseisdiasísticos. Yo me voy a limitar a hacer una declaración de consumo interno para este blog tan tuyo como mío, y a hablar de las dos últimas pelis que he visto por primera vez.

Primero el blog: abolida queda, como prueba este post, mi ley no escrita de no escribir más de un post al día. Cada ley tiene su contexto y el de esa era evitar la saturación, que me conozco. Sin ella podría haber llegado a escribir aquí tres o cuatro veces al día durante meses. No sé si mis posts de longitud infumable son una consecuencia de esto (aglutinar todo y que no se quede nada en el tintero o morir) o son algo más esencial y una razón más para el corte de un post por día. En cualquier caso últimamente por la secta me hacen trabajar y las actividades extraescolares y los mohines de la Muchacha me hacen pasar poco tiempo perdido frente al teclado, con el blog en la cabeza. Así que ya no sólo no tiene sentido mantener una ley que frena lo que ya no se da, sino que es contraproducente. La flexibilidad es buena. Y quizá sean mejor cinco posts cortitos a la semana que dos eternos, aunque los primeros coincidan en días. En fin. Variar es bueno. La evolución, bla bla bla. Valga entonces este cambio como discreto homenaje a Darwin en este año, bicentenario de su nacimiento.

Segundo, el cine. He visto últimamente dos películas que merecen un par de palabras cada una. Primero, la primera de eso que ¿en serio va a ser una saga?, Las Crónicas de Narnia. Y me ha parecido una descarada apología del racismo: o sea que todos los lobos son malos, todos los minotauros son malos, todos los castores o lo que coño fuese aquello son buenos, y el león un encanto. Claro, claro: en Disney son racistas. ¿Y qué coño comen el león y los depredadores buenos, si puede saberse? ¿Minotauros? ¿Son vegetarianos? Eso sería terrible para su metabolismo pero por otra parte en un mundo en el que hasta el más infecto bichejo es un charlatán de tres pares de narices ¿qué otro remedio le quedaría a cualquier ser con paciencia? ¿Quién podría comerse una vaca que mientras uno la lleva al matadero va diciendo “oye ¿dónde me llevas? ¿qué es esto? ¿por qué huele tan mal? ¿¡qué haces con ese cuchillo!? ¡¡nooo!! ¡¡¡nooo!!! ¡¡¡AAAH!!! ¡Socorro! ¡Policía! ¡Asesino! ¡Qué haces! ¿Qué te he hecho yo? ¡¡¡AAAH!!!”?

Por otra parte la película es una estupidez con niños que uno pasa esperando los últimos 20 minutos, cuando por fin se dan de bofetadas, e ignorando todas las estupideces de la trama, y luego para nada, la batalla final es una patraña y en plena vorágine de supuestamente reconfortante violencia uno no puede dejar de pensar que sin pulgares retráctiles ¿quién coño le ha construido tal palacete al maldito león?

La otra película que he visto fue RocknRolla. Es de Guy Ritchie y no sale Madonna: con eso se dice todo. El tipo aún anda depurándose de ese periodo traumático de su vida, pero ciertos planos, ciertas escenas (ese polvo tan ritcheano, o el ataque a los rusos y la persecución de estos) tranquilizan, hacen pensar que no es Lock & Stock ni Snatch, vale, pero es algo, el débil eco del pulso súbitamente crecido en el cuerpo no muerto de un comatoso que se pensaba irreversible. Ánimo, señor Ritchie: si el mundo sobrevivió a los ochenta, usted puede sobrevivir a su exmujer.

Y me quedo yo preguntándome a qué clase de bares irá este tipo a tomar las pintas de cerveza. Probablemente a esos a los que uno le gustaría ir, si pesase el doble, tuviese la mitad de grasa y supiese partir cráneos con los dientes.

Y por ahora creo que eso es todo. Que os traigan muchos regalos a los recolectores, y a los cazadores suerte, buena caza y que no os pisoteen las muchedumbres de las zonas de compras.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.