10.1.09

elogio de la incoherencia

Hoy hay cena en casa, pero yo no la veré. Juanito ha quedado con unos cuantos amigos comunes, o sea, del campo. Y está ya en la cocina empezando a preparar la cena. Él es así, precavido, activo. Si la cena la hiciese yo empezaría a pensar en hacerla cuando los invitados empezasen a morderse los tobillos, muertos de hambre. Pero él ya está preparando una lasaña.

-Y quién es eeél -entro yo cantando en la cocina-, y a qué dedica el tiempo libreee.

Se ríe y me mira, cuchillo y ajo moribundo en mano.

-No me preguntes por qué venía cantando eso -le advierto.

-¿Por qué venías cantando eso? -pregunta, mientras vuelve a la mutilación del ajo.

-Ah, yo qué sé.

-Quién si no, tú eres el que lo cantaba.

-El que yo realizase el acto no significa que yo sepa el motivo, o si hay un motivo. La gente se empeña en buscar motivos a sus actos y eso, según yo, es un error. No somos tan coherentes como pensamos que somos.

Juanito deja caer el ajo en la sartén y va preparando el primer estrato de su legendaria lasaña.

-¿No te da envidia? -pregunta.

-¿El qué? ¿Perderme la lasaña?

-Exacto.

-Qué va, intento no ser consciente tampoco del motivo de tus actos. Ignoro que hagas una lasaña delante de mis narices. Me concentro en el café.

Tampoco es que el café requiriese mucha atención. Quedaba hecho, faltaba un minuto de microondas, un chorro de leche y medio kilo de azucar.

-¿Y vas a ser capaz de resistir viendo si ver qué ves mientras la hago?

-Si tardases menos que yo en echar el azucar, no creo -he respondido, y he volcado el azucar y he salido corriendo.

Yo no sé para qué hablamos, mi compañero de piso y yo. Puta falta que nos hace. Al rato me llega diciendo que si puedo bajar a por queso rallado, que el que nos quedaba está verde. Claro hombre. Y según voy hacia la puerta y él vuelve a hacer guardia en torno a la lasaña en gestación, farfulla:

-¡y gñaflas!

-Y patatas, vale.

Y me he ido. Y efectivamente, eran patatas.

En serio, yo creo que con mirarnos valdría. Y a veces ni eso.

1 comentario:

  1. La confianza da asco... a veces. Como el queso mohoso. ¿No hay gente a la que le gusta el roquefort? Pues eso.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.