3.10.08

abandonado, pintando de rojo un Peugeot 206

Llego a casa (mi casa). Forcejeo buscando la llave que ya cuesta encontrar, por falta de costumbre. Al fin la encuentro. Grñec, greñec, ñiiic y la puerta se abre. Dentro, Juanito, en el sofá, viendo una de las peores series del mundo por la tele mientras salva su cordura refugiando los ojos en un juego de internet que, creo, consiste en vigilar la evolución de una pizza.

–Hola, Juanito –saludo, entrando con mi arrastrar de pies que es característico cuando no estoy dando mis característicos saltitos.

–Qué pasa, tú –responde, haciendo clic desesperado en algún trozo de pepperoni o alguna anchoa.

–Pss –dejo el libro que llevo para el metro sobre la tele y me derrumbo en el sofá, a su lado. Miro lo que no es una pizza, pero es que coño, se le parece horrores.

–¿No va a venir la Muchacha?

–Qué va. No viene –respondo, tirando de la camisa hacia arriba, para liberar por fin sus pobres faldones, ahí, oprimidos por el cinto todo el santo día–. Me ha dejado, y se ha ido con otro.

El dedo de Juanito se detiene a medio camino de la mozzarella. Sus ojos se alzan y estudian mi aspecto. No lloro, no tengo sangre y mechones de pelo arrancado en la cabeza, mi boca no tiene el aspecto de un tunel ferroviario de finales del siglo XIX.

–Ni de coña –dice.

–Que sí, que sí –insisto–. Que me ha dejado aquí, y se ha ido con su padre a pasar el fin de semana a Alemania, ach mein Gott.

Y Juanito resopla, sacude la cabeza, intenta recordar lo bonito que era todo cuando no me conocía tanto, o directamente cuando no me conocía, y vuelve a su pizza, o cosa que se parece increíblemente a una pizza.

 

Así que estoy sólo en la ciudad, el fin de semana. Y sin un pavo, entre terminar de pagar la cámara (¿dónde coño he escondido el cargador? ¿Alguien lo ha visto?), alquileres y excesos. Así que supongo que la situación es perfesta para un fin de semana friqui. Ver mucho Sons of Anarchy, ver las pelis de El Señor de los Anillos, tal vez ir al cine a ver esa película en la que Robert Downey Jr. hace de negro, o Death Race, o alguna cosa con muchísimos muertos, sangre a mares y retumbar de muchos, muchos tiros. Y jugar al Need for Speed, claro.

–Cuando vuelvas –le dije a la Muchacha el jueves por la noche, mientras cogiditos de la mano ensayábamos una despedida– habré jugado tanto que ya tendré otra vez mi Pontiac GTO, tuneadito y todo.

–Te creo –respondió.

–Lo que pasa es que buf, tengo que empezar la partida desde el principio, con un Peugeot 206 o un Mazda, o un Ford Focus, supongo que con el Peugeot. Y tunearlo, y correr.

–¡Ay, podías pintarlo de rojo, como el que yo tuve, una vez!

Así que anoche empecé la partida. Juanito me miraba por encima del hombro. Me vio coger el coche y correr como un desesperado, ignorando la ciudad entera, hasta plantarme en la tienda de pintura. Me vio elegir primorosamente entre los tonos de rojo disponibles. Me vio sacar el coche del taller y mirarlo, sonriente. Y abrió la boca.

–No preguntes –me anticipé. Porque sé que le da curiosidad, pero que no quiere saber, que luego se va a ir tapándose la cara y gruñendo “¡Diooos!”

Y es que el amor, a fin de cuentas, le vuelve a uno bastante insoportable.

Y si encima uno disfruta con eso, buf.

 

7 comentarios:

  1. Sólo cito:

    El amor es estupendo: te conviertes en el idiota de ti mismo (Felipe Benítez Reyes: El novio del mundo).

    Una única cosa en efecto, vale para el hombre tanto como la vida misma: un amor dichoso (Roberto Calasso: Las Bodas de Cadmo y Harmonía).

    Ya conté alguna vez que el único videojuego que me enganchó (el Civilización), lo desinstalé. Ahora pierdo el timpo igual. Pero bueno, uno de vez en cuando también tiene que hacerse el duro con uno mismo.

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  2. Te juro que iba leyendo las primera líneas y pensaba: No...no...no... es que, aun sin conoceros me gustáis como pareja.

    Otra cosa. Yo también me he enganchado a sons of anarchy, pero me cuesta horrores encontrar subtítulos, aunque sean en inglés. Alguna sugerencia? Por cierto, si no la sigues, te recomiendo true blood.

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  3. para liberar mullaidines, dirás

    qué faldones ni qué faldones

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  4. Si es que estoy con Ruido, si es que sois unos encantadores "desconocidos", y una no puede más que imaginarse esa manera de "estupidizarte" (como decíamos en mi adolescencia trasatlántica) por amor , y flipar mientras también se ríe y dice, como Juanito "Dioooooossss"!!!!!!!!!!!
    Si el amor contagia hasta el tunning!!!!!

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  5. Oye, Deivid, que el mensaje anterior lo escribí yo!!!!
    He ahí el problema de prestarle el ordenador a otros blogueros!!! que no cierran la sesión!!!
    Un besito!!!

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Zona, ¿te puedo llamar Zona?, ji ji, ay el Benítez Reyes, qué libro más salao. Y qué comentario más erróneo, la leche.

    Lo del Civilization lo ley. Yo lo editaba para que mi pueblecillo sacase recursos de la tundra, y luego fingía ser una civilización alienígena, algunos ratos, y de pingüinos, los más (por culpa de un videoclip de The Shins, sospecharía, si no fuese porque lo vi después). Adoraba el invierno nuclear. Y el calentamiento global era insoportable.

    Espera, en ese juego no había invierno nuclear, hum. Vaya.

    Ruidoperro, gracias: tus palabras me ponen contento. Y lamento el susto, ja ja.

    Aroa, Alá es grande, y los mullaidines acechan. Cuidadito. Cuidadi, to.

    Pi, juas, qué susto me has dado con eso de chikov, yo diciendo ¿y ese quién é? Pero bueno, no ha durado mucho la incertidumbre.

    Tus palabras también me hacen feliz, muchísimas gracias. Hay algo estupendo en resultar encantadores así de lejos. De cerca lo somos menos, por mi culpa, que bajo la media mucho. Ya sabes.

    Y lo del tunning no sé. Yo no veo a la Muchacha haciéndome de copiloto como Juanito, avisándome de las curvas y de las distancias con los rivales. No lo veo, no. Sobre todo porque viniendo para acá me ha dicho eso precisamente, hablando de esto (sí, hablamos del Need for Speed por la calle); "hay cosas que te da Juanito y que yo no podré darte", ja ja.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.