
Nos lo pasamos como enanos. Al salir, Juanito me decía
-¿Sabes?, esta es de esas películas que me alegro de haber venido a ver contigo.
Es normal. Sólo nosotros podemos estar ahí sentados y sentir, cuando al protagonista le dicen que su coche va a ser un Ford Mustang (blindado y armado y casi irreconocible, pero ¡un Ford Mustang!) un regocijo que le hace murmurar ¡uooo!, y ser plenamente consciente de que, al lado, el colega está pensando exactamente lo mismo. Sentir que el rugido ronco y voraz de ese motor tiene un algo musical inmensamente bello. Y, bueno, acoger con regocijo las visceras y la sangre y la violencia, claro, eso también.
En parte era muy lógico que fuésemos a ver esa película. Me estoy dedicando en cuerpo y alma al Need for Speed. Lo primero, como demuestra la primera imagen de

Ya solo queda correr.
Joer, si hubiera puesto las fotitos más juntas me hubiera sido menos mareante jugar al juego de las x diferencias.
ResponderEliminarMe estoy cogiendo un mareillo de lo más tonto.
Eres un obseso... que lo sepas.
Obsesisísisisimo.
ResponderEliminar¿Las siete diferencias?
Hmmm.
1. El de arriba es un Peugeot y el de abajo un Toyota.
2. Las llantas son distintas.
3. El peugeot tiene un capó de fibra de carbono.
4. El Toyota, una toma de aire de fibra de carbono.
5. Los alerones son distintos (la fibra de carbono va para el Toyota, aquí).
6. Las pegatinas de las puertas son distintas...
7. Y el Toyota, en los laterales, tiene unas bandas blancas que no tiene el Peugeot.
¡Joder, pues sí que eran siete!
Qué miedito me das, Pip.
Yo no he dicho que fueran siete... acabas de demostrar que me has leído en diagonal o que has despejado la x con menos esfuerzo que el empleado en buscar las diferencias.
ResponderEliminarMiedo me da a mi mentarte la palabra despejar la x
¡Si ya lo hice, x = 7, eh!
ResponderEliminarNo, bueno, se me fue. El juego de las diferencias suele consistir en eso, siete.
Pero yo no te leo en diagonal, Pip. Sería terrible para mis cervicales.