29.7.08

escondidos en (y con inmensas ganas de viajar a) brujas

Ayer la Muchacha tenía programado una revisión de las tropas del palacete y como a mí la visión de tanta alabarda y tanto bruñido me pone nervioso, y como además me dijo el psiquiatra que intentase no pasar mucho tiempo cerca de objetos afilados por si las moscas y por si la reincidencia echa por tierra aquella salida tan ocurrente del abogado de la enajenación transitoria, ja ja ja, que ya ves tú, enajenación transitoria, si yo aquello lo planee durante tres meses, con dibujitos y todo, más gores que el escaparate de una charcutería, je je, en fin, al grano y a lo que iba, pues eso, que la dejé cumplir sus deberes marciales a solas con sus tropas de asalto y sus centinelas y yo me di un paseo y fui al cine, que hacía siglos que no iba, o al menos, que no voy solo, y era un vicio al que yo le tenía bastante cariño y que yo creo que, en vista de la cantidad de películas ante cuya perspectiva de visionado yo me emociono y babeo, supongo que no viene de más recuperar de cuando en cuando, lo que me recuerda que probablemente a este párrafo tampoco le venga ya de más un punto y aparte porque venga frase y venga subordinada y ala y más y otra y sigue y me está quedando todo un poco estrangulado.

Ya. ¿Mejor? ¿Otro? Vaaale.

Dos puntos y aparte más tarde, sigo: así que cogí mis bártulos y el ipod y me fui al cine, a ver la de Escondidos en Brujas (In Bruges). De ella recordaba haber leído algún piropo en internet y un resumen de la trama que supongo que puedo contar, porque creo que no revienta la película –y casi más dice el cartel de la peli, leñe– y, bueno, yo fui sabiéndolo al cine y no me destripó nada: Los protagonistas son dos asesinos a sueldo ingleses que, después de un trabajo que se complicó, reciben de su jefe la orden de pasarse un par de semanitas en Brujas, medio escondidos. A uno le encanta la ciudad y se aplica en su papel de turista, el otro la aborrece... y en fin, ahí arranca la película, que se va saltando las fronteras de los géneros a placer, que logra incluir en una comedia negra de asesinos a sueldo un conflicto totalmente increíble y que, como dice la cita que enlazo luego, va más allá del manido y rutinario asunto del dinero, y una película que plantea unos personajes neuróticos, divertidos y absolutamente palpables que se dibujan a base de temblores de frío, sonrisas satisfechas, pisotones de impaciencia, miradas de soslayo y, sobre todo, una infinidad de conversaciones absurdas y casuales que siempre se les van de las manos y que terminan siempre ensartadas en los asimétricos engranajes de la lógica y lo absurdo. Jamás vi a Colin Farrell dar tanto en el blanco, jamás vi a un Ralph Fiennes tan divertido, y bueno, nunca recuerdo haber visto a Brendan Gleeson haciéndolo mal, y la película es una pequeña joya veraniega que asusta, cuando uno mira y ve que encima es la puesta de largo de un tal Martin McDonagh.

Salí del cine sonriente, satisfecho y con esa envidia utópica que da pensar que qué pena no ser guionista y poder escribir películas así.

En fin, si no te fías de mí, al menos cree las palabras de mi gurú para estas cosas, Roberto Piorno, de quien cito dos párrafos, o trozos de:

“La ópera prima de Martin McDonagh tiene un don que escasea, y mucho, en el cine occidental contemporáneo: es una película sorprendente. Huye como la peste de los caminos trillados del thriller, de las rutas prefijadas y de los clímax telegrafiados. "Escondidos en Brujas" es una película auténtica, inesperadamente compleja, de lecturas superpuestas y personalidad desbordante. Y esa es precisamente su mejor virtud, su exquisita ductilidad y la capacidad de mutación en movimiento amagando con ser muchas películas para acabar por ser una en la que brillantemente todas tienen cabida. La propuesta de McDonagh interactúa con el espectador a múltiples niveles porque no se cansa de redescubrirse, de plegarse sobre sí misma y de explorar quiebros alternativos.

Envasada como un hipnótico cajón de sastre genérico en el que las risas negras del enredo criminal con panorámicas medievales se engangrenan prologando la explosión de lo grotesco, en la oscuridad de un relato atroz, de implicaciones morales altamente inflamables, "Escondidos en Brujas" adquiere, progresivamente, un semblante gótico a juego con el espectacular paraje urbano que secuestra el relato. Brujas se presenta así como un personaje más, un escenario cambiante, cuyos misteriosos rincones milenarios parecen asfixiar el relato conduciéndolo, contra su voluntad, hacia las tinieblas de lo sórdido. Como thriller de ajuste de cuentas, la cinta de McDonagh se reivindica única porque la venganza está manchada por las implicaciones de un conflicto moral en toda regla, por el dilema ético de un criminal sin escrúpulos (soberbio Ralph Fiennes) con código de honor que rinde cuentas por la inmoralidad de un desliz humanamente abyecto y no por lo de siempre, por dinero, traición o mala praxis.”

Resumiendo: áltamente recomendable, y encima, si la película no gusta, puede uno dedicarse a ignorarla, mirar el fondo y llevarse, como premio de consolación, un viaje turístico invernal a Brujas.

3 comentarios:

  1. ¿Y lo que mola perder el tiempo escribiendo en los blogs? Con lo que tardo yo en publicar una entrada, los tuaregs deben haber recogido, por lo menos, unos 76 camellos, si es que el tiempo es tan relativo.... (sí, con 4 puntos en vez de 3)

    Buena pinta la peli, Brendan Gleeson y un 8.1 en imdb, habrá que ir a verla.

    ResponderEliminar
  2. Aha. Muy bien. Olvida usted que los que vivimos en la periferia de Madrid, véase el resto de España, no tenemos esas posibilidades, pero nada, nada, usted a lo suyo, así en plan egoísta, recochineándose de los cines de mierda que tenemos por aquí. Psch, pero si malos rollos, ¿eh?

    ResponderEliminar
  3. Acabo de volver de Brujas.
    Exquisita. Merece la pena. Sobre todo con el marché de Noel en plena plaza... impresionante.

    Si vas en esta época, abrígate bien...

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.