20.5.08

ecos del dulce trinar del tiranosaurio rex

“En esto consiste el darwinismo y por eso estoy en contra de las corridas de toros y a favor de las corridas de osos panda. Los animales no son simpáticos. Un ser irracional no puede ser simpático. Ni siquiera todos los racionales lo son. Sergio es un borde, por ejemplo. Si le conocierais sabríais por qué lo digo. Maldito Sergio. Y me debe quince euros.”

(Jaime, en La decadencia del ingenio)

 

Volvíamos al trabajo los compañeros y yo, después de comer (arroz negro con calamares, filete de ternera y café, sin postre, porque uno es así de duro), y para ir y volver al restaurante donde acostumbramos a comer solemos atravesar el patio de una iglesia horrenda que hay por aquí cerca, una de esas masas naranjas de ladrillo visto y acero oxidado de concepción modernista que a mí, si yo fuese Dios, me daría de todo menos piedad. Y en fin, en ese patio hay arbolitos y hasta unos rosales que dan unas rosas amarillentas grandes como melones.

Así que hemos pasado por allí y según pasábamos unos pájaros han piado sobre nuestras cabezas, encaramados en las ramas de los arbolillos, dándole a la escena un aire muy bucólico y muy primaveresco.

A mí eso del piar de los pájaros me hace pensar de vez en cuando en los dinosaurios, porque como todos hemos leído por ahí las aves son terópodos, que son junto con los caimanes los únicos descendientes de los arcosaurios que lograron no diñarla hace 65 millones de añitos y medio (y junto a los lagartos, las serpientes y las tortugas los únicos descendientes de los dinosaurios que aún resisten) cuando un asteroide de tamaño considerable nos arreó en pleno Chicxulub. Es decir, que los pajarillos son descendientes de los dinosaurios y si no nos andamos con muchos rigores, que es como mejor se anda, resulta que los tiranosaurios que vemos reconstruidos en los museos y en las pelis de Parque Jurásico son primitos lejanos de las gallinas, los gorriones y las lechuzas. A mí esto me parece fascinante porque me hace pensar que, sin duda, algunas cosas de los dinosaurios deben haberse perpetuado, por la vía genética, desde aquellos tiempos a estos, y que entonces tal vez algunas de las cosas que podemos observar en las aves podrían observarse, a lo bestia, en los bichillos que tan vivarachos retrató Steven Spielberg.

No quiero decir que los tiranosaurios fuesen por ahí aleteando o que tuviesen una desmedida pasión por el alpiste, no, pero ¿qué hacen todas las aves, en general, aparte de tener pico, plumas y poner plumas?

Evidentemente, ruiditos.

Y entonces lo que a mí me pasa cuando escucho a los pájaros piar es que termino preguntándome qué clase de ruidos emitirían los dinosaurios, y si en lugar de los clásicos rugidos con los que los imaginamos no se dedicarían a emitir descomunales trinos, gorjeos, graznudos o ululares.

Y me quedo imaginándome qué queda más tierno, si un diplodocus piando o un pterodáctilo gritando “¡lorito guapo, lorito guapo, grrrackrl!”, y eso hace que el mundo me parezca un lugar un poco más simpático, lo cuál, claro, es estupendo.

3 comentarios:

  1. Es que tenías que ver esas rosas, se desvirtúan ellas solitas. Son barrocamente horrendas. Y además tengo una ligera manía al color amarillo.

    Y supongo que siempre siempre no, a veces iré pensando en fútbol, o en la Muchacha, o en los transformers, o en otras cosas. Pero muchas veces sí.

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  2. Tal vez debería usted pensar menos y charlar más con los compañeros de lo bueno que estaba el arroz, de hay que ver la suela de zapato que era el filete de ternera y otras cuestiones banales.

    Me ha dado usted pie para un tercer relato triste, conste. Prometo cambiar "Aroa" por "A."

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  3. Es que soy un tipo reservado e introvertido, y además, ya tenemos un compañero que se dedica a hablar por todos de esas cosas y de cien mil más, el tío cansino.

    Yo creo que abstraerme es la única forma de no empezar una masacre, de lo que habla el condenao.

    Le diré a la Muchacha que encima vas a mutilarle el nombre, pobrecita.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.