Una vez resuelto el tema de la desaparición de mi cazadora budapestiana de reportero de guerra –la lleva en estos momentos la Muchacha, que me la ha robado para hacerle la guerra a unos ciertos rusos– me quedo sin tema de blog para hoy. Pensaba yo dedicarme a escribir “¡andeandará, andeandará!” una y otra vez, en fin. Así que nada, a tirar de correo.
Cada cierto tiempo me llega aquí al trabajo uno de esos bellos intentos de estafa que la era moderna ha dado en llamar phishing, haciéndole añorar a uno los tiempos en los que estas cosas recibían nombres espectaculares como tocomocho o timo de la estampita (aunque en fin, lo llamaré phescar, por hacer algo). Por lo general son correíllos de asphecto corphorativo que dicen cosas como que aún no has completado el phroceso de renovación del servicio de banca por internet, que le des a un link que ahí viene para completarlo y, suphongo, porque para qué confirmarlo, luego te phiden los datos bancarios necesarios para que el dinero migre de tu cuenta a la del malhechor que monta el tinglado. A mí esas cosas me enternecen, y me hacen phensar quién puede ser tan bobo como para caer en algo así; no sé, en estos tiempos de internet en los que hemos trivializado aquella máxima de Tiempos Oscuros sobre que la pharanoia era un estado de consciencia superior para transformarla en el estado rutinario con el que mirar las cosas, que aún haya alguien esperando que algún ingenuo le de los datos necesarios para desplumarle me parece tan bucólico que, lo dicho, me enternece. Aunque claro, luego hay adolescentes que se desnudan delante de su webcam para regocijo de pedófilos chantajistas, así que igual estoy pasándome de optimista con respecto a la condición humana. Phero a lo que iba: A mí thodo esto de los phescadores me pharece una cosa muy normal y oye, si hhay halguien tan cándido como para hacer de phescado y mhorder el anzhuelo phues mira tú quhé bhien (creo que me estoy phasando ya con has hhhaches: vale vale, ya pharo), y por mucho que los correos supuestamente bancarios van llegando yo ni me inmuto (que encima sean de bancos en los que yo no tengo cuenta siempre ayuda). Pero me ha llegado uno que supone una vuelta de tuerca revolucionaria en el género: No es ya que algún listillo pretenda beneficiarse las cuentas de ahorros de los bobalicones que Internet pueblan, no. Es la revolución; que un bobalicón ha decidido que si él quiere también puede.
El correo presenta ciertas curiosidades bastante poco protocolarias y destila un simpático aire eufórico, desde su mismo título: “La carta urgente del Banco de Valencia!”, así, con signo de admiración y todo. El saludo, brutal: A la mierda lo de “Estimado cliente”, y viva la alegría; “saludos, respetado cliente!”, con el segundo signo de admiración de la tarde.
Como era cosa de poner algo solemne, copian a continuación propaganda del banco, amenizada con algún repentino cambio de género (¿”las 10 más grandes bancos del mundo”?), explican que están poniendo una seguridad escalofriantemente eficaz y, momento honesto del correo, que trabajan en la funcionalidad de las cuentas del cliente y en nuevas posibilidades para el trabajo con ellas. Dice que el modernísimo sistema de cifrado que pretenden implantar ha sido aprobado “por los órganos estatales del caso”, que no sé qué serán, ni a qué vienen ni qué falta hacen, con todo el mundo tan feliz usando la criptografía de clave pública, y que puede ser instalado en mi ordenador si yo quiero. Para ello debo hacer click en un link que me ofrecen, cuyo texto indica la dirección de acceso del banco en cuestión pero cuya url, a poco que uno deje solazarse el puntero del ratón sobre las palabritas, resulta ser ligeramente distinta, y advierten, en mayúsculas y negrita, que es muy importante instalar todo esto y, señalan, ingresar “obligatoriamente sus datos verdaderos”, o nos vamos a quedar sin nuestra soñada actualización. Ofrecen tras las mayúsculas el tercer signo de admiración del correo, cuando yo ya desesperaba pensando que no habría más.
Finalmente se despiden con más honestidad, dando las gracias por la colaboración y la confianza, y prometiendo hacer todos los esfuerzos necesarios para que el trabajo con SU banco (que no nuestro banco no, insisto: su banco, de ellos. ¡Ole!) sea grato y cómodo. Alíñese con una imagen que estaba hospedada en la página web de Molina de Segura, Murcia, y remátese firmando “con mucho respeto, la administración.”
Y yo termino de leerlo y aplaudo, pensando en abogados diciendo “señoría, la defensa sólo tiene que decir que le está bien empleado al acusador, por gilipollas, y esperar la absolución”, y en fin, dando gracias de que no tenga un cuarto signo de admiración, porque si lo llega a tener es que termino metiéndoles ahí los datos de mis cadavéricas y huecas cuentas como pago por el buen rato que me han hecho pasar.
Qué bello mundo este de internet.
Creo que le estás dedicando más posts de la cuenta a tu spam, ¿no te parece?
ResponderEliminarMe recuerda a una noticia que lei en la que un juez absolvía a una curandera que cobró 12000 eurazos a los hijos de un señor enfermo por curarle una enfermedad terminal. Cuando el señor murió, sus hijos denunciaron a la curandera, pero el juez dijo que si confiabas en la magia no podías exigir garantías... vamos, que igual hay quien pica en este otro timo...
ResponderEliminarGenial el Panopticon. Me alegro de que lo hayas retomado.
ResponderEliminarNo vaguees y ponnos más fotos!!!!!!!!!!!!!!!!