Los viernes, a eso de las 11 y media, la horda satánica deja las oficinas medio vacías y acude en pleno a un bar cercano, a hincharse a café, montaditos de chistorra y tostadas con mermeladas varias.
En torno a una mesa estábamos unos cuantos. Al fondo del bar, en una tele silenciosa, la televisión matutina ofrecía las imágenes de la mujer esa... la persona esa que últimamente recibe muchos minutos de programación amarilla porque nació mujer, se volvió hombre y ahora se ha quedado embarazado/a/um, lo que lo convertirá, como bien señalaba un compañero, en padre, madre y espíritu santo si hace falta de la criatura que gesta en sus órganos internos, recuerdos de los días en los que su género era el que viene de serie en su ADN.
A mí es una noticia que me la trae francamente al pairo, pero una de las compañeras ha dicho algo que ha llamado mi atención, que en esos momentos hacía buceo de profundidad en las crónicas de un periódico sobre el Bayern – Getafe de ayer (1-1 con golazo final de Contra, jódete Kahn):
–Es que debe ser muy duro ser mujer y sentirse hombre.
Y todos han asentido en silencio mientras masticaban con fruicción sus tostadas y sus montaditos y sorbían sus cafés con leche.
Yo la verdad es que no termino de entenderlo. Igual es porque no me pasa, suelo decirme, y por eso nunca me he planteado ser mujer (excepto quizá para fantasear sobre lesbianismo alguna que otra vez, en la húmeda oscuridad de mis noches post-adolescentes), pero no sé: Es que ni siquiera comprendo en qué podría consistir eso de sentirse mujer, o ya puestos, hombre. ¿Qué parte de mí, qué mecanismo regula mis sentimientos autoconscientes o frustrados o desiderativos respecto al género? Yo sé qué es sentirse hambriento, tener sueño, que te duela algo o ser feliz, pero ¿cuál, de todas mis sensaciones, es la que tengo que identificar como “ser hombre”?
Sinceramente, es que no tengo ni idea de cuál puede ser. A lo largo de mi vida ya me ha dado tiempo a mantener unas cuantas conversaciones con gente sobre cómo se sentían, y jamás escuché a ninguna mujer algo que me hicies pensar “ah, mira, eso tan raro debe ser el sentimiento de femineidad”. Todo me sonaba muy común y comprensible, a ambos lados de la dualidad genérica. Quitando cuestiones como la calidad de los orgasmos o el asunto de sufrir la regla, claro, pero también envidiamos los orgasmos de media hora de los cerdos y no por ello nadie se opera o afirma ser un cerdo atrapado dentro del cuerpo de un hombre o una mujer (al menos no literalmente. Sí que he escuchado afirmar cosas así en plan metafórico), y dudo mucho que el/la padre/madre quisiese sentir lo que era no tener la regla conservando como ha conservado toda la artillería femenina interna, como dudo que alguien quiera ser mujer para sufrir eso, precisamente, que por lo que cuentan la Muchacha y mi agente puede emularse con precisión, al margen del género, empleando con habilidad muchas hormonas y un buen martillo de picapedrero.
Y por esta falta mía de comprensión, probablemente una muestra más de garrulismo rural, cuando escucho todo eso de que alguien se siente hombre en un cuerpo de mujer o a la inversa, a mí me da por pensar que, simplemente, esa persona querría haber sido hombre, o a la inversa. Y que en el fondo eso no es más que llevar al extremo el deseo de ser lo que no se es: A mí mismo, y eso que soy un ser excepcional, me gustaría ser unas cuantas cosas que no soy, como más alto, más delgado, con ojos grises, pelo liso y frondoso y con los abdominales de Daniel Craig en Casino Royale. Pero no por ello digo que soy un Daniel Craig atrapado en el cuerpo de un David, ni reclamo mi derecho a serlo.
Sé que todo esto puede resultarle ofensivo a alguien que sí que sienta esa necesidad, porque supongo que sentirla debe hacerla comprensible. Yo juro que lo intento, y no hay manera. Creo que es porque yo siento que lo que yo soy, esta cosa consciente que piensa, y mira, y siente, y vive, es algo que al fin y al cabo vive un tanto al margen de mi cuerpo. Así que me da un tanto igual que sea más bajo, más fondón, más ordinario y menos yogurín de lo que puestos a pedir yo desearía, como me da igual, llegados al caso, que en la lotería del cruce genético saliese que mi género iba a ser el masculino.
Y al final pasa lo que pasa. Que escucho afirmaciones como la de la cafetería de hoy, y le extrapolo lo que pienso yo cuando me observo el perfil de la barriga en un espejo, y todo el mundo se escandaliza mucho, o lo mismo que pienso cuando alguien quiere ser algo que no es. Que mala suerte, y que a joderse y aguantarse. Y los satánicos, que son buena gente, se escandalizan, me miran reprobatorios, y me dicen que soy un animal.
¿Qué se siente siendo un animal? ¿Podré ser un animal atrapado en el cuerpo de un hombre? ¿Explicaría eso los ronroneos, los restregones y la necesidad de que me rasquen la barbilla que siempre anda denunciando la Muchacha? ¿Miau?
Pues aquí otro con garrulismo rural porque tampoco comprendo qué tipo de sensación es esa que les hacen saber que la genética ha metido la pata hasta el fondo. Pero bueno, si así son felices que lo disfruten que son cuatro días ¿no?
ResponderEliminar"¿Qué parte de mí, qué mecanismo regula...?"
ResponderEliminarEl pene, coño, el pene, que es que hay que explicarlo todo...
Craig, sin 'h', si te refieres al actor de la última 'Casino Royale'.
ResponderEliminarPor 'craigh' sale ésto en el gorigori:
http://davidcrutchfield.com/images/craigh.jpg
"Es que ni siquiera comprendo en qué podría consistir eso de sentirse mujer, o ya puestos, hombre. ¿Qué parte de mí, qué mecanismo regula mis sentimientos autoconscientes o frustrados o desiderativos respecto al género? Yo sé qué es sentirse hambriento, tener sueño, que te duela algo o ser feliz, pero ¿cuál, de todas mis sensaciones, es la que tengo que identificar como “ser hombre”?
ResponderEliminarUmm, ¿de verdad tienes más claro en qué consiste ser feliz que tu identidad masculina?...
(sólo por discutir un poco ;)
bss
ETDN
Las emociones e incluso la inteligencia, funciona de distinta forma en cerebros masculinos que en femeninos. Ésta es una muy interesante materia científica larga de explicar aquí, pero que recomiendo leer, sin necesidad de acudir a literatura científica prolija, basta con alguna buena divulgativa.
ResponderEliminarAunque no está demostrado que las diferencias de genéro vayan mucho más allá de las culturales (es decir, que fisiológicamente existan diferencias definitorias en el cerebro), parece que la principal diferencia, es decir, la de los órganos sexuales y reproductivos, determinan el resto. Es decir, nuestra mente funciona de acuerdo a o como consecuencia de características y funciones de nuestro cuerpo.
Es difícil pensar que el deseo de cambio de genéro responda simplemente a una decisión de "querer ser lo que no se es".
Y que hombres fuertemente heterosexuales* como usted no sean capaces de entenderlo muy bien responde también en parte a esa propia naturaleza de género.
*expresión típica del lenguaje científico que me hace mucha gracia, y que aplico aquí en tono de broma y sin conocimiento alguno, por supuesto, no se me vaya a mosquear El Anfitrión... :)
LEIBOWITZ
Konrad, sí, si cada cuál que haga lo que sea para ser feliz, si no es problema. Yo sólo expresaba mi perplejidad. ¡Y qué bien que alguien me comprenda, en ella!
ResponderEliminarConde-duque: Me has recordado la expresión típica de un amigo para contar cualquier cosa, preludio de batallitas inmensas; "iba yo con toda mi polla por delante..." Será eso.
Perro, vale, ahora edito, si no se me va la cabeza desde aquí hasta que responda. Culpa de los guiris, ya ves tú si no se podían apellidar Pérez o López.
ETDN, bienvenía a esta mi cama desfacida, ji ji. Y sí, tengo muy claro en qué consiste ser feliz, porque a veces no lo soy, y lo defino por contraste. Soy feliz cuando no estoy mustio, ni jodido, ni indiferente. Cuando tengo ganas de correr y saltar y voy sonriente por la vida canturreando cosas alegres.
Annie, por partes: Las emociones y la inteligencia también funcionan de forma distinta, hasta donde yo sé, en unos cerebros masculinos que en otros cerebros masculinos, y en unos cerebros femeninos que en otros cerebros femeninos. Pero aún así son las mismas, hay hombres contentos y mujeres contentas, hombres perspicaces y mujeres perspicaces. Yo noto diferencias entre unos hombres y otros, y entre unas mujeres y otras, y no veo mayores diferencias entre los géneros que inter-genero, digamos.
Pero si luego me dices que los órganos genitales son los que determinan el asunto, en fin, ¿eso eliminaría la posibilidad de sentirse la otra cosa, por el equipamiento que se trae de serie, no?
Y yo es que no puedo dejar de verlo precisamente como ese deseo de querer ser. Me preguntaba yo después de escribir cuánta gente que cambia su género se pone un pene pequeño o unos pechos feos, y sospecho que es poca. Yo creo que eso implica algo...
Y de tono de broma nada, yo soy un tipo profundamente heterosexual, de eso no hay duda, porque muchas veces me he planteado yo qué será ser homosexual, y vale, veo hombretones que son guapetes y tal y que pueden resultar atractivos, pero nunca me han excitado sexualmente. En cambio los ejemplos con mujeres, bueno, digamos que sí, que encuentro ejemplos con bastante facilidad...
No es coincidencia, en ese sentido, que la Muchacha sea eso, muchacha, y no muchacho.
Así que sí, otra cosa que tengo bastante clara, y hay pocas tan claras, es que soy profundamente heterosexual, cosa que alguna vez me ha metido en algún lío y ha hecho que se me llame homófobo y cosillas por el estilo, lo que me pareció a mí muy ridículo y muy injusto, coño, que para determinada gente parece que contarles que te gustan las mujeres a día de hoy es algo políticamente incorrecto... si a mí me parece muy bien que a cada cuál le guste lo que sea, y digo yo que debería tener derecho a hacer lo propio... en fin, no es que tenga que ver con esta discusión, pero me lo has recordado.
"Nacemos con cerebros diferentes, pero el cerebro humano es muy inmaduro al nacer y no termina de madurar hasta bastantes años más tarde, de modo que las condiciones ambientales también nos hacen diferentes. Las diferencias tienen causas genéticas, hormonales y ambientales, y todas son igual de importantes". Lo dice María José Barral, profesora de Anatomía y Embriología Humanas de la Universidad de Zaragoza.
ResponderEliminarY yo que trato a diario con seres que aún no han tenido mucho tiempo para contaminarse ambientalmente, no tengo más remedio que estar de acuerdo con eso.