10.4.08

el abolengo



Y después de que la pobre Muchacha sufriese las atenciones de mi familia, tan encantadora y tan maja siempre, si se les pasa esas conversaciones tipo...

-¿No quieres más croquetas? -le pregunta un sonriente familiar, entre el dicharachero alborozo de la cena.

-Uy, no, no, gracias -responde la Muchacha, con la última docena de ellas que le han obligado a tragar buscando su sitio en su abarrotado estómago.

-Y por qué no -inquiere de nuevo mi familiar, ya para nada sonriente, en medio de un súbito y tenso silencio, con todas las miradas del clan clavadas sobre la pobre mujer y mi familia en pleno temiéndose una afrenta como que si a ver si vas a decir que no te gustan o que les falta jamón o les sobra sal...

...o tipo...

-Pues ahora su padre como es juez pues ¡puede casar a la gente!, ji ji ji.

...o tipo...

-¿Y tú también eres una hereje blasfema condenada a los infiernos, como mi querido nieto?

...pues tendrán su punto rústico y entrañable, supongo, para quien no lleve casi un tercio de siglo sufriendo esos entrañables arranques de toledanía. Después de eso, decía, me ha tocado a mí el turno de enfrentarme a los focos del reconocimiento ante las fauc... eeeh... ante los ojos de su familia.

Formalismos, pero que tienen su cosa.

En realidad, a la Madre ya la conocía yo, de un día que fue a hacer una visita institucional al Palacete y por allí pasé yo, en plan hola señora, soy un amigo de su hija, compañero del taller, y en fin, aquí vengo porque como en otra vida yo fui aparejador pues mi opinión técnica... pero claro, si uno es presentado así y la madre en cuestión se dedica a mirarle con ojos inquisitivos y no decir ni mu ni de talleres ni de aparejos, se termina sospechando que están sospechando de uno y que hay cabos por ahí que están siendo concienzudamente anudados mientras uno mira con interés ese lugar en el que aún no sabe que un día Vasily intentará por todos los medios colocar unas enrevesadas molduras neobarrocas y poniendo esas caras de sincera inocencia que sólo ponen los culpables.

Pero como la Muchacha es así de tontorrona y por lo visto no va quejándose mucho de mí, y además hemos podido conseguir falsas declaraciones juradas de una horda de doctores que han asegurado bajo coacción y amenazas que no soy yo el que le pega los catarrazos a nadie, las miradas inquisitivas no se han vuelto demasiado hostiles, si exceptuamos algún que otro mosqueo que, me cuentan, llega más bien por la omisión de personajes en alguna de las batallas que aquí cuento (literalmente, eh, que luego va la gente por ahí diciendo que qué gracioso soy y que cómo exagero, cuando yo soy el simple cronista de esta vida que me río yo de la de Martín Romaña). Vamos, que por lo visto la madre de la Muchacha estuvo protestando porque ella también tuvo su papel y su cuota de tortura para con los pobres operarios oriundos de esa zona donde el este de Europa anda ya siendo oeste de Asia, razón esta, la de ese mosqueo, por la cuál yo, que para algo soy un cobardica y un pelota, estoy aquí, pulsando teclitas a estas horas tan raras. Vamos, que si alguien quiere salir aquí yo lo saco (lo que me recuerda que debo contar lo de la película lésbica que rodó otra amiga de la Muchacha el otro día en el Retiro, que no se me olvide).

Vi a la Madre una segunda vez, hace no mucho, un domingo de estos últimos en los que hizo un frío infernal. Iba acompañada de la Hermana (que se entretuvo constatando que no existen parecidos entre mi personita y Sawyer, en fin), y salían de un musical en el que por lo visto los bailarines son alienígenas o utilizan extraños rellenos para afianzar y realzar atributos corporales, o algo así me pareció a mí entender luego a posteriori. Fuimos a buscarlas y a la carrera me secuestraron a la Muchacha y se largaron diciéndome que ellas se iban en coche y que a mí andar seguro que me sentaba muy bien, que era muy sano así con ese frío lobuno que arreciaba aquella noche, que ya se sabe que el frío curte el carácter y ennoblece el alma. Pero bueno, no fue tan terrible, a fin de cuentas logré sobrevivir y aunque aún a día de hoy tres dedos de mi pie derecho tienen un moreno un tanto inquietante y huelen muy raro tampoco es que yo usase nunca esa pierna para gran cosa, por eso de ser zurdo de cintura para abajo y con el ratón del ordenador.

Y el tercer encuentro con la Madre coincidió con el primero con el Padre, que es un señor que a mí sin conocerlo me aterrorizaba, en parte por las batallitas que cuenta la Muchacha, pues si bien tiene la simpática costumbre de reconstruir conversaciones y voces y chascarrillos poniéndole a todo el mundo graciosas voces como de dibujo animado nunca dejaron de transmitirme una cierta inquietud, y sobre todo por los comentarios de los amigos de ella que, sin poner voces divertidas, me habían hablado de él siempre en el tono con el que se habla a alguien que va a enrolarse a la Legión en tiempos de revuelta morisca, o algo así (estoy yo perdiendo costumbre de buscar metáforas decentes por la noche, se ve), con muchas para nada reconfortantes palmaditas y mucho encantado de conocerte, mucho fue breve pero grato y muchísimo qué pena, tan joven. Pero bueno, el Padre andaba medio malo y solventó el trámite con la sugerencia de una oportuna llamada a la policía cuando me vio aparecer, un apretón de manos y una mirada gélida. Luego la Madre y yo nos dedicamos a ver delirar a su hija y a ver por la tele Mentiras Arriesgadas.

Luego claro, uno coincide en las obras por los torreones recién pintados, se cruza por las salas a medio embaldosar y cruza corteses saludos en los puentes levadizos, y en fin, siente que esas formas, esos papeles secundarios, no son las de presentar a nadie. Que no digo yo que estas vayan a ser mejores, pero bueno, al menos son de dedicación exclusiva.

Así que nada. Ya está todo el mundo presentado. La Muchacha a mi familia, yo a la suya, y todos en el blog. Ya podemos todos mantener conversaciones corteses e intentar que me sienta incómodo, no vaya a ser que coja confianza y empiece a decir esas tonterías que siempre termino diciendo, que algo me dice que sería contraproducente que esa gente acierte así tan pronto con inspiradas ideas sobre mi salud mental.

3 comentarios:

  1. sólo te digo una cosa querido David...
    aDELANTALes a todos!!!(por ejemplo)

    y hasta aquí puedo leer
    besitos!!

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  2. hola hola desde Dublin
    Siguiendo las recomendaciones de abandonomiblogsinconsultarseloamipublicofiel/muchacha, ahora te sigo, sustituyo, si si, como sofia mazagatos a vargas llosa.
    interesantes encuentros familiares, interesantes, gracias por contarlos, que me siento muy sola y lo leo y es como si estuvierais los dos en mini-palacete contandomelo todo en una fiesta en honor a Chuck Norris. Por cierto, confirmame que te llegaron esas fotos

    os echo de menos
    Belen

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.