19.3.08

seré breve

La primera parte de las vacaciones, consistente en que la Muchacha me diese diez millones de razones más para quererla, que no hacía falta pero bueno, termina... ahora.

Y ahora, también, comienza la segunda parte, consistente en que yo consiga no darle diez millones de razones para aborrecerme a mí, a los míos y al maldito valle en el que surgimos y, en los ratos libres, medramos.

Motivos estos que explican primero el silencio hasta ahora y, segundo, el silencio desde ahora hasta, no sé, ¿el domingo?, ¿el lunes?

Ah, el futuro incierto, el principio de incertidumbre y todo eso.

3 comentarios:

  1. Ayyyy, por lo menos tendrás a punto ya el nuevo objetivo de esa nikon tuya que no traiciona y nos traerás imágenes para no aborrecerte, no??????

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  2. No, no tengo nuevo objetivo, porque no lo veo por ninguna parte y los que veo van desde lo impagable hasta lo que además de impagable da sudores fríos de caro que es. Caray con los aparatos ópticos, qué incompatibles son con los bolsillos que hacen eco, como los míos.

    Pero en cualquier caso, en abril se reabre el fotoblog: Eso de enfocar manualmente pide más tiempo, le quita espontaneidad a las fotos, pero le voy pillando el truco. Ya tengo una reservilla de fotos de la que ir tirando para cuando las semanas de estrés y nada de tiempo libre, y pretendo volver con tres fotos por semana, en vez de siete, pero sí, a partir de abril se reabre el fotoblog.

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  3. Uf, me quedo más tranquila, y por cierto, chulo cartelillo del panopticom.

    Y ahora que pocos nos ven, David: qué lindo te queda el amor, se me cae la babita viendo esas cosas lindas que le dices a la MUchacha, y las que ella te dice a tí y tú transcribes. Qué lindo. Y no es pastel. Vaya sistema sola más chulo. Seguiré pensando en el telescopio. Un besito para los dos, grande y sonoro, de mamá, jejeje.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.