17.12.07

mis regalos de cumpleaños, por ahora

El título de este mensaje era provisional porque el título definitivo de este bello post de hoy no lo puse hasta transcurridas, al menos, 24 horas, por razones que, cuando lo cambié, probablemente resulten evidentes y que, de no serlo, figurarán aquí, aquí, más o menos a esta altura del mensaje o como mucho un poco más abajo, entre un paréntesis, ah, ya me parece estar viéndolas, en fin.

(Porque no le quería dar a los olvidadizos la oportunidad de quedar bien y felicitarme a tiempo, vaya, ja ja)

En cualquier caso me duele, me duele escribir otro mensaje así. Confuso, para nada descriptivo, arcano y sectario. Yo los veo así, aunque por lo visto hay quienes os lo pasáis pipa leyéndolos, por los comentarios del anterior, aunque sospecho que algunos, ay malandrines, os habéis hecho una idea del asunto y no abronco a nadie porque, en fin, qué derecho tendría. En cualquier caso prometo parar pronto. Luego, mismo, mañana, vamos, como le quieras llamar a un rato de unas cuantas horas, entre 10 y 30, digamos, y dedicarme a contar las cosas para quien no tenga ni pajorera idea de qué narices cuento, para que nadie tenga que jugar a las adivinanzas, para que nadie sienta que está metiendo las narices en algo ajeno. Sintiéndolo mucho por los voyeurs y los aficionados a los puzzles, volveré a lo típico, a narrar mi tristísima vida en directo y con todo detalle, enfocando toda mi atención en lo más estúpido, insignificante y absurdo que vean estos ojitos, escuchen mis orejillas y piense mi abotargada cabecita, que excepto hoy tan poco ha dormido estas vacaciones.

En fin: Aquello a lo que alude el título definitivo del mensaje, por revelar o no según qué día sea hoy, consiste en:

#1. La noche del miércoles al jueves, completa. Desde cerca de las 9 de la noche del miércoles hasta la 1 de la tarde del jueves. Hay noches que se estiran, se estiran, y se terminan volviendo en noches invernales más allá del círculo polar, por lo largo, que no por la temperatura, por mucho que a uno, que para algo es bobo, le de por tiritar muchísimo, últimamente (ayudado, todo hay que decirlo, por esta climatología nuestra, que al fin y al cabo falta ná p'al invierno).

#2. El dibujo que pintó la luz del amanecer del sábado, en exclusiva para mis ojos, tan ávidos, tan descreídos y tan tantas cosas.

#3. Un comentario, un ratito antes, que cruzó la tierra de nadie de la oscuridad cuando nadie lo esperaba (nadie significa yo, claro).

#4. Unas palabras que leí la noche del sábado al domingo. Con su doble efecto, primero el de unas lágrimas tiernas que me salieron así por las buenas, arruinando mi reputación de machote ante el mundo, porque estaba yo solo pero aquí estoy contándolo, que ya hay que ser, y (como segundo efecto) el aleteo de la mariposa que causará el huracán que será un abrazo que tengo guardado a la espera de poder desencadenarlo.

#5. Unas zapatillas que hacen ruido cuando camino. Lo mejor de las botas, en zapatilla, algo genial.

#6. Los tres últimos capítulos de la 2ª temporada de Dexter, que voy a empezar a ver en cuanto envíe esto y que van a hacer de esta noche otro intento de suicidio dulce.

#7. Dos camisas de esas insultantes. Se pueden usar con corbata, pero no son camisas que uno esperaría ver bajo una corbata. Algo estupendísimo.

#8. El cine. Salimos de casa con la idea de ver algo fácil y olvidable y vimos La Batalla de Hadiza, que deja un mal cuerpo considerable, pero es Cine, y hacía siglos que no veía una película en una sala oscura y silenciosa llena de respiraciones contenidas y era algo que echaba muchísimo de menos.

#9. El futuro. Ah la estupidez, ah el optimismo. Tengo que ponerlo en esta lista, aunque ahora mismo el futuro se vea, desde aquí, como si viniese envuelto en una cajita forrada de papel brillante y atada con un lacito dorado.

#10. La gente. La gente que veo, la gente que me rodea, la gente que conozco y la que voy conociendo. La gente que día a día me sorprende y me hace sentir tan injústamente tratado, para bien, por ese destino torpe y azaroso que marcan las leyes de la física tan divertidas ellas. La gente que se acerca, la gente que presenta su catálogo de sonrisas y miradas, la gente que deja de ser gente para ser una persona, esa persona, y tras, en un momento uno se descubre una banderita preciosa clavada en el corazón, que no sólo no sufre el golpe sino que bombea con una alegría inmensa, y hace redobles, y compone ritmos progresivos, claro, y que si no da cabriolas es porque lo sujetan las venas y las arterias, que si no, uy.

Y lo dejo ya, que tengo tres capítulos de Dexter esperando.

4 comentarios:

  1. Te veo aletear, David, en esta vida tuya que por lo que veo no te parece en absoluto triste, y menos ahora. Te veo aletear y me invento lo que quiero, claro.

    Un beso fuerte!!!!!!!!!

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  2. Para despejar dudas: ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, GUAPETÓN !!

    Te felicito aquí para que haya testigos ;)

    Besitos y tirones de orejas jienenses, hasta que nos veamos y te los de en persona.

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  3. "...me duele escribir otro mensaje así. Confuso, para nada descriptivo, arcano y sectario. Yo los veo así, aunque por lo visto hay quienes os lo pasáis pipa leyéndolos..."

    Pipa, pipa... Bueno, creo que lo que me gusta es quedarme con la intriga de saber si soy yo la que no se entera de qué va la vaina o de si es ésa tu intención...
    Pero vamos, da igual, yo me quedo con que me gusta leerte sin más... Lo que luego me imagine es otra historia (interminable). Puede que eso tenga su gracia, ¿no?

    De todas formas... ¡¡¿¿FELECIDADES??!! Jo, ya no sé si debo o no, con tanto intríngulis...

    Bueno, de todas, todas ¡un beso! que eso nunca vine mal...

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  4. Y otro. Yo no me entero de nada nunca, pero lo leo siempre. Y no comento porque no estoy a la altura (como pone de manifiesto este comentario).

    Me voy a quedar por aquí dándole a F5 por si acaso. A ver...

    Besos, felicidades, aleteos mariposeantes y cosas varias...
    K

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.