10.12.07

la lengua adoptiva

Voy a intentar esquivar la tendencia rencorosa y vengativa y no decir nada del fin de semana, de lo bonita que es la amistad, de la de platos que le deja a uno para fregar y del deporte favorito de muchas de mis amistades, que consiste en hacer piña y meterse conmigo siempre por motivos fabulados (porque si no a ver qué motivos le doy yo al mundo para que me mire mal, ¡por favor!, si soy un encanto). Voy a obviar la ración habitual de todos esos gruñidos y protestas que, ya no engaño a nadie, uso para esconder sin ningún éxito el cariño que le tengo a la gente que me rodea, para decir gracias sin sonar empalagoso, para repartir esos abrazos a los que tan poco propenso soy, que siempre visto de cinismos y regalo como puyas. Y paso sobre todo porque soy un aprendiz de malote y azucar el justo, qué coño, y decir lo obvio siempre me pareció de mala educación.

Y después de esa declaración de intenciones para la galería y de abotonarme la levita del disfraz, hoy voy a responder a una de las preguntas que figuraban en una entrevista apócrifa que me iba a hacer yo a mí mismo. Como se deduce de mi doble protagonismo como entrevistado y entrevistador, el asunto iba a ser algo bastante parecido a una autofelación, con mucha tontería, mucho ronroneo y las habituales gotitas micrométricas de mi etéreo y volatil sentido del humor (no termino de entender por qué diablos al final no te he torturado con ella. ¿De dónde me viene esta extraña clemencia? No sé, no sé; me hago viejo), pero en ella me hacía una pregunta que no era del todo mala, y que me ha hecho más gente alguna que otra vez, que es: Pero vamos a ver, alma de cántaro, siendo toledano ¿por qué coño titulas tus fotos en inglés, David?

La pregunta, por lo general, suele pillarme por sorpresa, así que entre eso y las prisas yo creo que nunca la he contestado de lleno, con tiempo y a conciencia. Así que vamos a ello. Según el formato entrevista, supongo que esto tendrá que ser así:

 

David: Una pregunta que, me consta, te han hecho alguna vez…

David: Qué bien me conoces, ¿eh golfo?

David: Ay si yo te contara, guapetón.

David: Perdona, te he interrumpido, ¿decías?

David: Tranquilo corazón, tú nunca me in…

David: Bueno, a veces sí.

David: Bueno, alg…

David: Casi siempre, de hecho.

David: En cualq…

David: Perdona, te estoy interrumpiendo.

David: No pasa nada, estoy acostumbra…

David: Lo siento, siempre me pasa. Yo es que una vez de pequeño…

 

(en este punto el David entrevistador empuña una cerbatana, dispara un dardo empozoñado con un poderoso sedante al David entrevistado, lo ata a una silla, le hace muecas de burla, se fuma un cigarro, va a mirar el correo, vuelve, le coloca una lámpara de interrogatorio, le despierta con un cubo de agua fría y le hace la maldita pregunta)

Hay una razón, obvia y simple, para titular las fotos en inglés, que es que al principio la gran mayoría de mi público, que por aquel entonces eran como cinco personas, era extranjero y en español sólo saben decir “paelia”, “siesta” y “olé”. Pero hay dos razones más profundas, que tienen que ver entre sí. Por un lado, el inglés no es mi lengua nativa, de la misma forma en que la fotografía no es mi, digamos, arte natural. Eso le ha dado, tanto al inglés como a la fotografía, un aire ausente, un misterio implícito. Igual que no me reconozco cuando hablo en inglés, mis fotos no dejan de serme, en un sentido, ajenas. Siento que estoy menos en ellas, porque mi parte más antigua, más visceral, sigue sin ser consciente de que es ella quien las hace. Y esto es algo fabuloso, porque significa que puedo mirar una foto mía y conseguir, por esa extrañeza, que me guste, cosa que no suele pasarme cuando me leo, en fin. En cualquier caso, titularlas en inglés no deja de ser una forma de llevar esa extrañeza también al nombre, y sin ella la foto siempre será, para mí, algo ligeramente contradictorio, y son las ligeras contradicciones las que siempre he llevado peor. Las cosas a lo grande o de ninguna manera.

Por otro lado, recurrir al inglés no sólo es una forma de separación, sino de reconocimiento a un idioma nuevo, o menos nuevo que mi idioma, y al que cada vez tengo más cariño. Me resulta divertido pensar en inglés. Casi toda la música que escucho, y en ella prácticamente toda la poesía que leo, está en inglés. Y en ese sentido, titular fotos en inglés es apropiarme de una sonoridad, de un gusto en la lengua que este bello idioma nuestro no tiene, porque es diferente, porque ya está en mí. Así, titular algo en inglés supone desubicarlo, para mí, del mundo, lo que en el fondo no deja de ser una forma, torpe e ingenua, de resaltar la extrañeza oculta y olvidada de lo común, de lo rutinario, una extrañeza que muchas veces nos perdemos por despiste, por ignorar la necesidad de un parpadeo y un segundo vistazo en el momento justo.

Y todo esto, ahora que lo pienso, significa que en realidad sí que puedo dar una respuesta corta y exacta la próxima vez que alguien me pregunta que por qué le pongo nombres en inglés a las fotos: Por el puro morbo de la canita al aire.

6 comentarios:

  1. Interrumpir es un arte, querido, que veo que no dominas y que si quieres te doy unas económicas clases...aunque sabiendo que tienes en tu cabeza imágenes como la que has descrito no es que me haga mucha ilusión...
    A veces das miedo, lo sabes ¿no? :P

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  2. Que lo domine no quiere decir que lo vaya practicando por ahí constantemente como tú, por cierto, ejem ejem, ya haces sistemáticamente conmigo aún antes de apuntarme a ningún curso al respecto.

    Pensándolo, y meditando sobre cómo podría ser después de matricularme, tiemblo. ¡Brrr!

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  3. Yo, como periodista intrusa que también lo soy quería hacerte esa pregunta desde que conocí tu blog y tus fotos. Sin embargo, como peliculera que soy también, me imaginé que eras un tipo de esos que se lo curran mogol´lón y tiene su público guiri, o que en el fondo consideraba que el inglés le daba un toque de "nivel" al producto, al arte en este caso. Me equivocaba en parte sí y en parte no. Y en todo caso me pareció una pendejada hacer la pregunta.

    Y como crítica que quiero ser te digo que qué alegría que no hayas vendido tus letras a los guiris, que se queden con las ganas, coño, que es que cómo "pastoreas" a las "perras negras", querido hombre toledano!!! una delicia, vaya.

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  4. Bufff!! el inglés... Con decirte que la redacción de selectividad la hice juntando trocitos de canciones que me sabía de cabo a rabo... (bueno, dejémoslo en que me las sabía de pe a pa) jur, jur!

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  5. Pues creo que con las explicaciones cortas y concisas se pierde uno un montón de cosas interesantes.

    Un beso fuerte, nos vemos mañana.

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  6. Pi, no desmontes del todo tu fantasía. La mayor parte de visitas las sigo recibiendo de allende mares.

    Y de intrusa nada. Puedes ir plantando un cepillo de dientes y unas pantuflas en este blog en cuanto te apetezca.

    Y lo de escribir en inglés, es una vieja fantasía, pero se me hace demasiado estrecho el vocabulario. Pero sospecho que si hiciese poesía la haría en inglés.

    Más que nada por no dañarle el cerebro a quienes estén cerquita, ja ja.

    ¡Irene, eso es horrible! A mí el inglés se me daba fatal hasta que gracias a la musiquita empezó, de repente, a dárseme bien, para pasmo de la profesora de inglés, Marina, a quien saludo aunque no nos lea, ¡hola, Marina! ¡Gracias! Pero ha sido después cuando le he visto lo maravilloso al idioma: Te abre el mundo. Puedes ir a cualquier parte, casi, y entender, y hacerte entender. Hablar con gente que te cuenta cómo en su infancia en la Selva Negra su padre le enseñaba a manejar una máscara antigás, del apartheid con un sudafricano, de política internacional con un yanqui, de literatura con un polaco. Es... una llave, es el mundo entero.

    Y Lara, supongo. O no. Es más, supongo que, como todo, dependerá de la explicación en sí, ja ja. No sé. No me veo muy capacitado para lo conciso, de todas formas, así que no te preocupes por mí.

    Y ahora que lo pienso, no deberías hacerme apología de lo largo, ejem, la gente va a pensar mal y, aún peor, yo me voy a sentir autorizado para plantarme mañana con una historia de 15 folios, ja ja (que va a ser que no: He clavado los cuatro, ole).

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.