1. el sueño.
Madrid ha amanecido con la niebla adecuada. Yo, además de ser un convencido fanático de las climatologías adversas (adoro lo que la mayoría odia. Adoro la lluvia, torrencial o insinuada, adoro la niebla, adoro, por encima de todas las cosas, las tormentas, y cuanto más cerca mejor), a veces me siento especialmente agradecido con la meteorología, por ejemplo por ese detalle, porque Madrid haya tenido, para mí, el gesto de amanecer envuelta en niebla.
Porque los ruidos son tenues, la luz es amable, y la perspectiva, difuminándose en la bruma, se hace más seductora e insinuante que explícita. Porque anoche hubo fiesta, moderada pero fiesta, y la mañana de hoy, en vez de la de un día laboral, puede ser un episodio más de la última etapa del sueño, y eso se consigue mejor cuando no hay niebla, cuando el sol no cae de plano desde su abismo azul.
Pero no, hoy no. Acabo de ver el sol, una diminuta nebulosa de luz, un algodón brillante encajado en el cielo próximo, gris y doméstico.
Me encanta trabajar en los puentes. Me encanta cruzar la ciudad semidesierta, vacía. Descubrir esos espacios que nunca se ven, anegados por la gente. Caminar por aceras húmedas y amplísimas, escuchando Oceansize, con las manos en los bolsillos. Sentir que el día, el trabajo, es una mera transición de la noche de ayer a la noche de hoy. El día es sólo un suspiro. Me encanta el buen humor de la gente estos días, sin prisa, con una sonrisa constante y tranquila. Entre el descanso de ayer y el descanso de luego, el día de hoy es una pausa para disfrutarlos, con algo de perspectiva, desde la profundidad de un sueño difuso y nada concreto para la que la niebla de hoy es una herramienta imprescindible.
2. la pesadilla
Y sin embargo incluso en estos días la realidad va y de pronto le suelta a uno una bofetada existencial: Otra vez he visto hoy, aparcada en la puerta del edificio de la secta, esa moto. La moto que sería yo.
La miré por primera vez hace unos días. Verla ya la había visto. Una de esas pequeñas motos, más scooter que otra cosa, rechoncha, blanca, humilde. Estaba ahí, ocupando su espacio, rellenando un volumen, pero dejando que la vista resbalase sobre ella, declinando el protagonismo de cualquier mirada, modesta y tímida. Pero no sé por qué el otro día además de verla la miré, y vi su matrícula. Cuatro números y tres letras, que resultaron ser mis iniciales. Qué curioso, me dije yo, y me pareció gracioso en aquel momento. Pero luego, no sé por qué, terminé dándole vueltas; mis iniciales, esa matrícula, mis iniciales, esa moto, hmmm. Y entonces llegó el tortazo que de vez en cuando recibe uno de parte del mundo para bajarle los humos y para ponerle en su lugar: Si yo fuese una moto me gustaría ser una Hayabusa, como a estas alturas de blog es evidente. Pero, como comprendí cuando por primera vez, además de verla miré a aquella moto, un patito feo, un vehículo del montón, una nada con ruedas, si yo fuese moto, desde luego no sería una Hayabusa.
En fin. Que ya ni fantasías puede uno tener, sin que de alguna manera las cosas se las apañen para desmontarlas de las formas más absurdas.
Me consolaré pensando que si fuese circunstancia meteorológica sería niebla, en fin.
Y si fueras presentadora de la tele serias Raffaella Carrá?
ResponderEliminar¡Ojalá!
ResponderEliminarPos no's grande la Rafaela ni ná.
Pero yo de Mayra Gómez Kemp no paso.
Si yo tuviese que ser algo de la tele sospecho que sería un gallifante.
¿Y qué me gustaría ser? Sproket.
¿A que no sabéis que la Carrá era del PCI, absolutamente convencida, y más pecista que nadie?
ResponderEliminarPues yo algo había oído, alguna vez, en algún sótano de algún bar, con la gente de algún taller literario, cuando alguna persona escribió difamatorio total contra nuestro insigne monarca, azote de dirigentes extranjeros, ja ja.
ResponderEliminarInmensa, la Carrá.
Pues a mí la Hayabusa no es que me mate, aunque eso poco importa, claro. No sé, parece mentira MUY FUERTE que un matemático como tú esté interpretando señales del detino donde sólo hay número soy letras que o dicen ná de ná. Parece mentira, David!
ResponderEliminarSin embargo me has dejado la duda... yo no sería una moto...
Si todos fuésemos motos, tú serías... un Toyota Hilux, ja ja.
ResponderEliminarMujer, no busco señales del destino. Juego con las casualidades. Dan para pensar cosas divertidas, que puede parecer poca cosa pero en un día de grisez puede a uno salvarle el día.
Bonito día el de ayer, sí. Me gustó eso de asomarme a la ventana y quedarme con la curiosidad de saber si la calle seguiría allí o se la habrían llevado. Después, la sensación de tragar humedad por la nariz me resultó bastante agradable...
ResponderEliminarSolo sé que si fuese persona, no me gustaría ser yo... :-P
Sigo flipando con las fotos! Y con el cuerpo tan bonito de la Modelo!
Ah, la nariz y la humedad, qué recuerdo más golfo me ha venido a... la nariz.
ResponderEliminarAy ay ay, las asociaciones de ideas, lo que corren a veces.
En fin. ¿Y por qué no te gustaría ser tú? No es que te conozca gran cosa, pero puestos a no ser gente tu nombre no es uno de los que desde luego pondría en mi lista, muchos de los cuales conozco aún menos, hmmm.
Y gracias, gracias por las fotos, y la modelo, estoy totalmente de acuerdo, pero cada vez que la leo un piropo así me quedo pensando "y os faltó lo mejor", que era conocerla.