30.11.07

el trabajo

El trabajo. Bueno, sí. Creo que es hora ya de que lo cuente; resulta que al final no trabajo para una asociación de aseguradoras, sino para una secta satánica. Culpa mía, por confundir una empresa con otra y mandar el currículum en una dirección pensando que navegaba en otra sobre sus olitas de bits, con sus encrespados unos y sus ceros adolecidos de obesidad discreta, los pobres, y culpa mía por hablar así como con una patata en la boca y haber dicho, en aquella ocasión, por mi teléfono moribundo:

-Ah, sí, claro que me acuerdo, os mandé un currículum sois, eh, uh, los de la azgngf.

A lo que la amable señorita, en un esfuerzo que se agradece por no pensar que mis nociones en esta nuestra lengua son aún más patéticas de lo que ya de por sí son, entendió:

-Ah, sí, claro que me acuerdo, os mandé un currículum sois, eh. uh, los de la secta.

Ya veía yo algo raro eso de la iluminación con antorchas o aquello otro de que todo el mundo se llevase tan bien y se saludase diciendo "hola Pablo, ¡Salve a la Bestia, Devoradora de Mundos!", haciendo ese escorzo tan gracioso con cintura y brazos.

Así que aquí me tienes, delante de mi ordenador, con mi collar de uñas y orejas, y mi tocado de plumas de cuervo que distinguen mi rango y cargo. Mi rango y cargo, lo que ellos buscaban en la entrevista, supuestamente es el de deidad maléfica de una isla preciosa al sur del Caribe (ya me extrañaba a mí que nadie fuese tan gañán de colocar su base de datos en mis torpes y juguetonas zarpas. Y lo de la isla no es tan genial ocmo suena, tiene dos nonagenarios adictos al julepe como únicos habitantes). Pero como no tengo experiencia ahora estoy como semideidad en prácticas, aquí en Madrid. Ensayo, día a día, mis nuevas maldades. Como perder tiempo escribiendo esto a escondidas y disimulando mucho, lo que, si me has visto teclear, sabrás que es complicado, porque se nota a quinientos metros, por el estruendo del teclado, cuándo estoy trabajando y cuándo estoy divirtiéndome apisonando teclas, o como ralentizar o incluso paralizar los ordenadores de los compañeros que intentan acceder a la base de datos para consultar cuántas almas han corrompido o el estado del proyecto de apertura de alguna que otra puerta al infierno, como la que hay a la entrada de cierto bar que conocemos, y que explica tantas cosas.

Y así paso los días. Con ese trajín de ¡hola, Jose Luis, Salve a la Bestia, Devoradora de Mundos!, ¡buenos días, Marcial, Salve a la Bestia, Devoradora de Mundos!, ¡hola Esme, etc etc! Acostumbrándome a los detalles de cada casa, como que en vez de darnos tacos de post-it nos den tazas de sangre para que escribamos nuestros mensajes, o que el cuarto de baño apeste a azufre, o a haber firmado la cláusula de confidencialidad en sánscrito, con una pluma de medio metro y sobre un pergamino de piel humana, o que en vez de llamar al timbre, cuando uno aún no conoce el pase de manos que franquea la puerta orlada de calaveras, uno tenga que empuñar un látigo y azotar a una monja que tenemos encadenada en la entrada para que alerte con sus alaridos a la buena de Rebeca, que vendrá corriendo y sonriente a abrir la puerta y a decir "¡hola David, Salve a la Bestia, Devoradora de Mundos!"

Por lo demás, los satánicos son venerables personitas achacosas y protestonas a los que da gusto oír refunfuñar felices a la hora de comer, con sus vasitos de vino con gaseosa cayendo a docenas y la complicidad y simpatías de absolutamente todos los camareros que se nos acercan, agradecidos de que un día, a cambio de sus almas, les arreglasen el arrimarse a aquella muchacha pizpireta de su pueblo que, hace mil años, les robó el corazón entre una sevillana y un pasodoble.

Y hay tres chicas guapas.

3 comentarios:

  1. ¿esto lo has escrito desde dentro de la secta 'apasionando teclas' (bonita forma de decirlo, te lo robo para cuando me digan que yo aporreo el teclado)?
    abrazo,
    aroa

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  2. "Qué divertido es ser yo", digo tú, quiero decir leerte... mmmm... Y que divertido suena eso de "azgngf", digo secta!

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  3. Ya te lo decía yo, es lo bueno de los satanicos (así, sin la tilde, se expresa mejor su humilde posición en este mundo de banqueros): ¡tres chicas guapas! Pues mejor tres en la mano que ciento volando.

    (cambiar de monja de vez en cuando, que hay muchas).

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.