Caminaba yo hacia el trabajo, como todas las mañanas; ojos legañosos... bostezos como para tragarse uno el cigarro, el transeúnte más cercano y el kiosko de la esquina... una canción adorable que iba a ser demasiado larga para lo que quedaba de paseo... Caminaba yo como siempre, niano niano. Paso de cebra, verde. Niano niano niano. Parada del autobús. Niano niano. Paso de cebra, semáforo con monigotito rojo, stop pie derecho, stop pie izquierdo, manos en los bolsillos y vista feliz en el tráfico; ñiauuun, ñiauuun. No me importa esperar en los semáforos, tiempo extra para el cigarro, para la canción y para mí, y el clásico "anda mira, coño, un A3, qué bonito". Estupendo. Y ahí estaba yo, feliz y bostezante, cuando dos señoras han comenzado a cruzar con pasos brownianos, y mirada errática, huidiza y husmeante pero, a la vez, con la cabeza muy alta y las manos extendidas, como quien camina de noche por habitaciones de mobiliario ignoto o busca platillos volantes en una huerta y no quiere llevarse una tomatera por delante, digamos, entretenidísimo pasatiempo para los forofos de Expediente X en una noche de verano. Yo no sé si buscaban un taxi, un atropello o ambas cosas, caminando así por la calzada con el monigotito rojo en su trono regocijándose en los niauuuns y relamiéndose a la espera de un sacrificio de sangre, o si tal vez ellas mismas acababan de salir de un ovni y recorrían Madrid como Gurb tuvo que hacerlo nada más aterrizar en Barcelona. Pero no he podido evitar mirarlas con la nariz arrugada y las cejas arqueadas, como miro a la gente que no entiendo cuando no ven que les miro, y sentir esa desilusión dolorosísima y frustrada, es decir infantil, de no ver aparecer o desaparecer, revoloteante y esquivo, un platillo espacial. Así podría estar ahí parado en mi semáforo, apurando el cigarro y la canción y pensar "anda mira, coño, un ovni, qué bonito", para disgusto y celos de los audis.
(y respecto al mundo de fuera de mi burbujita de egocentrismo, dice Alcaraz que qué vergüenza pensar que hoy tanto ETA como el Gobierno se relamen viéndole declarar por calumnias. Corrijo a ese prohombre para incluirme en la lista y para comentar lo estúpido de su razonamiento; Ni los enemigos de mis enemigos tienen por qué ser mis amigos, ni compartir alegrías asemeja a nadie. Y si no qué sugeriría él, ¿prohibir el Atletic de Bilbao, que da alegrías a tantos vascos de los que seguramente alguno sea etarra? Qué hombrecillo, que asquito).
29.11.07
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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
Obesidad discreta, falsos plagios, vasitos donde hacer pis, semáforos en rojo, ninosninos (je), y ¡ovnis preciosos! ¿Y qué canción le ponemos a Gurb, David?
ResponderEliminar¡Obvio! Last Chance to Evacuate Planet Earth Before It Is Recycled, de Porcupine Tree, ja ja.
ResponderEliminarY qué le voy a hacer yo, si mi vida es así de divertida. Hasta me he tenido que inventar un tag nuevo (en el que tengo que poner todas esas entradas anteriores, a la que tenga un rato).
Sufro ¡muchísimo!
¿Qué hay de mis castañas?
ResponderEliminarEnvidia sentirían los audis y los ovnis si vieran llegar un tanque verde repleto de Hiluxión, jejejejej.
ResponderEliminarPues Sergio, las tenía preparadas, mi madre se las encasquetó a una amiga suya, pensé que no pasaba nada y que cuando volviese al pueblo pillaba más y cuando fui pasó lo del humo y el último sitio donde tuve el pensamiento fue en tus castañas, lo siento... mañana llamo a Má y le pregunto si quedan más, espero que sí.
ResponderEliminarPi, no mujer, también hay platillos volantes de color verd... ¡ah, que no lo decías por el color!
Tienes más razón que una santa. Pues no me gustan a mí los coches grandotes ni nada. Si no son BMW ni Audis de estos que ni son todoterrenos ni son nada.
(En confianza te diré que ya le tienen envidia a los tanques verdes, y eso que aún no los veo. Pero no los veo sólo con los ojos. Con el resto de mi yo, guiñando así el gesto, creo que casi casi).