Si es que si alguien es experto en incoherencias y en quedar mal, aquí estoy yo con licenciatura cum laude en el tema: Precisamente la semana que yo ando cagándome en el Señor Padre del principe, entrando por fin a formar parte de una camarilla conspiratoria, cosa que, debo confesar, siempre me hizo una ilusión terrible pero que siempre, también, tuve que aplacar porque no consigo comprarme un Kalashnikov (en los chinos del barrio ya no les quedan, me dicen siempre), logrando incluso otro sueño húmedo mío (este no de siempre pero sí recurrente), que es ser enlazado por el señor Ricardo Royo-Villanova, no se me ocurre otra cosa que traicionar a mi nueva camarilla de insultantes cófrades y ¿qué hago el primer fin de semana que tengo libre en Madrid? Pues ni más ni menos que irme al cine con Don Felipe de Borbón, ni más ni menos, y con una señora que en principio no reconocimos, ejem ejem, pero que luego resultó ser ni más ni menos que la segunda Leti más insigne de toda ¡España! (y ruego me sepa perdonar pero el primer hueco leticiofílico de mi corazón siempre ha sido, es y será para su tocaya Savater, que tanto hizo por la infancia de este país ¡España!). Y con un par de amigos de la pareja, y con unos cuantos señores de tamaño considerable que se sentaban solos por lugares diversos de la sala.
Pero tienes que creerme, en serio, que no fue aposta. Que habíamos quedado aquí mi primo y yo para ir al cine a empacharnos de explosiones y de Brus Güilis rompiendo cosas y soltando perlas pro-violencia, y que aquello nos lo encontramos como quien no quiere la cosa. Fue raro. Ya se prometía raro desde el principio, desde que entramos al cine y una chica con unas piernas muy largas y muy al aire (eso sí, con pantaloncito, no con minifalda, oooh) y con un pelo precioso se empeñó en abastecerme por los siglos de los siglos con cerveza light. Mi primo la decía que no, y yo intentaba decirla que no, pero ella tenía ese pelo tan rubio y tan bonito y me meneaba delante de la cara la lata de cerveza (light. Cerveza light. Es aberrante la mera idea de su existencia), y yo nunca he sabido decirle que no a las chicas guapas, cosa que naturalmente ellas detectan y aprovechan de forma que yo me fui de allí con una cerveza que no quería y que, de hecho, va en contra de todo aquello en lo que creo (¡cerveza light, coño! ¿qué será lo siguiente, paellas sin arroz?), y que encima se permitió llamarme indeciso cuando yo, lo que estaba siendo, en rigor, era un pusilánime, un baboso y un tipo súmamente infuenciable, y andaba intentando librarme de una de las latas y entre eso y que a mí es que las chicas guapas con el pelo bonito me aturden pues no miré mucho a mi alrededor mientras esperábamos a la puerta de la sala a que nos dejasen entrar, aunque sí que me pareció raro que tuviesemos que esperar en la puerta y la verdad es que la poca gente que había por allí parecía algo nerviosa y por los rincones había gente cuchicheando y haciendo gestos raros. Y de pronto un pavo alto tira unas palomitas y la gente se ríe y uno mira sin verle la puta gracia al asunto y, hmmm, esa cara yo la he visto en alguna parte, y he te aquí que uno está a dos metros de Don Felipe de Borbón, alias el Príncipe, alias el tipo al que todos le pagamos aquella casita tan chula. Tirando palomitas, que en términos monárquicos es lo que se conoce como ser campechano, supongo. Y lo primero que a uno se le viene a su linda cabecita, porque para algo es todo un antimitómano, es que jo jo jo, en tu padre me estuve yo cagando el otro día y ji ji ji, tenía que haberme traído un ejemplar de El Jueves y pedir un autógrafo.
Pero claro. Del verbo al res, que decía Cortázar. Estábamos ahí mi primo y yo sentados, pensando que qué fea la princesa, pensando que qué sospechosos todos esos tipos grandotes con americanas, pensando en la endogamia, en las bodas televisadas, en las exenciones de impuestos, pensando qué puñetero es el propio cerebro y qué prudente es uno cuando no puede dejar de tener y reprimir inmensas ganas de decir cosas como "¡viva la República!" Y que definitivamente conozco al menos a una periodista que al natural es muchísimo más guapa que aquí la Leti.
Lo que más me jode del asunto es que contando esto siempre habrá y de hecho ya ha habido amistades mías que han soltado discursos antimonárquicos preciosos basados en que vaya una película que va aquí la parejita real a ver, y me jode porque al comprar las entradas yo pensé lo mismo de mí, pensé qué podría pensar alguien de mi, que ya me conoces, soy todo un hintelectual de gustos minoritarios y refinados, si me viese comprando un par de entradas para La Jungla 4.0, y pensé que nadie tendría derecho a anatemizarme por sólo un dato de mi vida, porque quien lo hiciese debería saber que el miércoles me fui a ver En la ciudad de Sylvia, ah, y qué pasa, ¿es que esa película no me redime de ir a ver cine borreguil palomitero, eh, eh? Pues claro que me redime. Total, que si yo me eximo a mí mismo de los cargos de borreguismo palomitero, no conociendo la agenda cinéfila de aquí los futuros monarcas, me tengo que tragar las ganas de ponerles a parir por haber elegido esa película y no algo más elevado, refinado y, coño, noble.
En fin. La vida es rara. Y la monarquía me persigue. Yo disimulo porque soy un cobarde, pero sigo pensando igual. Al menos hasta que la Casa Real me mande una muchacha guapa con el pelo bonito a decirme "¿a que la monarquía te gusta mucho, David?", porque entonces, qué le voy a hacer, cada cuál es cada cuál y todos tenemos nuestro punto débil.
Ah, la peli bien. Como se espera. John McClane 100%. No es la primera, ni de lejos, pero es definitivamente mejor que la última.
23.9.07
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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
Hombre, si bebiste cerveza light (para redimirte de eso tienes que tragar mucha Optimo Bruno, no vale con una como el cine), agradece que el principito no vaya por la calle precedido de azafatas pidiendo al pueblo que lo vitoreen cuando pasa.
ResponderEliminarCerveza light. Te voy a perder el respeto. Por suerte tampoco te respetaba mucho, así que..
Digas lo que digas se nota que eres un monárquico como la copa de un pino y sino a ver cómo explicas eso de hablar tanto de ellos ultimamente!!
ResponderEliminarEn fin, conste que yo me voy a resistir a ir al cine o de copas con tus nuevos amiguitos!!!
Como me he reído con esta entrada. Sobretodo con lo de la chica guapa con el pelo bonito. Creo que esa es una debilidad que padecemos todos xD.
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