9.9.07

fiestas de villabuzaque



Y sucedió en en la habitual ronda de fiestas de pueblos de la región que preceden a las del nuestro (esta semana que empieza mañana, desde el jueves hasta el lunes, aunque yo, que no cunda el pánico, volveré aquí el domingo a dar la lata) llegó el fin de semana de las fiestas de Bayuela, pueblo vecino archienemigo del nuestro, y como siempre que se da tal circunstancia nosotros nos enrocamos hacia el otro lado y nos vamos a las fiestas del Almendral, pueblo algo más lejano, al que se va por una carretera bastante más horrible, y que nos despierta a todos muchas simpatías, mayormente porque conocemos a un montón de almendraleños, o almendros, o como sea el gentilicio, que no lo sé y siempre me olvido de preguntar.

No sé por qué hace algunos años nos dio la tontería de dejar de llamar por su nombre a El Almendral de la Cañada. Supongo que sería por tocarle las narices a algún nativo, pero de la noche a la mañana empezamos a llamarle Villapum, y luego el nombre fue sufriendo sucesivas mutaciones, exploraciones de lo sonoro y lo evocativo, y finalmente abandonamos la tontería (porque reincidir en las tonterías no es sano y toda paciencia tiene un límite), aunque cuando todavía nos da por cambiarle el nombre, lo que suena de vez en cuando es Villabuzaque. Lo que explica, supongo, el título de este post.

A lo que iba. Eran las fiestas de allí, y nosotros, que nos tomamos las nuestras TAN en serio, vamos por hacer una especie de "pretemporada" para coger las nuestras con una cierta garantía. Entrenamos al cuerpo a irse a dormir tarde y cargadito de alcohol, y de paso testeamos el estado de nuestros hígados y bebemos y bebemos con la esperanza de aumentar la tolerancia etílica. Así que el fin de semana previo a las fiestas aquello es más o menos una cita obligada, lo cuál es una faena para el 20 o 25% de expedicionarios que debe conducir, se abstienen de beber y terminan tan aburridos que al final de la noche se ponen a discutir sobre lo curioso que es que nunca antes se habían dado cuenta de como nos apestan los alientos a alcohol cuando bebemos así, pero proporciona alegrías y momentos de regocijo poco habituales, como el subirse al coche de un amigo, mi único compañero de trinchera en la guerra gasolina contra diesel, que a la ida decide ponerse en el modo rally y empieza a cambiar de marchas en torno a las 6500 revoluciones por minuto, y ah, ¡eso es el sonido de un motor!, registros agudos a los que un diesel nunca llegará sin terminar con los pistones en órbita.

Total, que llegamos, mendigamos unos hielos y algo de burbuja, esgrimimos nuestras pócimas sociabilizadoras y cuando dimos cuenta de ellas comenzamos a vagar por las peñas con ese nerviosismo que nos da a nosotros que tan mal enseñados estamos y que a veces, para disgusto de algunas gentes, olvidamos que no todas las fiestas son como las nuestras ni todos los pueblos son tan estúpidos o generosos como para dar por hecho que quien sea puede entrar donde quiera y servirse lo que le salga de las narices. Yo sigo sin saber cuál es la política oficial del Almendral en ese sentido, porque como siempre terminamos encontrándonos con conocidos no sabemos si se invita a cualquiera o sólo a los afines, aunque sospecho que actuan como nosotros, lo cuál es estupendo porque pocos rasgos más de generosidad puede compartir nuestro pueblo con nadie. Y después de pasar un tiempo sentados en una peña hablando sobre cine y repasando el panteón de los actores condenados a sufrir reputaciones que influyen más que sus actuaciones en cómo son reconocidos (y nombramos a Brad Pitt inmenso en Snatch, a DiCaprio en Infiltrados, a Jim Carrey en Olvídate de mí), porque nos ponemos así de pedantes cuando nos emborrachamos, nos fuimos al baile, a pasar el rato, echarle un ojo a la chavalada local y hacer uso de nuestra arritmia y nuestro torpor innato delante de la orquesta. Pero a mí me fue imposible. Porque sí, porque soy un maldito friqui de lo mío, porque a mí me es imposible ver a un batería sin quedármele mirando durante un cuarto de hora mirando qué hace y cómo lo hace. Y claro, cuando oye lo que oye pero no ve lo que debería ver para oír lo que se oye, nace la paranoia y uno se formula esa pregunta que en el primer instante nunca se atreve a compartir, ¿¡están haciendo playback!? Así que allí me quedé yo, vigilante, atento a la mano que golpeaba la caja, sorprentemente baja, que tenía el palo levantado hacia arriba de forma que, si uno se fijaba, parecía que, como mucho, el único impacto que iba a recibir la caja era el del mastil de la baqueta en el borde. Y sin embargo la música contenía los típicos "pa, pa, pa" de la caja (para entendernos, usemos esta terminología de andar por casa: La batería se compone de las siguientes partes: El bombo -o los bombos, pero a nivel de las orquestas de pueblo podemos olvidarnos del plural-, esa cosa grande que está de pie y tapa la parte de abajo, que se toca con un pedal accionado por un pie y que suena digamos "pum", un sonido grave, la caja, que está colocada de forma más o menos perpendicular al suelo y que es como los tambores de toda la vida, mucho más pequeña y aguda, que suena "pa" que se golpea con habitualmente dando con las baquetas, o sea los palos, en el parche, que es el plástico que la cubre y produce el sonido, y a veces golpeando los palos en el borde metálico que sujeta el parche, produciendo un sonido metálico y agudo cuya onomatopeya imaginaremos que es "clunk", los tambores, que son una mezcla de caja y bombo que están repartidos por los alrededores y que en función de su tamaño producen diversas variaciones del sonido "pom", el o los platillos, esos discos de metal pequeños que suenan de diversas formas según cómo se golpeen pero que abreviaremos como "ts", que también pueden manipularse con un pedal si forman lo que se conoce como un hit-hat, que son dos platillos enfrentados, uno de los cuales se mueve mediante el susodicho pedal, y los platos, que son como los platillos pero a lo grande, más ruidosos y que pueden hacer "classsh" o "chasssh" o sonidos por el estilo. Y después de todo esto escucha cualquier canción y fíjate en cada sonido de la bateria, el pum pum pum del fondo es el del bombo, el pa pa pa es la caja, etc, se le coge el truco enseguida). Y la paranoia desplegó sus alas y emprendió el vuelo para no volver a tocar el suelo en toda la noche cuando, para más inri, escuché redobles ("papapapa", digamos, leído muy rápido, aunque también puede sonar como "trrrpá") que por lo visto parecían invocados por un simple golpe a la caja tan extraños como los demás. Y ya no pude más y le comuniqué a Emilio mis sospechas: Para mí que estos están haciendo playback. Así que decidimos movernos detrás del escenario donde poder confirmarlo todo sin tener que imaginarnos cosas, pero claro, cuando uno está haciendo playback se pone muy suspicaz sobre tipos que se paran detrás del escenario y se le quedan mirando a uno así que el batería nos echó una mirada funesta y, de hecho, pareció hacer un redoble. Y nosotros, que tampoco queríamos violentar a nadie, ponernos nerviosos o invocar cruzadas musicales, nos alejamos para hacer una visita a lo que podríamos llamar eufemísticamente como el baño y, a la que íbamos, solucionar por un rato el abastecimiento de bebida. Y a la vuelta, nos dedicamos a analizar, ya puestos, al guitarrista, llegando a la conclusión de que o el tipo sabía hacer acordes diferentes sin mover la mano izquierda del mástil de la guitarra o también hacia playback.

Y nos quedamos preguntándonos por qué una orquesta de pueblo puede ponerse a hacer playback. Es obvio que tienen medios, es decir, la batería (que imagino lastrada e insonorizada con toallas o lo que fuese y, sobre todo, mediante el uso poco eficaz de unos micrófonos que, en cualquier caso, no cubrían los platos) cuesta dinero, la guitarra (una preciosidad cuya marca no me atreví a averiguar) también, así como el transporte y toda la logística, amén de necesitar una copia grabada de la música y de rezar porque no ocurra nada que destape el invento... Y teniendo esos medios, que cuestan un dinero y suponen una inversión ¿no podían disponer de un batería y un guitarrista?

Supongo que tal vez los tuviesen y no pudiesen asistir. O tal vez nunca los tengan y se dediquen a representar esa ficción ante los pueblos incautos que les contraten. Tampoco es que a la gente le importase gran cosa la música, que en realidad e incluso para el nivel que pueden tener estas bandas (aunque tampoco vamos a generalizar: He visto músicos buenísimos tocando en mi pueblo) era francamente horrible. Lo que se busca no es un grupo de virtuosos, en unas fiestas de pueblo: Se busca alguien que toque Paquito el Chocolatero, Islas Canarias, un par de pasodobles y la basura que pongan últimamente por la radio, algo con lo que bailar y hacer el indio, y la verdad es que se contratan bandas cuando, muchas veces, bastaría con contratar a un par de personas que pusiesen la música y animasen al personal, pero el caso es que se contratan orquestas, y tanto el empeño de los ayuntamientos como el recelo de los músicos del sábado cuando le veían a uno sospechar muestra que son orquestas lo que debería tenerse.

No me quedé con su nombre, ni lo vi ni fui a buscarlo en ningún cartel. Tampoco vamos a satanizarles. Lo único, que como aparezcan por las fiestas de nuestro pueblo Emilio y yo cumpliremos nuestra amenaza, y nos plantaremos frente a ellos, en primera fila, bien provistos de alcohol, para pasar la noche entera cantando "playyybaaack, playyyback". Porque nos gusta La Música, como ente, como concepto, y querremos músicos, y no farsantes, y eso será lo que se le venda al pueblo, y si lo que recivimos es un sucedáneo embotellado quien saldrá perdiendo de todo esto son los músicos de verdad que aprovechan los veranos para salir a la carretera y tocar en mil pueblos pequeños canciones que probablemente odien para ganar unas tablas, si es que estas cuentan, y un dinero que luego les vendrá muy bien cuando quieran seguir aprendiendo lo suyo o practicando lo suyo.

7 comentarios:

  1. Jajaja, muy bueno la manera d describir el sonido qe hace una batería (tiene un nombre esta figura literaria, seguro, pero no la recuerdo).
    Y me alegro qe te gustara como suenan 140 jamelgos japos (como los que montabn los guerreros samurais) a 6500 rpm; tienes mucha razón: gasolina rulez, v-tec power!!.

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  2. recibimos es con b. Es que está al principio de la cuarta línea por el final y se ve un montón!!

    y la figura se llama onomatopeya

    y sí, muy bien contado como suenan las baterías!

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  3. lo pongo aquí que se nota menos: garaje en español es la segunda con j.
    claro que a lo mejor todo esto son ejemplos para lo de formar la banda... ay!! q complejo es todo contigo!!

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  4. jajajajaja....sip, impresionada de ver a Vengeance en modo pedante! jajajajajaja...
    Yo creo que sólo puedo recordar los momentos rallyes que me dejaron impresionada!( y acojonada si no fuera porque las pocimas tuvieron sobre mi el efecto adecuado)

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  5. Vero, corazón, Vengeance no es lo mismo que Vega aunque de las cinco primeras letras tengas 4 en la segunda palabra.

    Asumo la culpa por todas y cada una de mis faltas de orto... horto... dfghdgrafía. Pero reivindico, como persona ciencieril, todas esas otras palabras en las que NO he cometido faltas, que son muchísimas más y que reflejan mi empeño y mis no siempre eficaces esfuerzos por hacerme pasar por un tipo culto, refinado y de gran bagaje (pongo la segunda con jota por si las moscas) curturá.

    Y David, me gustaron, me gustaron.

    Gracias por los halagos a mi don onomatopeyístico. Aunque para el redoble tendría que haber escrito rapataplán.

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  6. Y donde dije cinco quise decir seis. Es que en vez de contar estimé. Soy de ciencias pero soy perezoso.

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  7. jajajaja...cierto, ya me extrañaba a mi encontrarle en modo pedante! mil disculpas, estoy de vacaciones en todos los sentidos como se puede comprobar.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.