14.5.07

17ºC, nublado, 32% de humedad


Y viento norte a 8 km/h.

Debería aprovechar este rato. Debería hacer algo con mi tiempo. Debería dejar esta manía estúpida de dejar pasar las horas mirándolas a ver si ellas hacen algo, a ver si me mueven a hacer algo. Pero los relojes no hablan, o eso creo, porque el mío se quedó sin pilas en el 2004 y no se la he cambiado. Típico, no cambiarle las pilas al reloj. O no arreglar el portátil. O no hacer algo, como por ejemplo lavar los platos (no hay tanto que lavar, dos cubiertos, dos platos, una sartén y un vaso. Pero pienso que debería fregarlos porque el fregadero queda más bonito, menos tenos cuando está vacío, no como una partida de tetris-vajilla. Debería coger el estropajo y el jabón, perder dos minutos y dejar la chapa reluciente a la vista, humeda por el agua, brillante, ligera, descargada. Dos minutos. Pero ¿dónde voy con dos minutos? ¿Qué pasa con el resto del tiempo? Las horas. Las horas, egipcias, monolíticas, inmensas, cayendo una tras otra, rompiendo precisamente aquí, olas de tiempo que parecen tan inmóviles. Tan silenciosas. Definitivamente no hablan. Hola, hora. Hola, ola. ¿Ves? Nada.

Debería, ya puestos recoger la habitación. Reubicar cosas. Colocar cosas. Convertir esto en una habitación, dejar de vivir en este laberinto de ropa, libros, papeles y tarrinas de cedés. Debería, ¿cuánto tardaría, qué esfuerzo me iba a llevar? Apenas nada. Un trozo de ola. Nada. Debería hacerlo. Debería levantarme y hacer algo, definitivamente. Lo más productivo que he conseguido hacer ha sido ir a sentarme en la puerta de la terraza a leerme un cuento donde sale otra vez Arturo Belano, viejo conocido. Arturo. Debería decirle a Blanca que me devuelva Los Detectives Salvajes, se le va a olvidar con el lío de la boda, y quiero ese libro, necesito ese libro, echo de menos ese libro. Debería. Odio los "debería". Odio el tiempo, siempre marcha a la velocidad cambiada, nunca acierto con la marcha. ¿Qué sería, cuarenta segundos tecleando un mensaje al móvil? Debería, ya puestos, plantearme cuándo narices voy a ir a comprarme el traje para la boda. Es lo que tienen las horas, si te quedas escuchando embobado durante el tiempo suficiente al final no pierdes horas, pierdes días, meses, y a cinco días de la boda sigo sin traje. Y sin asesoramiento femenino para comprarlo. Así que me compraré algo horrible, que me vendrá grande, hará bolitas, se me romperá en la lavadora y me quedará fatal. Como si eso importase. Como si algún traje fuese a hacer lucir mejor este cruce entre Woody Allen y Jean-Claude Van Damme, feo como el primero y tan ocurrente como el segundo. Debería hacer tantas, tantas cosas. Siempre hay tantas cosas que hacer... y luego, sorprendentemente, casi nunca pasa nada si no las haces. Sigues viviendo en un laberinto, a la espera del tipo que venga con un cordel y una espada a hacerte su cirugía victoriosa, pero luego nunca viene nadie. Y las consecuencias, cuando llegan, lo hacen siempre tan tarde y son una novedad tan de agradecer (algo que se rasga, algo que hace ruido, algo que sucede, Algo) que al final siempre hay una impaciencia masoquista y bulliciosa ronroneando durante las pérdidas de tiempo, las infinitas pérdidas de tiempo que componen la vida.

Debería hacer más cosas, lo sé, pero podría empezar por esas tres, lavar los platos, recoger la habitación y mandar ese mensaje al móvil. E ir mañana a por el traje. O a por una americana, unos pantalones, unos zapatos y tal vez, sólo tal vez, una camisa. O dos (porque debería tener más camisas). ¿O mejor fregar, enviar el mensaje y recoger? ¿O recoger, enviar el mensaje y fregar? ¿Quién era el que dijo aquello del burro perfectamente lógico que moría de hambre exactamente entre dos montones de paja idénticos porque no podía decidirse por uno de los dos al que ir a comer? ¿Hay mucha más gente así de estúpida en el mundo? ¿Sería un consuelo que la hubiese? Definitivamente no. Definitivamente, no.

Debería afeitarme. Debería darme una ducha. La ducha está bien, una vez que pasas los quince minutos de tortura a base de agua helada o hirviente y aciertas con una temperatura tolerable uno se puede enjabonar, que al fin y al cabo no es una tarea muy titánica que se diga (otra ventaja de perder pelo, otra ventaja de envejecer), y luego perder un tiempo delicioso mientras el agua caliente te cae en la nuca. Debería, por cierto, haber pagado el gas, y este es de los "debería" peligrosos, porque a ver con qué cara (con qué voz) llamo yo a Gas Natural para decirles que soy un neurótico que no se acordó o no se decidió a ir a pagarles. En serio, deberías ver esta mesa, es que tengo que recogerla. Ese es el siguiente paso, del debería al tengo que. Dos formas de decir lo mismo. El cambio, a ver si con otro verbo me atrevo.

Debería dedicar menos tiempo a pensar qué debería hacer, y más tiempo haciendo las cosas.

...

...

...

...

Al final, siempre es una cuestión de moverse. De fingir que no te escuchas. De no hacer caso al asno lógico que dice que por qué eso y no lo otro. De ir a la cocina, abrir el grifo, coger el estropajo y el jabón, abrir el grifo, cerrar el grifo, volver aquí, subir el volumen de la música a niveles intolerables para que se escuche desde allí a pesar del trajín del grifo, los cacharros y el raca raca de mi frotado pasional, escurrir las cosas, volver, entrar en la habitación con la boca abierta para evitar lesiones de tímpanos, bajar la música, coger el móvil, escribir el mensaje, que sería algo como "Blanca, corazón, acuérdate de llevarme los Detectives Salvajes al pueblo el finde, ¿vale?, que si no veo que te lo llevas a Egipto de luna de miel" (ciento y pico letras, mira, cabrá en un mensaje. Como si importara), enviarlo, dejar el móvil, abrir el armario, colocar dentro la ropa limpia, las camisas en las perchas, las camisetas dobladas, los calcetines y los calzoncillos en sus troneras, los papeles en su estante. Reagrupar la arquitectura de las tarrinas de cedés, bucar una configuración estable y que más o menos sugiera que la próxima vez que busque algo tardaré menos en encontrarlo que en descargármelo de nuevo (no suele ser así, bendita tecnología, qué grande eres para los perezosos caóticos). Guardar la ropa sucia, buscar bajo la cama en busca de prendas fugitivas (las camisetas son increíblemente juguetonas). Y luego de premio, ¿por qué no?, echarme una copa, darme una ducha, someterme al masaje del agua templada, echarme en la cama y leerme otro cuento, y ponerme una buena canción y cantarla a gritos. Y saltar. Y procesar la foto del coche en la calle del Gruta 77. Y llamar a mi madre para nada, bueno, para darle la alegría de llamar y decir, como todos los días, que no he hecho nada, que el día se me ha dado igual que todos, aunque por una vez sabiendo que voy a estar mintiendo y que por una tarde, una tarde única, histórica, por fin me he puesto a perder el tiempo de una forma útil, constructiva, conquistadora, ganándole otra batalla estúpida a la entropía.

Y a partir de mañana podría ver las horas pasar, tranquilo y sin hacer nada, dejando crecer el desorden de nuevo hasta que dentro de ochocientos veintisiete años, siete meses, dos semanas, seis días, una hora, cuarenta y tres minutos y veinte segundos con decimales no significativos pueda estar, otra vez, atrapado otra vez aquí, en este preciso instante, en el pozo de los "debería".

¿Por qué no?

Ea, me voy a la cocina. A fregar. Y es sólo el principio. O al menos eso creo (luego nunca se sabe qué excusa puede acechar en el pasillo, en el salón, en la cocina o en la pila que eche todo el plan por la borda). Sus y a ellos.


(la foto, naturalmente, no es mía. Pero es de las mejores que he visto hoy, o de las que más me ha gustado. Razón más que suficiente para colgarla sin tener que dar esta explicación que tampoco te hacía falta, ya, ya, lo sé)

11 comentarios:

  1. Yo no puedo estar quieta si sé que tengo que hacer algo.
    Lo hago y me olvido.
    Si no, es peor.
    Intento tumbarme en el sofá y voy pensando (tengo que fregar un plato, tengo que fregar un plato, tengo que fregar un plato) sí,sí... así de rallante. Una y otra vez, una y otra vez.
    Uffff... total que me levanto y friego el plato.

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  2. Amuleto, de ese señor que mencionas tanto últimamente, también está muy bien. Y Estrella distante, que es mi favorito, dejando a un lado Los Detectives Salvajes y 2666, que ya tardas en leer.

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  3. Soy de las que escuchan música... a veces Mozart en un vano intento de aumentar mi cociente intelectual, a veces cualquier otra cosa. En otras ocasiones, necesito silencio...

    Y me ha encantado (aunque el post no trate de esto) eso de que la receta de los días buenos es la misma que la de los días malos. Voy a reflexionar sobre eso cuando termine con la montaña de papeles que ahora mismo cubre mi mesa...

    Besos rayistas (olé por tu primo Perico),
    K

    ... y Nocturno de Chile es la que más me gusta de Bolaño (de momento, tampoco lo he leído todo)...

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  4. Los "tengo que" suelen ser fatales; los "debería" pueden enfermar a cualquiera; eso sí, lo peor de lo peor, los "he de hacer".

    A mí, últimamente, me ha dado por relajarme y olvidarme de todos ellos. Así, de golpe, como si nada. Y .... se está genial. Digamos que hago aquello mínimamente imprescindible pero sin tener la sensación de que lo hago por que lo tengo que hacer. Ahí radica el truco, creo.

    Los días sin curro me dedico al periódico, es entretenido. Me desperezo, duermo como una marmota y me dedico a eso que antes me parecía un imposible: perder el tiempo.

    Luego, de cuando en cuando, me ocurren cosas graciosas, como ese momento en el que toda la ropa que tienes a mano es de abrigo y en la calle empieza a hacer un calor de escándalo .... Fácil. Abro el cajón de las camisetas, agarro la que me parece menos arrugada y .... tan feliz.

    ¡Nos complicamos tanto la vida de cuando en cuando!

    PD: Desconozco lo que me va a durar esta etapa perezosa, pero ... hoy por hoy, me está sentando genial.

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  5. Yo también soy de les que se suelen morir de hambre como el burro ese que no sabe que montón de paja idéntico escoger...
    porque los montones, diga lo que diga la perspectiva, nunca son idénticos,o eso o mi perspectiva de las cosas es bastante estrabica y miope, y tienes razón más que consolador es desolador que haya más gente así. En fin te noto pelin decaído... eso no me fus.
    "Deberías" grabarme un Cd e invitarme a una caña de coña...Ahh no, que este post es de ayer, a lo mejor hoy estás exultante de filicidad y de haciendo mil cosas, eso sí me gustaría.

    PD: no estoy de acuerdo con esa imagen que quieres dar al mundo de engendro Woody- Van Damme.
    Ni eres de una belleza que atufa, ni eres de una genialidad que pasma, ni eres un divino de la muerte ¡Gracias a los dioses! Pero eres divertido, guapetón, simpático (cuando te descuidas) y una persona muy interesante… ahh y me importa una ful de Estambul que me llames pelota. v_v

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  6. Mierda, se me ha comido esto una respuesta larguísima v_v

    Así que nada, por puro hastío y porque repetir plato a veces (sólo a veces) no es divertido voy a ir más rapidito, se siente.

    Rosa, a mí lo que me pasa es que esa ralladura me crea expectación. ¿Qué hará, si sigo haciendo la estatua? ¿Sacará los tanques a la calle, declarará el toque de queda, el estado de sitio? ¿Qué pasará después?

    Repor, me lo voy a leer absolutamente todo. 2666 fui a buscarlo pero no lo vi (ni el de Baricco, por cierto, oooh). Y sí, lo menciono muchísimo. Cuanto más leo más perfecta me parece cualquier cosa que haga. Carnet de baile ha pasado a ser uno de mis cuentos favoritos incluso mientras lo iba leyendo. Ya lo tengo aquí archivado en el alma al lado de La Inestabilidad de Quim Monzó. En fin, no sé si te he dado las gracias por hacerme conocerlo y por Los Detectives Salvajes, pero sí que sé que aunque lo haya hecho no han sido veces suficientes. ¡Gracias, gracias, gracias!

    Kika, ¿Mozart para aumentar el coeficiente intelectual? Yo para eso me doy al rock progresivo, y a Estradasphere, que reactiva y crea conexiones neuronales fijo. Lo de la misma receta es porque sospecho que un mismo día, viniendo como viene, puede ser genial, si las partes que te afectan de él son unas, y un asco, si son otras. Luego le echamos la culpa a las partes que se impongan, pero lo que deja que se impongan, muchas veces (me refiero a días en los que no pasa nada especialmente triste o trágico, ni alegre ni feliz, días normales y corrientes, como ayer) el problema es simplemente el juez, nosotros. Tenemos al enemigo dentro.

    Verónica, ¿pero qué es lo mínimamente imprescindible? Lo mínimamente imprescindible es comer y dormir, pero apuesto a que no haces simplemente eso, ¿verdad?

    Lo de las camisetas, bueno, es mi estrategia habitual durante todo el año, je je.

    Pip, que los montones no sean idénticos resuelve el problema del burro lógico, porque entonces puede elegir uno como mejor que el otro e ir a por él. Pero surge el problema siguiente, ¿cuál es mejor?

    Decaído, hmmm. Supongo, ayer al menos. Pero no hace falta que esté decaído para invitarte a una caña y grabarte un CD, a ver si se despeja un pelín la agenda y 'cocretamos'.

    Y gracias, no te llamaré pelota. Haré un esfuerzo y sólo te guardaré rencor por decir que no soy genial, snif snif.

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  7. Pues anda que no tienes libros para leer, si te lo quieres leer todo! sabes que tiene un montón de poesía, no? y de prosa, y de artículos... yo no he leído ninguno de poesía, y ayer descubrí que me quedan dos de prosa, y uno de artículos. Pero eso es bueno ^_^

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  8. "Debería dedicar menos tiempo a pensar qué debería hacer, y más tiempo haciendo las cosas"
    Cómo se ajusta a mi manera de afrontar los domingos, o los ratos muertos...siempre pensando en la de cosas que tengo q hacer y defraudándome una y otra vez...
    Ahora mismo debería estar deshaciendo mi maleta, ordenando mi habitación, decidiendo qué voy a cenar...y aquí me tienes contestando en tu blog. En cuanto le dé a publicar lo hago sin falta.
    Besos, espero que por lo menos hayas solucionado lo del traje.

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  9. Repor, con la poesía aún no me atrevo, tengo prejuicios. No ya contra la poesía, cuando los tenía cuando era joven y estúpido, sino contra mí. Como soy un cabestro, no me atrevo. Pero he empezado a tantear lo que hay por internet de los poetas de los que él habla, y quién sabe. Quizá algún día...

    Pero la prosa pienso devastarla. Próximo objetivo, 2666.

    ¡Hola Isabella, archienemiga (y dominadora) del buscaminas! Oye, me está preocupando descubrir ciertas actitudes comunes compartidas entre tú y yo. Pero ahora que lo pienso tal vez fueses tú quien debiese preocuparse al respecto, ji ji.

    Y no te defraudes, mujer. Al final muchas veces lo que hay que hacer para evitar esas cosas de domingo (cosas frías y de pelo mojado y con uñas que te clavan por debajo de los vaqueros cuando te intentan trepar encima, y lo peor es que lo consiguen) es darles esquinazo. Unas cañas, o una tarde de posicionamiento horizontal con fines fotosintéticos en el Retiro o algo así. O el fútbol. No, no va con segundas, ni a mala leche, ver fútbol siempre es divertido, con sus cervecitas y sus tapas (y si te falta afición catalanista yo puedo cambiarme de chaqueta en un momento. Aunque prefiero lo de la fotosíntesis, que requiere menos cambio de paradigma y estar tirado sin hacer nada va más en mi carácter audaz, hiperactivo y temerario).

    Lo del traje (me he acordado al decir lo del cambio de chaqueta, je): Resuelto. Ahora ya tengo material para formarme un alter-ego pincel, para ir de joven ejecutivo formal y repugnante. Ha sido entretenido.

    Espero que hayas resuelto tú lo de la cena y que haya estado rica, besos.

    (Consigo despedirme sin comentar cómo deshago yo la maleta, que luego me dicen que voy propagando malas costumbres)

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  10. ahora quiero saber como deshaces la maleta!!

    me alegra lo del traje. vas tachando cosas d la lista y todo

    y no te cuento su nuevo record, q te lo cuente ella en el descanso de algún partido, entre tapa y tapa!!

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  11. Si no hago la cama imagínate cómo deshago la maleta, ja ja. No la deshago. La voy desgastando día a día, sacando lo que vaya a usar.

    Excepto con las pobres camisas, claro, que si no cuando me las pongo parezco una representación cubista de mí mismo.

    Y sí, hay días en los que tacho cosas de mis listas... ¿y sabes qué?, luego me siento de puta madre. Fíjate con qué gilipollez, pero el lunes fui capaz de enderezar el rumbo (que iba siniestro siniestro) simplemente yéndome a fregar los platos. No sé, fue bastante para sentirme en movimiento, para sentirme vivo, supongo que en eso soy algo escualo y que por eso la inmovilidad, aunque tan difícil de vencer, o aunque parezca tan difícil de vencer, se puede convertir en todo un drama para mí.

    Quiero ver a tu hermana jugar al buscaminas, definitivamente. Y lo de ver partidos, a mí cuando me digáis. Cualquier excusa es buena para pasar el rato con dos mujeres adorables y para tomar unas cervezas.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.