6.3.07

días y días

Hoy es uno de esos días en los que la ciudad amenaza con agranderse, con hacerse eterna y transformarse en un laberinto desconocido de longitudes inabarcables. Llueve, lo cuál está bien, como siempre, pero algo en el tono gris de estos días ha renunciado a su discurso tranquilizador y calmado y se ha vuelto frío y cortante como el viento que me recibe (o más bien patea) cada vez que cruzo una puerta que me expone a él.

En días así uno se siente un poco solo. Igual es eso.

Pero yo he tomado mis medidas. Música bruta para los paseos, y renuncia total y absoluta a paraguas, compañía para pasar la tarde. Y a ver, una vez se rinda el gris, qué tono trae el negro nocturno.

Y si no siempre puedo excavar la pila de libros en busca de Oliverio Girondo, o quedarme hasta las tantas destripando aliens en el ordenador. O leyendo. O deambulando por ahí. Esperando que el viento se lleve estos colores tan hostiles, que yo no sé qué les habré hecho, y me traigan de vuelta los de todos los días.

2 comentarios:

  1. Haces bien renunciando al paraguas. A veces es útil, pero la sensación de estar mojándote y que eso te importe un pimiento es... estupenda.

    Debe ser que por aquí abajo, con tan poca lluvia, se disfruta más el goteo cuando se digna a aparecer.

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  2. v_v Yo no miento. Cuando digo las cosas las pienso antes.

    ¡¡Guapo!!

    :) Bobo

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.