7.1.07

Vuelta a la Tierra


Tienen estos fines de semana algo de chute de LSD o de expedición al espacio profundo: Los domingos se convierten en operaciones retorno de naturaleza absolutamente astronáutica; no vale sólo con regresar, hay que recorrer un par de mundos en el camino de vuelta.

Ha sido un fin de semana raro se mire por donde se mire. No ayuda mucho el hecho de que cuando lo empecé el último balance de horas de sueño/total de horas daba un mísero 4'50/50, aunque no dejaba de sorprenderme el sábado por la mañana que estuviese tan sorprendenteme despierto a pesar de que fue a esa hora cuando ese índice alcanzó el mínimo y a pesar de que media hora después batí todos los records a la hora de conciliar el sueño en cuanto mi almohada tocó mi cabeza, o al revés.

En fin. Para el recuerdo queda cómo puede uno entablar una conversación a base de poner los gustos cinematográficos de unas desconocidas (que tuvieron la cortesía de no apalearme por lo que dije de Babel, y a las que correspondí no estrangulando a una que dijo que Gato Negro, Gato Blanco era una película malísima), y el buen concepto que por lo visto termina teniendo la gente de esta otra gente simplemente por servir de apoyo para los estómagos revueltos.

Así que entre aquello y las excursiones a nuevos bares que prometen convertirse en escala obligada en ese inexorable camino en el que lo nocturno se vuelme matutino y uno puede irse a dormir con un buen chocolate con churros calentándole el estómago, y los encuentros con actores y actrices (menos mal que soy una persona profundamente antimitómana, que parece que hacen cola para hacer su vida cerca mío, caray, el Tejero, el Bardem, ¡dadme un respiro!) y esas cosas que no se cuentan por educación, ha sido lo que se dice y espera que busque la tecla de las mayúsculas, Un Fin De Semana Raro.

Pero yo iba a hablar de mis operaciones de reentrada en la atmósfera terrestre, eh.

Pues eso que de ir tan lejos en los caminos de la psicodelia uno se descubre el domingo a años luz de la superficie y con mucha prisa por volver, que mañana hay que trabajar y he quedado para comer algo que por lo visto no es pescado, y toca meter el turbo y aguantar la fricción con la atmósfera. Por hacerlo más llevadero la tarde ha sido una de estas de reivindicación del Yo Qué Sé Qué, excursión para comer, tomar una caña y un café, ir al cine a ver la última de Clint Eastwood, que por lo visto quiere quitarle algún Oscar al Scorsese el muy perro, y volver a casa con una foto fresca en la cámara (que no es la que pongo hoy, pero es que esta me viene que ni pintada) y mucho cansancio y un estado de ánimo de estos de levantar mucho las cejas y mirar alrededor con algo desconfianza por lo raro que sale todo, pero de esas veces que la rareza no es la de las pesadillas, sino la de los sueños entretenidos.

Muy bonito todo. Me voy a la ducha, que se están recalentando las escotillas con la fricción con la atmósfera y quiero estar limpito cuando esta sonda interplanetaria se zambulla por fin en algún océano con un rotundo, húmedo y totalmente previsible PLAF. Es lo que tiene el volver a la Tierra.

2 comentarios:

  1. Bueno, raro, quien dice raro, tampoco habrá sido ¿no? sino más bien peculiar ;P
    Pues yo, como buena cotilla que soy, ando ansiosa de una reflexión sobre lo de zambulllirte de nuevo en la tierra y sobre lo de no comer pescado, ejem.

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  2. Sí sí, sí que ha sido raro. Y lo sigue siendo. Sólo con decir que de primero he comido ensalada... ¿qué puede haber más raro que eso? ó_Ô

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.