La canción del final de la película
Y aquí termina otro fin de semana, uno que prometer no prometía nada, porque los fines de semana no hacen promesas entre varias razones porque no tienen boca para hacerlas, sistena nervioso con el que pensarlas ni la indecencia de sugerirlas, pero que era de esos que uno anticipa barajando posibles versiones del mundo y encontrando con que hay un montón que son bastante, em, prometedoras. Mierda, al final he terminado usando esa palabra. No quería, pero bueno.
Del viernes no digo nada que ya lo dije en el propio epílogo que tuvo la noche en el mensaje anterior. Y de anoche, lo único que puede decirse objetivamente cierto es que nos dio plantón medio mundo y que por lo menos metí una moza guapa en mi cama (y si dicho así queda tan bien no sé por qué no me callo y cierro la boca y dejo que mi reputación crezca en vez de añadir que lo que hicimos fue ver una peli tirados encima de aquí mi cama-navío a la que por cierto tengo que buscar un nombre. Se aceptan sugerencias, y prometo rechazarl muchas. Bueno, debería rechazarlas todas menos una o todas, imagino. O tirar de nombres compuestos. O dejar de ser tan bobo como para pensar que alguien pueda sugerir nombres). Pero las cosas tienen formas y formas de no pasar y los plantones formas y formas de suceder, y por eso algunos nunca pueden contemplarse con ese odio biliar con el que yo suelo mirar al común de los plantones, y hay ausencias que pese a ser tales le dejan a uno clavar un poco más las uñas en torno a esa nada dulce y etérea que es la materia prima de las fantasías, los deseos y los sueños eróticos, entre otras muchas cosas.
Y hasta aquí puedo escribir, no por nada, simplemente porque siendo objetivo y razonable, que tampoco duele tanto, en realidad lo que estoy escribiendo es precisamente eso, nada. Pero nada que suelta la verborrea y que rellena un post, alegrémonos de ello. Yo me alegro. Me deja estar aquí torturando teclas, es divertido.
Y el domingo, en fin, los domingos son así, es lo que tienen, y es lo que decía por ahí respondiendo a otro blog mientras me preguntaba por qué hay cosas que uno las está pensando y las responde en otro lado y después de robarse a sí mismo la exclusiva viene a contarlo a su propio blog, este, que también es el tuyo porque para algo las palabras son los únicos seres del universo que basta ver para poseer, aunque en realidad nadie las posea nunca. Total, que luchando contra otro domingo más de todos estos que manda la vida para amargarme he decidido irme al cine a ver cualquier cosa, y falló mi plan porque iba con la hora pegada y camino del cine he visto un escaparate en el que había pequeños mundos en venta. Oh, qué monada, me he dicho, y me he parado dos segundos, pensando "fotofotofoto" y pensando "llegotardellegotarde" y he salido corriendo hacia el cine. Eso ocurría en Ópera. En Sol me he parado (con lo que pararse así de golpe implica en Madrid un domingo por la tarde; accidentes en cadena y turbulencias de paso de peatones que se propagan de forma exponencial. Soy un temerario), he vuelto a pensar dos segundos en el tema y he pensado que una peli es una peli y una foto es una foto y me he ido a hacer la foto. De propina he hecho otra, y luego, mientras me consolaba pensando que siempre podría ir a otro cine que tuviese sesiones más tarde, he retratado a tres reyes de estos inquietantes que alguien colocó delante del Palacio Real para infinita alegría de las palomas, que son todas republicanas. Pero luego ha llegado la película y ahí venía el guantazo en los morros que todo domingo me reserva; la película, según salía de verla, estaba incrustado en el tercer puesto de mi ranking de las peores películas que he visto en toda mi vida en el cine, por encima de películas sobre rosas y barcos chungos de Cuba, diga lo que diga mi agente que piensa que no puede haber peli peor que esa, y por encima también de Los Vengadores, y sólo por debajo de Superdetective en Hollywood III (ejem) y una película iraquí cuyo nombre por suerte ya no recuerdo.
Pero mientras recorría el típico laberinto que hay a la salida de cualquier sala de cine decente me he puesto a darle vueltas a la peli, y al protagonista de la misma, que era un perdedor solitario y abandonado al que le van pasando una serie de desdichas, que ni siquiera son especialmente dramáticas, y casi siempre producto de cierto orgullo estúpido o mejor de cierta orgullosa estupidez, y en fin, para que te hagas una idea cuando la película ha terminado la gente se ha puesto a aplaudir de coña, y eso a pesar del estómago cinematográfico que los espectadores de versiones originales terminamos por desarrollar.
¿Por dónde iba? Ah, sí. En fin, eso, salía yo del cine pensando que al fin y al cabo tampoco había tanto que me distinguiese a mí del protagonista de esa película. La soledad extrema, la incapacidad para relacionarse con los demás, esa aceptación de las desgracias con una indiferencia ansiosa, esa especie de don para ir cayendo sin poner remedio son cosas cuya semilla yo tengo incrustada bien dentro, y que sospecho que muchísima más gente, en mayor o menor medida, lleva también a cuestas, y entonces he empezado a pensar
a) que la peli tal vez no fuese tan horrible, y decididamente sí demasiado sutil y
b) que mi vida es una mierda.
A b) tampoco le doy mucha importancia porque siempre termino pensando eso los domingos y ya me conozco, pero ahí estaba yo, al borde de mi pequeño charco metafísico de siempre, caminando hacia el metro y comenzando a desenmarañar el nudo gordiano que siempre forman los cablecillos de los cascos del ipod, cuando ha mi lado ha pasado una mujer cantando, absolutamente alegre, absolutamente feliz.
Así que me ha hecho sonreír, y antes de saber lo que estaba haciendo he dicho "¡gracias!" Y ella, mirándome sorprendida, se ha callado y me ha preguntado "¿por qué?", y yo la he respondido "por cantar". Y cada uno nos hemos ido rumbo de vuelta a alguna parte, ella después de decirme que de nada y de seguir con su canción, y yo, por fin, sonriendo, pese a que sea o fuese o haya sido domingo.
buenas noticias: ya no es domingo. no entiendo por qué un día de la semana es una mierda "per se"... hay una canción que se llama "vestida de domingo" y que seguro que no conoces, que cuenta algunos de esos domingos maravillosos... a no ser que sea sólo pura pose. entonces nada... deberías decir claramente de qué peli se trata para evitarle el trauma a otro incauto.
ResponderEliminarNo son una mierda "per se", ha habido domingos buenos, pero estadísticamente, suelen ser horribles. Yo lo veo lógico, son el día que marca la frontera entre el cachondeo, la irresponsabilidad y el desparrame anárquico del fin de semana y la rutina del madrugón de la semana laboral.
ResponderEliminarY sí, debería decir cómo se llama la peli. ¿Con el título original vale? Laitakaupungin valot, ji ji ji. Luces al Atardecer. La crítica la ponía por las nubes. Pero yo sigo dudando, todavía, porque la sutileza de la peli, si es tal, está tan escondida que igual puede ser sutileza que paranoia propia para nada mérito del director.
Pues mira, como fin de semana de los de "hacer tiempo hasta que llegue el verano y se pase el frio este del demoño" no ha estado mal, por lo menos el mio... lo que he podido dormir por dios! y, al margen de ser el fin de semana de los plantones por definición.. no ha estado mal (eso y el frio, que frio!).
ResponderEliminarY lo de la película... ¿existe una pelicula peor que la de "la rosa de cuba" aquella? O_O
Tu vida no es una mierda, tu problema es pasarte la vida eligiendo las películas a través de la crítica! XD
coño yo creía q me ibas a decir q era la del museo este, cosa q habría comprendido. pero claro q opinaste d las dos anteriores?? porq esto es el fin d una trilogía no?? bueno, no pensaba verla, pero ahora ya ni de coña!! gracias
ResponderEliminarVero, mi problema es otro, que tiene más que ver con eso de quedar con la gente y montarme yo mis ilusiones y empezar a fantasear y al final se rompe la pompa de jabón con un sonoro *PLOP* y el contraste con la realidad es tan brutal que le deja a uno odiando lo que pilla. Que suele ser un pobre domingo.
ResponderEliminarVega, la del museo no la veré a no ser que alguien me ate, me arrastre al cine, me coloque frente a la pantalla y mantenga mis párpados abiertos, mis ojos fijos en la pantalla y mi lengua sujeta para que no pueda suicidarme tragándomela, tranquila.
Sí, se supone que es el fin de una trilogía, pero no he visto las otras dos. De todas formas no me hagas caso, si has visto las otras y te han gustado pues esta igual también, yo ya te digo que la veo una peli muy engañosa. Porque había un montón de cosas que la gente veía estúpidas y que consideraban que estaban ahí para hacer gracia y en fin, tenían su gracia, pero... por lo que sé de finlandeses (al fin y al cabo por eso de la música escandalosa trato con unos cuantos) aquello tenía bastante de radiografía y de reflejo de un montón de cosas que ellos te cuentan, sobre la incomunicación y la soledad y tal.
Es decir, parte de mí la considera un coñazo y otra parte de mí sabe que ahí hay más de lo que se ve a simple vista. Y esta sensación es ligeramente desconcertante pero da un cosquilleo muy entretenido y aunque sólo sea por eso...