Tool, la espiral y Fibonacci
Esto de ser adicto a la música hace que uno esté al tanto de esos discos que la gente venera, aunque sean de estilos que, a priori, a uno no le llegan a entusiasmar, o si hay suerte de estilos que uno acoge con un poco de frialdad y pasado un tiempo comprende y aprende a querer (porque la música no es sólo amor a primer oído; hay gustos adquiridos, trabajados, que a la larga se vuelven imprescindibles y geniales, y a los berridos en plan death metal me remito). Por eso cuando Tool sacó el Lateralus yo me hice con el disco en cuanto pude; Tool era una banda de culto para mucha gente cuyo gusto musical yo respetaba y algunas veces compartía. Y escuché el disco una infinidad de veces, y las canciones estaban bien, muy trabajadas, la música era impecable, todos los músicos eran muy buenos... pero algo me fallaba y el disco no llegó a prenderme ninguna mecha. Pero un día, alguien contó en el foro de Blind Guardian (un rincón estupendo para hablar de música y conocer mil cosas nuevas) una hipótesis que había leído en alguna página de internet: La idea era que las canciones del disco venían desordenadas, o que sugerían otro orden distinto de aquel en el que venían grabadas. Y para explicarlo, se recurría a los números de Fibonacci.
Fibonacci fue un matemático que, por lo visto, estaba interesado por cómo se reproducían los conejos. Uno se monta su criadero de conejos con la parejita, y estos en seguida tienen un retoño que rápidamente alcanza la edad de procrear, y entonces comienzan a nacer más y más conejitos que se reproducen, pues eso, como conejos. Y descubrió que su cifra crecía de esta forma; partes de 2, y luego hay 3, y luego 5, y luego 8, y luego 13, y luego 21, y más y más según va habiendo más conejos adultos que pueden tener crías. Y Fibonacci se quedó mirando aquellos números y se dio cuenta de que cada uno era la suma de los dos anteriores. Colocando al principio un par de unos, como partida, la serie de Fibonacci es, entonces,
1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, ... , n, m, n+m, m+n+m, ...
Colocando otros números como partida en lugar de un par de unos, como el 1 y el 3, se obtienen otras series de Fibonacci, como 1, 4, 5, 9, 14, ... y luego se observó que esa serie tiene implicaciones que van mucho más lejos de lo que la cría de conejos podría sugerir. Por ejemplo las flores suelen tener un número de pétalos que corresponde con un término de la serie de Fibonacci. Se observó también que esos números están en la esencia misma de las espirales: Si vas formando cuadrados de lado un número de Fibonacci, los vas colocando unos junto a otros de forma que sus lados vayan encajando y unes sus vértices mediante curvas obtienes la más famosa de las espirales que volvía locos a griegos y moluscos. Y lo que decía aquella hipótesis era que Tool, que se dedicaba durante todo el disco a hacer alusiones a espirales y a los números de Fibonacci (la letra la canción que da nombre al disco comienza con dos líneas de una palabra, luego una de dos, luego una de tres, una de cinco, una de ocho y luego va subiendo y bajando por la serie), así que alguien decidió ponerse a jugar con las canciones, las colocó todas sobre una recta,
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13
y se puso a dibujar espirales y a ver dónde cortaban a esos números y a escuchar el disco en ese orden. Pero algo no encajaba. Pero había otras pistas, la canción 6 es una especie de introducción de la séptima, así que tal vez deberían ir juntas, y los discos anteriores de Tool incluían en su mismo medio una pequeña ida de pinza instrumental... como aquí es la canción número 13. Así que quien pensase esto las reordenó así,
1, 2, 3, 4, 5, 6, 13, 7, 8, 9, 10, 11, 12,
y se puso a dibujar su espiral que partiese del 13 y cortase primero al 6 y luego al 7. La cosa quedaba ordenada así,
6, 7, 5, 8, 4, 9, ...
Y aquello sonaba sospechosamente coherente; los finales de las canciones así ordenadas parecían encajar mejor, y el conjunto hacía parecer al disco con el orden original como carente de una coherencia a priori artificial. Pero quedaba el problema de dónde meter la canción número 13, que en teoría debería estar en mitad del disco. Pero la canción 9, que ahora ocuparía el sexto lugar, es una canción especial: Se llama con el disco, y termina con Maynard James Keenan cantando una y otra vez "spiral out, keep going"; Sal de la espiral, sigue adelante. Y el tipo que pensó todo esto lo entendió como la instrucción para romper con aquello, colocar ahí la canción número 13 y luego continuar de alguna otra forma. Entonces aquel fan adicto a lo retorcido observó que cada par de canciones, iban sumando 13, así que después de la 13 siguió colocándolas de forma que sumasen 13, y describiesen otra espiral que iría de fuera hacia dentro. Cuando terminó la cosa quedó así,
6, 7, 5, 8, 4, 9, 13, 1, 12, 2, 11, 3, 10.
Y cuando escuchó así el disco tuvo que comunicárselo a un amigo que se lo contó y la voz se fue extendiendo (siguiendo, a su manera, los patrones de las series de Fibonacci, que para algo miden crecimientos de poblaciones discretas), y al final ese rumor me llegó a mí pero ya no encontré forma de averiguar quién lo inició. Probablemente no fue sólo una persona, porque hay al menos otro par de interpretaciones sobre el orden que deberían tener las canciones (otra que considera una sola espiral y otra partiendo exclusivamente de los números de Fibonacci). Pero el resultado encajaba tan bien, el disco sonaba con ese sabor arcano y preciso que tienen los enigmas, y al final yo este disco no lo puedo escuchar en otro orden que no sea ese: Ha trascendido su orden original para conseguir otro que pudo ser pensado por la banda o ser simplemente un fruto de la paranoia de quien fuese. Se le ha preguntado a la banda sobre todo esto y ellos dicen que les han llegado los rumores pero ni mienten ni desmienten, que cada uno lo escuche en el orden que mejor le parezca, dicen, indiferentes. Lógico. Si te pones a esconder una cosa así en un disco y no lo avisas por ninguna parte no es para descubrir el truco a la primera de cambio, sino para que lo entienda quien consiga verlo, para que lo saboree quien se lo encuentre y se lo quiera creer.
Pero fuese su intención o no (y yo, medio por romanticismo medio por ser consciente de lo retorcidos que pueden llegar a ser, opino que sí lo fue) el disco se ha convertido en algo más que un simple disco. Es un pasatiempo, una cábala, un mundo nuevo en el que las canciones se enlazan de formas nuevas y las letras parecen esconder pistas e instrucciones. Y eso ha convertido al Lateralus en un disco irrepetible para mí; en un disco que se trasciende a si mismo, se retuerce, toma formas nuevas y se descubre, de pronto, como un pequeño misterio de forma redonda que venía sin avisar, escondido en su cajita, disfrazado de CD normal y corriente.
Uno de mis discos favoritos, claro.
Mucho mejor con gráficos, donde va a parar, aunque alguno que otro se te ha quedado en una servilleta junto con lo de los tiempos ¿no? ;P
ResponderEliminarespero, por supuesto, que sea una de tus discos favoritos por mucho más que por lo de las espirales....
Y que luego esté la gente muriendo de hambre mientras otros se dedican a hacer el intelectual por la vida...
ResponderEliminar...COÑO.
Nah, es que nunca me interesó Tool :)
Vero, sólo con eso no se hace un buen disco, para eso además necesita buena música... pero ya dije que el disco, con el orden original, estaba como falto de algo. De coherencia, no sé. Las canciones eran buenas pero... no encajaban en mí, y después de leer todo eso tal vez era que realmente no encajaban ni en el disco, o que podían encajarse mejor.
ResponderEliminarY Juanito, que haya gente muriendo de hambre mientras tú te dedicas a responder en blogs... esa idea es peligrosa porque se puede usar contra todo lo que hacemos en el primer mundo.
Pero son músicos, y se rayan con su música, y eso, que la gente sea retorcida en lo suyo siempre es de agradecer (al menos por mí). Tú lo eres en lo tuyo y por eso te queremos :>
Juanillo eres una enano mental, nunca podrás lograr entender lo que una mente maestra puede hacer por la humanidad, Tool son unos genios y tú eres el contraste.
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