14.11.06

Las vidas y los blogs

Decía hace una eternidad, o lo que a mí me viene pareciendo una eternidad (es que últimamente paso demasiado tiempo demasiado ocupado, y no puedo ni escribir aquí y tengo que robarle horas la noche para rellenar ventanitas del blog de notas con la que venir a darte la lata) Fresquito que al final un blog deja (o corre el riesgo de dejar) de ser el reflejo de una vida y la vida se convierte (o corre el riesgo de convertirse) en un reflejo del blog. O algo por el estilo, ya digo, lo dijo hace una eternidad y no pude contestar en su momento por la falta de tiempo y tampoco lo recuerdo bien, y además nunca le hago al muchacho todo el caso que se merece. Pero bueno, dijo eso, o algo parecido, o en cualquier caso yo entendí eso, y eso es lo que desde entonces he estado yo meditando de cuando en cuando.

Ciertamente es un riesgo a correr. Uno tiene su vida, y la va viviendo como buenamente ha aprendido a hacerlo (ha haprendido a acerlo). Luego uno se hace su blog, y cuenta su vida, y el blog se va alimentando de su vida, de lo que es, sí, pero sobre todo de lo que dice, y el blog crece y crece hasta convertirse en una entidad con vida propia que exige vivencias, misterios, revelaciones, actitudes, tributo.

Mucha gente, imagino, mata a sus blogs cuando llega a ese punto. Cuando tropiezan con lo que no quieren o no se atreven a contar, cuando no saben qué más contar (aunque esto, supongo, es una forma cobardica de esconder la otra opción), cuando esto deja de ser un juego como las peleas infantiles dejaban a veces de ser fingidas para convertirse en guerras declaradas. Cuando duele. Con la primera herida. Cuando se encienden las luces de alarma y la prudencia pide pisar el freno y tomar la primera salida (con área de descanso, gasolinera tienda donde comprar una bolsa de patatas fritas y dos latas de cocacola para amenizar el viaje y fingir, después, que el camino sigue siendo el mismo). O sea, el momento de ignorar el indicador de la gasolina y pisar el acelerador a fondo, en realidad. Y saltarse las barreras, y los pasos a nivel, y volar sobre los transeúntes, bajo las farolas y a través de las palomas súbitamente convertidas en plumas revoloteantes y asqueroso puré rojizo.

El blog se convierte en un monstruo. Y a los monstruos hay que cuidarlos, darles de comer, mimarles y darles conversación, porque ellos no tienen la culpa de ser así, porque son nuestros hijos, porque son nuestra sangre, y por mucho que los matemos no van a dejar de ser un reflejo de lo que llevamos dentro y no podremos matar. Por eso yo sigo pagando mi tributo y sigo dándole de comer a esta bonita bestia mía, por eso a veces pienso dónde está la barrera de lo que no me atrevo a escribir aquí y entonces voy y la rebaso y la pongo un poco más lejos. El espíritu deportivo, el exhibicionismo, la imprudencia y el masoquismo empujando (más o menos) en la misma dirección. Por eso a veces juego con ella y escribo posts como este, que son como rascarle la barbilla, porque es mi sangre y a mí también me encanta que me acaricien la barbilla.

Volviendo a lo que decía (o entendí o recuerdo o algo) Fresquito, yo no tengo la impresión de que mi vida se esté adaptando a mi blog, que gire en una dirección u otra al compás de lo que aquí se escribe. En todo caso siento que lo utilizo como diario de navegación y como carta naval, sirve para ver por dónde pasa uno, anotar direcciones del viento y trazar rutas que quedan casi (pero no) siempre por escribir pero implícitas, más o menos entendidas a ese nivel de consciencia en el que al final las cosas cuadran y hacen click y las luces se encienden y las bujías bujían. Así por ejemplo yo juego, saldo deudas, digo lo que pienso de gente, me desprendo de paranoias, rescato estupideces del olvido, y me obligo a hacer cosas que siempre quiero hacer, pero que tal vez sin blog o (y aquí tengo que incluir por fin a su otra cara) sin fotoblog yo no estaría haciendo, o encontraría más difícil hacer.

Por ejemplo, fotos de la niebla. Si yo no hubiese tenido el fotoblog, nunca habría subido hace dos sábados a la sierra de San Vicente a intentar sacar alguna foto a los árboles entre la niebla. Si no fuese por él, yo no tendría mi cámara, ese gasto inútil de dinero aún más inútil que tan feliz me hace. Sin esta ventana yo ya tal vez no escribiría, o desde luego ahora mismo no estaría escribiendo. Sin esta ventana yo no sería lo que soy ahora mismo. No es que el blog me haga ser de cierta manera, es que el blog me permite, ahora, antes y luego, ser ese yo que me gusta ser, el que cuando ve un prohibido pasar de cuarenta pisa a fondo y tumba cercas, ara prados, destroza acequias, se ríe mucho y lo pone todo perdido de barro.

Me hace feliz. Monstruo bonito. Come, come, que aún me queda algo de sangre calentita para ti. Monstruo bonito.

3 comentarios:

  1. Gracias Monstruo Bonito

    Personalmente agradezco que la alimentación de la cara B de tu montruito te llevara a la sierra para hacer esas maravillosas fotos de la niebla con las que he babeado tanto.
    También me han gustado mucho otras, pero hablamos de la motivación que te impulsó hace dos semanas

    Y a la cara A le agradezco muchos ratos de lectura interesante, bastantes ratos de risa y porque no decirlo, algún que otro pestiño.
    Así que por lo que a mi respecta la alimentación de La Criatura, es también un buen alimento para mí.
    A ver qué iba a desayunar yo en el curro si dejases que se muriera el blog. :/

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  2. ¿Matarte? Mejor torturande el hígado pagándote una copa el día que eventualmente volvamos a coincidir en algún lugar, para horror del tejido espaciotemporal.

    Gracias, en cualquier caso. Pero supongo que eso significa que soy un adicto a escribir o algo así.

    En fin, hay y tengo adicciones peores. Malsanas. Chungas. Como la de someterme a la ducha de casa en plan hidromasaje masoquista, que salgo calcinado y contusionado, qué presión, joder. Un día voy a salir erosionado de ahí.

    Yo también os... os... os eso. Qué complicao es decir ailoviú :)

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  3. Yo no sé, yo apuesto...¡uy! me parece que me he confundido de comentario... ¿éste no es el del euromillón verdá?

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.