29.8.06

El oso astrónomo

Yo creo que, aunque sólo sea por el recuerdo del oso astrónomo, la brujita recién licenciada y la princesa de turgentes pechos el fin de semana pasado entrará en la memoria (en la mía) como un buen fin de semana, cuando las aguas de mis pequeños desórdenes mentales (nada importante, todo muy doméstico, muy de andar por casa. Que nadie llame a nadie que lleve bata blanca) dejen de inundarlo y salpicarlo de espuma.

Ah, no: Que ya han parado. Vale, pues ya está, entonces. Todo bien. Correcto. En su sitio.

A lo que iba. Este fin de semana ha tenido sus cosas malas, como todos los fines de semana, y en la pecera de colores elitista y privilegiada que es mi vida, donde la muerte de civiles en guerras remotas o los hundimientos de petroleros de graciosos nombres no llega a condensarse como realidad, mi mayor drama fue tener una amiga malilla. Bueno, de hecho no tenía una, sino tres que yo me enterase, debía estar de moda o algo, pero en fin, esta en concreto fue original y se buscó un problema propio que la hacía ser bastante asocial y pasar mucho tiempo en la cama (y al que piense mal le suelto un capón). Así que el sábado por la tarde me pidió que la contase un cuento, y yo, que de un proyecto escoplo fallido recordaba la idea conceptual de un oso astrónomo, me puse a contarla su historia en seis actos. A contársela y a contármela, porque la verdad es que la historia la íbamos escuchando juntos según algo, dentro de mí, se la iba inventando.

Luego mi amiga convaleciente me dijo que le gustó, y yo, como soy un vanidoso de mierda intenté aprovechar la racha y me puse a enseñarle fotos mías en el portátil para que continuase dándome lustre al ego... pero no, en serio, yo lo agradecí, cómo no, muchísimo.

Y desde entonces he estado yo pensando en esto de andar inventándose cuentos. Porque yo ya he escrito mis cuentecillos, y algunos hasta los he conservado y andan por ahí, pero no es lo mismo escribir uno que inventárselo, sobre la marcha, para una audiencia de una persona, que más exclusivo no sé puede ser (...¿o sí? ¿Literatura masturbatoria?). Cuando los escribes, cuando se leen, uno siempre se espera más del cuento. Una buena prosa, una buena historia, una sorpresa final, una consistencia, en fin, lo que es un cuento. Pero al improvisar uno tiene la excusa del directo y se puede desvariar, se puede cambiar el tono de pronto, se puede hacer un inciso para introducir el personaje de la reina, que era una pánfila que de pronto pasó a ser la mala de la historia, tan mala y tan bruja que no sabía cómo matarla y falleció en el bosque al romperse la crisma cuando uno de sus zapatos de cristal se quedó enganchado entre las raíces de un roble. Hasta se puede, al final, meter la historia de amor que todo buen cuento de hadas merece y hacerlo a toda prisa y sin calzador.

El caso es que no es una práctica habitual mía, esta de improvisar un cuento, pero asumo que salvando las distancias de la metáfora, esto debe ser a la literatura lo que improvisar un solo en directo es a la música, y no sé, me parece sorprendente haber tardado tanto en darme cuenta de que existen los solos en este arte, porque aunque este mismo blog, con su escritura casual y sin propósito que suele empezar sin que ni mis dedos ni mi cabeza sepan que vamos a ir contando... bueno, pues ni así es lo mismo. Lo que supongo que convierte esto, más o menos, en la grabación de la música en directo. Tiene sentido: Igual que esas grabaciones cuando tú me lees esto ya no está sucediendo, el que yo escriba, sino que pertenece al pasado, e igual que en las grabaciones yo tendré, mientras, la posibilidad de reciclar y adornar el producto, que no es costumbre excepto para corregir errores de dedos torpes o patadas al diccionario, pero la posibilidad existe y como tal hay que aceptarla.

Pero volviendo a la invención y narración simultaneas, fue una experiencia divertida. Tanto que ya estamos pensando, aquí mi amiga y yo, en institucionalizar una noche del cuento en la que no seremos tan sádicos como para exigir a todo participante que se invente uno, pero sí que lo cuente, sacándolo de donde sea o llevándolo pensado de casa, y quien no cuente ninguno será sometido a un castigo todavía por determinar pero que sospecho que será quedarse sin postre a la hora de cenar o algo parecido.

Y no sé, pienso, como escritor que soy, que ese cuento quedó ahí, flotando entre las paredes de mi habitación y metido en la imaginación de mi amiga, y que tal vez, tal vez, tal vez debería, no sé, ¿escribirlo?

Y no puedo. No ya porque piense que era más o menos malo o bueno o porque considere, honestamente, que escrito perdería toda su gracia, sino porque no haciéndolo se convierte en un regalo compartido bastante exclusivo (al fin y al cabo sólo dos personas conocemos el cuento)... y porque de pronto, esa tarde, el hecho de contar la historia fue mucho más significativo que la historia en sí, y eso es algo que no hay forma de poner en un papel, por muchas letras que amontones sobre él.

Vamos, que te lo recomiendo. Invéntate cuentos, y cuéntalos. Es divertido, en serio.

13 comentarios:

  1. Eso no se hace, dejar con mal sabor de boca al personal, si empiezas termina y si no, no nos pongas un caramelo en la boca y de repente lo retires.
    Hay que ver que mala leche tienen algunos.:((

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  2. ¿Empezar el qué? He hablado de un cuento, no es lo mismo que empezarlo v_v

    Además el cuento era horrible y tenía un oso. Si quieres cuentos de osos, ves al blog de Ynis.

    Pero puestos a regalar y para aplacar cualquier sentimiento de culpa que yo pudiera sentir, que no significa que sienta, aquí hay una canción de 1908 que se llama Castilian echoes, que aproveche :)

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  3. Gracias, la música me ha gustado, aunque hay veces que no sonaba muy nítido, algún gazapillo se oía de vez en cuando. Pero bien.
    He seguido tu recomendación sobre el blog de Inys, y sí, hay cuentos de osos y no están mal, es un cerebrito quien lo escribe.
    Cierto oso me recuerda mucho a ti, no sé porqué será. :D

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  4. Una reinona pánfila nunca puede ser una bruja porque como cualquiera con dos dedos de frente sabe, las brujas son republicanas o anarquista y jamás son pánfilas Ü

    PD: no me gusta la cancioncilla, pero es un problema que tengo yo con cualquier sonido que se asemeje a las bandurrias, de todos modos se te agradece la intención y Te Perdono. (aquí va un gesto como el que hacía Ralph Fiennes en la lista de Schindler cuando perdonaba a alguien)

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  5. ¡No le pidáis calidad de CD a algo que grabaron en un rodillo de metal hace 98 añitos, caramba!

    Sobre cómo son las brujas o sobre cómo dejan de ser, de acuerdo. Pero el cuento era improvisado y malo, y te diré cómo una reina puede pasar de pánfila a malísima: Cambiando la trama sobre la marcha. Facilísimo.

    Respecto a sus opiniones políticas, vete a ver Los Hermanos Grimm, de mi amado Terry Gilliam, y luego me lo cuentas.

    Y de Ynis un cerebrito no sé, pero una escritora de la leche sí que hay, sí. Y lo del oso está en manos de mis abogados, sólo por lo de Jaspi ya les llamé.

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  6. ¿Cerebrito? :-O

    Venía yo a decir que no sé, yo creo que no tiene mucho que ver el escribir con el contar cuentos. Es decir, sí, sí, claro, cuando escribes cuentas cuentos. Pero aparte de eso no tiene nada más que ver XD

    Me refiero a que la actividad de escribir y la de contar en voz alta no se parecen, o al menos requieren cosas muy distintas. A lo mejor la teoría es la misma, pero para contar un cuento en voz alta necesitas saber improvisar, y modular tonos de voz, y no ser tímido, y saber cómo mantener la atención de quien te escucha... y... y nada, que yo sería incapaz >_< De hecho lo he intentado alguna vez, y me quedo en la primera frase. Había una vez un oso... Y vivía en una casa de madera... (y aquí ya me quedo en blanco, igual que los ojos del que me escucha).

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  7. Sí, pero porque lo estaba escribiendo. Si lo hubiera empezado en voz alta habría quedado en una v_v

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  8. Pues vale llama a tu abogado, pero a mí me recuerda el oso Ossco a ti, que es el malo como tú.:-))

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  9. La de los Hnos Grimm no es una de las películas de Guillian que más me gusten y por cierto ¿quién a dicho que Terry Guillian tenga dos dedos de frente? si los tuviera no se quedaría sin presupuesto cada 3x2 dejando en el tintero las mejores creaciones de su no-historia. snif.

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  10. No hablaba de la calidad de la peli, sólo ponía un ejemplo de bruja monárquica :P

    Y respondiendo a tu pregunta, nadie ha dicho que Terry Gilliam tenga dos dedos de frente. Pero yo creo que para no arruinarse haciendo películas hay que tener más de diez y más de veinte dedos de frente o hacer basura comercial y poner a Tom Cruise delante.

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  11. No sé si será muy fiable, pero he leído que Gilliam no ha abandonado el proyecto de "El hombre que mató a don Quijote", que supongo que es a lo que se refiere Pipilota con lo de "quedarse sin presupuesto cada 3x2". El rodaje de esa pelicula, por lo que cuentan en Lost in La Mancha, fue la demostración absoluta de que la Ley de Murphy existe.
    El hecho de que Gilliam se descolgara filmando la de los hermanos Grimm y Johnny Depp aceptase hacer de pirata en una superproducción (con secuelas) parte de un supuesto acuerdo que sellaron los dos, por el que se comprometían a participar en proyectos comerciales con el fin de recaudar dinero para reintentar filmar la del Quijote (con algunos ligeros cambios, como que el protagonista no tendría acento franchute, ni habrían viajes en el tiempo).

    A ver si es verdá, porque según ha dicho Gilliam repetidas veces, esa peli era el proyecto más interesante que habría realizado.

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  12. Sí esta es la película a la que me refiero. Por cierto yo había oido que Johnny Deep aceptó hacer la 2ª parte de Pirátas del Caribe por deseo muy explicito de sus hijos... pero como no recuerdo ni donde lo oí ni quien lo dijo, pues nada esperaré que la teoría de el acuerdo mutuo sea cierta y que recauden de paso la pasta necesaría para hacer un peliculón de "Buenos Presagios"

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.