13.7.06

Un ala rota

Hoy tengo que escribir esto en segunda persona del plural (aunque no va a notarse hasta el paréntesis final), porque hoy no puedo escribir mirándole a nadie a los ojos, y la segunda persona del singular me enfrenta a todas y cada una de las miradas que puedan recorrer esta página.

Días como este son días en los que me gustaría estar equivocado, en que las cosas no fuesen lo que son, en que esa gran mentira que fue el catolicismo medieval tuviese razón con todas sus sandeces y toda su arquitectura de obra de teatro barata y cutre. Y entonces escribiría una carta que diría así:



Leganés, 13 de julio de 2006.

A la atención de Lucifer, Rey y Señor de los Infiernos.

Ha llegado a mis oídos que usted, o alguno de sus subordinados, se dedican a la recogida de almas en una especie de competición con el otro bando, y que de cuando en cuando lo hacen por medio de contratos, que alguien puede vender su alma por algún bien material o algún pequeño favor, alguna nadería que corrompe a quien la compra condenando su alma a sufrir eternamente en el Infierno.

Sé que ni mi alma ni mi vida valen gran cosa, pero yo le ofrezco la mía a cambio de que le arregle el ala rota a una mujer, de que le arregle el alma rota a un pájaro. Sé que, como he dicho, no vale gran cosa lo que le ofrezco, pero por un lado es todo lo que tengo, y por el otro mírelo así; por el camino que llevo yo probablemente fuese a terminar ahí abajo de todas formas, pero nunca se sabe, porque me rodea parte de la gente más estupenda, maravillosa y buena de este mundo, y las influencias son las influencias, y de todas formas el alma de esta mujer, de este pájaro, nunca irá a parar al infierno, así que ¿no le parece razonable, por el precio de una hojita de papel impresa, un poco de tinta y algo de medicina de la que usted debe entender horrores garantizarse al menos mi alma? Piense que menos es nada, y que así ya se la lleva con seguridad.

Por favor se lo pido. Que usted me cae bien, que tuvo que tener su par de narices para enfrentarse a ese tipo que dicen que es todopoderoso.

Suyo, espero,

David Ruiz.





(por una vez, por favor, no respondáis a este tema, que sólo estoy escribiendo porque no sé qué otra cosa hacer)

2 comentarios:

  1. ya sé que no debo contestar, lo siento, soy una alcachofa total, pero es que creo que los males se arreglan hablándolos, charla con alguien de tu confianza y quema esa angustia...Un beso y perdona la intromisión

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  2. Pero es que el mal en cuestión no es mío, ni el problema es mi angustia, ni las cosas, a veces, pueden arreglarse hablando, o sobre todo sólo hablando.

    En fin, sé que respondes con toda tu buena intención, y te lo agradezco, igual que le agradezco a la gente que sé que habría respondido el que no lo haya hecho (...o tal vez se lo agradezca a ellos un poquito más, porque callarse a veces es lo más jodido :P), pero una de las razones por las que no quería respuestas aquí es porque no estoy siendo nada específico con lo que cuento y cualquier respuesta iba a ser un consejo, y cualquier consejo un tiro a ciegas, que por mucha buena fe que lleve no va a acertar.

    De todas formas yo pensaba que había quedado claro que el problema no era mío, así que aunque me conmueva tanta preocupación como la que me consta que hay por ahí, incluida por supuesto la tuya, no la entiendo. Pero de todas formas supongo que quienes os estáis preocupando tanto, cronopios tontines y adorables a los que os debo un abrazo por barba y un beso por, hmmm, vagina (pero en la mejilla, ¿eh?, que lo de vagina no lo digo por ser un pervertido sino por distinguir hombres de mujeres, que luego parezco un pervertido) os alegraréis conmigo si os digo que la cosa va mejor, que hay esperanza, y que si Lucifer existiese mi alma tal vez ya fuese suya porque tal vez, tal vez, hubiese aceptado el trato, parece.

    Es decir: ^__^

    (Aunque yo, siendo como soy, seguiré preocupado hasta que vea al pajaro en cuestión volar tan alto y tan rápido como intuyo y sé que puede volar)

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.