Lo dije hace tiempo: Hurgando en viejos cajones y bolsillos olvidados encontré una vieja libreta que durante el año 2003 utilicé para ir por ahí tomando notas y escribiendo lo que se me pasaba por la cabeza. Estos días en Ortigueira, cuando no tenía nada que hacer y no estaba durmiendo, la estuve hojeando, y reencontré los retratos. Ten en cuenta que esta libreta la llevaba yo encima cuando no tenía aún una cámara de fotos, y además estaba yo preocupado porque en lo que escribo no suele haber descripciones de personas, así que me puse como ejercicio escribir descripciones de la gente que viese por la calle, en los transportes públicos o donde fuese, para cogerle soltura... Y luego se convirtió en un vicio. Copio tres o cuatro, no sé por qué. Supongo que porque algún día perderé la libreta y que esto, a pesar de la fragilidad de los monitores, los discos duros y la civilización occidental, parece un lugar más seguro para conservar nada que mis bolsillos. Hay un par de encuentos casuales, un retrato de Saddam Hussein y el de una mujer de la que estaba enamorado por aquel entonces y a la que sigo queriendo un montón, que espero que no deje de hablarme por retratarla aquí.
1.
Frente a mí, en un buho, se sienta una mujer empapada de una lluvia que no le ha caído del cielo. Tiene algo de ave de corral en el destierro, con su abrigo deshilachado y lanudo, con sus manos gruesas de uñas largas y violáceas. Sepulta la barbilla en un pañuelo tan negro como la tristeza que le mancha los ojos, y respira con ese aire de derrota que arrastra la gente que, a la hora de volver a casa, tiene que renunciar a las mentiras que mil años antes, al afrontar la noche, iluminaron una sonrisa fugaz. Grotesca, ridícula e invisible, reina en el destierro de un país que ya no existe ni en sus sueños.
2.
Es como si una sombra se instalase donde ella se sienta con su libro, bajo una cascada de pelo negro y una mirada de noche en estado puro. Acompaña esa hermosa tiniebla con un mohín de tristeza, los labios apretados en una mueca de seriedad, de concentración. Las cejas acompañan ese gesto, como si desde su privado y cálido pozo de negrura devorase la luz que cae sobre ella, siempre atenta a su lectura, pequeño y sublime agujero negro con forma de mujer: debe ser terrible, desnuda, en medio de la noche.
3.
Algo late en el fondo de su mirada, un pozo de resignación y de cansancio, de orgullo herido, una confusión de animal que se deja inspeccionar por el veterinario mientras le abren la boca y le alumbran por dentro con una linterna, buscando una confirmación de su identidad o, quien sabe, una muela de explosivo plástico, tal vez. Y uno lo mira y no sabe si ver a un asesino, a un ejemplo de político total (sí, eso es peyorativo) o a la excusa para unas cuantas guerras. Y qué insignificante y qué triste y qué desamparado se ve cualquiera cuando una linterna le desvela las tinieblas íntimas del paladar.
4.
Brilla tanto que hace daño a la vista. Hay algo en su mirada boscosa, algo en su sonrisa (o en los labios apretados que la preceden y la prometen, algo en la forma de sus palabras) que hace pensar en hornos solares, en danzas cósmicas, en primaveras eternas y prados infinitos, en nubes perezosas y noches de sudor y bocas felices y hambrientas. Hay algo en su caminar que arrastra mi mirada tras ella, que invita a medir el tiempo por el eco de sus pasos cuando ella no está. Hay algo en sus manos de magia, de arañas encantadas capaces de arrancarle melodías al viento que ronroneante se desliza entre sus dedos. Hay algo de ella que está por todas partes, y se respira en la música y se bebe en los cuadros y se huele en los sueños.
12.7.06
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Con la tecnología de Blogger.
Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
No creo que la susodicha deje de hablarte por un retrato tan bonito... creyéndome en posesión de la verdad imagino que esa mujer de la que te enamoraste hace tiempo es el 4º retrato porque como sea el 3º defenestro mi bola de cristal y me compro una de plasma.
ResponderEliminarEl primer retrato es tristísimo... espero no coincidir contigo en un buho nocturno de vuelta de a casa nunca brrr
El 2º pudiera ser cualquier mujer que lea algo muy interesante en el metro, no sé si con cuerpazo o no porque no me queda claro en que sentido dices ese "terrible" ; me gusta porque me resulta como una novela sin un final definido ;)
Lo de retirarme la palabra no sería por escribir nada, sino por airearlo v_v
ResponderEliminarY sí, el primer retrato era tristísimo. Pero no iba a retratar sólo a chicas guapas, y aquella señora tenía un aspecto tan triste y tan desolado... no sé, lo leo y me siento algo cruel, es como una foto con flash, a su manera.
Y el cuerpo de la segunda mujer era terrible en el sentido de producir visiones lujuriosas y dar ganas de frotarse.
Respecto a las cosas sin final decidido, pásate por Ynis, el primer blog de mi lista de links, que la Reportera Intrépida tiene el talento desatado.
Oh! publicidad de Ynis! :-O
ResponderEliminarY sobre los relatos, digooo... retratos, pues me han gustado mucho. Sobre todo el primero y el último. El de Saddam el que menos, tal vez por estar acompañado de la foto, no sé.
Es buena idea eso de describir a la gente en plan ejercicio. Hmmm... tal vez lo haga la próxima vez que vaya en tren (que será de aquí dos días, ¡dos!).
¡Dos!
ResponderEliminarPues ya sabes, pilla libreta y a retratar :-o (pilla las dos libretas, por eso... :D
A mi el primer retrat es el que me ha parecido más impresionante, aunque a la hora de la verdad es el que menos idea de cómo era la persona me ha dejado. Y mira que es raro que yo no consiga imaginarme algo gráficamente hablando, así que por esa parte suspenso en el primero. Es espectacular gramaticalmente hablando, pero ahí queda todo.
El último tampoco me ha gustado, casi me mata de sobredosis de azucar. El de Sadam me ha gustado por el enfoque, y el otro ni fu ni fa.
Soy duro, lo sé v_v