Dicen raro. ¿Claro que quién no es raro? Tanto polvo, tanta barra, tanta gente y todos aspiramos a nuestra cuota de rareza, todos queremos ser diferentes, únicos, especiales, y cultivamos nuestras rarezas y las proclamamos a los cuatro vientos: ¡Colecciono tornillos! ¡Escucho bandas que no conoce ni Peter! ¡Odio el teatro! Y así sucesivamente.
A mí me llaman raro y, te lo confieso, me pongo contento, se me infla el orgullo, ronronea mi vanidad. Me gusta ser raro. Me gusta que la gente piense que soy raro. Pero viendo las cosas desde dentro la verdad es que creo que soy raro de cojones. Lo digo con el tenue recuerdo de los sueños de esta noche (noticia: ¡He conseguido dormir ocho horas! Abusando ya de la palabra, la verdad es que eso, últimamente, es raro, y linda con lo excepcional), he soñado que comía albóndigas con mi familia, que sufría toda clase de catástrofes nocturnas en una fiesta con la logística de la diversión clandestina. Por el tono podrían haber sido pesadillas, pero eran tan extrañas que la propia extrañeza le ha robado el protagonismo a las sensaciones opresivas, frustrantes y aterradoras de la pesadilla, ha sido como si mi tocayo David Lynch dirigiese una película de terror adolescente: En vez de salir terror, saldría una paranoia lynchiana.
Así que me he despertado bastante perplejo, y pensando que menos mal que la gente que me llama raro no puede ver mis sueños, o la palabra se les quedaría corto, y empezarían a buscar otras que ya tuviesen más repercusiones psiquiátricas.
Claro que habrá que ver los sueños de los demás, los tuyos por ejemplo, porque admito que soy raro, pero asumo que por mucho que lo sea esto no tiene nada de excepcional, y que cualquiera, visto desde la distancia necesaria, es a su manera la persona más rara del mundo.
Por lo demás termina el puente, que creo que puede resumirse, de alguna manera, con la imagen de mi agente anoche en Lavapiés, negociando poesías a cambio de cigarros y bostezando como una bendita. Así que mañana toca volver a madrugar, a ir a trabajar, a pasar todo el día fuera de casa, a eso que se llama la rutina laboral. Y que me apetezca volver a ella también debe ser raro, supongo.
En otro orden de cosas, y siguiendo, espero que por poco tiempo, esta mezcla de blog y fotoblog, la foto de hoy se llama retrato familiar, y es la foto de la que más orgulloso me siento de las que hice ayer. No es que hiciese muchas, pero no sé, me gustan los colores, es parte del género minimalista que me enseñó una amiga a la que quiero muchísimo, y no es algo que suela hacer mucho habitualmente.
2.5.06
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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
Esa foto me ha recordado a la escena de "El corazón del guerrero", en la que sale ese actor chiquitico de P.Tinto cantando una bonita canción.
ResponderEliminarY aquello de Faemino y Cansado, cambiándolo un poquito para el caso: "Nueve de cada diez dentistas recomiendan cambiar el cepillo de dientes cada 3 meses... ¡con ustedes, el hijo de puta que no lo recomienda!"
Tambien me trae a la mente una cosa que le hicimos a Bulba, tiempo ha.
Todo esto es un elogio a la foto posteada, capaz de hacer aflorar en mí emociones tan dispares.
A mí esta foto me sugiere muchas cosas. Por una parte son 3 cepillo, que es la unidad familiar, auque esto no tendría porqué ser así, yo tengo cuatro cepillos metidos y usados en un baso y somos la mitad.
ResponderEliminarHay dos cepillos más descuidados, seguro que pertenecen a dos varones. Lo digo por la fuerza del cepillado, están abatidos, despeluchados.
El cepillo azul es de una mujer, está más nuevo, es más recatada y más suave en las caricias.
El color azul lo suelen elegir las personas más tranquilas, Está asociado a los introvertidos.
El azul y el color naranja creo que son de una pareja ya muy consolidada.
El tono naranja simboliza entusiasmo y exaltación y cuando es muy encendido o rojizo, ardor y pasión.
El rojo es de un joven, que quiere parecer brusco, violento. A mí este color me evoca a la sangre, a lo bravo, la rebeldía, ira, alarma, fuego y peligro... Sus pelos no están uniformes, están esparramados. Se ve que frota con mucha energía, es fuerte y temperamental...
Posiblemente lo que a mí me sugiere no tenga nada que ver con lo que pueda ser real.
Se ve que esta familia cuida la boca. Muy inteligentes por otra parte, ya que por la boca dicen que muere el pez. Pues en los humanos, por la boca se puede coger muchas enfermedades. Una boca mal cuidada además de no ser agradable, es una entrada directa que desencadenará enfermedades.
¡Joder, la de cosas que puedes ver mirando unos cepillos! :D
ResponderEliminarPues... efectivamente el azul es de mi madre, y el rojo es el mío... Así que no sé si lo que te sugiere será cierto o no, porque bueno, lo de la ira y el ser temperamental... sí, claro, pero lo del peligro y la fuerza...
En fin, me gusta creérmelo, gracias.
Cuando monte el fotoblog te lo vas a pasar pipa con él (espero).
Esto cualquier persona observadora lo sabe, seguro que si yo pusiera aquí fotos de los cepillos de mis amigos o de mi casa, sacarían enseguida detalles. Algunos verdaderos y otros...
ResponderEliminarEl color rojo es de peligro... Cuando un semáforo está en rojo, te esta advirtiendo que hay peligro no se puede pasar.
El rojo en ropa interior también es sensual al igual que el negro. En el sexo son colores excitantes. Si yo llevo una braguita y un sujetador rojo, los sentidos sexuales se excitan más.
¡Por fin he conseguido que una mujer se ponga a hablar en mi blog de la ropa interior que lleva!
ResponderEliminar¡Gracias, gracias! Me siento realizado como persona, ja ja.
No es por joder, pero no ha mencionado en ningún momento que sea una mujer.
ResponderEliminarLo de las braguitas... si no se me salieran los huevos por los lados incluso yo sería capaz de ponerme unas, y el sujetador no es indicativo. Algunos amigos míos tienen tal volumen de tetazas que necesitarían uno forrado de titanio.
Vale. Ya me voy.
Puedes ponértelas sin que se te salgan los huevecines si te agencias unas de esas modelo octogenaria. Pero aprietan los huevecines de una forma que deja patente que quien las inventó no pensó en nosotros los hombres al diseñarlas, y si pensó en nosotros fue un sádico o una sádica ò_ó
ResponderEliminarY ahora explicaría por qué lo sé, pero por un lado no me ibas a creer, y por el otro seguro que se te ocurre a ti una explicación más divertida, asín de que...
¿Donde hiciste la objección? ¿En una residencia de ancianos? Aunque mi explicación es que un fornido gayer de pecho peludo y con gorra de policia hizo una serie de sentadillas sobre tu cara, y llevaba puestos unos pantucos de esos que posteriormente lacó hasta dejarlos perlados cual jarrón ming.
ResponderEliminarYo lo más incómodo que me he puesto es uno de esos trajes de neopreno que usan los surfistas. Lo que es sentir dos pelotitas duras y compactas a la altura del ombligo y luego descubrir que tienes el saco escrotal vacío no tiene nombre.
No puedo evitar ver tres cabezas de jóvenes despeinados mirando por una ventana, en la foto, digo. Y ya sé que son cepillos, eh? pero no sé, tienen algo de jóvenes atentos a lo que pasa abajo, en la calle.
ResponderEliminarY eso de ser raro está bien, pero a veces está mal. Es decir, mal no lo está nunca, pero unas veces sienta mejor que otras, porque al final te cansas de no encajar en la mayoría de sitios o palabras. Pero bueno, mejor eso que estar dentro de un puzzle y ni saberlo (qué inspirada estoy hoy, hay que ver XD).