Sí, hoy vengo en modo cuervo, graznando de felicidad y con un link entre las garras: Transgordo, un blog que me está matando de la risa esta mañana. Son frases típicas, entendidas y dibujadas en su forma más literal. Altamente recomendable. Entre eso y esto estoy bastante sonriente, hoy.
Ah, he decidido poner los links en ventanitas emergentes. Ya puedes apretarlos las veces que sea sin que te desaparezca esta ventanita. Imagino que eso hará bajar el número de visitas, porque la única explicación que le veo a tener tantas es que alguien se dedique a hacer cliks por todas partes y luego volver aquí y recargar y todo eso. Naturalmente esta innovadora medida no se extiende a mensajes anteriores.
Por lo demás mañana tranquilita. Estoy sobando este bonito ordenador y diciéndole que le quiero, a la espera de heredarlo totalmente de uno de los jefes y de tener permiso para formatearlo, llevármelo a casa e instalarle guarrerías. El amor es así. Lo seduzco, lo atrapo, le digo cosas bonitas y en cuanto pueda zas, un formateo y aquí mando yo.
Claro que estoy siendo sarcástico. El amor es lo que dijo Cortázar, es fascinación, es descubrimiento, es poner ojos como platos (así, O_O). Lo otro es lo que mucha gente entiende por amor, pero en realidad se llama amasar, y es mejor hacerlo con barro, con plastilina o con las partes blanditas y/o no de la anatomía de la persona amada (pero recuerda, nunca con la persona en sí). Los niños son muy propensos a ejercer el amasado, y como son así de emprendedores hay que vigilar que no lo hagan con determinadas circunstancias, como caquitas de perros o explosivos plásticos. También hay que evitar, cuando se puede, que los mayores lo hagan con explosivos plásticos, pero los que lo hacen son gente sin sentido del humor a la que es difícil detectar y sobre todo detener, a no ser que vayas por la vida con un buen martillo a mano y acostumbres a vestirte con kevlar.
El amor, el amor. Voy a dejar de hablar del amor, que luego te pones nerviosa. Y no entiendo por qué, siendo un sentimiento tan bonito. Ya, bueno, a veces no. Pero es que entonces ya no es amor, o no solo es amor. La gente le invoca igual cuando siente otras cosas como celos, ira o estupidez, y claro, el amor gana mala prensa. Tengo que dejar de hablar de ello aunque sólo sea porque me estoy sonando muy cursi a mí mismo.
Ya paro, sólo un párrafo más, y cortito. Es que es imposible no ir por ahí amando, estamos hechos para eso. No solo de personas, naturalmente. Las telarañas, en las mañanas de rocío, son objetos a los que es imposible no amar. También imposible no amar a los gatos, cuando no creen ser cojines burgueses (cuando aún son cazadores y aventureros, cuando me hacen sentir cuánto quiero ser gato), o a los perros, cuando no son ratas gordas ni niños malcriados. De pequeño mis amigos se decantaban en facciones contendientes (siempre lo hacían. A su manera era divertido, pero han dejado de hacerlo cuando yo le he empezado a coger gusto al juego), ¿eran mejores los gatos o los perros? Y todos opinaban, "gatos", "perros", "¡gatos!", "¡perros!", y así in crescendo hasta el fin del recreo o el inicio de las tortas, dependiendo del tiempo disponible. Yo es que no sabía que decir, porque en el pueblo era amigo de un gato y de una perra, y a los dos los quería con toda mi alma, porque eso es lo genial del alma, que puede querer entera a muchas personas y a muchas cosas, circunstancia que desde la estúpida Edad Media al estúpido Romanticismo se nos ha escamoteado en la literatura y en nuestros ideales, que querían convertir al amor en tragedia y al ser humano en un sufridor (y hay quien sigue pensando así, que debe ser todo o nada, y luego pasa lo que pasa. Y no se leen Doña Flor y sus dos maridos, de Jorge Amado... qué otro apellido podía tener el hombre en este párrafo, que es el último, palabra, aunque no me está quedando tan cortito como quería).
Volviendo a gatos y perros, yo entonces solía decantarme por los gatos. No sé por qué. Inventé mil razones; la independencia, el misterio, la ausencia de esa bobaliconería lealtad de los perros. Pero ahora creo que lo decía simplemente porque mis amigos tenían, por lo general, perros, en vez de gatos. Pero los perros son así, y me han perdonado aquellas palabras que en cualquier caso eran mentira, y hoy por hoy tengo el orgullo, el inmenso orgullo, de soler caerle bien a gatos y perros. Gatas con reputación de fieras cuchillas de afeitar hiperactivas y sádicas se han dormido sobre mi rodilla en mi primera visita a su casa. Perros pastores, habituados a mordisquear las nalgas de todo el que se acerque a sus rebaños, me han lamido las manos pidiendo caricias que naturalmente recibieron. Y todo eso me llena de un orgullo épico, porque al fin y al cabo ni a gatos ni a perros me los gano diciendo tonterías, como hago con las personas, porque aunque de hecho se las digo, y muchas, no me entienden (o al menos no tan exactamente, aunque en vista de lo que digo en general tal vez sí me entiendan, y tal vez mejor, porque muchas veces yo a lo que voy, seré sincero, es a confundir). Porque de alguna forma esos adorables bichos se fían de su olfato y de su instinto.
Supongo que de eso se deducen dos cosas. Una, que mi olor no debe ser desagradable. Y la otra... la otra... la otra la cambiaré por una observación: Los patrones olfativos de gatos y perros, al fin y al cabo, no tienen por qué coincidir con los de las personas. Así que tal vez no huela bien, después de todo. Entiéndeme, tengo que negar cualquier conclusión positiva sobre mi mismo, porque como buen cronopio tengo que desconfiar de todo halago y no creer nada bueno de mi mismo.
Pero de todos modos, me encanta que se porten así conmigo. Y yo seguiré rascándoles las orejas y soltándoles charlas absurdas, mientras deseo con todas mis fuerzas el absurdo imposible de que exista la reencarnación, y poder despertar un día con pelos y colmillos.
30.3.06
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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
Que bonito define Ud el amor Sr. Licenciado (x cierto,ya era hora), da gusto cuando te pones cursi perdio.
ResponderEliminarEspero que si existe la reencarnación y te conviertes en un adorable perro o en un adorable gato, no termines en la perrera de Madrid. :(
Y por último y que no quede la cosa triste, diré que la recomendación es cohonuda. Mira que hoy es un dia dificil para mi, pero gracias a tus excursiones, me has alegrado la mañana, auque el que más agradecimientos merece es el autor del blog, una buena recomendación siempre es de agradecer, asinque...gracias ;)
O_O estamos de acuerdo!!
ResponderEliminarjoder, esta vez te ha quedado bien el blog eh? ;)jajajaja
Estamos de acuerdo con lo del amor (por dios!cualquier otra cosa no tendria sentido!!!)y sobre los bichos, que me vas a contar jejejeje......
Es más doy fé de tu feeling con Gatos y perros: mi gata volvió a tener el celo por tu culpa y de Ramses que te voy a decir, si te adoraba!!!
¡Enhorabuena por la licenciatura, asqueroso! ¡Ya van dos! ¿Pa cuándo la tercera? :D
ResponderEliminarRespecto a gatos, me sé de uno que te bufó cuando te vió entrar por la puerta... larala... Pero bueno, es un gato rarito, con bastante mal genio, salvo cuando le coge en brazos servidora, principalmente con el cepillo en la mano, que se pone a ronronear, cierra los ojillos y se convierte en un gato de peluche el pobre... ^__^ Ahora le tengo por aquí correteando, persiguiendo una bolita de papel albal por todo el comedor, mientras que el otro está dándole el coñazo a mi madre para ver si escamotea algo de la comida que está saliendo del carro de la compra.
¿Qué haría yo sin gatos?
Vamos a ver, yo os agradezco muchísimo todo eso de licenciado y tal, pero lo único que dice en esa página es que han admitido mi solicitud, no que la hayan aprobado. Cosa que en realidad era de esperar, porque cumplo todos los requisitos.
ResponderEliminar(Y me vais a perdonar que no sea optimista y que me calle esa vocecita que me dice por dentro que lo que falta es otro trámite, y que no hay ninguna dificultad. Si ahora no me olvido de pagar las tasas, que tengo hasta el 6 para hacerlo, el día 20 de abril se reune el tribunal y decide)
Dicho lo cual os respondo ordenadamente. Pip, si fuese gato sería acogido por una guapa adolescente, porque soy muy zalamero, y si fuese perro sería un perro de campo. ¡Espero!
Espero también que lo del día difícil sea solo porque tienes que comer espinacas o algo así... pero ya me dejas preocupado :\
Sea lo que sea, espero que no sea. Y que luego sea la alegría. Que es primavera, y es una estación estupenda para estar alegre.
Vero, lo de Lua es halagador como pocas cosas. Que una fémina morenaza de ojos verdes se me restriegue así...
Y de Ramses... ¿Sabes que de cuando en cuando todavía me preocupa que se fuese mosqueado conmigo? Recuerdo aquel paseo de aquella última tarde, que te di una patada en el culo y me miró diciéndome "qué-coño-haces". Pobrecillo. Pero bueno, hasta el mismo día de su muerte estuvo saltando, disfrutando y correteando por ahí. Ojalá a mí me pase igual.
E Irene, tienes razón. Yo le entiendo, en ese momento él era el dueño de la casa. Y desde entonces le tengo un respeto que me sale de un lugar tan hondo que supongo que no a todos los gatos les he caído bien, y que alguno, de pequeño, me enseñó ese respeto a zarpazos. Y yo creo que lo que le pasa es que le molas, y se pone celoso cuando ve que tratas con naturalidad a extraños. ¿No?
Y lo de qué harías sin gatos, bueno, yo pensaba lo mismo, hasta que Bartholomew la palmó. Luego no hemos tenido otro gato. Y yo no hecho de menos tener gatos, hecho de menos a Bartolo.
Así que ¿qué harías? Echarlos de menos, claro. Así que te diría que aproveches que están y que juegues con ellos, si no fuese porque ya lo haces.