5.10.09

party praxis

Las cosas como son, yo no tengo mucha costumbre de ir invitado a fiestas (porque, por ejemplo, lo primero que hago al recibir la invitación es responderles con el requerimiento judicial que me imposibilita el acudir a sitios donde se pueda acceder a cuchillos con punta, mecheros, cerillas y materiales que hagan chispa mediante el procedimiento habitual de abrir un cajón), pero a veces todo el mundo se despista, y me invitan a una, y voy.

Así pues, este sábado fui a una con la Muchacha.

Y estuvo bien. Bueno, supongo. Quiero decir, como no voy a muchas fiestas no es que tenga mucho criterio en base al cual construir un juicio. Más que decir “la fiesta estuvo bien” o “la fiesta estuvo mal”, debo quedarme en el literalmente cierto “la fiesta estuvo”, porque en efecto, a cierta hora estuvo en un lugar.

Y como decía en ese lugar estuvimos la Muchacha y yo. Vigilando que la fiesta también estuviese allí, no fuese a derrumbarse el espaciotiempo.

La fiesta, por lo visto, fue de una clase especial de fiestas, que consiste en que los que la montan le dicen a un montón de gente más o menos conocida que vayan y que se traigan a más gente, no necesariamente conocida, y así se llena la casa, se vacía el minibar y se logran maravillas como que el único fan del hip hop termine haciéndose dueño del equipo de música, para propia maravilla (suya y mía, que me pirro por las situaciones apocalípticas) y espanto del resto. Así que allí estuvimos horas rodeados de desconocidos (porque quienes la montan, para completar el rito, además de invitar a desconocidos deben llegar todos muy tarde), odiando visceralmente a un tipo que no paraba de sonreír y de decirle a todo el mundo “¡vaya mierda de fiesta, me voy!” (y cuando muchas horas después nos fuimos ahí seguía, sonriendo, renegando de la fiesta y yéndose), supongo que como forma de resultar chocante, en fin, esas cosas que hace la juventud barbada cuando pretende ser graciosa.

Y yo me sentía fatal, además, porque el único tema de conversación que se me venía a la cabeza, y por tanto lo único con lo que podría romper el hielo con alguno de los desconocidos, era contarles que justo esa tarde venía de ver un vídeo de YouTube donde se veía al autor de xkcd.com firmándole un libro a un robot.

Se lo conté a la Muchacha, que me dijo que en lugar de eso fuese a ver si conseguía ponerle una copita antes de que los desconocidos completasen el genocidio del alcohol.

Como debe correr algo de sangre griega por mis venas que me convierte en un bicho eficaz a la hora de la épica lo conseguí, y al rato, mientras le dábamos sorbitos a un par de copas y despachábamos a manotazos al plasta que decía que vaya mierda de fiesta, llegó gente conocida, lo que propició los redobles del tipo que nos torturaba con la música para, a aquellas alturas, indiferencia de todos los asistentes, y terminamos como siempre hablando de esas cosas que se habla en las fiestas, y riéndonos, y pasando un buen rato. Y yo conseguí no mencionar lo del vídeo del autor de xkcd.com y todo, y no logré forzar el cajón que guardaba los cuchillos, aunque al final no me importó demasiado, porque harto de no poder torturar a nadie (es lo que tiene el dolor, que si es constante se vuelve rutina y se puede ignorar) ya el autoimpuesto DJ totalitario se tiró por la ventana en un arranque de despecho al que nadie atendió.

Supongo que todas las fiestas son así, no lo tengo muy claro. Supongo que debo leer más a Fresán para saberlo, que últimamente cada vez que lo leo no hace más que hablar de fiestas y fiestas y más fiestas.

Debe ser majo el Fresán y no tener requerimientos judiciales a cuestas, me digo yo, cuando le leo hablar de ellas, con un poquito de envidia, y pienso que debe ir a docenas, cientos de fiestas.

 

En cualquier caso felicidades a la cumpleañera festiva, que no sé cuándo era exactamente su cumpleaños, pero me suena que a principios de esta semana. Así que ¡felicidades, prima de Bruce Lee! (es que se apellidan igual, y cuando se ríe achina los ojillos).

6 comentarios:

  1. ¡Cuánto hace que no voy a fiestas de esas! Lo que me ha gustado más es eso de que impedisteis que el espaciotiempo se desmoronase; tiene mérito, sí señor.

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  2. En las mías el baile obligatorio es el minueto, danda de funky ni hip-hop.

    En la última, el Conde de Floridablanca dijo que era un mierda de fiesta y que se iba, y lo lapidamos, momento a partir del cual la cosa se animó un poco más.

    Faltó rapé, eso sí, que es un pescao muy feo (Lophius piscatorius).

    Maldito lunes. Y yo sin mi medicación. Tch.

    Palabra de verificiación: cretog. Vocablo que se pronuncia cuando uno va a insultar a alguien llamándole cretino y el otro es más rápido y le suelta al ofensor un uppercut en la boca del estómago.

    O algo.

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  3. ...Ésta me parece una crónica magistral, pero magistral de verdad, que lo sepas...
    ...Un abrazo...

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  4. Hola David. Te escribo aquí porque en el Fotoblog no puedo hacerlo. He intentado dejarte comentarios en varias ocasiones pero cuando lo envío me aparece un mensaje de error de tu servidor y el mensaje desaparece. Deberías ver qué sucede. Saludos.

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  5. Lara, con lagrimones colgando de los ojos debo decirte, culpabilísimo yo, que lo del suicidio me lo inventé.

    En realidad lo tiramos entre quince.

    Miroslav, es que hay que estar atento a esas cosas, que en un descuido nos vemos todos flotando en la nada y sería terrible. No creo que haya minibares en la nada.

    Microalgo, casi te llamo microlago, je. Y yo quiero asistir a esas fiestas. Y lucir por fin mis calzas, que casi nunca me lss pongo.

    Miguel Ángel, merci, me sonroja usted.

    Pere: pues es un error que no sé de dónde viene, la verdad, bueno, creo que de poner la web de la que se viene en la casilla apropiada. Pregunté por el error y no me enteré de nada, a ver si un día saco rato y hurgo a fondo.

    Pero me llena de intriga qué comentarios me perdí, claro.

    Y tengo como unos cuantos comentarios pendientes de hacer de tus fotos, por cierto. El hdr de árbol con luna al fondo es magistral.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.