22.9.09

a lo que me vengo dedicando

A cambiar la forma en la que se atan los cordones de mis zapatillas, después de ver esto.

A mirar qué asteroides pasarán cerca de la tierra en un futuro cercano, y cuánto de cerca. Lo más cercano que he visto es un pedrusco a 36000 km, el 13 de abril de 2029. Y otro que el 7 de enero de 2081 podría pasar a tan solo 12000 km de nosotros. No veo (o la paciencia no me alcanza para ver) ninguno que vaya a pasarnos cerquita coincidiendo con algún cumpleaños mío. Oooh.

Siendo muy consecuente, a escuchar Unearth. Y aquella de Stones from the Sky de Neurosis, claro.

A leer sobre exoplanetas, en general, y en particular sobre Gliese 581 d y Fomalhaut b.

A ponerme de fondo de pantalla, precisamente, una pintura inspirada en Fomalhaut b (la tienen en todo tipo de tamaños y resoluciones, incluso por si alguien se la quiere imprimir bien grande, aquí).

A recordar aquel cuentito que escribí yo una vez sobre amores que transcurren en naves que se mueven a velocidades cercanas a la de la luz a planetas como, precisamente, Gliese 581 y Fomalhaut b. En lo referente a la velocidad de la luz y el tránsito del tiempo era riguroso, porque aquello me lo curré terriblemente, pero recuerdo que el lugar elegido para el viaje de la nave más o menos me lo inventé. Hubiera quedado mucho mejor con Gliese 581 d o Fomalhaut b.

A curiosear sobre la Compañía Holandesa de Indias Orientales. Y sobre los parecidos que podría haber entre una humanidad entre estrellas cercanas y las travesías de sus barquitos en los siglos XVII y XVIII.

Ya puestos, a añadir el enlace del Hubble a mi lista del Google Reader.

A fallar siempre en todos mis intentos por ver el primer gol de Cristiano Ronaldo al Xerez.

A soportar estoicamente los efectivos empeños de Que Sí por darme envidia con el Need for Speed Shift.

A pensar que tengo pendiente responderle a Ender, respecto a Dexter, que el señor Morgan jamás diría nada por el estilo, siendo, como es, un perfecto ciudadano modélico cuando no está descuartizando a nadie.

A mirar el reloj desesperado por poder salir a la calle a jugar con mi nuevo juguetito.

A leer, mientras tanto, algo sobre Teoría de la Información. Mientras recuerdo que la protagonista del cuento del que hablaba antes se dedicaba a calibrar la velocidad del flujo de información que la nave emitía y recibía. Ella sabía más de todo eso que yo.

Recordando de pronto que no, que planetas como esos me venían demasiado cercanos para el argumento del cuento. Que el dilema de la ausencia de planetas razonables conocidos donde hacían falta me lo salté a la torera inventándome una luna en 55 Cancri f. Leo (releo, mientras cambio la música a Pelican, a Spaceship Broken-Parts Needed) que pese a que se trata de un planeta gaseoso la mitad de grande que Jupiter está en la zona justa como para que quizá una luna suya tuviese agua líquida.

Pensando que antes me documentaba para los cuentos más que ahora, definitivamente. Pero cómo, si el tema del último taller fue “caerse del guindo”.

Pensando cuántos cuentos, en realidad, entrarían dentro de la categoría de caídas del guindo. ¿Casi todos?

A hacer lo que puedo por escuchar el disco nuevo de Diablo Swing Orchestra, que salía ayer, con el genial título de Sing-Along songs for the Damned and Delirious.

Pensando, por cierto, que se equivocaba Microalgo en el comentario del post anterior por un factor de 1.7, porque según el iTunes en el iPod tengo metidos 12,6 días de música.

Y pensando, ya puestos, que a qué diablos se referiría cuando decía que estoy un poco tarumba. ¿Yo? ¿Por qué?

3 comentarios:

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.