La sirena antiniebla del S. S. Bremen monta un escándalo descomunal, como corresponde a toda sirena de barco que de capitán y en el que a todo el mundo le hace ilusión soltar ese AUUUH transtimpánico, y toma pedazo de palabro. Suena:
En las Pléyades y rumbo a ellas.
En código morse, por eso de la transmisión fragmentada.
Entre macetas y portentosas murallas de hiedra.
En púlpitos evangelistas de la risa.
En escala XXS, por eso de lo pequeño.
En perpendicular, a escala transuniversal.
Invadiendo la sonoridad de una reposición de Casablanca.
Y despertando eco en un lugar que yo ni conocía.
Y aquí, en esto que claro, donde como el autor soy yo he incidido en lo que realmente importa, que como todo el mundo sabe, en cuestiones literarias es siempre el bebercio gratuito.
Y los canapés que le harán compañía, porque qué mar no queda bello más con barquitos.
Como esto, pero reemplazando el agua salada por vino y el barco por una tosta de jamón con tomate.
Reflexión idiota: si se te hubiese olvidado poner la tilde en
ResponderEliminar"pulpitos evangelistas de la risa."
la imagen hubiese tenido una gracia tremenda, sobre todo acompañada de unas cañas :-)))
Pues fijo que sí, pero el mosqueo que se iba a pillar Conde-Duque conmigo iba a ser tremendo, ja ja.
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